Nota: La imagen de portada del fic es un recorte de esta imagen: dark-lost-soul (punto) deviantart (punto) com/art/Power-of-Premonition-Poster-50278890
La canción Mírame, de Timbiriche.
MÍRAME
By Aurum Black
Qué difícil tiempo para amar
Heredando miedo, donde sueño libertad
Tengo que callar una vez más
Mis palabras sobran
Donde hablan los demás
Me falta edad, y sin embargo
No soy sólo la mitad de un sentimiento
No soy eco, soy sonido
Soy un punto en el camino
Lo que fuiste alguna vez
Mírame, siénteme
Soy de carne y hueso
No soy un reflejo
Y no es malo lo que siento
Mira, soy cuestión de tiempo…
Ginny Weasley caminaba por los pasillos de Hogwarts, lo cuales a esa hora del día se encontraban prácticamente vacíos. Era muy agradable regresar al colegio después de varios años de no pisar ese lugar. Había ido a visitar a Neville, o mejor dicho, al profesor Longbottom; pero no se le ocurrió pensar que estaría ocupado dando clase y que no estaría libre hasta la hora del almuerzo. Así que se había dedicado a perder tiempo, vagabundeando por los jardines y los pasillos, recordando sus mejores años de niñez-adolescencia.
De pronto, se encontró frente al salón de los trofeos sin saber bien cómo había llegado ahí. Estuvo merodeando entre las vitrinas repletas de trofeos, copas, conmemoraciones, y medallas de estudiantes que estuvieron en el colegio hacía muchísimos años atrás. En una repisa había un libro viejo con los nombres de todos aquellos que fueron prefectos mientras estudiaron allí. Ginny hojeó aquel libro descuidadamente sin siquiera mirar la interminable lista cuando súbitamente un nombre en particular golpeó su corazón y sus recuerdos.
-Cedric…-Dijo en susurro casi inaudible.
-FLASHBACK-
Los últimos días habían sido muy estresantes para ella. Había estado muy preocupada ¿y para qué? Para que él ni siquiera la notara. Vaya vida la que le gustaba darse. Habían pasado un par de días desde la primera prueba del torneo de los tres magos (en esta ocasión cuatro), y aún tenía presente la escena de los dragones. Un pequeño estremecimiento le recorrió el cuerpo, pues dicha prueba le había parecido demasiado peligrosa. Por alguna extraña razón tenía un mal presentimiento acerca del torneo, porque a pesar de que todos en la escuela estaban emocionados y de que no se hablaba de otra cosa más, de alguna forma inexplicable ella sentía que algo iba a terminar mal. Había tenido una serie de pesadillas donde algo le pasaba al campeón del torneo en el momento que tocaba el trofeo, en algunas se transformaba en un monstruo, en otras se derretía, incluso en algunas caía muerto. A pesar de que en sus sueños no veía la cara del campeón, estaba segura de que su inconsciente se estaba preocupando por Harry. Ella había tratado de acercársele, había tratado de ayudarlo, hubiera querido por lo menos darle apoyo moral, sobretodo en ese tiempo en que estuvo peleado con Ron… pero como de costumbre, él no había reparado en su presencia y para colmo estaban esos horribles rumores de que tenía un amorío con Hermione. Fue inevitable sentir celos cuando se enteró, porque Harry y Hermione en realidad eran muy cercanos y Hermione brillante, Harry y Ron la tenían en un pedestal, ella era la adoración de ambos aunque ni siquiera estuvieran conscientes de ello. Competir con Hermione sería absurdo. Por un tiempo pensó que Hermione y Ron acabarían juntos y que eventualmente Harry y ella lo harían también. Qué estúpido pensamiento de niña tonta, Ron se comportaba como imbécil cuando de Hermione se trataba y Harry no volteaba a verla nunca. Así que hasta donde entendía, aquellos rumores podían ser ciertos y si no lo eran, podrían terminar siéndolos con el paso del tiempo.
Cuando pasó delante del aula de transformaciones se dio cuenta de que estaba llorando. Esta vez no intentó limpiarse las lágrimas, a fin de cuentas todos estaban en clase mientras ella iba hacia afuera del castillo. Se había quedado dormida y ninguna de sus compañeras se tomó la molestia de despertarla, parecía que no sólo Harry la encontraba invisible. Si no fuera porque era una Weasley tal vez nadie sabría quién era.
