Hola! un gusto, me llamo Kano-kun y estoy presentado mi primer fic owo especialmente a modo de felicidad por el regreso de estos maravillosos personajes este año con el manga "Bakuten Shoot Beyblade Raising" publicado por el aniversario del manga de su autor Aoki Takao-sensei n-n!

Espero que lo disfruten n-n (Quizás en algún momento parezca que detesto a Kai o al resto de los Bladebreakers pero no es cierto! Lo juro!)

Provecho de poner en advertencia que este fic contiene Yaoi, tomando como protagonistas a la pareja de KaixRei (y no descarto el ReixKai. Sería interesante explorar un poquito por ahí -w-)

Ah! Y aprovecho de agradecer enormemente a mi sempai Shion230, quien tuvo enormesisima paciencia de corregir y leer TTwTT. Arigatou Sempai!

Disclaimer: Los personajes utilizados en esta historia pertencen a Aoki Takao-sensei.

Listoco, con eso estamos por ahora owó, enjoy!


1.Léxico

Una bola de papel choca contra un balde de basura haciendo que este tambaleara de un lado a otro. En el suelo, el contenido del basurero se extendió abrazando el piso dando la impresión de que el barril había vomitado porquerías en la oscura habitación. El individuo que arrojó el miserable trozo de ovillo miró el pequeño desorden con ojos cansados y ceño fruncido. No tenía ni la más mínima intención de levantar nada de ahí.

—Tsk.

Pero eso no significaba que la vista de la porquería esparcida a su lado no lo irritara un poco.

No era su día de suerte. 5 horas sentado apoyándose en su escritorio y empezando el mismo ensayo una y otra vez. 5 horas pensando en cómo callarle la boca al idiota de su profesor. 5 horas maldiciendo al mundo por la sencilla razón de dar vida a tantos idiotas.

Y ninguno tan miserable como él. Era como si la miseria se personificara en todos los idiotas que se jodieron en él ese último tiempo.

Ya comenzando a dejarse llevar por su amarga naturaleza, el desafortunado joven se irguió e observó nuevamente el basurero tirado. El maldito objeto desparramado en el rincón de la pieza le comenzaba a recordar a él mismo. Igual de derrumbado. Igual de jodido.

Desvió la mirada.

Mientras comparaba objetos inútiles con su persona, un molesto sonido le avisa que la puerta de su habitación se está abriendo. Y la molestia se materializa en un joven alto y de contextura medianamente gruesa con una taza en la mano. Aun en la oscuridad de la pieza, el fogoso pelo del visitante brillaba con inusual sutileza, y sus níveos ojos azules golpeaban con un misterioso atractivo. Detrás del humo de la taza, estos se veían aún más exóticos.

El amargado protagonista estaba de espalda, pero una línea de luz proveniente de afuera partió su figura a la mitad avisándole que tenía a un visitante claramente no deseado en su dominio.

Lo último que necesitaba. El idiota de su mejor amigo.

—Oye Kai, ¿quieres caf-? –. El pobre no pudo terminar la frase. Apenas pisó el terreno del fénix, un proyectil con forma de silla volaba en su dirección.

Así de rápido como entró, el pelirrojo tuvo un microsegundo para escudarse del gigante cañón. Inmediatamente salió de la habitación temiendo partirse la cabeza por la brutalidad de su amigo, pero el repentino movimiento provocó que derramara el contenido de la tasa en su mano y polera. El ruso sencillamente no pudo evitar las pequeñas lágrimas que comenzaron a formarse inevitablemente en sus ojos. La porquería lo estaba quemando.

—¡Ah! ¡Hiwatari de mierda! ¿Qué culpa tiene el mundo que los profesores te odien por ser tan tú?! –

Desde el otro lado de la puerta, las críticas y maldiciones comenzaron a subir de tono, pero el bicolor lejos de escucharlas (o si quiera prestarle atención al pobre accidentado), estaba muy ocupado concentrando todo el odio y la frustración que sentía en su interior, hacia todo el mundo. Incluido él. Con un poco de suerte, esa ira se materializará y aplastará a los profesores de la Universidad de Moscú. Un puñado de ignorantes que juegan a ser "doctorsitos".

Él era un genio. Hiwatari Kai es un genio, y por lo tanto él siempre está en lo correcto. Todo lo que el bicolor hace o dice, debe cumplirse por el bien de la humanidad, y nada de eso guarda relación con los genes que heredó de su abuelo… Para nada.

Lástima que los idiotas de sus profesores no pensaban igual que el joven heredero.

Definitivamente el burro de su profesor tenía la culpa de todo.

