Holisss ^^, yo he vuelto por aquí pero en esta ocasión saldré de mi área de experiencia; Me permito contar a los queridos lectores que decidan leer esta historia, que comenzare un nuevo proyecto de Fics centrándome en especial en mi amada pareja ShinYori , cambiando el Fandom que llevaba. Bleach es mi serie favorita en el mundo y ya se me hacia tarde el escribir una historia sobre la serie y en especial sobre el personaje que más amo. Sin mucho más que decir, les presento mi primer ShinjiXHiyori, tendrá amistad, romance, drama y demás (los que saben como soy ya se imaginaran). Buena lectura ^^
N/A 1: La serie tanto como lo personajes, son autoria de Tite Kubo Sensei
N/A 2: En esta ocasión no los enumerare por capítulos o actos, sera por Movements ( movimientos en ingles), un termino usado tanto en la composición musical como en el baile
La vida es como un lento Jazz, un baile armonioso lleno de tropiezos y caídas;
Que entre pasos y giros, logra atraer, enloquecer y embriagar
dos corazones opuestos.
UN GIRO Y AL REVÉS
MOVEMENT 1: La Mona y el Virgen.
Hacían ya las seis de la tarde y por los pasillos de la Academia Shino apenas si se veía a un puñado de personas. Estaba exhausta mental y físicamente, con una pila de libros sobre sus pequeñas manos se tambaleaba dando la impresión de que pararía en el piso en cualquier momento. Cada maldición era lanzada al aire en forma bramido debido a la carga pesada y su poca paciencia, el estrés daría paso a un retorcijón en su cabeza por lo que decidió apaciguarlo al hacer una pequeña pausa en una de las zonas de descanso del instituto con solo la hierba bajo sus pies y el mar de estrella sobre su cabeza.
Estaba harta de las clases teóricas: "Historia del Seiretei", "Fundación y conformación de la sala de los 46", "Orígenes y clases de Kidou", todo un cúmulo de texto basura. Que le pusieran un muñeco de práctica y una katana y con seguridad se encargaría de córtalo en pequeños tajos, pues partirle la madre al enemigo fue la chispa que impulsó a aquella chica rubia a transitar la senda shinigami, y ahora cursando el primer año en la escuela de arte espiritual, aspiraba con unirse al Gotei de protección y liquidar asquerosos Holows; un futuro como ese no se oía nada mal para su violenta personalidad.
Estaba sola, física y metafóricamente hablando. Su forma de ser no era fácil de comprender o tolerar para la mayoría y como evidencia estaba que en los cinco meses que llevaba de estudio, apenas si se hablaba con ese chico Akon, su pareja por obligación cuando por orden del maestro se requería trabajo en equipo. Él era un imbécil al igual que el resto, apenas terminaban las clases tomaba sus cosas y se largaba como los demás. Entonces aquella era su situación, mientras todos los aprendices a dioses de la muerte entrenaban, reían, compartían y disfrutaban de sus épocas doradas, ella comía sin compañía, le correspondían la mesas más apartadas y de un solo puesto en los salones de clase, su recámara estaba siempre desierta ya que de tantas peleas y discusiones ninguna de sus compañeras se atrevía a entrar en su cuarto: Hiyori Sarugaki estaba sola.
Se dejó caer en la frialdad de las hojas puntiagudas que le servían de colchón, con sus libros de texto a un costado formando una columna casi de su estatura; miraba sin mirar la oscuridad del cielo nocturno, hasta que por fin su boca se cerró dando paso al impecable silencio llenar el lugar. Los músculos de su entrecejo comúnmente arrugado, se relajaron y ahora por fin dejaba ver esa mirada inocente y de niña abandonada que mantenía oculta del resto de habitantes de la sociedad de almas y lo hacía por una clarísima razón: "Matar o morir", le repitió incesantemente su padre antes de ser devorado por un hollow; vivía bajo ese principio, siempre a la ofensiva sin brindar una mínima confianza, para que así nadie pudiese lastimarla.
Pero ser de piedra tiempo completo era imposible, nada ni nadie es inquebrantable y vivir tras muros de acero era por demás utópico; tantas burlas, golpes e insultos dados a sus débiles y patéticos compañeros, estaban a punto de pasarle factura. No pudo reaccionar cuando la pila de pesados manuscritos forrados en gruesa madera cayó estrepitosamente sobre su cabeza y abdomen, se movió lo más rápido que pudo para escapar de los escombros, pero ya era muy tarde. De su frente escurría un grueso hilo de sangre y en sus brazos sobresalían varios hematomas, eso sin mencionar el dolor agudo en sus costillas.
—Gnomo de mierda, ¡ahora no te ves tan ruda, pedazo de basura con colmillos! —dijo un chico por ahí, burlándose de la pequeña rubia al verla caer.
Un coro de risas hicieron presencia junto a los cinco chicos que bien conocía. Apretó los dientes claramente iracunda al reconocer aquellos rostros, todos ellos entraron en la misma promoción que ella, todos ellos unos debiluchos sin futuro y ella como buena niña que era, se encargaba de recordárselos día tras día junto a insultos y objetos arrojadizos. Pero siempre era una pelea de uno contra uno, nunca se había visto rodeada por tantos tipos mucho más altos que ella, herida, sangrando, aturdida y sin ningún arma con que defenderse.
—¡Hayato, hijo de puta! —le gritó furiosa. —Te voy a arrancar ese hocico de perro sarnoso que tienes y tendrás que lamerme la mierda de las sandalias para que te perdone la vida. —amenazó sin remordimientos.
Estaba en clara desventaja y las expresiones del líder y el resto no mejoraban, de hecho ahora se acercaban recogiendo varios de los libros más pesados. Tal vez no ganaría pero nunca se dejaría humillar por un grupillo tan patético y asqueroso como el que habían formado en su contra.
—Fuertes palabras para ser una podrida pila de carne magullada, Sarugaki.—un chico castaño inició el segundo round arrojando dos útiles académicos los cuales Hiyori esquivó con dificultad y la cabeza la estaba matando.
—Llevas semanas jactándote de nosotros y humillándonos, así que creemos que es hora de que tengas tu buen merecido. —habló otro del grupo que estaba contra ella.
Iba a renegar ante el tercero en hablar pero se vio interrumpida por otro libro contra su brazo derecho, un quejido escapó en forma de grito desgarrador, ya que esa parte había sido golpeada con fuerza anteriormente.
—Te odian hasta los maestros así que ni te molestes en pedir ayuda o acusarnos, eres una mierdecilla y nadie se va a extrañar de ver tu rostro de perra del demonio, lleno de moretones.
Ninguno se iba a apartar y más viendo la clara desigualdad de condiciones, pero la agresiva rubia no se dejaría tan fácil. Conforme uno de ellos estiró el brazo en su dirección, le lanzó una patada giratoria haciendo que se estrellara de lleno contra uno de los árboles. Aquel ágil movimiento la forzó a usar casi todos sus músculos por lo que un dolor punzante le recorrió el abdomen obligándola a encorvarse protegiendo su propio cuerpo. Jodida vida, maldito mundo lleno de infelices, y maldita anti-socialidad. Por primera vez desde que llegó a ese mundo, se arrepentía de no tener al menos un amigo, alguien que luchara junto a ella, que ganara a su lado o que en el peor de los casos fuesen golpeados juntos.
Levantó uno de sus antebrazos con el fin de proteger al menos su rostro cuando la golpiza era casi inevitable. El fuerte sonido de un golpe no se hizo esperar, confusa, examinó su anatomía para confirmar el hecho de que ninguna parte de su cuerpo parecía ser víctima de aquel ataque; se incorporó alzando la mirada en dirección a sus atacantes, pero lo que se desarrollaba ante sus ojos no tenía el más mínimo sentido.