Iba tan absorta en sus pensamientos que al doblar la esquina chocó bruscamente con alguien. Estuvo a punto de caer, pero unos brazos más grandes y fuertes que los suyos la sostuvieron en el aire. Ginny vio a aquel chico a través de las lágrimas que llenaban sus ojos.
-¿Estás bien? Perdóname, no te vi.
Ginny sintió la furia arder dentro de ella. Claro, todos creían que era invisible. Se soltó de él con brusquedad y trató de seguir su camino dándole la espalda.
-¿Por qué no estás en clase?- preguntó el chico con autoridad
Diablos, pensó Ginny, tengo tanta mala suerte, que de seguro choqué con un prefecto. Dio media vuelta pensando en una buena excusa, y al verlo se sorprendió de reconocer a Cedric Diggory, la nueva celebridad de Hogwarts.
-Tú eres la chica Weasley- dijo él de pronto, al darse cuenta de quién era. Sin embargo, eso no hizo más que revivir el enojo de Ginny.
-Sí, soy una chica. Y sí, soy una Weasley- dijo ella cortante-¡pero mi nombre es Ginevra!- le espetó finalmente y salió corriendo.
Ya que estuvo afuera, contempló la idea de visitar a Hagrid, pero rechazó esa opción al imaginarse al guardabosques interrogándola por todo y no creyó poder soportarlo así como se encontraba. Entonces decidió ir a sentarse en el césped junto al lago, detrás de un arbusto que solía ocultarla cuando no quería que la encontraran. Estuvo meditando, con la cabeza en todo y en nada. Después de largo tiempo terminó acostada boca arriba con la vista fija en el maravilloso cielo azul de aquel día, cómo desearía poder contemplarlo con alguien más. Por más que intentara no pensarlo, no podía evitar sentirse sola.
Comenzó a escuchar voces y supo que ya era hora del almuerzo, así que pensó en ir al Gran Comedor, sólo se daría unos minutos para desperezarse. Escuchó a un grupo de chicas pasar cerca del arbusto que la ocultaba
-Juro que lo vi, no debe estar lejos-
-Por allá, vamos chicas-
Seguramente era uno de esos clubs de fans de Krum que Hermione tanto odiaba. Estaba por levantarse cuando alguien tropezó con sus pies y cayó aparatosamente a su costado. Se incorporó preocupada y se quedó perpleja al reconocer por segunda vez aquel día a Cedric. Antes de que pudiera decir algo, él la tomó de la mano y la jaló para que volviera a agacharse y así los dos quedaron a gatas escondidos detrás del arbusto.
Ginny estuvo a punto de preguntar qué pasaba, pero él se puso un dedo en los labios pidiéndole que guardara silencio. Se volvieron a escuchar las voces de las chicas
-Volvió a escaparse
-Seguramente utilizó el hechizo de desaparición
-No seas estúpida Anne, nadie puede desaparecer dentro de Hogwarts
-Pues yo creo que él sí, es taaan listo…
-Y tan guapo ¿han visto sus brazos? Y su cabello…
-Merlín, quiero tener sus bebés…
Cedric y Ginny se mantuvieron en silencio hasta que dejaron de escucharse las risas bobas del grupo de chicas. Ginny miró de reojo a Cedric, quien no podía encontrarse más rojo ni más avergonzado por el espectáculo que acababa de suceder. Iba a preguntarle si ya podían moverse, cuando él soltó de pronto
-Ni se te ocurra burlarte- Se sentó recargando la espalda en el arbusto y cerró los ojos. Por un momento Ginny pensó en gritarle y salir de ahí, pero en lugar de eso, se sentó junto a él y le ofreció unos dulces que sacó de su bolsillo.
-¿Dulces?-él la miró extrañamente, pero no hizo ademán de tomar alguno –Son productos Weasley- añadió ella.
-¿Productos Weasley?-preguntó él con curiosidad
-Mis hermanos, los gemelos, hacen experimentos y fabrican un montón de cosas: dulces, fuegos artificiales, juguetes de broma… Podría decirse que soy la probadora oficial de dulces, me los dan gratis, así que – dijo encogiéndose de hombros. Cedric se había quedado quieto mirándola – Vamos, no son tan malos, nunca me ha pasado nada que no pueda revertirse –Le quitó la envoltura a un dulce y se lo llevó a la boca. Él la imitó aún sin decir palabra –Oh, excepto esa ocasión que me quedó la lengua azul durante una semana
Cedric no se esperaba aquello, así que su risa fue tan inesperada que terminó escupiendo el dulce. Ambos rieron un poco y después se quedaron en silencio.
