Disclaimer: Insisto, la mitad de los Ancients son nuestros! y tres cuartas partes de los brits! no te pongas gallito Himaruya, aunque no sé que hace entonces esto en Fanfiction y no en fictionpress. Ups.
Clases de Sexualidad
Gales siente una perturbación en la fuerza mientras existe en su cama el Cardiff. Galia se levanta de la cama en su casa en Roma y se va directa a vomitar. Después de un buen rato de vomitar, en pijama, despeinada y con ojeras de un palmo, sale a la cocina donde Roma molesta a Britania antes de irse a la Universidad. Qué novedad.
—... dicho ya que deeeeejes de decirle a la gente que estoy menoplastica o como se diga! ¡No lo estoy! ¡Sólo hace calor!
—¿Y por qué es que tienes calor? Porque lo est... —se detiene al notar la cara que trae la gala.
—Porque hace calor en este sitio infernal que... —se gira a ver qué es lo que mira y levanta las cejas al notarlo también —. ¡Oh! ¡Galia!
—Nnnn... —susurra ella con los ojos a media asta.
—¿Estás bien? ¡Te ves fatal! —Roma deja su taza de café en la encimera y se le acerca.
—Cielos... Vaya que te ves fatal, ¿estás enferma? —pregunta Britania coincidiendo con Roma. Galia cierra los ojos y asiente echándose un poco sobre Roma para que la abrace, claro, él lo hace —¡Oh, qué mal! ¿Del estómago? ¿Qué comiste ayer?
—No, sí cenamos Germania, Egipto y yo lo mismo —responde Roma abrazándola y acariciándole la espalda. Galia se le esconde un poco en el cuello, mareada de nauseas.
—¿Y entonces? A ver... Te hago una infusión de hierbas a ver si te sientes mejor... —lo único útil que sabe hacer Britania en la cocina.
—Quizás deberíamos ir al médico... —Roma la acaricia y le peina un poco el pelo.
—¿Para qué le den un montón de pastillas tontas que la hagan sentir peor? Mejor vamos a ver hasta donde se arregla con esto.
—Ven, vamos al sofá —el romano la levanta de debajo de las rodillas para llevarla—. Que se tome las hierbas a ver si se encuentra mejor y si no, la llevas al médico, que yo hoy tengo programado las presentaciones de trabajos con los alumnos, no puedo no ir.
—Uhhh... tengo clases todo el día corriendo... ¿Y tú no tenías examen hoy, Galia? —grita un poco desde la cocina terminando de preparar el té.
—Pues le digo a las secres que no iréis a clase hoy, yo no puedo faltar —sigue Roma sentándola y dejando que se eche un poco sobre sí.
Britania suspira, porque es que conoce además a Galia que definitivamente estando enferma no puede quedarse sola. Vuelve a la sala con el té.
—¿Te duele algo?
—Nnnn —vuelve a esconderse en Roma con los ojos cerrados, así blandita y mareada. Britania se pone en cuclillas poniéndole las manos en las piernas. Ella la mira girando la cara un poquito.
—A ver... Tómate esto... Sabe mal y no tiene azúcar, pero vas a sentirte mejor —le acerca la taza —, ¿te duele algo?
—Estoy mareada y tengo sueño... llevo toda la noche vomitando —toma la taza y mira el contenido oliéndolo con una arcada.
—No vayas hoy, Galiae, yo me ocupo de vigilar tu examen. Es después de comer, ¿verdad?
Britania mira a Roma de reojo y le acerca otra vez la taza a Galia.
—Está en mi despacho, en el cajón —susurra y asiente ella llevándose la taza a los labios y dando un sorbito. Aguanta tres segundos antes de levantarse y salir corriendo a la cocina a vomitar.
—Bueno, teniendo en cuenta que tú lo has preparado no me parece una reacción tan exagerada —bromea Roma para Britania. La británica levanta las cejas al verla salir corriendo y luego fulmina a Roma un poquito.
—Ja-Ja... Hasta tú te has aliviado con mis tés, ¿recuerdas el día después de la fiesta esa de las sardinas? Así que, shut up! —se defiende levantándose y pensando que con lo frágil que es Galia quizás no iría mal ir de verdad al doctor. Él sonríe y le da un beso rápido.
—Anda, llévala al médico y dime qué le pasa cuando lo sepáis. Me voy.
Se sonroja un poco y se relame un instante asintiendo y yendo hacia la cocina. Galia suspira limpiándose la boca, sintiéndose cansadísima.
—Ay Galia... ¿Pero de dónde es que estás así?... ¿Te sentías mal ayer?
—No tanto, también vomité pero no.
—¿Vomitaste ayer también? Mmm...
La mira y asiente, acercándose a ella también para que la abrace como lo hacía Roma. Britania lo hace considerablemente más torpe e incómoda.
—Y... ¿Qué crees?
—No lo sé, me siento maaal y tengo sueñooo —lloriquea.
—Vaaale, vale, ¿por qué no vas a tomarte el té? Es que si estás vomitando desde ayer no vas a mejorar así como así. ¿Quieres ir al doctor?
—Es que me hace vomitar más —la mira desconsoladita y asiente.