Kai cursaba quinto año de medicina en la Universidad de Moscú. Estaba en medio de un importante examen, el cual consistía en una cirugía de riñón (naturalmente falsa). El profesor indicaría los procedimientos mientras los alumnos lo realizaban.

Sin embargo en la cabeza de Hiwatari, todo lo que ese profesor le decía eran idioteces. Así que le hizo un favor a él y al resto de sus compañeros ignorando las siguientes órdenes y terminando la operación de forma independiente. Algo que solo un prodigio se podía permitir.

Imaginó que el solo hecho de haber salvado al paciente falso sin tener que hacer gastos innecesarios de morfina y ahorrarse un par de horas en algo que, a su juicio era "tan" sencillo, le traería un par de felicitaciones o al menos un reconocimiento especial. Nunca imaginó lo que realmente le ocurrió.

Toda la comisión de la facultad está ahora en su contra. Eso pasó.

Los muy bastardos lo citaron a una audiencia donde se reveló que su narcicismo le ganó a su inteligencia otras cuatro ocasiones en el pasado en distintas materias y evaluaciones. Por tal motivo, el quizás futuro médico, además de perder la maravillosa beca que le permitió mantenerse alejado de su "queridísimo" abuelo durante sus cinco primeros años de carrera, automáticamente fue revocado. No contentos con eso, dejaron al ruso—japonés como alumno condicional.

Una falta más, y el miserable bicolor tendrá que despedirse de su carrera como cirujano especializado para convertirse oficialmente en el heredero de la gran empresa Hiwatari.

Casi podía oler a esos viejos seniles esperándolo para empezar una reunión de directorio con su "amadísimo" abuelo pisoteándole los dedos de los pies con su bastoncillo.

Pero como él es Kai Hiwatari, nada de eso podía ocurrir. Así que, como todo adulto maduro, sensato y de buena crianza, el apuesto joven se acercó un día al bastardo que lo convirtió en la fuente de burla del único pariente que tenía vivo.

Me disculpo por mi comportamiento el otro día profesor. — Ojalá su rostro reflejara esa noble y sincera intención.

Hiwatari, discúlpame si me equivoco, pero lejos de sentir tus disculpas en realidad creo que me estas matando con los ojos. — Respondió el profesor ligeramente cohibido.

Era la primera vez que se detenía a mirar ese endemoniado color. Colegas le habían dicho en algún momento, que había una leyenda urbana que hablaba como esos ojos en alguna parte de la historia de la vieja Rusia, habían matado a personas sin tocarles ni un pelo. Algo así como los ojos de un basilisco. Un muy atractivo basilisco. Y esa característica la reciben todos los miembros de la gran familia Hiwatari. Es algo como un conocido sello que los marca y sigue de por vida.

Pero como profesional y formador de profesionales, no podía permitirse intimidar por un alumno tan caprichoso como el dueño de esa letal mirada.

Mi-Mira Hiwatari, yo no deseaba castigarte, pero pasaste por encima de mi autoridad. Además en frente de tus compañeros, y eso no lo podía permitir. — ¿Está tratando de razonar con él? Ojalá no empiece con una charla de ética.

Hay alumnos que pueden ser verdaderos genios del futuro, sin embargo… — Sí. Empezó con la charla de la ética. Como desearía que Bryan le rajara un tiro en las pelotas en ese momento. O peor aún. Preferiría invitar a comer a Tyson y dejar que ese barril sin fondo se llevara todo su escaso dinero en comida antes de tener que escuchar esa famosa charla.

Hasta ahora.

—… Un ensayo con un plazo de 3 meses.

Ah. Se perdió mucho rato. —Disculpe?

Que entiendo que esta beca es importante para ti, asique conversé con la comisión y llegamos a un acuerdo —. Continua, continua.

— …Y decidimos que quizás podrías ayudarme en una investigación personal .

— … —. No era tan bueno como pensó, pero aun así en silencio lo invitó a seguir.

Verás. Me he visto muy interesado en una especie casi extinta de seres humanos como "trastocados" —. ¿Trastocados? El léxico de este tipo es tan amplio como el de Tyson. — Se les conoce como los Nekojin. Algo así como humanos con rasgos felinos. Pero lamentablemente mi investigación no avanza demasiado ya que son muy pocos los que quedan en el mundo, y al parecer están escondidos… —

Nekojin… Suena a algún termino otaku. Y por alguna razón le suena de alguna parte… ¿Era Max un otaku?

Así que si me apoyaras con esta investigación seria perfecto para ambos.

¿Y dónde entra su salvavidas?

Y el ensayo?