-Gracias- dijo él de pronto –por no delatarme. Y por los dulces… Ginevra –le sonrió amablemente. Fue Ginny quien se sonrojó esta vez.
-Perdón, por lo de hace rato… lo del pasillo… que te grité. Yo… lo siento.
-Está bien, no te preocupes. Creo que ya hay que salir de aquí Ginevra.
-Ginny –lo corrigió mientras se levantaban.
Apenas dieron unos pasos, cuando se toparon de frente con Malfoy y sus amigos.
-Hey Diggory –dijo Draco –Una comadreja te está siguiendo –Sus amigos se rieron estúpidamente, celebrando su chiste.
-Vete de aquí Malfoy –contestó Cedric.
-Uy, no te enojes, sólo quería darte un consejo. Las comadrejas son malas amistades, son tan pobres que tal vez vaya a robarte la varita esa de ahí. O, tal vez la mandó su amado Potter a espiarte, mientras él está ocupado con su amiga la sangre sucia. Pobre comadreja
Ginny se quedó paralizada, con la cara roja de la vergüenza y la humillación, con los ojos aguados y a punto de soltarse a llorar, mientras el grupo de Slytherins se burlaba de ella.
-Vuelve a lanzarle el hechizo de las cosquillas, fue muy divertido – dijo uno de los compinches de Malfoy
-Cállate, idiota – le espetó Draco
-¿Qué dijiste? – preguntó Cedric entendiendo aquellos comentarios
-Nada Diggory, un asunto entre nosotros y la comadreja – contestó Malfoy despectivamente
-No vuelvas a llamarla así –le gritó sacando su varita
-¿O qué?- contestó y retador –No porque seas la nueva celebridad de la esc
Sus palabras fueron cortadas por el hechizo que lanzó Cedric, en unos segundos Malfoy estuvo lleno de una especie de mocos.
-¡Largo de aquí, todos ustedes! –Les gritó apuntándoles con la varita.
Malfoy y sus amigos salieron corriendo hacia el castillo. Cuando Cedric volteó a ver a Ginny, ella ya iba corriendo en dirección contraria con las lágrimas escurriendo por sus mejillas.
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El siguiente día fue una pesadilla para Ginny. A la vida no le bastaba con que hubiera hecho el ridículo frente a Cedric el día anterior, sino que parecía empeñada en hacer que se encontraran en cada esquina. Hasta hubiera parecido que Cedric la estaba persiguiendo, sin embargo Ginny había aprendido a ser muy escurridiza y logró evadirlo hasta el final de las clases. Afortunadamente ya era viernes, así que podía olvidarse de sus materias e iría a visitar a Hagrid como cada semana. Subió a su habitación por su abrigo, gorro, bufanda y guantes ya que afuera el viento estaba soplando demasiado y había estado lloviendo todo el día. Salió del castillo teniendo cuidado en no resbalar ya que la lluvia había dejado el camino muy peligroso. Cuando llegó a la cabaña de Hagrid se percató que el guardabosques no estaba ahí, así que se sentó en los escalones de la entrada, esperando que no tardara mucho en regresar. Unos minutos después, escucho ruido detrás de la cabaña, en dirección al bosque prohibido. Ginny se levantó y se acercó un poco al bosque pensando que sería Hagrid, cuando una figura obscura salió corriendo desde los árboles y saltó hacia ella tomándola por sorpresa y haciendo que resbalara por el suelo mojado, quedando acostada boca arriba. Antes de que pudiera hacer algo, sintió los lengüetazos de Fang en su cara y un par de risas provenientes del camino por el que llegó el perro.
Ginny vio como Cedric Diggory se paraba junto a ella con una sonrisa que no podía disimular.
-¿Por qué tú? -Dijo Ginny frunciendo el ceño, aún acostada en el suelo – De entre todas las personas que hay en este momento en el colegio, ¿Por qué tienes que ser tú de nuevo?
-Te dije que aquí estaría, siempre viene los viernes –le dijo Hagrid a Cedric –Hola Ginny, levántate de ahí y ven adentro por una taza de té
Cedric ayudó a Ginny a levantarse y los dos entraron detrás de Hagrid a la cálida cabaña.