—¿Sí quieres ir de verdad? —le hace una especie de suave cariño en la mejilla, torpecito... —. Vamos entonces a que te vistas.
La gala asiente y deja que la lleve.
Y así es como están un rato más tarde sentadas en la sala de espera del doctor... Britania protestando de la medicina moderna y Galia con la cabeza contra la pared, mareada. Finalmente, llaman a Galia y tras un breve cuestionario la maaaandan a hacer pis en un botecito. Y Galia pregunta por qué a todo.
—Para hacerle pruebas y saber qué es lo que tiene —le explica la chica con una jeringa en la mano para sacarle sangre, le sonríe amablemente.
—No quiero que me pinchen... —mira la aguja y se esconde un poco detrás de Britania. Ya nos lo imaginábamos.
—Pero necesito sacarle sangre... Aquí tengo en la requisición que el doctor ha pedido unas pruebas de laboratorio
—Pero duele y no me gusta.
—Galiaaaa... Sólo es un piquetito —la anima Britania que no es como que ella se fuera a dejar sin protestar, claro, pero es muy fácil decirlo.
—¿Pero eso qué tiene que ver? Lo que me pasa es que vomito mucho...
—Estamos confirmando una prueba... —le sonríe—. No tomará nada de tiempo.
—¿Qué prueba? Ni me ha dicho qué hacer para no vomitar.
La chica le sonríe.
—Es una prueba de embarazo. Ha salido positiva la de la orina y queremos confirmar con una de sangre —resume la chica asumiendo lo que es tan evidente para todos como lo es para ella. Galia levanta las cejas porque evidentemente, no lo es.
—What?! —chilla Britania. La chica vacila un poco al notar que quizás metió la pata un poco.
—¿Pero cómo? Si ni tengo tripa —se mira el estomago.
—Oh... ¿No se lo dijo la doctora? —parpadea.
—¿Decirle qué? ¡¿Cómo va a estar embarazada?! —pregunta Britania también mirándole el plano abdomen.
—Ehm... Debe tener pocas semanas, la doctora sacará la fecha de acuerdo a su última menstruación —explica —. ¿Puede sentarse aquí y darme su brazo para que pueda volver con la doctora y que le explique todo lo necesario?
—¿Pocas semanas? ¿Cuántas pocas semanas?
—Pues dependerá de la fecha de su última regla... —explica —, mire, espere un poquito aquí e iré por ella para que le explique en lo que le tomamos la muestra.
—Si ya sabe qué me pasa no me la tome —recoge los brazos y mira a Britania—. ¿Cuándo fue la última regla?
—Es que hay que confirmar... —susurra la chica rindiéndose y saliendo por la doctora.
—Mmm... A mediados del mes pasado —se muerde el labio y mira a Galia medio fulminante.
—Pero estuve con Germania en el cumpleaños de Roma hace tres semanas.
Britania se humedece los labios (pensando que eso sería menos grave, sinceramente).
—Y con Cymru... ¿Antes y después? Cuando... Bloody hell, de verdad no sé si quiero saberlo...
La doctora, que es jovencita y sonriente también, abre la puerta y se acerca al escritorio donde estaba la técnica que pretendía tomar la muestra.
—Ah, pero Cymru no cuenta —responde ignorando la doctora. Britania parpadea con eso.
—¿Qué es lo que no cuenta, Galia?
—Pues no cuenta, es tu hijo, no puede hacer eso —las creencias raras de Galia.
—¿Por qué no puede? —pregunta ella sí girándose a mirar a la doctora de reojo.
—Porque es tu hijo.
—¿Y a ti te parece que yo no tengo hijos suficientes como para demostrar que eso de procrear sí que se nos da?
La doctora considera esta una plática un poco rara, dada la edad aparente de las dos chicas.
—Pero... oh, ¿crees que sea suyo?
Britania aprieta los ojos.
—Ehm… Veo que ya le explicaron que es lo que tiene... ¡Muchas felicidades! —la doctora sonríe interrumpiendo. Galia levanta las cejas volviéndose a la doctora—. Querría confirmar de todos modos con una prueba de embarazo de sangre —explica —, pero las de orina son muy confiables, puedo casi asegurarle que está embarazada, aunque tiene poco tiempo pero los síntomas coinciden con el resultado. ¿Quiere decirme su fecha de última regla? Podemos hacer el cálculo fácilmente...
—A mediados del mes pasado.
—Depende de la fecha exacta, pero podría tener entre tres y cinco semanas de embarazo.
—¡Podría ser Germania! ¿Sabes la fecha exacta? —le pregunta a Britania y esta se talla los ojos haciendo memoria.
—Si es de Germania... —piensa en voz alta. Galia la mira —. Fue al principio de las vacaciones... ¿No? Los primeros días —la mira de reojo.
—Ah, sí, en la semana sagrada.
Britania mira a Galia de reojo y asiente.
—Ah... Semana Santa. Vale, siendo así... Es más atrás —la doctora saca su calculadora.
—¿Qué vas a decirle a... Cymru?
—Pues... nada. ¿Debería decírselo? Nunca se lo dije a Rome y Germania hasta que Austria y Francia ya nacieron.
