CAPITULO I. THE BEGINING

El hombre caía al suelo, arrojaba sangre por sus torcidos labios mientras el otro contemplaba su agonía, una sonrisa dibujada y una mirada que disfrutaba lo que estaba presenciando... por fin cae al suelo por que la muerte se lo ha llevado una vez mas, convirtiéndose en cenizas volátiles que se hacían nada en el aire espeso del lugar...

-"¡Al final, sólo seremos los de sangre pura!"

Sentenció para darse la vuelta y abandonar aquel lugar manchado con sangre sucia y que pronto comenzaría a apestar.

Mientras caminaba, sus cabellos ondeaban a causa de un inusitado viento, con su mano trata de quitar algunos mechones que le impedían ver... estaba cansado, cada día incrementaban su número los "no puros" y su deber, como uno verdadero, era acabar con esas imitaciones... creían tener el poder, pero verdaderamente solo eran juguetes de otro igual de sucios pero que estaban protegidos, lamentablemente, por alguno de su misma raza...

Alzó su mirada a aquella luna tan resplandeciente, era el contacto más cercano con la luz natural... el sol, siempre ha sido su enemigo... aunque no negaba que más de alguna ocasión, ha deseado estar bajo sus rayos... maldecía constantemente por no poder conquistar el día.

Se acercó a la enorme sombra que proyectaba aquel edificio viejo y se introdujo en ellas, era lo más rápido para llegar... eran sus amigas... cada sombra, cada pedazo de oscuridad, era un aliado a su favor... una amiga que le invitaba a viajar en ella y que le cobijaba con la seguridad de que nada le pasaría...

Por fin, estaba dentro de aquel sótano... lamentablemente necesitaba de la "sociedad" para poder seguir viviendo "tranquilamente"... era inteligente y sabía que él solo no podría seguir, así que hizo creer que estaba de acuerdo con las metas de la "sociedad" mas sin embargo, odiaba el nuevo plan que tenían...

Se introdujo a su ataúd y antes de cerrarlo miró sus manos, ¿con que fin? No tenían ningún chiste... estaban igual que hace 10,000 años... nada nuevo aparecía en su cuerpo, nada nuevo aparecía en su vida y nada nuevo aparecería en su corazón... desde que abrió los ojos en la oscuridad, fue descubriendo que todo acababa igual, que todo tenía su ciclo... inicio y fin... pero solo tenía algo de que estar orgulloso... él era de sangre pura... nació ya siendo lo que es y quizás, cuando llegue el momento, morirá como tal... sonrió... no frecuentemente lo hacía... pero lo hizo por las ironías que pasaban por su mente...

El ataúd se cerró para en un par de minutos, dar la bienvenida a un nuevo día...

-V-

Un joven despertaba aturdido por el sonido de su despertador... lo miró a unos metros de su cama, era la cuarta vez que rompía uno... sin prestarle atención se dirigió al baño, lavó su cara y se miró al espejo... sus cabellos tan esponjados como siempre... hizo un ruido que denotaba fastidio... tomó el cepillo de dientes y comenzó la rutina de siempre... estaba harto, diariamente realizaba las mismas actividades: despertarse (implica romper o tirar el despertador) lavarse los dientes, meterse a la ducha, tomar desayuno (implicando escuchar a su madre decir que siente cabeza) ir a su rutinario trabajo de Oficina postal, regresar a casa y dormir para al día siguiente, realizar lo mismo.

Con su cara de enfado, quería que algo cambiase en su día, cualquier cosa sería bueno y para su gran sorpresa, al bajar a la cocina, todo pintaba para ser así, encontró una nota.

"Voy a casa de la tía Esther. Atte: Mamá"

Sonrió, algo le debía la vida para hacerle esto. Abrió el refrigerador y se lo encontró vacío, volvió a sonreír. Tomó dinero del guardadito de mamá, tomó las llaves de la casa y salió ya en el camino compraría algo no tan saludable, puesto que su querida madre le hacía tomar alimentos sin grasas, sin sales y preferentemente verduras... le repetía constantemente que un joven de 22 debía estar bien alimentado.