¿Quién demonios era ese tarado de cabello rubio y un liso subnormal?, ¿Por qué putas había osado interrumpir su pelea?, ¿Cómo carajos es que le resultaba tan fácil derribar a dos de ellos en menos de un minuto? La enfurecía todo aquello y aún más el hecho de que el tipo nuevo no parecía ni siquiera inmutarse de la pequeña presencia a su lado.
Se disponía a jalarle de su shihakusho celeste para que se apartara y solo hasta ese momento se percató de que el joven también era estudiante de la academia. Nunca le había visto, ni a sus ojos grises, ni sus blancos e inmensos dientes, ni su cabellera dorada con cortes rectos que le rozaban los hombros; le valía madres si se trataba de alguien con mayor recorrido dentro de la institución, por mil demonios que no le permitiría meterse en su camino.
—Hey, ¡imbécil¡, salte, esta es mi pelea, no necesito tu ayuda.
Tan distraída quedó por esa repentina aparición, que se olvidó por completo del tipejo detrás suyo, el mismo que acto seguido la levantó aprisionándole ambos brazos. Vio por el rabillo del ojo como el otro rubio se disponía a ayudarla, pero claro que no le dejaría, no necesitaba ser recatada por nadie, joder.
—Mándale saludes a tu hombría, !intento de basura!— gritó antes plantar con gran fuerza, ambos pies en toda la nariz del sujeto, este cayó como piedra claramente desmayado.
Ahora sí que ese rubiecito aprendería quien era la Alfa del equipo. Su mente y cuerpo se bloquearon, "¿Equipo?", ¿Desde cuándo ella cooperaba con alguien?, o formulándolo mejor, ¿Desde cuándo alguien la ayudaba en algo?, ¿Desde cuándo le importaba si quiera? Frunció el entrecejo, odiaba tener sentimientos encontrados y ese en específico estaba completamente alejado de lo que era su manera de vivir.
Era cierto que todos en la puta escuela eran más altos que ella, pero ese tipo de verdad se pasaba de calidad, giró su cuerpo determinada a plantarle cara a ese jodido poste de luz; frente a frente con el desconocido de ojos grises, lo primero que vino a su mente fue partirle sus brillantes dientes, el muy abusivo se había atrevido a rodear con sus largos brazos su cuerpo entero alcanzando a rozarla privándole de la deslumbrante luz de luna. Su rostro no dejaba de sonreír sínicamente mientras varias gotas de sudor ya escurrían desde ese flequillo perfectamente peinado. Fue hasta que lo observó de pies a cabeza que se percató de lo que acababa de ocurrir.
—Bajaste la guardia bokke. —dijo el muchacho rubio, tartamudeando un poco.
Con la mente dispersa por su mini victoria, olvidó por completo al primero en caer y por su pequeño error de estrategia fue el auto-invitado quien recibió el fuerte golpe del libro más robusto de todos, aproximadamente unos 5 kilos de peso cayeron de golpe contra la espalda del más alto. Dejarse golpear por proteger a una completa desconocida, ¿era estúpido o qué?.
—Imbécil. —murmuró dándole un fuerte toque en la mejilla.— Nunca te pedí ayuda, pero ya que estas aquí, sirve de algo, !aho!—bastó con una fuerte patada en su abdomen para arrojarlo en dirección a el ultimo agresor en pie, ahora ambos se encontraban adoloridos en el suelo. Sacando provecho de esto, se acercó ignorando de momento a aquel con quien compartía color de cabello; por fin el hijo de puta que le había arrojado la pila de libros encima estaba a su merced, alzó la rodilla a la altura de su propio pecho y dejó caer la pierna con la velocidad de mil shunpos, en trayectoria directa a la entrepierna de suicida-Hayato como se le conocería de ahora en adelante.
Sonreía triunfante observando con placer al tipo retorcerse en el suelo, llamando a su mamita y chillando, tan lamentable que le quitaba ganas de seguirlo golpeando. Ella había ganado esa batalla y la guerra, que nadie dijera lo contrario.
—Buena partida de nueces para ser tan compacta. —nuevamente el sonriente empedernido llamó su atención, aun no se paraba del suelo e incluso se notaba bastante cómodo sobre su trasero.
Frunció el ceño demostrando abiertamente su enojo, piernas separadas y manos en las caderas, la propia pose de malota de barrio.
—Compacto tu cerebro, !retardado!—estampó su puño cerrado contra la cima de la cabellera amarilla.—¿Y quién mierdas te pidió que intervinieras?. Yo lo tenía todo controlado antes de que tú y tu estúpido cabello de niña llegaran aquí. —reclamó furiosa al rubio de ojos grises.
El mayor miraba y peinaba sus propios mechones de una forma tan vanidosa que le provocaba nauseas, como lo odiaba por ese hermoso cabello y es que envidiar el pelo de un hombre era caer bajo por lo que nunca lo admitiría, jamás.
—Además...—Dijo en medio de un gruñido.
Podía chantajear a los tontos esos, pero contra el rubio no tenía nada, ni su nombre conocía; su imagen de chica ruda se vendría abajo si ese sujeto llegaba a abrir la boca, su fama de fiera era lo único que le quedaba, lo único que tenía.
—!Solo lárgate!—se agachó y comenzó a recoger los libros.
—Dices que es de niña, pero mejor que el tuyo de escobillo sí es.
Un puto suicida definitivamente. Luego de semejante insulto y de atreverse a manosear una de sus coletas, usó en él la mejor defensa posible y segundos después "Mr sonrisitas" tenía el tabique roto; pero el infeliz era más insistente que cualquier persona que hubiese conocido, aun con la sangre goteando de sus fosas nasales se acuclillaba su lado ¿Para qué? Ante sus grandes ojos color miel, el más alto comenzó a reunir libros al igual que ella, apilándolos de una manera organizada.
—Pero si lo que buscas es una respuesta…—el chico recogió el último y lo puso justo en sus palmas abiertas. —Me es imposible quedarme quieto cuando le dan una paliza a alguien.
Luego de unos minutos de expectante silencio, el bastardo supo leer parte de sus pensamientos:
—Espera, ¿Te sentiste especial por el hecho de ser una damisela en apuros?—el imbécil rompió en risas aumentando en Hiyori sus deseos de romperle la cara.
Y así lo hizo, dando un mejor uso a aquel manuscrito de pasta dura lo estampó contra el trasero del blondo logrando que por fin sus labios fueran disipando tanta molesta curvatura.
—¿Especial?—Comenzó a reír con sarcasmo. —Por favor, me paso por el culo lo que opines de mí, aho.—indudablemente seguía molesta, pero no tanto como sería lo normal.
En el fondo pensó que se trataba de algún cliché de mierda, que al ver una hermosa dama en peligro sus instintos principescos lo animaron a salvarla, eso sin duda hubiese sacado de casillas a su Animal/Comecarne/Interno. Pero no fue así, él la vio como igual, no como inferior o como rival, simplemente había decidido por voluntad propia, luchar junto a otra alma; eso era algo nuevo para ella y se sentía extrañamente bien, nunca había recibido esa clase de atención, algo tan trivial como una "echada de mano".
—No te daré la gracias y es más te advierto que si te gustan tus dientes donde los tienes, más te vale no contarle a nadie en este puto mundo que esas dos bajas fueron obra tuya.—amenazó rabiante.—¿Entendiste, baka baka?—por alguna razón desconocida, bajó el tono de voz pese a la manera agresiva con que lo jaló del cuello de la camisa obligándolo a quedar a su altura. —¿Entendiste?