—Tres semanas con seis días si fue el doce de Abril. Los días pueden variar... Un par más, un par menos —interrumpe la doctora. Galia la mira y la doctora le sonríe —. Por favor deje que le hagan un examen de sangre, o vuelva lo antes que pueda. Aquí tiene una receta para comprar unas vitaminas, necesitamos hacer seguimientos mensuales de aquí al término del parto...
—Es que no me gusta que me pinchen —vuelve a recoger los brazos.
—Ya lo sé, pero... Es importante que veamos sus niveles para saber que todo va bien —le explica y sonríe —. Mire, venga el lunes ya que esté más tranquila, y yo misma me encargaré de pincharla sin que le duela.
Galia la mira fijamente y no piensa volver.
—¿Ya podemos irnos? —pregunta Britania que no considera tampoco importante el asunto del pinchazo en lo absoluto.
—¿Crees que debería decírselo a Cymru? —se levanta Galia tomando eso como una afirmación, no una pregunta. Britania se levanta también junto con la doctora ignorada, que le pone la receta a Galia en la mano.
—Antes que nada deberías pensar bien... ¿De quién es? Potencialmente podría ser mi... Bloody hell —protesta Britania tirando de ella.
—Pues si es del día doce no puede ser de Germania porque fue el veintiuno.
—No, ella dijo que el doce era la fecha de la regla... Y que era de tres semanas y seis días atrás de ahora. O eso es lo que yo entendí, que sería... Antes del veintiuno de todos modos... ¿Quizás el dieciséis? ¿Cuándo te acostaste con Cymru?
—El fin de semana... el veintiuno también —se lo piensa un poco. Britania hace los ojos en blanco con eso porque tenía la esperanza idiota de que le dijera que esa semana no se habían acostado.
—¿Segura? ¿Segura? ¿Segura? Antes del cumpleaños de Rome... ¿Qué hiciste esa semana? ¿Segura que... no es de Rome? ¿O de alguien más?
—Ah... quizás es de Rome, porque le dije que a la semana siguiente iba a venir Cymru y ya sabes cómo se pone.
Britania se sonroja un poco.
—Entonces esa semana no te acostaste más que con Rome... Y luego el fin de semana con Cymru... Y luego el lunes con Rome... Y con Cymru.
—Con Germania y Cymru el lunes.
—Eso, Germania. En conclusión, no tienes idea de quién podría ser el padre...
(Para variar, comenta Austria aparte)
El teléfono de Britania vuelve a sonar por vez quince porque Roma es un HISTÉRICO a veces y le sabe mal no haber podido acompañarla al médico. Britania saca su teléfono y hace los ojos en blanco.
—¿Qué le decimos a Rome?
—No lo sé, antes no era tan complicado, no tenía que saberlo todo el mundo.
—Antes no vivías con ellos, tampoco. Van a darse cuenta tarde o temprano... —mira el teléfono en su mano —. Si lo dices, van a preguntar de quién es...
Galia piensa en ello un poco desconsolada.
—¿Tú qué harías? Cymru se va a enfadar conmigo si sabe que he ido con Rome y Germania... y Rome se va a enfadar si le digo que es de Cymru... y Germania... va a enfadarse y a ponerse nervioso sea como sea.
Britania aprieta los ojos con todos esos panoramas, pensando que quizás sería bueno que Gales se enfadara con ella y terminaran la relación que tanto le irrita de una buena vez... Aunque bueno, Gales parecía genuinamente contento... Aunque el que fuera de él la hacía ABUELA del hijo de Galia.
—¿Tú de quién querrías que fuera?
—Yo los quiero mucho a los tres... aunque de Rome y Germania ya tengo uno de cada —nos encanta Galia.
—¿Eso quiere decir que querrías que fuera del burro de Cymru?
—Sería bonito. ¿No te parece?
—Eso me haría la ABUELA de tu hijo, Galia —protesta.
—¡Ah! Como la nieta de Rome... ¡podrían ser amigos!
—Pero... —suspira porque es que con Galia es realmente muy difícil pelear con lo feliz que es además —. Te detesto, espero que lo sepas. ¿Qué le digo al idiota de Rome? ¿Qué hablarás con ellos en la noche?
Y el teléfono ha parado porque piensa que estáis aun dentro. Bueno, se lo dirás cuando llame de nuevo.
—Sí... le diré a Germania que posiblemente es suyo pero que no quiero que Cymru lo sepa y le diré a Cymru que es suyo... y le contaré a Rome todo porque al final Rome siempre se entera de todo.
—El plan perfecto... —murmura y se lo parecería si uno de los involucrados no fuera su hijo.
—¿Estás enfadada conmigo?
—Es que... —Galia la mira desconsolada —No me mires así —pide con voz considerablemente más conciliadora —. Es que les dije que era idiota acostarse a los dos, y ahora no sé si quiero o no quiero que el hijo sea suyo. No sé si va a ser un buen padre o si voy a tener que ahorcarlo, no me gusta tampoco que le digas mentiras.
—¿Quieres que le diga la verdad? No quiero que se enfade conmigo...
—No, porque creo que podría enojarse... Y... Ay Galiaaaa —protesta un poco en riña y aprieta los ojos —. ¿Estás contenta?
—No lo sé... —se incomoda un poco—. También tendría que decirles a Österreich y a France.