Ah! Sí, sobre eso. Te daré tres meses para investigar lo que puedas de los Nekojin, y me gustaría que resumieras todo dentro de un ensayo. Por supuesto, todo lo que descubras debe ser desconocido para mí…

Interesante

Y así comenzó "Destino Final Parte Kai"

Su nube de recuerdos se dispersó junto con la ira contenida. Gracias Tala.

Recogió la silla que milagrosamente no se rompió con el impacto -aunque la puerta sufrió una hendidura menor- y se volvió a sentar de cara a una nueva hoja blanca. A su lado tenía una copia de la investigación de su profesor, el cual según le dijo, le tomó dos años reunir.

Ocho miserables hojas de pura palabrería en Arial 12 con interlineado 1,15. Dentro, unas breves entrevistas llenas de incongruencias y unos datos que no aportaban en casi nada llenaban cada blanco espacio. Algunos de hecho, parecían inventados. ¿Se estará tomando esa dichosa investigación en serio?

Pero no podía culparlo. Él mismo al comenzar su propia búsqueda, se topó con la tristeza de que en la basta y maravillosa internet, lo más "útil" que pudo encontrar, fueron distintas definiciones del término Nekojin en una página llamada Urban-Diccionary. Hubiera sido gracioso parafrasear con esa información. Pero su profesor ya lo puso en sus hojas. ¿Cómo puede un docente y más encima doctor poner como fuente Urban-Diccionary?

Pero entre más se ahogaba en el mundo digital, lejos de llegar con datos útiles, su pantalla comenzó a llenarse de páginas de dudosa… veracidad. De un momento a otro, cientos de atractivas jóvenes de prominente delantera y llamativas orejas aparecían en su computador levantando una esponjosa cola mientras hacían posiciones que en lo personal el hasta ahora inexperto ruso-japonés, desconocía podían existir. "El ser humano sin duda es una especie de animal muy ocioso", pensó.

Un suspiro se escapó de la garganta del estudiante.

Tres meses. Y aun así, no le parece tan terrible como trabajar para su abuelo.

— ¿Puedo pasar ahora señor Sonrisas?

—Hmpf…

El pelirrojo, ahora con una camisa nueva, entró a paso lento en la habitación de su amigo, que en realidad está en el departamento de Tala. Pero éste, como buen compañero, le cedió una pieza al bicolor para que no volviera a esa mansión de brujas llamada hogar. Lástima que el ruso de ojos azules no viviera solo.

—En serio Tala ¿por qué dejamos que Hiwatari nos trate así? –Hablando de -malos- compañeros. —… Debería estar agachado lamiendo mis bolas por dejarlo entrar en mi santuario de la felicidad. –. Que tristeza para los presentes que se les formara una imagen mental indeseada en sus cabezas.

Sin ánimos de seguir con un juego que de seguro los conduciría a una pelea en la cual NO estaba dispuesto a participar, el pelirrojo se acercó a su amigo:

— ¿Qué te dijo el profesor Ustínov?

— Que puedo recuperar mi beca…

— Y lanzar sillas es la forma de expresar tu felicidad, entiendo.

—… Si hago un ensayo para los próximos tres meses.

Interesante. Tala y Bryan compartieron miradas. Luego lo miraron a él. Pero ninguno sabía muy bien que decir sobre eso.

¿En qué momento un mísero ensayo se volvió un calvario para el genio de Hiwatari?

Aunque prestando mayor atención ya podían ver la respuesta en primera fila. Delante de ellos estaba un orgulloso ruso-japonés sentado frente a un escritorio lleno de papeles y un computador encendido con una realmente curiosa página. Por otro lado, un basurero rebalsado de ovillos de lo que antes, eran blancas hojas. El dueño del departamento se acercó al balde y sacó una bola al azar. Al estirarlo comenzó a leer.

— ¿…Nekojin? Kai, es una investigación sobre los nekojin?

—Me sorprende tu capacidad deductiva y comprensión lectora Tala, pero…

—No idiota. Tu ensayo es sobre los nekojin. Estudié sobre esto en un ramo y estoy seguro que tú tenías un compañero nekojin.

Al escucharlo Bryan recuerda algo. –Tienes razón! ¡Y una vez casi lo mato! … Y luego casi me mató él a mí…

—…— Las gruesas cejas del bicolor lentamente comenzaron a bajar dándole un gesto pensativo a su rostro.