-¿Qué estás haciendo aquí? –Le preguntó Ginny a Cedric enojada.
-Ginny, no seas grosera –La reprendió Hagrid – Cedric me acompañó a despedir a los dragones, hermosas creaturas… Estuvimos con su padre. Amos… mm me ayuda cuando tengo problemas con mis… mascotas – añadió nervioso empezando a preparar el té.
-Mi padre trabaja en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas – dijo Cedric mientras se sentaban – ¿Pensaste que te estaba persiguiendo? –preguntó él con una sonrisa divertida.
-No, obviamente no – dijo Ginny mintiendo – Es sólo que yo visito a Hagrid cada viernes y nunca te he visto por aquí
-¿Y crees que eres la única que visita a Hagrid?
-Chicos, basta. Yo sé que soy muy popular entre los alumnos, no se peleen por mí –
-No digo que sea la única, pero nunca le escuché decir a Hagrid que fueras muy allegado a él
-Pues yo tampoco he escuchado que Hagrid hable de ti y eso no significa que no seas su amiga.
-El té está listo, dejen de discutir – dijo Hagrid un poco azorado mientras les servía té a ambos y después se acomodó en su silla – Ginny quítate el abrigo, estás toda sucia
-Eso fue gracias a Fang – contestó ella obedeciéndolo.
-¿Para qué buscabas a Ginny? –le preguntó Hagrid a Cedric
-Ahh ¡lo sabía! Los escuché cuando llegaron, sabía que estuviste persiguiéndome todo el día, maldito mentiroso – dijo Ginny casi con triunfo. Cedric soltó una carcajada.
-No sabía que ya nos llevábamos así pelirroja – Tomó un sorbo de té y después de un momento añadió en voz baja y borrando su sonrisa, con la mirada fija en Ginny –Me quedé preocupado por lo que pasó ayer
-¿Qué pasó ayer? –preguntó Hagrid confundido
-Nada – contestó Ginny automáticamente.
-Cuando todo terminó, voltee a verte y ya ibas corriendo
-¿Por qué? ¿Qué pasó? – insistió Hagrid
-Nada – volvió a contestarle ella
-Ginny, no puedes permitir que te traten así – dijo Cedric acercando su mano a la de ella, quien la apartó enseguida.
-¿Quién?- Volvió a preguntar Hagrid confundido
-¿Por qué te importa tanto?- le preguntó Ginny a Cedric clavando su mirada enojada en él
-¿Por qué a ti no? – replicó el chico casi con frustración. Ginny apartó la vista de él y la dirigió al suelo.
-¿Me van a explicar qué diablos sucede?- preguntó Hagrid ya un poco desesperado
Ginny soltó un bufido de resignación.
-Está bien, pero tienes que prometer que no le dirás a mi hermano –dijo Ginny dirigiéndose a Hagrid.
-¿A cuál de todos?
-A ninguno, está prohibido ¿ok?
Hagrid soltó una especie de gruñido que Ginny interpretó como una afirmación.
-Pero que quede claro que nunca he sido bueno para los secretos Ginny – añadió el gigante
Se quedó en silencio unos segundos, que parecieron demasiados, con la mirada de aquellos dos en ella. Pensó en inventar una historia, decir cualquier mentira, buscar las palabras correctas para que lo que iba a decir no sonara tan mal, pero no tenía caso ya que parecía ser que Cedric se había dado cuenta de todo, y si no era así por lo menos lo suponía.
-Ayer encontramos a Malfoy y me estuvo molestando. Así que Cedric me ayudó. Y ya, eso era todo.
-Ese maldito bribón – soltó Hagrid
-Ya, él se mete con cualquiera. No es novedad que moleste a la gente –dijo Ginny como restándole importancia, evitando la mirada de Cedric.
-Menos mal que estabas con Cedric – dijo Hagrid –Aunque ese malcriado no debería ser problema para ti Ginny, no entiendo tanta preocupación…
-¿No debería? – le preguntó Cedric sin comprender
-He visto a esta niña defenderse de cada uno de sus hermanos – dijo Hagrid apuntando con uno de sus gigantes dedos a Ginny – No creo que alguien como Malfoy le dé problema, aunque debo decir que ese muchacho tiene trucos sucios bajo la manga…
Ginny y Cedric cruzaron una mirada y se quedaron callados, sin poder afirmar lo que Hagrid decía. Él pareció darse cuenta y miró a Ginny con los ojos muy abiertos.