La pelirroja suspira mirándola de reojo.
—Vamos a casa —indica con tono mucho más conciliador y tomándola del brazo —. Es un bebé... Los bebés son... —vacila porque todos los adjetivos que se le ocurren son malos—. Seguro todos al final acaban muy contentos.
Galia se acerca de nuevo para que la abrace y esta vez, Britania lo hace un poco más afectuosamente.
—Nadie puede enfadarse realmente contigo... Y el que lo haga, ya se las verá conmigo.
—No me preocupa si son buenos o malos padres porque tú siempre me ayudas —asegura sinceramente, sonriendo.
—¡Hombres!... ¿Quién los necesita? —sonríe también y Galia se ríe un poco y abraza a Britania de vuelta. Después de un poco, Britania tiene demasiado y se separa un poquito.
xoOXOox
Así que... Se masca la tragedia. Un rato más tarde en la casa mientras Galia duerme, vuelve a sonar el teléfono de Britania.
—Hello
—Ave! ¡Al fin! ¿Cómo está? ¿Qué ha pasado?
—She is... fine. Dormida.
—¿Qué ha dicho el médico?
—Ehmmm... —vacila un poquito sin saber bien qué decir—. Que está bien, no tiene nada malo.
—¿Y entonces por qué los vómitos?
—Pueees... Quizás podrías esperar a hablar con ella en la noche.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Pues porque... Sí.
—¡No seas mala, venga! ¡Estoy preocupado!
—Pues es que... No tiene nada de malo. De hecho sólo suma dos más dos y sabrás que es lo que tiene si no es malo y vomita en las mañanas.
—No lo sé, ¿una indigestión por tus hierbas? —la molesta. Britania hace los ojos en blanco.
—Bien, perdiste tu oportunidad de que te dijera...
—¡Briiiit!
—¡No me llames Brit! —protesta.
—Andaaa, no seas brujaaaa.
—No soy bruja, es que ella debería decirte. Sólo que está dormida y un poco agobiada, y de una buena vez te digo que si te enfadas con ella yo misma voy a matarte.
—¿Por qué iba a enfadarme?
—No tienes ninguna razón, pero por si acaso... —aprieta los ojos. Roma frunce el ceño, pero es que si no ha pasado hasta ahora... —Vale, vale... Ya está, que creo que es peor que no te lo diga. Está embarazada...
El romano levanta las cejas y parpadea un segundo.
—Quid?
—Embarazada.
—Pero... ¿pero cómo? ¿Cuándo...? ¿De quién?
—¿Cómo? ¿De verdad tú me vas a preguntar cómo? Y eso creo que ella va a explicártelo mejor, pero... También creo que puedes tú mismo imaginar que pasó en las últimas tres o cuatro semanas.
—¿Tres o...? —empieza a contar y palidece—. ¡No es mío!
—¿Por qué no? Puede ser tuyo o de Germania... Al menos eso dice ella.
—No, hace cuatro se... ¿De Germania? ¿Cuándo? —chilla un poco.
—Rome... No lo sé. Ella dice que puede ser de cualquiera de los tres.
—¿En el último mes? ¡No me dijo que pasó!
—¿Con quién? ¿Pasó contigo o no?
—¡Hace más de un mes!
—¿No pasó la semana de antes de tu cumpleaños?
—La semana a... Ah! Sic! —Roma se ríe un poco y Britania hace los ojos en blanco.
—Ni siquiera te acuerdas de cuando te tiras a la gente... Has perdido por completo todo el derecho que tenías de enojarte.
—Pero... ¿ya lo saben? ¿Sólo con un mes?
—Al parecer lo vieron en la pis de Galia.
—¡Es genial! —maravillado con la técnica como siempre—. ¿No te han explicado cómo?
Britania parpadea.
—No —un poco facepalm.
—¿No? Oh... bueno, no importa, ¿cómo está? ¿Qué va a hacer? ¡Espera! ¡El chico!
—El... Cymru? Yes. Y Germania. Y esto es un caos que tiene muy preocupada a Galia.
—¿Y tú? ¿Cómo estás?
—¿Con esto? Pues... Y yo que sé. Cymru es un idiota, ¿no se supone que hoy por hoy puedes no embarazar a alguien si no quieres?
—Sic, en realidad... pero son esas de plástico tan incómodas —y Roma está hablando de los condones.
—¡¿Y tú crees que a mí me importa que a él le parezcan incómodas?!
—Si a nosotros no nos gustan es normal que a él tampoco —se encoje de hombros. La británica bufa —. Quizás no es del chico... se pondrá triste ella si no lo es.
—¿Cómo lo sabes? —Parpadea.
—Me lo parece —ya empieza a aceptarlo—. Bueno, se le pasará y en casa la cuidaremos.
—Sí. Sólo... no seas duro con ella y ayúdanos con Germania. Sé que... —vacila —, va a decirle que es suyo.
—¿A quién?
—A... Ambos.
—¿Y qué hará cuando nazca si hace eso? —Levanta las cejas.
—Pues... Germania sabrá que es suyo pero Galia va a decirle que le dirá a Cymru que es suyo.
—¡Oh! Entiendo... —asiente.