Aunque siempre había querido independizarse, su madre encontraba un buen pretexto para retenerlo y este, con tal de que ella no se sintiera mal, decidió hacerle compañía hasta que fuese necesario.

Se detuvo en el primer puesto de Tortas que encontró, pidió una con Salchicha y jamón doble y la disfrutó como nunca. Siguió su camino y unas calles antes de llegar a la ubicación de su trabajo, se sorprende al ver múltiples camiones bomberos y escuchar las sirenas, con paso apresurado avanza para averiguar que sucedía, sus ojos se desorbitaron al ver la Oficina postal totalmente carbonizada... un compañero de trabajo se acercó con cara de preocupación.

- Milo... ¿ahora que haremos?

- Pues... ¡vivir la vida!

Se dio la vuelta dejando al chico atónito, no le importaba, había rogado al cielo un cambio radical y estaba sucediendo... ahora, ¿a donde iría?... ¿que importaba?

Visitó a algunos amigos, realmente estaban como el había imaginado, así que no se detuvo mucho tiempo con ellos... caminó por toda la ciudad, se quedó en un puente para arrojar piedritas y luego retar a unos niños en las canicas... no perdía su habilidad... llegó la tarde y fue al cine, pasaban la primera película de "Superman", comió sus palomitas mientras recordaba como de niño quería volar igual que el super-héroe... la risa no se hizo esperar...

Al salir de la sala ya estaba algo oscuro pero no le preocupaba, no recordaba cual había sido la última vez en que se había divertido tanto... sin prisa por llegar a su casa, fue jugando con una lata de "coca-cola" ... era un buen sustituto de pelota... seguía su juego mientras avanzaba por las grandes sombras de los edificios... la lata se topa en pies de alguien más... algo apenado se encoge en hombros para luego levantar el rostro y mirar al que estaba delante de él...

- Disculpe.-

El tipo portaba un sombrero negro, al igual que una gabardina que tenía el cuello levantado e impedía ver su rostro... sus zapatos eran de charol y brillaban a pesar de la escasa luz... un pie se posó lentamente delante del otro y así comenzó su caminata haciendo sonar el opaco sonido provocado por el taconcillo del zapato.

Milo levantó una de sus cejas al ver a ese sujeto de apariencia extraña, más aun por ese tipo de rumbos...

Detuvo su marcha justo frente al joven de cabellos esponjados... sus ojos se posaron en los de el... le estaban hipnotizando... eran azules, pero era un azul tan frío... el chico no podía despegar sus ojos turquesas... era un efecto adormecedor...

La mano blanca se posó en la cabeza del chico que se había quedado estático y jaló el cabello provocando que la cabeza se inclinara hacia el lado derecho, dejando al descubierto un cuello bronceado y exaltando la artería de manera tentadora... con sus dedos de la mano libre comenzó a acariciar y a delinear la vena y así, lentamente, con ese porte tan seductor, acercó sus labios, pasó su lengua saboreando lo que estaba a punto de cenar y luego, simplemente clavó esos agudos colmillos que entraban como si estuviese mordiendo mantequilla... comenzó a succionar el plasma vital y a degustar su sabor, era una sangre dulce, deliciosa y sumamente tibia... sin duda, la mejor víctima de los últimos años...

- ¿Que sucede ahí?

Se escuchó la voz de una mujer que se acercaba rápidamente... aquel hombre oscuro no pudo terminar su platillo y se vio obligado a desaparecer.

Milo caía al suelo...

Estaba despertando de su adormecer extraño; veía nublado, pero pudo distinguir el asfalto frío en el que estaba depositado... sintió una mano sobre sus hombros, sus ojos aun perturbados se posaron en la chica que lo ayudaba para después caer en un profundo sueño...

-V-

De manera sumamente furiosa llegó al edificio de la sociedad... azotó la puerta para luego tomar lugar en su asiento designado.

- ¿Estás molesto?- Dijo en tono burlesco un hombre de apariencia madura y cabellos azules

La mirada del peli-aguamarina se posó en el que acababa de hablar.

