Bueno, me doy la bienvenida a mi misma al fandom de Haikyuu! Desde que terminé la primera temporada que he tenido ganas de escribir algo sobre ellos, pero por diferentes razones nunca pude hacerlo. Ahora, aprovechando la inspiración efímera que siempre me agarra cuando tengo que estudiar para un examen de la universidad, pues me animo.
Sé que tengo otras historias sin terminar, y me odio a mí misma, pero he estado en una especie de laguna mental. Es decir, a mi cerebro sólo le ha entrado información referida a lo que Medicina durante todo el año, y de alguna forma me ha afectado. Probablemente solo sea una excusa, pero bah.
Vamos con mi actual anime favorito y mi tercera pareja predilecta.
Advertencias: Contenido yaoi (amor hombre x hombre), y pequeños, pequeñísimos spoilers de la segunda temporada, casi imperceptibles.
Disclaimer: Los personajes de Haikyuu! No me pertenecen, yo sólo los utilizo para liberar mi imaginación (De lo contrario, Hinata y Kageyama ya habrían terminado con esa tensión-sexual-no-resuelta)
oOoOo
El deseo más profundo.
Hinata Shouyo había tenido una especie de revelación. Una enorme, increíble y surrealista revelación.
¿Y sobre qué era esta revelación? Pues era algo que incluía a Kageyama Tobio, ese tirano setter, y que había dado vuelta su mundo por completo. Todo había cambiado con respecto a él, cada frase intercambiada, cada mirada encontrada por casualidad. Lo único que permanecía, y esperaba que no sufriera cambios, era su entendimiento en el vóley.
¿Y cómo había sido, o por qué había ocurrido esto? Bueno, no era realmente un hecho muy trascendental o fuera de lo común, nada de una cálida brisa que haya golpeado su rostro mientras veía a Kageyama saltar en medio de un partido para tocar la pelota y que su corazón se hubiese acelerado. No, no cursilerías. Pero sí era más vergonzoso.
Había sido un sueño recurrente. ESE tipo de sueños que lo hacían despertar en medio de la noche sudado y con la respiración entrecortada. Ni hablar de cierto problema en la zona sur de su cuerpo. Se había repetido alrededor de casi una semana, hasta que el último día fue diferente. Nada de posiciones indecorosas, ni sonrisas insinuantes y raras de parte del Kageyama de sus sueños. Tampoco lo recordaba del todo, pero tenía presente la imagen de él sosteniendo la mano de un relajado pelinegro, ambos recostados en un verde e infinito césped. Podía recordar la calidez de su mano y un "te quiero" susurrado al aire.
Cuando llegó la mañana, después de no pegar un ojo en el resto de la noche, fue una sola cosa la que pudo decir.
Mierda.
Le gustaba Kageyama.