—Lo cual deja a Cymru como un idiota... —mamá gallina murmura.
—No, deja a Germania como un idiota a quien no se le puede decir la verdad —suspira.
—Eso le pasa por ponerse histérico con cualquier cosa.
—Sic... y el chico... ¿crees que se lo tome bien? Creo que podría hacerle bastante daño.
—Yo veo a Cymru muy contento —debe ser la primera vez que habla como adulto de este tema y con más seriedad—, y creo que la está tomando bastante más en serio de lo que pensé.
—Sic?
—Yes. ¿No te lo parece? Ha venido ya muchas veces.
—Sí... en realidad sí —suspira un poco derrotado porque no le gusta tanto.
—Pues... A ver primero cómo se lo toma —suspira también—. En fin... Nos vemos en la noche. ¿Compras leche?
—¿Sabes que podría volver a ser padre?
—Eso es... A nadie le importa. Serás igual de irresponsable que siempre —hace los ojos en blanco.
—¿Irresponsable?
—¿No? Digo... Además no sabes ni sabrás si es tuyo.
—Pues tengo siete hijos que me quieren con locura —salvo Grecia, que te quiere... muerto y no te creas que a Veneciano le caes tan bien… ni a Romano o Egipto—, pero los hombres nunca podemos estar seguros del todo.
—Hombre pero hay algunos... que evidentemente son tuyos, ese que es idéntico a ti...Por cierto...
—Hispaniae...? O Franciae? O Romano, Romano es IGUAL que yo... y Veneciano también... y...
—Podría ser de igual manera tu nieto —susurra sonrojadita.
—Quid? —Parpadea.
—Ehm...
—Oh, lo dices por... Oooh! ¡Yo... contigo!
—Shut up... ¡Me voy a cuidar a Galia!
—¿Sabes?
—What?
—Aunque me encantaría volver a ser padre, es algo que ya he hecho muchas veces... creo que disfrutaría mucho más ser abuelo contigo.
—¡No vas a ser abuelo conmigo! —replica en su automática negativa, aunque debe de oírse claramente cómo es que sonríe un poco. Roma se ríe—. Eres un tonto y el niño es de Germania, he dicho.
—¡Claro que no, no me pinches a propósito! —protesta un poco riendo.
—¡Lo es! Vas a ver cómo va a ser rubio de ojos azules, copia calca de France.
—Y copia calca de su madre, como Franciae —risas.
—Pelo lacio y nunca se reirá... Ahí sabremos de quién es.
—Ya veremos, ya veremos... ¿qué hay de Franciae? ¿Ya lo sabe?
—Lo sabes tú... Lo sé yo. Lo sabe Galia. Y en teoría tú no lo sabes.
—Oh... vale, vale... me espero —aprieta los ojos porque en realidad le hace bastante ilusión, sea de quien sea—. ¿Puedo decirle a alguien?
—¿Cómo me preguntas a mí? ¡Si yo no soy la embarazada! Quizás puedas decirle a France... Pregúntale en la noche a Galia.
—¿HASTA LA NOCHEEEEE? —protesta.
—Pues si vienes antes... ¿O a quién le quieres decir? ¿A Helena? ¡No le digas a la zorra!
—¡Las dos tienen que saberlo! —aunque pensaba en Helena.
—Pues no, que la zorra se entere luego. Por ahora no hagas nada, mejor ven y... Ayúdanos con Germania. No sé cuando le va a decir a Cymru.
—Vale... voy por leche y... ¿quiere algo ella?
—Ah... No lo sé. Espera, deja ver si ya se ha despertado... Te lo mando ahora en esos mensajitos tan chistosos que se pueden escribir —Britania se asoma por la puerta del cuarto donde Galia duerme y se acerca a la cama con sigilo—. ¿Galia?
Ella duerme porque ha dormido muy mal toda la noche.
—Creo que... Te escribo luego —le susurra al romano tapándola con cuidado.
—Vaaaaale, pero contente de las guarradas.
—¿Las guarradas? —descolocada—. ¿Cuáles guarradas?
—Las que me escribes.
—¡Yo no te escribo guarradas! —y ahí estaaaaán de nuevo, así que Galia se despierta un poco con los gritos, frotándose los ojos—. Shhh!—Britania riñe a Roma como si fuera su culpa.
—Quid? Da igual cuanto me hagas callar, tengo razón.
—¡No, espera que ya la despertaste! —le sigue riñendo a gritos susurros.
—¿Yo? ¡Ni siquiera estoy ahí!
—¿Cómo te sientes? —pregunta Britania acercándose a la cama otra vez—. Rome pregunta que cómo estás.
—Aun estoy mareada...
—¿Tienes hambre? ¿Quieres que te traiga algo del súper?
Galia niega porque aun siente nauseas.
—¿Qué dice Rome? ¿Se ha enfadado?
—No... Está contento de ser abuelo —le sonríe.
—¿Abuelo? —Levanta las cejas con eso.
—Ehm... Cymru... —se sonroja.
—Pero... ah. ¿Pero le has dicho que él podría ser el padre?
Britania asiente y sí, aún lo tiene al teléfono la burra.
—Le he dicho que hablarás con él en la noche y... Nos ayudará con Germania.