—Lo copio, bokke, además yo no te pedí ningún arigato, lo hice porque lo creí correcto y no por...
Forzó al rubio a callar colocando una pila libros sobre sus brazos, ya que insistía le permitiría ayudarle como mula de carga.
—Yare yare, ya veo porque ese sujeto estaba tan cabreado contigo. No lo justifico pero…no tienes muchos amigos ¿Verdad?—se ganó un zape, cortesía de Hiyori en su gran frente de gigante. —Auch, eso duele tonta. —el más alto se atrevió a golpearla con su codo derecho de un modo jovial, algo como eso en ocasiones anteriores había valido suficiente como para dejarle el ojo morado a alguien; la gran diferencia es que esta vez ella no lo golpeo, tampoco significaba que se volvería "señorita amable". Hiyori simple y por primera vez desde que sus padres murieron, pondría su esfuerzo en llevar una conversación.
—Eso no te importa, metiche. — resopló en silencio hasta que de un momento a otro, el mayor le hizo señas de que sacara algo de su bolsillo. Si tenía dinero consideraría tomar un poco a manera de indemnización; pero no fue eso lo que rozaron sus dedos, en cambio sacó de el pliegue algo suave y delgado como tela. ¿Un pañuelo?, ¿Para qué demonios quería un pañuelo? —¿Y esto?
—¿No es obvio torpe?, sigues sangrando.
Solo hasta que lo recalcó el flacuchento ese, recordó la herida en su cabeza, posó el pequeño trapo sobre la hinchazón parando por fin la hemorragia. Para nada lo hacía porque él se lo dijera, como odiaba sus ridículas y perpetuas hileras de dientes.
—Deberías preocuparte más por ti misma, mira que actuar tan imprudentemente…buscaras que te maten algún día, bokke. —Su tono de voz cambió, ahora sonaba serio y con un aire de madurez que no le quedaba. Fingió ignorarlo pero a su pesar, el brazo sí que le dolía no pudiendo evitar aquel quejido.
El rubio dejó la columna de volúmenes en el suelo y comenzó a revisar la extremidad. Solo por ese contacto físico no permitido se merecía el golpe en la cima de la cabezota hueca que tenía. Quedaron en un extraño silencio, parecía que él la soltaría y se iría por donde había llegado, que finalmente y luego de tantos porrazos le había hartado, que se quedaría magullada y sola.
Parecían muchas cosas y nada al mismo tiempo, así que se limitaría a quebrar esa ley del hielo que le resultaba tan incómoda.
—¿Ya ves que estoy bien?, no es el primero ni el último golpe que me ganaré…—le dijo en tono más amable, pero su presencia la desconcertaba. —¿Eres de un grado superior no?, ¿Acaso no están en época de exámenes?…deja de perder el tiempo y ve a estudiar, tal vez así se te quite un poco lo retardado…
Los ojos grises se cruzaron con los suyos sin descansar ni un segundo.
—No tengo amigos y no los necesi...—No terminó su frase, el otro chico interrumpió.
—Cállate, estúpida. —contestó él a secas.
Ese insulto seco la lleno de cólera, ¿Ahora qué carajos le sucedía a ese tipo?, ¿Dónde había quedado tanta risa y cinismo de momentos antes?, todo apuntaba a que realmente lo había llevado a su punto de quiebre.
—¿Cómo puedes negar algo que te roza las narices?…sí que eres tonta, baka baka baka baka. —le dijo a Hiyori.
Tal vez si se estaba volviendo tonta, venir a alegrarse un poco porque el tarado se volvió inaguantable de nuevo. Pero si a su mente ya le estaba fallando la cordura, la cosa se complicó aún más cuando el rubio le sacó la lengua infantilmente, ¿Qué era, un niño de cinco años?
—Serás imbécil…—de manera inconsciente curvó la comisura de sus labios dejando a la vista una diminuta sonrisa que no pasó desapercibida; pudo ver como la cara del contrario se iluminada orgullosa de haberle sonsacado una expresión diferente. —Tu eres el único baka baka baka baka.
No supo cómo ocurrió, le echaría la culpa de todo al destino por ser absurdo cuando se le pegaba la gana, el caso es que ahora se encontraba en medio de una batalla de muecas con aquel tipo fastidioso, se veía realmente ridículo cuando estiraba sus parpados, los pliegues de sus mejillas y sus fosas nasales de esa manera. Maldición, lograba sacarle más y más sonrisas.
—Hey, hey, no me golpees con tu hyper tamakeri kick.
Maldito bastardo, se atrevía a decir que era una pervertida fetichista, ahora sí que le haría huevos revueltos. Pero lo que sucedió fue algo completamente disímil, empezó como una risa floja hasta que finalmente ya nada podía detenerla. Las carcajadas salían sin control al ver al otro cubriéndose sus parte nobles mientras saltaba y gritaba el ridículo apodo a su anterior golpe bajo. El temblor que de su estómago y pulmones se esparció por todo su cuerpo diminuto, no le permitió seguir de pie cayendo al suelo entre carcajeos desinhibidos; y él, ese tonto de ojos estirados y larga nariz, imito su acción risotada tras risotada y en un santiamén se encontraba recostado a menos de un metro suyo.
—Sí que eres tonto. —Reía estrepitosamente, no podía contenerse.
Murmuró como pudo, un sonido solo para los dos; mientras su mandíbula subía y bajaba compulsivamente, no podía recordar hacia cuanto tiempo no reía de esa manera tan escandalosa y lo inquietante del caso es que le sucedía con un completo desconocido. Inició siendo molesto pero al diablo con todo, ese estúpido la divertía y mucho, con cada golpe que se dejaba recibir y cada mueca en su horrenda cara. ¿Qué le sucedía?, ni Kami podría explicárselo. ¿Acaso era a lo que se refirió el rubio minutos antes?: "¿Cómo puedes negar algo que te roza las narices?", eso había dicho el muy estúpido. "Desear una amistad", no podría comprobar tal teoría, ni se lo preguntaría tampoco.
—!Shinji! —El llamado llegó desde uno de los ventanales que daba a el pequeño jardín, se trataba de un muchacho que había visto con los de segundo año pero más importante, ¿Era ese el nombre del tonto cabeza hueca?, tan estúpido y peculiar como su dueño: Shinji.
—Hirako-san. —escuchó decir a otra persona.
En menos de nada ya habían tres personas ubicadas debajo del arco de mármol que ambos ya habían atravesado; el rubio no lo pensó ni un minuto y se incorporó para verlos, evidentemente eran amigos. Entre grito y grito, pudo entender que su círculo social tenía planeado ir junto a varias chicas del curso a admirar el bello reflejo del lago cercano a la academia. Típico plan de pervertidos cachondos con las hormonas llenas, en busca de seducir a cualquier tonta que cayera en el juego. Qué asco, y pensar que su primera impresión de él había sido tan errada.
—Lo siento, ha surgido algo, vayan ustedes. —respondió el rubio a su círculo de amistades.
Esa respuesta sí que la cogió por sorpresa. No demoraron las réplicas de los demás hombres ya que al parecer Shinji era de los mejores imanes de chicas en su año y sin él, el perverso plan peligraba. Hirako volvió a su antigua posición recostado junto a ella y se despidió con una simple sacudida de mano de los jóvenes rostros resignados que ahora marchaban camino abajo.