-No te defendiste ¿verdad?... No será que aún piensas en lo que pasó en tu primer año.
-¿A qué te refieres? – preguntó Cedric desconcertado
-¡Hagrid! – gritó Ginny indignada
- No tienes de que preocuparte, ni él ni su mugroso padre pueden hacerte daño… -añadió intentando reconfortarla, pero en realidad sólo la hizo enojar.
-Ya me tengo que ir – dijo Ginny mientras se levantaba – No pienso hablar de esto, no tiene nada que ver – se puso su abrigo – Recuérdalo Hagrid, tienes prohibido decir palabra de lo que dijimos hoy. No te preocupes, estoy bien. Gracias por el té – Y salió de la cabaña del guardabosques con un escalofrío recorriéndole la espalda. Había pasado ya mucho tiempo y aún se ponía mal al recordar su primer año en Hogwarts.
Apenas había dado unos cuantos pasos cuando escuchó la puerta de la cabaña abrirse y cerrarse. En unos segundos tenía a Cedric junto a ella.
-¿Qué es lo que quieres? – gritó con exasperación
-Sólo compañía al castillo, ¿te molesta?
-Ah… qué más da –
Caminaron lentamente en silencio. Ginny no entendía el repentino interés de Cedric en ella. Rayaba en lo absurdo. Sin embargo se dio cuenta que lo único que había hecho era gritarle y evadirlo y ni siquiera le había agradecido. Se sentía estúpida. Todo el tiempo se la pasaba quejándose de lo sola que se sentía, y cuando alguien por fin quería platicar con ella lo estaba apartando como si le quedaran miles de amigos con los cuales pasar el tiempo. No es que creyera que Cedric Diggory quisiera ser su amigo, pero una caminata al castillo era una gran mejora a ir por completo sola.
-Oye Cedric, gracias por lo de ayer. Soy una grosera, tú me ayudaste y yo me comporté como una…
-Niña de catorce años – completó Cedric sonriendo
-Trece – corrigió ella sonriendo también – Me halaga tu preocupación y tu interés, pero estoy bien – se animó a añadir - Malfoy es un imbécil, y es cierto, no sólo se mete conmigo sino con medio colegio. Y sobre eso que dijeron: sólo una vez han logrado mandarme un hechizo, y eso fue por culpa de un compañero –La verdad había sido por ir distraída viendo a Harry - Y no soy tan tonta ¿sabes? Por lo general me defiendo de él, aunque la mayoría de las veces logro escabullirme antes de que me acorrale
-Eso ya lo comprobé hoy – dijo divertido
-¿Ves? – dijo Ginny riendo – Estoy bien. Estaré bien. No es un caso de bullying extremo, no tenías de que preocuparte… no debiste armar tanto alboroto allá con Hagrid
-Pues tú no debiste huir ayer
-Ya lo sé. – Dijo ella suspirando - Es sólo que, ayer no fue un buen día para mí. Es todo, de verdad.
-Está bien. Perdón por perseguirte todo el día – Volvió a sonreir. ¿Es que aquel chico sonreía todo el tiempo?
Siguieron caminado hasta entrar al castillo. Como ya era hora de la cena, anduvieron juntos hacia el gran comedor. De pronto Ginny recordó algo que quería preguntarle, aunque no habría imaginado que iba a tener la oportunidad de hacerlo alguna vez
-Oye ¿qué fue ese hechizo que le mandaste a Malfoy? El de los mocos
-Ese, fue mi especialidad. El hechizo de mocomurciélago – contestó con orgullo
-¿Mocomurciélago? Nunca lo había visto – dijo ella con sinceridad. Repentinamente se le ocurrió algo - ¿Te importaría…? ¿Crees que podrías…?
-¿Quieres que te lo enseñe? – la interrumpió él, adivinando lo que Ginny le pedía
Ella asintió tímidamente
-Si no es mucha molestia
-Claro que no. Que te parece si nos vemos mañana en el aula de encantamientos, como a medio día.
-Perfecto – dijo ella con una amplia sonrisa, al momento en que llegaban a la entrada del gran comedor
-Bien, hasta mañana entonces Ginny – y se alejó en dirección a la mesa de Hufflepuff, dejándola ahí parada, preguntándose si todo lo que había pasado ese día había sido cierto.
