Lastimosamente para mí, pero para la suerte de todos ustedes, los personajes de Miraculous Ladybug no me pertenecen.
Capítulo 1: Juguemos con Tacto.
-Vamos, Mari, adivina el personaje-animo Alya, de un excelente humor.
La pequeña discapacidad visual y efímera de Marinette no le había impedido ir a la escuela a escuchar las clases. Todavía le quedaba poco más de una semana con ese vendaje, pero ella y sus compañeros se estaban divirtiendo de lo lindo con esto.
Alya siempre tuvo mucha imaginación y creatividad. Ese receso dentro del salón y sin profesora estaba muy aburrido para su gusto. No pudo evitar mirar a Marinette.
La pelinegra se veía tan dulce e inocente allí sentada sin hacer nada, ni siquiera podía mirar a su amado rubio… aunque seguro fantaseaba con él en ese instante. Se le prendió el travieso foco, dio su idea y esta no tardó en ser secundada y definitivamente aprobada.
-Recuerda- dijo la morena- puedes tocarle solo el rostro a menos que te demos premiso que le toques el cabello… o cualquier otra cosa que te ayude.
-Sí, ya se- Marinette se sonrojo- tampoco puedo descartarlos en voz alta, solo podre decir la respuesta definitiva.
Alya sonrió y miro a sus compañeros, pensando quien podría ser el siguiente para adivinar. Escogió uno, lo sentó frente a Marinette y le pidió a Nino, a señas, que comenzara a grabar.
Marinette se puso manos a la obra, literalmente. Puso sus mano sobre el rostro de su "adivinanza" y lo recorrió lentamente y con delicadeza, sin perderse ningún detalle.
Sintió sus mejillas y pómulos, tenía la piel suave. Su nariz era respingada y tenía pestañas largas. Su rostro era delgado, pero este tipo de cosas aun no las diferenciaba bien. Solo tenía dos días sin visión y 30 minutos toqueteando rostros.
Los rasgos faciales no le eran de mucha ayuda, de nuevo, pero podía comenzar a analizar las probabilidades.
-No creo que sea Ivan, no tiene la cara tan rellenita, ni Mylene- pensó la oji azul- por su nariz no creo que sea Nino, ni Alya, ni Kim- se mordió el labio inferior- tal vez sea una chica, su piel es muy suave.
-¿Nada aun?- inquirió Alya, resistiendo reír.
-No, nada- confirmo su amiga.
-Bien, toca su cabello.
Marinette asintió y llevo las manos a la cabellera de esa persona, la cual no hacia ni un ruido y no le ayudaba en nada para adivinar quién era.
-Nada rapado, no es iban definitivamente- se dijo- ni Mylene. Cabello liso; no es Nino, ni Max. Chloe y Sabrina no juegan. No es tan largo así que no es Alya o Juleka. Pero tampoco es corto, no es Kim.
Siguió toqueteando ese cabello otro poco. A su alrededor algunos querían reír, pero se contenían muy a su pesar. Niño estaba feliz de tenerlo en video.
Nathaniel quedo descartado, Marinette estaba segura que el pelirrojo tenía el cabello más largo al frente y el rostro un poco más delgado. Lo cual le dejaba solo 3 opciones: Rose, Alix y…Adrien.
Con esa idea en mente, aparto sus manos y decidió pensar sin tocar.
La persona voluntaria tenía la nariz respingada, pestañas largas, piel suave, cabello corto y liso. Podía ser cualquiera. No tenía como saberlo.
Alya pareció leerle la mente.
-Tienes permiso de tu adivinanza de tocar en otro lugar- luego agrego, solo para molestar- pero cuidado con el lugar que elijes: mira que estas en público.
Marinette adopto su modo "Tomate" mientras pensaba donde podía tocar que le ayudara a salir de esa incertidumbre rápidamente. Y lo que más le intrigaba era saber si era chica o chico.
Y en verdad esperaba que fuera mujer.
Pero para cerciorarse solo había una alternativa.
-Dis…disculpa el atrevimiento- susurro a la otra persona.
Entonces, con toda la timidez y vergüenza del mundo, tomo el rostro de la persona, bajo sus manos siguiendo su cuello y las puso en su pecho. Las quito inmediatamente.
Solo un segundo basto.
Solo ese segundo fue suficiente para sentir lo firme y bien formado que estaba ese pecho.
El pecho de la persona que menos esperaba y por la cual mataría a Alya.
-¿A…Adrien?
-Felicidades. Marinette- dijo el muchacho, con una sonrisa que ella no pudo apreciar- adivinaste.
Adrien se puso de pie y analizo el rostro de la muchacha con curiosidad. Estaba roja como un tomate y respiraba de manera preocupante; parecía que se desmayaría en cualquier momento.
Los demás aplaudieron a Marinette por haber adivinado, mientras Nino guardaba su celular, luego de haberlo grabado todo.
-Bien, Marinette- Alya se les acerco, con una gran sonrisa, algo sospechosa para el rubio- eso fue excelente.
-Alya- por primera vez, Adrien escucho a la pelinegra hablar de forma severa- ¿puedo hablar contigo, un momento, afuera?
Sin embargo, la morena no perdió el buen humor, al contrario, parecía encontrar la actitud de su amiga linda y divertida. Adrien no difería, ahora que podía verlo, Marinette en verdad se veía muy linda cuando se molestaba.
-Por supuesto, amiga- rio Alya- vamos.
Tomo la mano de Marinette, quien no había perdido del todo el color rojo, y la guio fuera del salón.
En cuanto salieron, los otros adolecentes volvieron a sus asuntos. Nino se acercó a Adrien.
-Y, dime Adrien- el moreno adopto un tono periodístico que hizo sonreír al oji verde- ¿Qué se siente que alguien te manosee?
-Emmm… ¿incomodo?
-¿En serio?- Nino lo miro con picardía.
Adrien dio un paso atrás, siguiendo sus instintos. Cada vez que alguien lo miraba de esa manera terminaba metido en problemas. La última vez, en una entrevista, la periodista le dio una de esas miradas luego de preguntarle algo bastante personal; él se puso nervioso, dándole a entender erróneamente a la mujer que tenía razón. Fue vergonzoso.
-¿Qué fuera Marinette no hace ninguna diferencia?
Adrien suspiro. Niño, hacía algún tiempo, se había dado a la labor de conseguirle una novia, aunque muchas veces había rechazado la ayuda. Luego de pensarlo, el moreno decidió que Marinette Dupain-Cheng era la indicada.
Adrien no estaba seguro de como había llegado a esa conclusión.
Lo peor, o lo mejor(ya no estaba seguro) es que comenzaba a hacerle caso a su amigo, pero jamás se lo haría saber.
-Mírame y dime que no te agrado- insistió Nino.
El rubio se mordió la lengua. Su lado Chat Noir, donde tenía el orgullo, se asomó un poco. No le daría la razón… pero tampoco lo negaría.
Las manos de Marinette eran cálidas y recorrieron su rostro con mucha delicadeza. También eran suaves y tenían un ligero perfume floral. Le gusto la forma en que ella acaricio su cabello, la expresión que tomaba su nariz, su ceño y su boca cuando pensaba.
Se había fijado en las vendas que cubrían sus ojos. Tuvo ganes de ver esos orbes celestes como el cielo diurno de nuevo.
Pero, reiteraba, no le daría la razón a Nino.
-¿Hiciste la tarea de matemáticas?
-¿Qué tarea?
Por la cara del moreno, supo dos cosas: 1) no había hecho la tarea y 2) el tema quedaba olvidado.
Por ahora.