—Serás tonto, baka Shinji. Ahora te quedaras virgen de por vida. —Dijo Hiyori riendo con naturalidad a lo que los pómulos del otro padecieron de un tenue rubor. Un golpecito a su orgullo el cual no se quedaría sin venganza, por lo que uno de sus delgados brazos cargo con las consecuencias del punzante pellizco. No lo admitiría pero le alegró que no se fuera, se sentía reconfortante cambiar su aburrida rutina al menos por una sola noche. —Lo digo enserio. Si habían quedado, debiste ir imbécil.
—¿Tú quieres que me vaya?
La frase seca del chico cortó cualquier pensamiento. Que alguien se marchase de su vida era tan normal como que el agua moja, ella simplemente lo aceptaba sin peros y seguía adelante. No obstante ahora se sentía jodidamente enmarañada, su zona oscura le recordaba día a día que no podía aferrarse a una persona, nadie merecía su confianza, que no permitiera a ninguno verla tan cerca que pudiese lastimarla o aprovecharse, por la simple razón de que ella no quería a nadie a su lado.
—Haz lo que quieras, Shinji…como sea, no esperaba que te quedaras mucho rato conmigo de todas maneras. —dijo ella con un poco de nostalgia.
Maldita voz que la traiciono, aquellas últimas palabras salieron de su boca con un dejo de melancólica, tan patético y anormal en ella que se podía percibir a kilómetros de distancia. Se sintió irritada, sentimiento que cambio en cuestión de segundos a vergüenza, el mecanismo de defensa que encontró a su alcance fue actuar inmaduramente, girando en el césped de tal forma que él solo pudiese contemplar su espalda.
—Bien, ¡entonces está decidido! —al parecer el tonto se las quería dar de superhéroe con esa pose tan ridícula, levantando su dedo índice al aire con cara de sabelotodo. —Me quedo con dos condiciones; primero que dejes de ser tan amargada y segundo que admitas que quieres un amigo. —expresó Shinji con semblante de alegría.
Ese temita de nuevo, esta vez le saldría caro; la pequeña rubia atacó con sus feroces dientes la blanda carne de uno de los brazos del mayor deleitándose con sus lamentos por el dolor. Afiló sus colmillos con la piel del contrario hasta que más rápido que tarde, ella dejó de hacer presión y él desistió el intentar quitársela de encima. La ira que inspiró su bestial ataque, tal cual vino, se marchó dejando como recuerdo aquellas pequeñas marcas de dientes.
—Yo no necesito de esas sandeces. —contradijo, negándose con totalidad.
Hirako soltó un largo suspiro recostándose nuevamente. Era ridículo, no iba a ceder ante él, no por un imbécil recién conocido.
—Pero...pegas buenos puños. —reconoció Hiyori un poco tímida. El mayor levantó la vista algo extrañado por el cambio de actitud. —Lo mío son las patadas. Aún no tomo el curso de lucha cuerpo a cuerpo, y ya que puedo ver que ya fuiste evaluado en eso… Te ordeno que seas mi muñeco de practica todas las noches hasta que aprenda a golpear mucho mejor que tú, aho, Shinji. —enterró sin contemplación el dedo índice en la mejilla del rubio, aquella que segundos después se contrajo formando una inmensa y desagradable sonrisa de júbilo. —Quita esa cara de perro callejero, baka baka. —restregó sus pequeñas manos sobre el rostro del chico, tratando de deshacer esa expresión de gato Cheshire.
—Bien, bien, como tu sempai te enseñaré. —se había ganado un buen pellizco en el estómago por insinuar que era mejor que ella. —Digo ¡seré tu muñeco de practica todas las noches de ahora en adelante!
Ahora la que sonreía ladina era ella, con un destello diabólico en su rostro claro está.
—Pero deberás recompensarme. —advirtió Hirako. —Mmm, déjame ver, podrías cocinarme algo y ser servicial para variar…—pero Hiyori no dudó en darle un cabezazo por iluso. —Hey, hey me necesitas vivo para que el entrenamiento de resultado, pedazo de tonta.
Ella refutó el insulto tan comprensivo y razonable como siempre pero ya era muy tarde para rescatar su naturaleza asocial. Era incalculablemente entretenido jalarle las mejillas, intentar arrancar su cabello, aplastar su puntiaguda nariz o pisarlo en sus pies de payaso, todo podía resumirse en una única razón: "Él se deja sin parar de sonreír…y luego me hace lo mismo", pensó Hiyori. ¿Qué carajos era eso?, las cosas sin sentido le molestaban y hartaban sin duda alguna, solo complican la existencia, meros estorbos en las metas futuras de las personas; Y ahora toda esa teoría se venía abajo porque por él…daría un gran salto de fe y dejaría que algo tan irracional y espontaneo entrara en su zona de confort. Si se atrevía a fallar a su confianza, por Kami que le arrancaría uno a uno cada hebra de su preciado cabello rubio.
—Soy Sarugaki Hiyori...así que deja de llamarme pedazo de tonta, baka baka Shinji.
—Hiyori…como una mona en miniatura. —pensó Shinji en voz alta.
De esa si no se salvaba el infeliz, Sarugaki se le arrojó encima y comenzó a darle palmadas en toda la carota sonriente hasta dejarle rojas las mejillas.
—Espera, espera. —decía Shinji y la chica se detuvo. —Estaba pensando…nuestras iníciales son las mismas pero invertidas…es curioso, ya que me gusta lo "al revés'".
¿Qué acaso no había prestado atención a la reprimenda por llamarle mono?, y para completar salía con semejante niñada sin sentido. Decidió ignorar el último comentario y con pesadez se puso de pie siendo seguida por el rubio.
—Mejor llevamos tus cosas de vuelta antes de que estos estúpidos vuelvan en sí. Sería una pérdida de tiempo golpearlos de nuevo.
—Shinji, por primera vez estamos de acuerdo, tu idiota.
En lo que caminaban lado a lado, tuvo que esforzarse por no sonreír de manera ridícula, era agradable que alguien se ofreciera a cargar sus cosas sin ninguna retribución de por medio. No hablaron cosas importantes en lo que llegaban a su cuarto, el seguía llamándola bokke y tonta, y ella baka baka Shinji o aho. A esas alturas de la noche los pasillos estaban en un completo silencio, cuando llegaron al ala oeste de los dormitorios femeninos avanzaron por el vestíbulo principal hasta la penúltima puerta.
—Es aquí. Señaló Hiyori al estar de frente contra el portón correspondiente a su cuarto.
—Eso noto, bokke. —Por desgracia Shinji notó que la puerta de madera había sido rayada y marcada con insultos y sobrenombres: mona, enana, demonio, dentona, gnomo y demás.
Dio un largo suspiro preparándose para la serie de risas y burlas por parte del mayor, pero Shinji solo abrió la puerta y ubicó los libros sobre un escritorio, tan confianzudamente como si de su propia habitación se tratara.
—¡Imbécil! ¿Cómo osas entrar sin pedir permiso a la recamara de una dama? — Se quitó una de sus pequeñas sandalias y sin preocuparse por retirar la calceta de su interior, se la aventó con total precisión en el área posterior de la cabeza. El mayor correspondió golpeándola con la primera almohada que estaba a su alcance; luego de un cruce de miradas mordaces, dieron comienzo a una pelea en la que por más golpes que hubiese, no habría lesiones serias.
—Ya te dije que no eres ninguna dama, bokke. Además ¿por qué lloriqueas tanto?, ni que tuvieras bragas sexys regadas por ahí, tonta.
