UN RAMO DE ROSAS A EMMA

PROLOGO

Emma, era la encargada de una confitería en Madrid, hacía unos dos años que habíase mudado a aquella ciudad, pero hacía apenas un año que termino por poner aquel comercio, la joven era procedente de Bélgica, siempre que los clientes llegaban la veían con una sonrisa adornando su rostro, y la amabilidad y calidez invadía el salón. No era extraño ver hombres jóvenes, y buen mozos que intentaran coquetearle o lanzarle algún piropo, pero al ver cierta argolla en su dedo retrocedían o simplemente se disculpaban su atrevimiento, ella los disculpaba y hacía como si nada.

La chica llevaba exactamente un año y 4 meses de casada, pero, había algo que molestaba a todos quienes trataban con la chica, nunca salía a ninguna parte, pensaban que era a causa de la labor como jefa o quizás porque todos eran creyentes que era alguien introvertida en ese sentido o muy reservada.

-jefa solo será por esta noche – menciono una joven italiana, era Giovanna dulce, y carismática, estaba comprometida con un alemán desde hacía unos meses, la belga negaba mientras se colocaba el abrigo, mirando como si deseara que el tiempo se detuvieses en esos momentos, quizás si la italiana hubiera sido mas perpicaz hubiera notado aquel detalle en la mirada de su joven jefa que aun contaba con sus veintitantos, a pesar de que muchos dirían que podía tener hasta menos.

- Giovanna, lo siento tengo que ir a casa aun debo ver los libros del mes – se excuso, pero antes que la otra siguiera, esta salió disparada.

La vida era un misterio, cada uno tenia una historia distinta, cada uno era un punto a parte y a veces no se pueden oir los miedos ni los gritos ni llantos que cada uno oculta, o sus propios demonios internos o no tanto, la belga iba por el metro hasta su hogar, era algo alejado su establecimiento pero siempre intentaba ser puntual, aunque por un retraso en este ahora sentía el temblor en sus manos, y sus piernas, sus ojos fijos a un punto en la nada, aunque podría quizás mentir y decir que estaba observando a aquella pareja acaramelada que parecía olvidar que estaban en un transporte público, una amarga sonrisa curvo sus labios.

Por fin, llegaba su parada, bajaba junto a otros pasajeros esperaba que el tiempo fuera su mejor aliado, ojala y así fuera, tomo un taxi, gasto parte de sus euros, jugaba ligeramente con los dedos sobre su regazo cubierto con la falda, que el taxista a veces se pasaba con el pequeño espejo fijándose en la piernas descubiertas, ella no lo notaba o fingía no hacerlo.

Finalmente en su destino, era una casa bonita, atractiva, se notaba el hermoso jardín de frente y otro atrás, dos pisos, y digno para una pareja de jóvenes recién casados, ella miró su anillo y sintió el peso en su palma, jugaba con este suspiraba, y sus miedos se acrecentaban, caminaba mientras sentía el aire como si escapara de sus pulmones, el peso en sus pisadas y luego girando la manija, lento, tragando duro, y finalmente abriría el camino a donde era su "hogar", una risa irónica se formó en sus labios con ese pensamiento.

Entraba dejando el abrigo en un perchero, y así también el abrigo, se notaba que era humilde no se daban muchos lujos, ella prefería lo sencillo y además no veía la razón de hacer gastos innecesarios, eso y también la situación actual, avanzó notando el televisor prendido, dirigió lentamente la mirada al sofá, ahí estaba, su esposo.

Dormido al parecer, Antonio era su nombre, él había sido su primer novio desde que tenía 15 años, hacía unos días lo habían despedido de su trabajo como maestro, pero con la situación actual era difícil conseguir algo, fue asi como ahora ella iba con la carga, notaba sus rasgos tan juveniles y varoniles, nadie dudaría del atractivo del español, definitivamente ella podía asegurarlo ya que se sintió atraída por él desde el principio, era unos 5 años mayor, pero a ella no le había importado, a pesar de que ambos venían de una etiqueta social distinta, no había dudado de los sueños ajenos.

Dirigió luego la vista a las botellas, de nuevo había estado consumiendo alcohol, tembló pero aun así se aproximo para intentar coger el control remoto, pero al hacerlo una mano la sostuvo con fuerza, tanta que iba a jurar que en cualquier momento iba a quebrarle la muñeca.

-¿Por qué has vuelto a estas horas?- sonaba la voz del español, su mirada era carente de emociones, y se notaba por el tono y la forma de arrastrar las palabras así como el aroma lo ebrio que estaba.-

La mujer tembló, y esperaba que la escuchara.

-El tren se atrasó, y por eso llegue a estas horas- Pedía en un ruego que la soltara, sintiendo como esos dedos que antes la acariciaban con dulzura ahora estaban marcándola e hiriéndola.

-Perra mentirosa, ¿me crees un gilipollas?, seguro andabas por ahí con otro ¿no?- le halo y la sostuvo sintiendo el temor apoderarse de ella estando atrapada bajo el cuerpo ajeno esos frios ojos que la veian con rabía, con celos infundados por su mente y el alcohol, y ese aroma que haría que en cualquier momento vomitara.

-No..yo…n…- no pudo acabar, ante la primera cachetada, dolor lagrimas, eso le esperaba, escuchando aquel cinturón siendo quitado de los pantalones ajenos, y luego la mano bajo su falda.

- Te mostrare ahora como se les castiga a las zorras como tu…- le susurro, y luego solo se escucharon el sonido de golpes, gritos, llantos, suplicas, el dolor desgarrador, el sentimiento de desesperación antes cada golpe, y cada herida que iba formando, no solo externa sino internamente en su cuerpo.

Ella cierra los ojos, Emma solo quiere desaparecer, quiere pensar que es una pesadilla, que ese no es su esposo, que Antonio solo está siendo guiado por el alcohol y la desesperación que no pasará de nuevo, que pronto volverán a ser tan unidos y cariñosos como antes.

Eso se ha estado repitiendo desde hace 6 meses, desde el primer puño en su rostro que acabó quebrando la nariz, desde el primer abuso, desde el primer insulto, desde el primer ataque de ira contra su cuerpo.

De todos modos mañana cuando despierte cuando llame mintiendo diciendo que ha amanecido enferma cuando ocupe a Giovanna que se encargue de la tienda por ella como lo ha hecho últimamente, recibiendo los deseos de que se recupere volverá todo a ser normal, porque Antonio se irá, la dejará unas horas, luego regresara por la tarde con unos chocolates y unas flores, pidiéndote perdón, rogando que no lo dejes, diciendo que te ama, que no volverá a pasar y se pegara a ti como un perro con las colas entre las patas.

Y tú le sonreirás, Emma le sonreirás porque lo amas, porque crees que lo amas, porque ya no sabes si es eso o es el miedo, ese miedo de dejarlo, ese miedo de que haga algo peor, o incluso que la sola idea de que quebrar ese matrimonio acabe siendo el peor error de todos, mientras tomas algo del maquillaje para cubrir el moretón que tienes en los hombros, los brazos, los muslos, y hasta cerca de los labios, así como alrededor de uno de tus ojos, si se hincha inventaras una excusa, no es la primera vez después de todo, mientras dejas el ramo junto a otros como muchas veces, esperando que las cosas mejoren.

Al final quizás llegar a despertar de esa pesadilla, que alguna vez fue un sueño para ti.

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