Es cierto. Cuando vivía en Japón y practicaba ese juego que tantos mocosos consideraban un deporte de culto. Hasta ahora, en su mente el único individuo que tenía presente aún, era a Kinomiya. Y no podía evitarlo, el japonés fuera del campo, era un cavernícola sub—normal, pero al lanzar su blade al plato, el bicolor percibía una energía del interior de ese tipo, que lo invitaba a olvidarse del mundo con él. Era un sentimiento sin nombre, pero que siempre que jugaba contra Tyson, se apoderaba de su mente y cuerpo.

En cierta medida, era aterrador.

El resto de su equipo también se había ganado un grado de su respeto. Mizuhara por esa maldita defensa y ese entusiasmo al pelear con ella. Nunca había peleado contra un sujeto que convirtiera un escudo en un arma, pero el infantil americano lo hizo y su capitán en silencio lo valoró.

Sin embargo, había alguien más. Alguien con un poder devastador. Casi tan aplastante como el suyo. Había alguien…

… Nekojin

—Ahora que lo dices Boria, saliste disparado y tu blade quedó imposible.

Bryan se abrazó a sí mismo cómicamente. – Despues de eso no sabía a qué temerle más. A que me violara Valkov o el abuelo de Kai.

—… ¿Y a quien debo felicitar por "semejante" favor, Bryan?

El problema, es que no se acuerda quien carajos es.

La mirada de Kai era una cínica sonrisa, pero sus compañeros no sabían si debían seguir algún juego del bicolor o realmente hablaba en serio.

En otro lugar relativamente lejano, un país oriental escondía un místico pueblo bajo las gruesas hojas de su selva. Donde la luna brillaba con más fuerza, las lámparas de papel danzaban con el viento un silencioso vals. Los colores ardientes reían con la gente que se movía de cabeza a las estrellas vestidos con alegres telas tradicionales.

Era el festival de la luna en la aldea del colmillo blanco.

Cientos de rostros reían y brindaban por la simple alegría de lo que significa estar vivos. Agradecidos, los viejos cocinaban platillos con ingredientes desconocidos y especiales, deseosos de compartirlos con los suyos. Mientras que los jóvenes invitaban a las bellas y exóticas bellezas felinas a bailar al son de los místicos instrumentos mientras el calor de la temporada hacía lo suyo con algunos.

La secreta aldea de los nekojin despertó su calor en la noche más brillante del año.

Con eso en mente, una delicada voz disfrazada de una joven morena de rosados cabellos se acerca con un plato de comida entre sus manos. A quien dirigía el amable gesto estaba concentrado mirando la luna como si quisiera comunicarse con ella. Al sentir la nueva compañía, el joven de ámbares ojos parpadea y le dedica una sonrisa.

— ¿No te parece que la luna está especialmente blanca esta noche Rei?

—Es porque la estamos celebrando. Debe sentirse muy amada.

— ¿Crees que signifique algo especial?

— Quién sabe. Pero ahora que la miro… —Se interrumpió a sí mismo para centrarse. Enamorado como estaba de ese misterio, sus párpados se negaron a salir, temerosos de interrumpir algún ritual entre este joven y la celebrada belleza. –… Kai tiene la piel tan blanca como esta luna. Cuando lo conocí me daba un poco de miedo porque pensé que podría ver a través de él, aunque ya se me pasó.

La chica de rosados cabellos no dijo nada. Sabía cómo su amigo respetaba a ese atormentado y oscuro hombre. Y entendía muy bien por qué. El capitán de su antiguo equipo tenía una personalidad intratable, pero su blade mostraba una faceta completamente distinta. Cuando jugaba, te aplastaba con un calor insoportable y un poder abrumador te quitaba el aliento. Todos sus rivales amaban sentir ese masoquista poder. Por eso Hiwatari era tan codiciado por algunos beyluchadores, incluyendo lamentablemente al pelinegro que está ahora a su lado.

Pero el beyblade ya no existe para ellos. El beyblade ya no existe para nadie que alguna vez se llamó beyluchador en su época. Y por eso, ese monstruo no volverá a salir de su cueva. Con eso en mente, la joven se levantó, dejando el plato a un lado.

—Por qué no vamos a bailar un rato? Están tocando unas melodías muy hermosas por allá.

Pero el pelinegro seguía mirando la luna. Cuando ya se estaba dando por vencida, el nekojin lanzó un comentario que realmente la asustó por un segundo.

— ¿Sabes Mao? Si el Beyblade volviera, no me molestaría para nada volver a jugar.

Y con eso la redonda luz quedó grabada en sus rayadas pupilas.


Je je, que vergüenza =/=...

Si llegaron hasta acá muchas gracias por leer!

Nos estamos viendo en el siguiente capítulo! Si tienen alguna duda, sugerencia, crítica o saluditos me dejan un comentario!

Kano-kun