No pudo evitar sonrojarse ante ese comentario del muy maldito y Shinji lo hacía aun peor al tornar blancos con diminutas pupilas ese par de cristales grises que tenía, movía su mano de izquierda a derecha como restándole importancia a lo que acababa de decir; Su colmillo se asomó pidiendo sacrificio de sangre, ahora sí que lo dejaría calvo. El fuerte tirón a su liso asiático trajo como consecuencia un forcejeo que concluyó con ambos yendo a parar al piso.
—Eres un sucio pervertido, Hirako Shinji. ¡Por eso es que vas a morir virgen¡ —Dijo sonriendo victoriosa con una rodilla espichándole la espalda.
Hirako soltó un bufido y desvió la mirada, un gesto que confirmaba su verdadera falta de experiencia en esa área; ella no se dejaría ganar en su propia habitad, por lo que el alto y esbelto blondo lamentaría ser el primer hombre en entrar a la habitación de esa mini bestia.
—¡Shinji es virgen!, ¡Shinji es virgen!, ¡Shinji es virgen! —Usó sus manos como bocina improvisada y comenzó a gritar sin vergüenza alguna, a sabiendas del impecable silencio y las personas aún despiertas cruzando los muros.
—¿Ah? —contestó el también siguiéndole el juego. —¿Tú serás la jodida bomba sexual del lugar?, seguro que en vez de "eso" tienes un enorme agujero negro. —y comenzó a gritar: —¡Hiyori tiene un agujero negro sexual! ¡Hiyori tiene un agujero negro sexual! ¡Hiyori tiene un agujero negro sexual!
Los gritos se fusionaron hasta que ya solo se oían alaridos estruendosos e inentendible provenientes de esa pequeña habitación; cabía resaltar que ninguno de los dos quedaría con su imagen intacta luego de ese incidente, Hiyori más repele-hombres que nunca y la fama de semental que precedía a Shinji sería altamente cuestionada.
Luego de diez minutos, el ruido se había detenido dando paso a un par de tontos muertos de la risa y ahora jadeantes por la falta de aire.
—Agh…Antes de que siquiera pienses en burlarte, que sepas que yo no me avergüenzo de ser virgen, aho, decidí que llegare pura y casta al matrimonio. —contestó la chica con la mirada en alto, orgullosa de su decisión.
Casi instantáneamente, el mayor resopló puerilmente la lengua dejando escapar varias gotas de saliva. ¿Qué se creía?, no había cambiado de idea desde que supo del sexo y esas cosas, como para que ahora un pervertido la fuese a juzgar por eso.
—¿Qué es tan gracioso, baka baka aho Shinji? —hizo presión sobre su asiento que más específicamente, se trataba del trasero del contrario mientras él reposaba calmadamente, con la cabeza sobre sus brazos cruzados al tiempo que movía alegremente las extremidades inferiores.
—No es gracioso, es imposible. Incluso para una mono como tú. —parecía convencido de lo que decía, sí que era un jodido mente sucia. Claro que era posible que él tuviese ya decidido acostarse con la primera chica que le diera pie era una cuestión diferente y que la tenía sin cuidado. — La vida está llena de giros argumentales, Hiyori. —-ahí fue la primera vez que descubrió el cuanto la molestaba esa burlesca faceta en que se las daba de maduro y filósofo. —Así como dices eso ahora, en uno, cinco o diez años estarás mandando esa promesa al carajo por estar con alguien, te lo aseguro. —Shinji tenía el ego más alto que su estatura, le faltaba poco para que se creyera un jodido profesor de educación sexual. —Es una mentira futura tan grande como si yo dijera que no volveré a bailar sino hasta el día de mi boda.
—Primero: tu manera de vivir y la mía son completamente diferentes, ¡jodido tonto! —gritó palmeándole la cabeza. —Segundo; cuando digo una cosa, la cumplo a como dé lugar. Mejor te lo grabas en esa cabezota hueca que tienes, si es que quieres que te deje seguir andando conmigo. —Shinji volteó a mirarla forzando el cuello, sus ojos brillaron de una manera que pese a sus negaciones internas, consideró como "minúscula e insignificantemente tierna"; revelaban sorpresa porque finalmente aceptaba en voz alta que quería que fueran amigos, bueno, lo dijo en sus propias y enojonas palabras pero ambos sabían lo que significaba, razón por la cual debía cambiar de tema. —Y Tercero, odio bailar, así que tu estúpida comparación me interesa menos que la clase del "Marco teórico del Kidou'".
¿Por qué hablaba de esas cosas con él?, Apenas se conocían de unas horas y el chico ya sabía de su ideal de castidad, odio por la doctrina, asco por los insectos, y muchas otras cosas que le gustaban y que le desagradaban. ¿Por qué le había confesado tantos detalles que pese a no ser de vida o muerte, nadie había tenido el lujo de oír?, ¿Por qué ese inútil capul de burro la hacía sentir tan cómoda, entretenida, libre como si a su lado pudiese ser ella misma sin prejuicios, sin prohibiciones ni regaños?. Estúpido Shinji, en tan poco tiempo había despertado un deseo muerto en su corazón. "Un Amigo".
—¿Qué? ¿No bailas? —Shinji estaba sorprendido. —Joder, pues con razón nadie te copia, tonta.
Una vena se hinchó en su frente al escuchar que era rechazada por cualquiera; cierto, pero ni que Shinji fuera un "Adonis".
—Hiyori, bailar y la música son de las cosas más divertidas y maravillosas inventadas alguna vez. — El rubio se giró repentinamente tumbándola al suelo con el rostro resplandeciendo de la emoción y su dentadura expuesta parecía no tener fin. —Ven, párate de una buena vez. —De un movimiento rápido, Shinji se había puesto de pie y ahora le tendía ilusamente la mano, ¿Enserio pensaba que iba a acceder a tan ridícula petición?
—Baka baka Shinji. —Hiyori estaba riéndose como histérica ante tal petición. — Realmente, realmente, ¿crees que pase toda mi vida sin aprender un solo paso, solo para bailar hoy contigo?, eres un pedazo de idiota.
Daba por sentado que se resignaría y pondría mala cara para luego volver a su trabajo de cojín. Que monumental desconcierto al ver al rubio comenzar a dar pequeños brincos siguiendo un ritmo improvisado que escapaba de entre sus labios; No lo haría, nadie sería tan imbécil, ningún alma podría ser tan patética de-, pero el aprendiz de shinigami volvía a superar sus expectativas. Podrían pasar décadas, siglos, milenios, pero ella nunca borraría de su memoria la imagen de Shinji parado sobre su pequeña cama girando sin parar en un solo de baile, sus hebras doradas revoloteando como si la gravedad no existiese, cada parte de su cuerpo se veía más delgada y esbelta de lo que realmente era y su rostro lucia tan radiante como si nada más en el jodido universo importara.
—Vamos, Hiyori, ¡únete a mí! —Insistía Shinji. Todo eso era verdaderamente bochornoso. Daba vueltas danzando con una pareja inexistente y creyéndose el mejor bailarín de la historia. Estaba segura que ni por el Dios espiritual se pararía a su lado a seguirlo en la acción que apesumbrados recuerdos le traía. Respiró hondo y se puso de pie viéndole desde abajo, la diferencia de estatura ahora era exorbitante.
—Shinji…no voy a bailar contigo, además estás haciendo crujir mi cama maldito idiota. —Como el mencionado no se detenía, escaló en el colchón mas no con la intención de acompañarlo en esa actividad. De un brinco largo, entrelazó uno de sus brazos alrededor del cuello del mayor y el resto fue historia. La improvisada interpretación del chico trajo como consecuencia una tortícolis de tres días y una cama completamente rota. Continuaron como pudieron en esa lucha sin ganador, ella completamente magullada y él sin las intenciones de pelear; Fue declarado un empate, a favor de la chica obviamente.
