Capitulo 1: Palabra de Honor
— ¿Y bien…? Va a aceptar.-la voz ronca y varonil del joven atravesó la habitación, sumida en un silencio sepulcral, iluminada únicamente por la luz de la luna, que atravesaba el gran ventanal, en un rayo fantasmagórico, y el fuego que ardía intensamente en la chimenea, el joven se escondía en un rincón, protegido por las sombras espectrales de la habitación.
Frente a él, hombre mayor le miraba con gesto adusto, sus labios apretados en una dura línea recta, su cuerpo encorvado y ya viejo, estaba tenso. El joven hombre no pudo evitar sonreír socarronamente ante la reacción del anciano. Las arrugas de su rosto se volvieron mas profundas cuando el hombre mayor le devolvió la mirada cargada de resentimiento.
—Yo quiero mucho a mis nietas… joven Taisho.-Hablo en hombre con voz serena, entre dientes. Sus ojos castaños le miraban con cólera.
—Nadie duda del amor que usted le profesa a sus nietas, Higurashi.-contesto él, saliendo de la oscuridad que le ofrecía su escondite. Su cuerpo robusto y alto, le daban un perfil de magnificencia, anudado a su porte arrogante, soberbio. Sus labios estaban curvados en una sonrisa cínica. —pero no es eso lo que estamos discutiendo, usted y mi padre tienen un acuerdo. Si desea seguir en su puesto como embajador, debe cumplir su parte.- sus ojos ambarinos brillaban casi siniestros por el reflejo del violento crepitar del fuego, volviéndolos rojos y peligrosos.
—Inuyasha-san, usted dijo que Kikyo no le interesaba en lo mas mínimo.- su voz tenia un deje de esperanza al hablar con el impulsivo hombre de enfrente.
—Y así es.- acoto seriamente. —mis intereses no son en Kikyo, fue por eso que le permití, y hasta la felicité, por su noviazgo con aquel hombre.
—Y… ¿entonces?- pregunto, no muy seguro de querer saber la respuesta, mas al ver como esa sonrisa siniestra se ensanchaba.
—Kagome, la pequeña Kagome es mi interés.
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La suave y fresca brisa característica del mes de octubre, soplaba entre las copas de los arboles, meciéndolos en un rítmico compas. Todo era hermoso, las primeras muestras del otoño se estaban dando, le gustaría disfrutar de ellas, pero… las visitas al embajador nunca eran para bien, Kagome suspiro, sus ojos demostraban mucha preocupación. Muy temprano en la mañana, había recibido una llamada desde la embajada de Japón. Su abuelo estaba ahí, y quería verla.
Pero no solo a ella, también quería ver a Kikyo, Sango y hasta a la pequeña Rin. Nada bueno podía salir de esto, la ultima vez que habían estado juntas con el abuelo; Kikyo había montado en cólera, al saberse comprometida con un extraño. Kagome tenía 15 años, Sango y Kikyo 16, Kaede 13 y Rin tenia 12.
Ahora, 4 años después, Kikyo había dicho que tenía novio y que pronto se casaría, sorprendentemente, su abuelo no se opuso. Todo lo contrario, parecía feliz.
Nadie dijo nada, pero ahora… comenzaba a pensar que la buena racha de su prima se había acabado y que su abuelo había cambiado de opinión, que la desheredaría sino terminaba con el compromiso, o algo por el estilo. Esperaba que no fuera eso.
Llego a la embajada, después de identificarse, pasó directamente a la sala, donde sus primas ya la esperaban, sólo faltaban Rin, Kaede y su abuelo. Sango estaba frente al piano de cola, tocando alguna hermosa pieza de su invención, mientras Kikyo miraba por la ventana con gesto ausente. Por lo visto ninguna había notado su presencia, debían estar igual de preocupadas que ella para no notarla. Ambas vestidas elegantemente.
Casi quiso reírse al verse en el espejo más cercano, ella traía una chamarra de mezclilla, así como su falda, y unas botas beige, sus primas eran toda elegancia, y ella no.
Se encogió de hombros restándole importancia y entro a la habitación.
— ¡Hola!- saludo la joven de lo más jovial, tratando de aligerar el ambiente fúnebre que rodeaba la sala.
Sango dejo de tocar y le dirigió una cálida sonrisa, parándose para saludar a su prima, Kikyo le sonrió desde su lugar, pero no se movió.
—¡¡Cuánto tiempo sin vernos Kagome-chan!!- exclamo feliz la joven mujer abrazando efusivamente a su prima.
—Si, hace mucho. ¿Dónde esta Kaede?- pregunto a Kikyo.
—En su clase de tiro con arco, probablemente no tarde en llegar ¿y Rin?
—Ella y Kohaku están haciendo un trabajo para la escuela. Mi madre la traerá después.
Como si las hubieran invocado, ambas chicas aparecieron por la puerta. A sus 16 y 17 años, respectivamente, Rin y Kaede daban muestra de una belleza natural y sorprenderte, como sus respectivas hermanas y prima.