—Y luego se acostará conmigo a ver si podemos pasar el embarazo a la vez —le dicta Roma al teléfono.
—Y luego se acostara conmigo para ver si podemos pa... Ehhh! —Roma se MUERE de la risa—. ¡No voy a acostarme contigo! —chilla. Lo siento Galia.
—Tú lo has dichooooo —canturrea el romano. Galia suspira dejando que se pelen y yendo por su teléfono.
—No hablaba de ti, hablaba de Germania el padre del bebé —alega Britania.
Sí, Galia... Mejor haz tu vida porque con este par... Le escribe a Gales algo como "Necesito verte" y Gales... Pff... Tan obseso el pobre. Le habla menos de diez minutos después.
—¿Hola? —responde ella con voz suave, sonriendo un poco cuando llama, por suerte Britania ha vuelto al salón ya a pelear con Roma sin molestar.
—Galia, my love. Hello —la saluda formalmente, sonriendo también.
—Hola... —sonríe y cierra un poco los ojos.
—He visto tu mensaje y... —se aclara un poco la garganta y sonríe—, ¿en dónde estás?
—En casa... ¿crees que puedas venir?
—¿Estás bien? —pregunta poniéndose un poco nervioso.
—Estoy... no del todo.
Gales parpadea, se humedece los labios y se levanta de golpe yendo a buscar su chaqueta.
—¿Qué ha pasado?
—Siento nauseas y no me encuentro muy bien.
—Oh... Estás enferma —se tranquiliza un poco y sonríe porque a pesar de todo le gusta esto de ser el caballero yendo a salvarla en su corcel—. ¿Has tomado algo ya? Buscaré un boleto en el vuelo más próximo pero si la memoria no me falla... Faltan un par de horas para que salga.
—El médico me ha dado unas bolitas blancas... —suspira.
—Tomate las bolitas blancas justo como te ha dicho... Ahora iré a cuidarte, love—sonríe con lo de las bolitas blancas—. ¿Quieres que te lleve algo?
—No, no... No me da apetito.
—Pero tienes que comer, Galia, siempre es peor no comer. ¿Está ya cuidándote alguien? ¿Quieres que hable con mother para que vaya ahí mientras... llego yo? —eso le suena raro y frunce el ceño esperando que diga que no.
—Ella está aquí, no ha ido a trabajar para acompañarme al médico.
—¿Por qué no me hablaste antes? Te pude llevar yo... —y ahorrarme una junta con ello...
—No quería molestarte, vives muy lejos y tienes cosas que hacer...
—Sí que las tengo, pero ir a cuidar a la suegra de la larva siempre es motivo suficiente para conseguir que él haga mi trabajo —sonríe cínicamente.
—Oh, que travieso —sonríe un poco.
—Fuera de eso... ¿Estás bien? —se ríe un poco tranquilizándose.
—Creo que... ¿me quieres? —ya empezamos con las hormonas.
—Que si te... ¿Eh? —hasta al niño romántico enamoradizo le descoloca un poco la pregunta. Se sonroja un poco saliendo a la calle para pedir un taxi.
—Que si me quieres, ¿lo haces?
Traga saliva y se sonroja más.
—Claro que te quiero, Galia... —prácticamente susurra. Ella sonríe y se relaja un poquito—. A... A qué viene... Es decir, e-ehm...
—Ven rápido —se hace bolita haciendo drama.
—Voy... Voy para allá. Ya estoy en el taxi. Ehm... Te... T-Te... Te mando... Un beso, ¿vale?
—Yo también te quiero —responde, por si no estaba bastante descolocado. Gales traga saliva otra vez, pero... Sonríe, relajándose un poco y casi lo atropella el taxi por bajarse antes de la banqueta.
—I... I... I... Oh... —carraspea—, trataré de llegar antes, Galia, I promise —sí, ya no te ha dicho love, ni my darling ni nada así, lo has dejado bastante descolocado.
—Gracias, mi príncipe —responde ahora ella porque ya la ha dejado más tranquila.
Gales suspira con una sensación agradable en el estómago, aunque un poco aterrorizado y descolocado aun suponiendo que pasa algo más que no le han dicho. Pero ella es tan dulce y tan mona y tan suave y... Delicada y... Zzzzz ok Gales, basta.
xoOXOox
A pesar de todo lo que parezca, Roma ha ido corriendo a casa y se ha metido con Galia en la cama y ahora están los dos abrazados atormentando a Britania pidiéndole que haga cosas raras. Britania los odia.
Germania silba de buen humor, así que para cuando llega, Galia ya se ha animado un poco más con los besos y cariños de Roma y toda la pelea con Britania que suele entretenerla. Además el romano se ocupa de llevarla en brazos allá a donde diga ella y entre él y Britania han conseguido que coma un poco sin devolver.
Extrañado al no verles en ningún lado, grita un par de Hallos hasta que Britania le llama al cuarto de la Galia.
—Oh... ¿Qué hacen aquí? No había nadie en la escuela hoy... ¿Han venido temprano?
—Aveee —saluda el romano y Galia se despega un poco sonriendo a Germania cuando le ve.
El germano hace un pequeño Jum al ver que están en la cama aunque algo en el gesto de separación de Galia le tranquiliza inconscientemente.