—Vas a comprarme otra cama o a darme la tuya, baka baka Shinji.
—Está bien, lo siento. —No tenía caso que Hirako renegara al respecto, el dolor en su cuello se le pasaría con unas buenas sesiones de fisioterapia con Kidou, pero la cama de Hiyori tardaría días en ser repuesta además de la documentación y justificación pertinente. —Ya no tienes que bailar conmigo, bokke.
—Ni pensaba hacerlo, imbécil. —Vio con resignación los pedazos de madera rota que habían sido su cama. Debió haberlo asesinado o por lo menos dado una paliza, pero no parecía la manera más sensata de empezar una amistad. No, mejor pensaba a largo plazo, podía sacarle mejor provecho al rubio si seguía con vida; Ese definitivamente era un pensamiento mucho más aceptable que decir: "No lo mataré, porque por alguna estúpida razón…es como si él me importara". —Me las vas a pagar Hirako Shinji, me darás tu postre todos los días al almuerzo, cargaras mis libros y ya pensaré que otras cosas, por ahora solo no te atrevas a moverte, baka baka.
El chico de ojos grises no tenía motivación para replicarle, pese a su naturaleza frívola y burlona sentía culpa al romper o dañar las cosas de los demás, aun si en el fondo sabía que la pecosa era la única culpable.
—Ok…pero Hiyori, mis cosas, cuadernos y demás están mi alcoba. —Los labios que hace una hora sonreían sin parar, ahora lucían cual boca de pescado al ser espichados por la rubia, esa seria de ahí en adelante una de sus más gentiles maneras de mandarlo a callar.
Pasaban las diez de la noche cuando el sueño los alcanzó, al estar averiado su antiguo colchón había obligado a su inútil sempai a servirle de almohada de repuesto; el bastardo respiraba muy fuerte por lo que su panza vibraba de una manera que le dificultaba dormir. Shinji no la estaba pasando mucho mejor, lo único que le servía de soporte a su cabeza era una pila de ropa sucia de la dueña de cuarto, a eso se le sumaba que temblaba del frio ya que había sido castigado. Hiyori le quitó la parte superior de su shihakusho celeste con la que ahora se arropaba, sus cuatro mantas no le bastaban.
—Cállate de una vez, aho, que tengo sueño y mañana hay clases temprano. —-Volvió a tomar su anterior posición, levemente acurrucada en el piso pero con su cabeza descansando en el abdomen del mayor quien contrario a ella, se encontraba en posición horizontal, comenzó a reir en voz baja, su risa no era fuerte pero si constante, había dicho que quería dormir pero no podía dejar pasar la oportunidad de burlarse de él. —Nee, imbécil ¿Cómo está yendo la primera noche que pasaras en el cuarto de una chica?
—Tonta…una ocasión histórica en la vida de un hombre no debería ser de esta manera. —respondió Shinji medio dormido.
¿Ah?, ahora trataba de hacerla sentir culpable. Él se lo había buscado, que dejara de chillar ya que eventualmente podría coger con cualquiera. De seguro esas serían sus últimas palabras del día ya que se oía irritado; a lo mejor no debió haberlo mencionado, después de todo si Shinji hubiese cumplido con el plan establecido previamente con sus amigos en vez de ayudarla, tal vez ahora estaría gozando con alguna de sus compañeras de academia en vez de estar congelándose luego de ser golpeado, en la habitación de la fiera Sarugaki.
—Me retracto, me debes un baile y juro que lo cobrare algún día, Hiyori Sarugaki.
Por la manera en que movía su pecho percibió que estaba riendo en silencio, se limitó a soplar con la lengua lo suficientemente alto como para que él pudiese oírla. Que el tonto creyese lo que quisiera después de todo era imposible, tiempo atras tomó la radical decisión de no practicar el arte de la danza, el incidente de esa noche confirmaba su decisión. Por otro lado, no se negaría a si misma aquella sensación de alivio que la recorrió cuando Hirako no se mostró resentido por su comentario.
Aún si no quería reconocerlo, alguien como Shinji tan entusiasta, fuerte, carismático y amable, con seguridad lograría todas las cosas que se propusiera, desde las más vánales hasta sus sueños de toda la vida. Ella no podía quedarse atrás, ahora tenía una razón más para convertirse en una fuerte y reconocida shinigami, si el baka baka podía, ella también. Cierto era que no sabía bailar, que no tenía más amigos aparte de su cama suplente, que era mala en algunas clases, pero por todos los cielos que tenía los ovarios para convertirse en una de las mejores, para sobreponerse a los insultos y rechazo, tenía todas las cualidades y determinación necesaria para ir a la par del rubio e incluso superarlo.
—Si claro, cuando dejes de ser un pervertido…tal vez. —Dijo en un susurro, lo último que recordaría de aquella noche.
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Esta vez no fue el bullicio de sus vecinas lo que la despertó. Alguien movía objetivos a su alrededor, incluso sintió como la desarropaban con brusquedad. ¿Qué demonios? Levantó el rostro justo para ver al chico de un grado superior, terminando de ponerse la parte de arriba de su uniforme.
—¿Shinji? —Dijo con una voz débil típica de alguien que apenas se despierta. Todos los recuerdos del día anterior llegaron al ver los cabellos dorados y lisos, moretones, golpes, músculos maltrechos y por ultimo su cama hecha trizas.
—Sí, sí, demonios, ¡alístate ya tonta que vamos a llegar tarde!
Tenía razón, pasaban las cinco y cincuenta y las clases comenzaban a las seis de la mañana, con los salones correspondientes esperándolos en el lado completamente contrario del edificio, su situación no era muy buena. Les bastó con ponerse de nuevo sus sandalias y acomodarse sus uniformes, no había tiempo para bañarse, preocuparse por sus cabellos desarreglados y ropa arrugada, lidiarían con eso a la hora del descanso.
Hirako ya había atravesado la puerta y ella le seguía, pero en el preciso instante en que cruzó la entrada todo el ruido matutino se convirtió en un inquietante silencio.
—Shinji aho, ¿por qué demonios te quedas ahí parado? —gritó furiosa al chocar contra la espalda de Hirako que sin una simple advertencia, se había detenido en seco bloqueándole el paso.
—Ah...Hiyori…—El rubio quedo estático y solo hasta observar el panorama, se percató de la razón.
Los murmullos no se detuvieron por el hecho de estar los pasillos despejados, pararon por el que sería el chisme de las siguientes dos semanas. La zona residencial de la institución se dividía en chicos y chicas sin importar los años de recorrido académico. Como ya se hacía costumbre la mayoría de las mujeres llegaban a ras de tiempo por lo que el quórum de uniformes rojos a su alrededor, sobrepasaba la cifra de treinta cabezas al momento de la entrada en escena de tan sospechosa y fácil de malinterpretar, aparición de ambos rubios.
—Joder…la pelirroja realmente me gustaba — dijo Shinji apenas audiblemente.
La generalidad de chicas comenzaron inmediatamente a cuchichear entre ellas, ni siquiera tenían la decencia de cuidar el tono de voz por lo que cosas como: "Yo si oí gritos, jadeos y golpes provenientes de la habitación de la enana, anoche", "La bestia esa con el mejor parecido de la temporada…no puedo creerlo, ¿Cómo es que Hirako sempai puede tener tan malos gustos?", y otros como: "Ahhh y a mí que me gustaba, y es que es tan lindo y sexy", y seguidos por: "Maldita enana…¿Sera que para variar es buena en algo?" , "¿En la cama?, no me lo había pensado", "¿Eso quiere decir que a Hirako-kun le gusta el masoquismo?, mira las heridas en sus mejillas y nariz, pensé que era más del tipo activo". Los murmullos no paraban, por el contrario se hacían cada vez más exagerados.