—Lamentamos la tardanza.-comentaron las 2 al uní solo, con la respiración agitada.- ambas aun traían puesto el uniforme de la escuela, pero mal puesto, suponía que la carrera para llegar a tiempo, ocasiono la deplorable apariencia de esas 2.
—Descuiden, el embajador aun no llega.- les hablo tranquilamente Sango.
Pero la paz les duro poco, cuando la puerta de la habitación se abrió, mostrando al anciano hombre, sus ojos chocolate, como los de sus nietas, eran mas severos y fríos.
Las 5 se tensaron.
—Buenos días a todas, lamento el retraso.
Rin puso los ojos en blanco mirando el reloj sobre el escritorio, donde su abuelo tomaba asiento. 12:01, como siempre, exageraba con los horarios.
—Tomen asiento.- les indico el hombre, era muy diferente el ambiente con sus nietas ahí, que el que había anoche con aquel molesto sujeto. Sus nietas eran cálidas, alegres, dulces y llenas de vida. Aquel sujeto era siniestro, arrogante y cínico. ¿Cómo podía entregar a una de sus dulces niñas a un sujeto como él?
—La última vez que estuvimos reunidos, fue por el anuncio del matrimonio arreglado entre Kikyo y uno de los Taisho.- hablo yendo directo al punto.
Kagome noto como la mencionaba fruncía el ceño, alzando la barbilla de forma soberbia.
—"Va a arde Troya"-pensó Kaede mirando con preocupación a su hermana mayor.
—Ahora, Kikyo esta comprometida con otro individuo.
—Se llama Bankotsu.- le defendió Kikyo
El hombre le miro con indiferencia y continúo hablando.
—Eso no es relevante.
—Lo es si intentas que rompa mi relación con el para cumplir con tu palabra con los Taisho.-le enfrento ella, con seriedad.
Kagome y las demás le miraron sorprendidas, Kikyo siempre era muy correcta y respetuosa, excepto, por aquella vez que se altero al saberse comprometida, pero siempre parecía estar en control.
—Descuida, Kikyo. No es eso, tú puedes estar tranquila.
Sango le miro intrigada, por la forma en la que lo había dicho, y la que daba a entender, quería decir que ella ya estaba fuera de peligro. No obstante, eso no se aplicaba a ella y a las demás, su cuerpo se tensino y se preparo mentalmente para cantarle unas cuantas verdades al abuelo, sólo en caso de que ella fuera la próxima victima de sus "honorables" promesas, para con los Taisho.
—Creo, que tu e Inuyasha-san, ya habían dejado en claro eso, ¿no es así?
—Si.-contesto secamente la joven.
—Bien, pero eso no quiere decir que mi palabra no siga vigente, lo mismo que la promesa de la unión de nuestras familias. Por lo tanto habrá una nueva candidata.- soltó el hombre con voz seria, la mirada se suavizo un poco, cuando poso los ojos en Kagome. Sólo esperaba que algún día pudiera perdonarlo.
Noto como las mas jóvenes le miraban con suplica, Sango ni siquiera le miraba, Kagome tenia la mirada gacha; como anticipando el momento, Kikyo se veía mas relajada, pero tomaba la mano de una nerviosa Kaede, en señal de protección, Rin parecía apunto de llorar en los brazos se su hermana, estaba pálida y parecía que iba a desmayarse.
El silencio se hacia mas pesado, parecía que el tiempo se burlaba de la escena haciendo correr el tiempo de forma tortuosamente lento.
Kagome sentía la imperiosa necesidad de lanzar el molesto reloj, que sólo lograba perturbarla con el constante tic tac con cada minuto que transcurría.
— ¡¿Y bien… quien es la victima?!- finalmente hablo Sango, ella también estaba nerviosa, sentía que el corazón le iba a estallar.
El anciano levanto la vista, pidiendo perdón internamente a su esposa, a sus hijos y finalmente a su nieta, su rostro se volvió una roca mientras miraba seriamente a las chicas.
—Kagome.
Las 5 se sobresaltaron. Kikyo miro a Sango y luego a Kagome que parecía ida. Su rostro estaba desencajado de la pena.
Kagome, pensó escuchar mal. Pero al ver que su abuelo no le quitaba la vista de encima y que podía escuchar vagamente la voz de Sango y Kikyo, le hizo comprender que había escuchado bien.
—¡¡Estas loco o que!!- le grito Sango fuera de si. Kikyo intentaba hacer reaccionar a Kagome.
—Sólo hago lo que creo conveniente para ustedes.
—Dirás para ti.- le contesto Rin con voz contenida por la furia.
El hombre le miro severo, pero Rin no se dejo intimidar. Levanto la cabeza orgullosamente encarando al anciano hombre.
Se iba a casar.
Se iba a casar con un desconocido.
Se iba a casar con Inuyasha Taisho.