—Algo así —responde Britania— ¿Todo bien en la escuela? ¿Y las otras dos?
—Ah, las dejé —convenientemente, Galia y su suerte—, en la librería camino para acá. Helena quería unos libros de arte.
Britania sonríe un poco con esto y Roma espachurra un poco a Galia contra sí y hace un gesto a Germania para que se acueste con ellos a su otro lado.
—¿Qué pasa? —pregunta Germania empezando a notar... Sí, hasta ahora... Que la atmósfera está rarita.
—Deja que hable con él —le pide la gala, dándole un beso al romano que llama a Germania con un "ven, ven" y su típica risa idiota.
Germania se acerca un poco a la cama mientras Britania hace los ojos en blanco con la risita y empieza a pensar que esto va un poco en la línea del: yay! ¡Sexo con Galia los dos! Hasta que escucha a Galia.
—Pero... ¿no quieres que me quede? —el drama romano y Germania levanta una ceja.
—Es que... —mira a Germania de reojo y Roma le acaricia la cara.
—¿Qué es lo que pasa? —pregunta Germania empezando a tensarse un poco.
Galia mira a Britania para que la ayude y Britania es que no sabe bien con qué. Vacila un poco antes de acercarse a ellos, preguntándose si quiere que distraiga a Roma, que es su especialidad.
—Díselo, Galita, no pasa nada, de verdad —pide Roma haciéndole un cariño de nuevo y ella suspira.
Al final, el germano no le cree del todo a Roma con que no haya problema y sorprendentemente decide irse a sentar a su lado en la cama, más cerca de lo que iría por voluntad propia jamás.
—¿Decirme qué? —Germania frunce el ceño.
—Germania... —Galia estira las manos para que le dé las suyas.
—¿A... já? —se las da, mirándola fijamente después de una miradita de reojo a Roma, quién sonríe y Galia mira al germano a los ojos.
—Esta noche he estado vomitando y Britania me ha llevado al médico esta mañana, por eso no hemos ido a la escuela hoy... —le acaricia un poco las manos con los dedos.
—¿Ajá...? —ni idea hasta que se le ocurre... —. No vas a morirte, ¿verdad?
Ella niega con la cabeza.
—Dice que estoy embarazada.
Y ahí tienen al bestia germano que en el fondo bien que las quiere.
—¿Eh? —Es como decirle "mira, me cortaron la cabeza". Incomprensible si él se la ve bien pegada.
—Dice que estoy embarazada —repite con paciencia—. Que espero un hijo.
—¿Vas a estar embarazada? —¿Médico = sibila?, se pregunta si no habrá confundido los términos.
—Ellos dicen que ya lo estoy... —ella vuelve a mirarse la barriga, porque aun no está segura.
—No lo estás... ¿O sí? —levanta las cejas sorprendido de pensar que no lo haya notado... Hombre, la había visto muy desnuda hacía poco y no recuerda... —¿a ver?
—Lo ven con los meados, Germaniae —le detiene Roma—. Lo he ido a leer antes cuando Britanniae me lo ha dicho, es genial porque es como si el niño pequeño meara en el meado de Galia y los médicos pudieran diferenciar los dos meados aunque no se le note la barriga —cada uno entiende lo que puede.
Germania parpadea sin entender un pimiento aunque... Si Roma dice que lo ha ido a leer...
—No entiendo, ¿pero dónde tienes un niño pequeño?
—Pues en la matriz —eso sí se lo sabe bien, mira tú por donde los intereses del romano—. Pero aun es tan pequeño que no se le nota.
Germania levanta las cejas.
—¿Tienes un...—vuelve a mirar a Galia. Ella se humedece los labios mirando a Roma porque cuando él lo explica todo se entiende mejor—. Bebé pequeñito ahí?
Ella asiente porque es lo mismo que ha entendido.
—Ohh! —atina a decir antes de la siguiente pregunta obligada. Frunce el ceño un poco e intenta recuperar sus manos—. ¿Quién es el... padre?
Deja que se las suelte, nerviosa. Roma la abraza con un poco mas de fuerza para confortarla.
—Los médicos dicen que tú.
Germania parpadea y parpadea otra vez. Roma se tensa un poco más, mirándole fijamente.
—Vas a tener un hijo... mío —repite mirándola a los ojos, serio. Ella asiente. El germano traga saliva y se sienta en la cama... Y sí, eso que ven ahí es una leve sonrisa Porque a Germania le gustan los niños y… él gana en todo caso. El niño, decía Galia y los médicos, era suyo. Roma frunce el ceño en automático, sabiendo reconocerlas.
—Pero... —empieza ella acariciando un poco al romano ahora al notar su tensión.
—¿Pero...?
—Pero... voy a decirle a Cymru que es suyo, porque no quiero que se enfade y deje de quererme —Galia la suelta directa y a la cabeza. Con Germania sí, porque... le conoce, cosa súper útil, porque al menos entiende a la primera.
—W-Was?! ¡¿Vas a decirle a ese pelmazo que el niño es suyo?!
—Sí, Austria es tuyo, pero él... —mira a Germania desconsoladita—. Y no puedes decirle que es tuyo.
Germania le mira unos instantes, inmóvil.