—Vámonos, Hiyori…llegaremos tarde.
¿Era enserio?, ¿Acaso no pensaba decir nada?, ¿Desmentir por lo menos? Sus miradas se cruzaron y aquella sonrisa deslumbrante ya no estaba allí, su semblante divertido fue arrebatado por la frustración, resignación y una estela de melancolía; Aun así el muy estúpido intentaba mantener una chispa de aparente alegría solo por no molestarla a ella y empeorar las cosas.
—Shinji…
Debía estar de broma. ¿Acaso lo hacía por no perjudicarla? Imbécil, estaba arruinado cualquier posibilidad con todas esas chicas solo por no convertirla el hazme reír, ¿cómo es que la noche anterior la ayudo sin verla como una damita en peligro y ahora se las daba de caballero?, ¿por qué ahora era diferente? Tanto que se esforzaba por hacer bien las cosas, ayudar a las personas ¿y todo para qué?, iba a perder cualquier chance de conseguir al menos un polvo antes de terminar la academia y todo por culpa de una recién conocida. Cuan equivocado estaba ese baka baka, aún no la conocía lo suficiente como para saber que entre todas las cosas, ella odiaba ser un lastre.
—Imbécil…ni creas que te lo voy a permitir. —Hiyori avanzó hasta quedar justo en frente del otro rubio, de espaldas a las muchachas. Las hermosas pupilas grises brillaban mirándola sin parpadear por lo que acababa de decir:
—Hiyori que…—no pudo decir más, le fue imposible. El dolor que sintió no tenía comparación con ningún otro recibido a lo largo de su joven existencia.
—¡Hyper tamakeri kick!—Había gritado Sarugaki a todo pulmón antes de elevar su pie izquierdo con fuerza inhumana en dirección a la entrepierna del mayor. Un golpe certero que produjo eco en todo el pasillo junto a un lamentable y lacrimoso quejido de dolor. —Y ustedes manada de estúpidas, ¡primero me vuelvo calva a encamarme con el imbécil kuso de Hirako Shinji!
El rubio cayó casi muerto al suelo siendo auxiliado instantes después por varias chicas a su alrededor.
—Llegó tarde a la repartición de cerebros, así que como buena amiga que soy le ayudaba a estudiar para los exámenes, —trato de explicar. —Por mí, repártanse a ese baka baka aho. —Dirigió su mirada nuevamente al chico de capul y allí estaba medio agonizante, pero con la linda y preocupada pelirroja sosteniendo una de sus mejillas.
El plan había resultado, tal vez un hombre siendo golpeado por una chica no era el mejor atractivo, pero cualquier cosa era mejor a que se le emparejara con la agresiva, demoniaca, salvaje y monstruosa bestia Sarugaki; estaba feliz, Shinji sonreía nuevamente y por primera vez sentía que una acción suya había ayudado a alguien. Esa sensación era nueva, un sentimiento mucho mejor de lo que pudo haberse imaginado, aunque algo en su interior le decía que solo valdría la pena si se trataba de él.
—Hiyori…—Iba a seguir con su camino cuando la voz entrecortada que ya había conseguido arrodillarse, la llamo de una manera sutil. —Gracias. —Hirako se iluminó de nuevo, pero no esa sonrisa socarrona, él lo hizo al igual que un niño a quien le dan su dulce favorito.
Cuando se lo proponía el bastardo podía verse tierno, pero no por eso dejaba de ser un imbécil; Bajo esas circunstancias no le quedo de otra sino sonreír de la misma manera aunque fuese solo por unos segundos.
—Cuando quieras te vuelvo a pegar, baka baka Shinji. —Lo palmeo en la frente antes de irse dejando atrás a lo que parecía un harén en el cual Hirako Shinji era el príncipe. Caminaba con una expresión alegre y sincera en su rostro. —Gracias a ti, baka…tener un amigo a quien golpear será divertido, Shinji.
Las clases siguieron su curso y para su sorpresa varias personas parecían interesadas en sus heridas. ¿Por qué?, bueno aparentemente cierto sempai que estaba en muy buena estima de los maestros, había mencionado haber visto a un grupo de niños golpeando desalmadamente a una de las novatas que con buen desempeño, respeto y valor se defendió de los agresores. Siendo el estudiante número uno de ese período, no se dudó de su versión de la historia. Los tipos de primer año fueron sancionados, todo lo contrario a Hiyori quien salió indemne con una pequeña advertencia y la notable diferencia de que el número de personas que decidían por propia voluntad entablar conversación con ella, había incrementado considerablemente.
El rumor del supuesto encuentro sexual fue remplazado rápidamente por uno que decía: "Sarugaki Hiyori no es una mala persona si sabes soportar unos cuantos golpes al día". No necesitó pensarlo dos veces para saber de la boca de quien había provenido, como no saberlo, como olvidarlo si eran los mismos labios que la acompañaban todos los días a la hora del almuerzo, al finalizar las clases y varias noches sobre aquel césped donde hablaron por primera vez.
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—¡Imbécil! —El grito de Hiyori resonó en todo el comedor atrayendo varias miradas hacia el chico de rubios cabellos que se sobaba la cabeza. Luego de tres años desde la ocurrencia de los hechos, ya a nadie le extrañaba esa escena, porque Hirako Shinji y Sarugaki Hiyori se volvieron conocidos al sostener la más extraña y masoquista amistad en toda la academia. —-Tanto que dijiste que te gustaba, ¡y la cambias tan fácilmente! —La pequeña aspirante a shinigami suspiró con pesadez robándole descaradamente una bola de arroz.
—Ya sé, bokke. Es que ronca por las noches y no me dejaba dormir y alguien tan atractivo como yo, necesita al menos 8 horas de sueño al día. —dijo cínicamente el de cabello liso y reluciente. Ayudarle con la pelirroja años atrás, había desatado un sinvergüenza demonio rompecorazones renacido de entre las cenizas del "Shinji-Virgen". —Ya sé que te agradaba, pero no por eso seguiría saliendo con ella. Estoy seguro que la siguiente si será el primer amor de mi vida.
—¡Siempre dices la misma chorrada¡ —Sarugaki lo pateó con fuerza por debajo de la mesa. —Además no es el caso, retardado; no puedes acostarte con una y empezar a salir con otra así de la nada.
En lo particular, había comenzado a agradarle el que la novia de dos semanas de Shinji le regalara comida de vez en cuando, pero lo que realmente le irritaba era la actitud despreocupada con que se lo estaba tomando; solo ese día le había visto coqueteando a siete chicas diferentes, lo que menos quería es que Shinji se volviese el promiscuo depravado de la academia, eso podría afectar su culminación en la misma, perjudicar su reputación e incluso las varias propuestas que pudiesen llegarle de los diferentes capitanes del Gotei, como era de esperar para los mejores graduados.
—Hiyori, —Shinji habló de una manera calmada llamando por completo su atención—no tienes de que preocuparte. Aunque no lo creas he tratado muy bien a cada una de ellas y siempre he dejado las reglas fijas desde el principio, ademas...nada, no importa — Descarado y medio, ya presentía que luego de su primer polvo se le alborotaría aún más su complejo de conquistador—Me gusta la nueva Hiyori, siempre pensando en los demás. Ahora tal vez si querrías cocinar…—pero un onigiri explotó entre sus ojos y boca y con ello, la chica con quien compartía mesa estalló en risotadas. —Olvídalo bokke...Hiyori— Volvía con ese tonito estúpido, mejor que fuese algo serio porque aún le quedaban otras 3 bolas de arroz por aventarle. —¿Qué piensas hacer cuando te gradúes de la Academia Shino?
La pregunta la tomó por sorpresa. Desde que se conocieron nunca hablaban de ese tipo de cosas serias sobre su futuro; quería graduarse, convertirse en una de las mejores shinigamis, pero sentía que Shinji buscaba una respuesta más específica.
—Soy mala con los conjuros así que el escudaron de Kidou está descartado, me gusta la lucha cuerpo a cuerpo pero he oído que son bastante estrictos y jodidos en las fuerzas especiales, así que será el Gotei como lo había planeado desde un principio.
—Ya veo. —No le gustaba esa expresión en la cara de su ahora, mejor amigo ya que siempre era la antesala a un bajón de ánimo; se arrastró sobre la mesa hasta llegar a centímetros del rostro del rubio. Ya allí, metió cuatro dedos dentro de la boca del mayor y jaló sus labios en direcciones opuestas, se lo merecía por ponerse de imbécil.
—¡Qué asco! —Cuando Hiyori sintió algo grumoso entre los dedos, no tardó nada en sacarlos de allí y ver con asco las boronas de arroz no digerido. No había problema, la ropa de Shinji se encargaría de limpiarlos.
—Solo me restan trece meses aquí y yo…—expresó Shinji —aún no decido que hare al graduarme. Me gusta mucho el arte espiritual, incluso el capitán Ushoda del escuadrón de Kidou ha venido en varias ocasiones a ver mis entrenamientos; incluso hemos hablado de manera informal y dice que tendría un futuro prometedor en sus filas, pero siempre he querido servir en el Gotei al igual que mi padre lo hizo...Hiyori...¿Qué es lo que debo hacer?.
La hora del almuerzo había culminado y ellos serían los últimos en marchase a sus áreas de aprendizaje. Le molestaba que actuara de esa manera tan indecisa, ese no era el chico enérgico que había brincado como un desquiciado hasta romper su cama, ese no era su Shinji; lo palmeó en el rostro con una agresividad que no perduró ya que aquella bofetada se transformó en una caricia delicada sobre el borde de su quijada y la zona enrojecida por el golpe. Sujetando el rostro del blondo ahora con ambas manos, se hizo el silencio; de la mirada furiosa y retadora que la representaba ya no quedaba nada, esta dio paso a un semblante sereno, comprensivo y a su extraña manera, afectivo.
Él por su parte no cavia del asombro, hasta ese momento las palabras "Hiyori Sarugaki" y "caricia" eran imposibles de combinar en una sola oración.
—Escúchame bien, ex-virgen Shinji, porque solo lo diré una vez. ¿Vas a dejar que otros te digan que camino debes escoger?, no seas imbécil. ¡Eres fuerte, listo y con una determinación tan grande que llega a hartarme a veces!, sé que cuando termines este infierno podrás tomar cualquier opción que desees. —le hablo con sinceridad la pequeña rubia. —Si quieres luchar como lo hizo tu padre, hazlo con orgullo; si quieres aprender a manejar Kidous por encima del nivel 90, te sobra talento para esa mierda. No te atrevas nunca a usarme como excusa…Haz las cosas bien pero sobre todo, Shinji, haz solo lo que tú quieras hacer, de otra forma a la larga te mataría la conciencia y…será una gran desilusión para mí.
Luego de un tiempo efímero en el cual cada uno pudo explorar la profundidad y cada mínimo detalle de las pupilas del contrario, se puso de pie encima de la mesa y con el mismo impulso le plantó una patada en el pecho tumbándolo hacia atrás junto con un par de sillas de madera.
—Ahora vámonos a clases, baka baka Shinji.
Caminó lento para que él pudiese alcanzarla, hasta que los pasos a sus espaldas se detuvieron y antes de que pudiese anticiparlo, ese jodido poste la había abrazado en el aire.
—¡Hiyori~! —le hablo con dulzura; Odiaba cuando hacia eso, se sentía más pequeña de lo que ya era; se zafó dándole un codazo en el abdomen. —Gracias…
"Ni que hubiese dicho la cosa más reveladora en el mundo" Especuló con serenidad.
Era obvio que todo eso significó demasiado para el mayor ya que ahora descansaba la cabeza sobre su hombro, una posición claramente incomoda por la diferencia de estaturas. Lo que realmente importaba era el significado y la necesidad del gesto.
—Baka Shinji, llegaré tarde a clase de Kidou otra vez por tu culpa—Susurró a sabiendas de que el otro conocía su poco interes en el área.
Pero la boca entreabierta del rubiecito y el que no se atreviese a mirarla, señalaba ese instante como fundamental en su relación, porque maldita sea, era Shinji. Ese bastardo se coló en su vida dándole un giro de ciento ochenta grados, y ahora no lograba recordar cómo había sido su existencia antes de él, ni imaginar cómo seguiría sin él en ella.
Cuando se ponía de esa manera la única opción era ser más fuerte que mil hechizos de protección, porque eran esos los momentos en que debía mantenerse firme por los dos; Posó una de sus manos sobre la cabellera que crecía a una velocidad increíble entrelazando sus delgados dedos entre varios de esos hilos dorados que caían como la seda. Cerró los ojos respirando con tranquilidad, tratando así de trasmitirle algo de confianza, una sensación de refugio en la que el otro pudiese cobijarse. Afortunadamente sus intenciones fueron recibidas a la perfección, los largos brazos que envolvían su menudo cuerpo lo confirmaban.
—Seré Capitán de los 13 escuadrones y cuando lo logre, podrás estar orgullosa de mí. —afirmó Shinji.
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Sus pupilas desgastadas se aguaron al recibir la deslumbrante luz del sol que se colaba por la ventana, más esa sensibilidad que amenazaba con dejarla ciega tenía una razón mucho más compleja. ¿Por qué demonios, su mente había traído aquel lejano recuerdo de treinta años atrás?, ¿Por qué justo ahora?, ¿Acaso su maldita realidad ya no era suficiente martirio y ahora debía alimentarla con esa lluvia de aflicciones?
—Jodido hijo de perra…—No podía ocurrir de nuevo, una noche en vela por su culpa ya había sido suficiente, llorar por él era devastador. No podía continuar de esa manera, no por él. —Maldito seas, Hirako Shinji. —Dirigió ambas manos bajo sus titilantes parpados con la vana esperanza de detener el mar cristalino que nuevamente corría sin cesar descendiente por la curvatura de su rostro. Cada gota como segundos, minutos, horas, meses y años en que estuvo tan jodidamente equivocada. Tal vez si hubiese tenido el valor para bailar con él esa torpe pieza, si tan solo hubiese tomado su mano aquella noche, o si de sus labios hubiese brotado un simple: "A mí también me gusta lo al revés". Pero los "tal vez" son un maldito consuelo de bobos, no valen una mierda cuando el desastre ya ha ocurrido. —Lo hice mal...lo hice todo mal desde el principio, Shinji…Y ahora eres tu quien me rompe el corazón…
Bueno, eso es todo por ahora ^^, lo siento si deja una que otra intriga pero así es la vida, tan genial y asombrosa como un hermoso Jazz.
Gracias a la querida HiyoHiyo de mi Shin, por el apoyo moral y la inspiración, tu sabes quien eres Vevé ;)
hahaha, ya enserio, espero actualizar pronto porque esta historia me tiene pero emocionada al 110% , Nos leemos BeyBey ^^