—Calma, mi amor, el bebé te querrá igual, serás algo así como el abuelo enfadado que siempre da miedo —Roma le acaricia el pelo a Germania.
—Vas a regalarle a él... Un hijo mío —murmura aún mirando a Galia a la cara.
—Como a Vaticano... —Roma cae en la cuenta—. ¡Hey! ¡Podrán ser amigos! —exclama y Galia le sonríe porque ella a pensado lo mismo.
—No se lo voy a regalar —responde Galia.
—Y voy a verle nacer, y crecer, y yo sabré que es hijo mío, nieto de Odín, y él...
Galia le mira a los ojos.
—Ahora las cosas son muy complicadas, mi amor, si ni siquiera entendemos bien como es que tenemos que pagar por todo... es mejor que el muchacho se encargue de la parte pesada de cuidar al bebé —explica Roma.
—Pero... —Germania sigue tremendamente incómodo aún pensando en Odín y la sangre de su sangre. La gala le abraza un poco a Roma por la ayuda.
—Además no es como si no fueras ver nunca más al niño o no tuvieras ya muchos... ¿de veras te apetece pasar por todo lo de las cacas y los lloros a media noche y los vómitos en el hombro y...?
—De todos modos va a estar aquí... —se mira las manos. Roma levanta las cejas con eso porque no está seguro que Gales... si quiera ser padre... quiera seguir como hasta ahora con Galia y el niño a más de mil kilómetros de su casa—. ¿Verdad? —levanta una ceja y mira a Galia un poco más duramente ahora.
Ella ni lo ha pensado y yo realmente no puedo entender cómo coño Germania consigue meter el puto drama en las historias.
—No quiero que te lleve —Roma abraza más fuerte a Galia.
—Que LES lleve —puntualiza Germania y se humedece los labios —. Si te lleva, le diré que el niño es mío.
Ella se siente un poco asustada porque ni siquiera ha estado en su casa, mira a Britania que está mirando a Germania con el ceño fruncido, aunque le pasa igual por la cabeza la opción de que... Que tal que Gales no quiere al niño. Nunca le ha visto hacerse responsable de nada, en realidad. Si fuera Inglaterra... Nota también con cierto regusto extraño... Que no conoce a sus hijos.
—No han hablado siquiera con él, ¿podrían dejar de hacer planes tan complejos? Además es Galia la que decide que hacer, no lo olviden.
—¿Cuándo le vas a decir? Tienes que decirle a Franciae y a Austriae también.
Germania se cruza de brazos con el ceño muy fruncido.
—Le he llamado antes, está viniendo —explica y mira a Germania pensando que quizás sí debería contarle que no sabe si es suyo. Germania piensa que por el lado positivo, si no reacciona bien al menos le tendrá al alcance de su mano para romperle la cara... Ahora el otro lado.
—Está viniendo... Oh, wonderdul! —Britania se pone nerviosita.
Roma sigue abrazando y acariciando a Galia un poco posesivamente porque es que NO quiere que se la lleve. Germania se levanta de la cama.
—Bien. Esperaremos a que venga —murmura mirando una vez más a Galia con mirada profunda e indescifrable.
—¿Quieres que llamemos a los niños para que vengan? —le pregunta Roma y ella niega, porque en realidad para eso prefiere esperar primero a Gales.
Germania asiente de acuerdo con Galia y tiene un Impulsito pequeño de hacer algo, o de decirle algo. Pero está Roma y Britania y le cuesta mucho trabajo exteriorizar estas cosas.
Roma la mira... vuelve a abrazarla y luego la besa y ella le devuelve el beso, claro... un poquito necesitadita de amor en realidad. Germania suspira olvidándose de decirle algo, deseando estar él besuqueándola.
—¿Estás bien? —Le pregunta al separarse y ella remolonea escondiéndosele un poco—. ¿Quieres ir al salón a ver la tele? ¿O quieres dormir un poco más?
—Vamos al salón a ver la tele —propone Britania —. Podemos ver una película de esas que a ti te gustan.
—Venga... —Roma sonríe y asiente, incorporándose para levantarse y llevarla.
—Espera, Rom —pide Germania. Él mira al sajón —. Yo la llevo.
Roma sonríe un poco y se encoge de hombros haciendo un gesto para que lo haga. Germania se humedece los labios y se acerca a Galia mirándola fijamente y tomándola con bastante suavidad de la cama. Ella se le abraza del cuello como siempre, apoyando la cabeza en él, sonríe un poquito cuando el germano la abraza contra sí sin moverse.
—Sabes que... Yo... —ella le mira, escuchándole—. No soy tan mal padre... —puntualiza… A este pobre le cuesta tanto hablar.
—No creo que lo seas —asegura.
—Bien —camina hacia la puerta mientras ella se acurruca en él—. ¿Me das un beso? —pide Germania de manera raaaara. Ella levanta las cejas, se incorpora un poco y lo hace.
Germania se tranquiliza un poco, profundizando el beso lo más que puede. Si es que... Ya, ya está Germania... Venga. Denle un golpe.
Después de Vaticano... parece que esto está de moda, aunque es mucho más problemático que la pequeña italiana.¡No te olvides de agradecer a Josita su edición!