- Veo que si. – replicó al ver la actitud del recién llegado.

- No es de tu incumbencia. – Atajó.

El otro vestía una túnica negra que arrastraba en su andar, además de que las mangas caían sobre sus costados por su enormidad… se levantó de su asiento y caminó alrededor de la mesa que tenía exactamente nueve asientos más, hasta que llegó otra vez junto a Camus.

- Deja de fastidiar... – dijo con voz firme y autoritaria.

- Solo amenizo tu eternidad- volvió a mofarse del peli aguamarina...

- Saga... deberías comportarte como lo que eres. – Mantenía su postura rígida.

- Otra vez con el tema de "sangre pura"... sabes los planes de la "sociedad"... sus políticas, aunque de antemano se que estás unido por conveniencia y no compartes los ideales.

- Aceptar a otros es denigrante, somos superiores, ellos jamás podrán sacar al demonio que realmente somos... ellos existen para morir y ser nuestro alimento, nada más. Aioros no debe seguir con esto...

- Palabras sabias...

Interrumpió una tercera voz, ambos sin inmutarse dirigieron su vista al lugar de cabecera principal...

- Pero a la vez no tan prácticas... mi querido Camus...

El cuerpo envuelto en un elegante traje de corte moderno se hizo presente ante ellos.

- Aioros... sabes lo que pienso, eso no te lo he ocultado. – Se mantenía firme en sus ideales y comentarios.

- Deberás apoyarnos si quieres seguir con nosotros... sabes perfectamente que fuera de aquí, tu existencia es casi imposible... al menos claro, que alguien te invite a su casa y deje que metas tu ataúd... – Quizás su comentario era burlesco, pero tenía algo de razón.

Saga se encaminó hacia su lugar y después de sentarse miró a Camus que parecía carecer de expresión facial, pero que lograba percibir en sus ojos lo molesto que le era el tema...

- "Adaptación"... "modernización"... "nueva era"... palabras que debes agregar a tu amplio vocabulario... Camus, eres un vampiro con historia... se puede decir que unos cientos de años mayor que yo... sabes que cada siglo requiere pequeños sacrificios para nuestra supervivencia. Somos un mito, leyenda, factores que más nos ayudan... podemos disponer de ellos, hacerlos nuestros sirvientes y ¿por que no? Nuestro alimento... – hizo cara pensativo rodando los ojos- Camus... la "sociedad" te necesita... piensa en ello.

En ese justo momento entraron otros ocho hombres, todos vestidos de negro y suma elegancia, fueron ocupando sus respectivos lugares y guardaron silencio para que hablara el líder, un líder que había sido elegido por su linaje y no por su antigüedad, ya que para eso estaba Shion, que era uno de los cabecillas pero que respetaba las decisiones de Aioros.

Otro hombre, de parecido físico a Aioros, tomó su lugar a lado derecho del gran líder... también vestía un traje de corte moderno... 500 años menos que su hermano... apoyaba incondicionalmente a este y hacía su voluntad... pero también era verdad que como "castigador" se le temía, tanto por los Sangre pura, como por los convertidos. Su nombre: Aioria.

Shura, era el que se encargaba de dar la cara con los hombres: manejaba el negocio de antigüedades y otros tantos que mantenía la "Sociedad", esto con el fin de dar justificación al edificio imponente que habitaban.

Death Mask, su puesto era seleccionar el alimento para Aioros y Aioria, así como los posibles candidatos a formar parte del clan de vampiros, el mismo ya había transformado a casi 50 hombres, que después por coraje o diversión, había dado muerte.

Aphrodite.. hombre de belleza extrema, que con sus encantos lograba atraer a infinidad de víctimas... era tan sanguinario, solo comparado con su belleza... el había sido heredero de una gran fortuna que sin duda proporcionó a la sociedad... además era buen administrador y eso ayudaba un poco... disfrutaba despedazar los cuerpos y echárselos a los perros que cuidaba.

Kanon, hermano gemelo de Saga, realmente era el más tranquilo de todos, mataba solo por la necesidad de alimentarse y prefería dar una muerte demasiado placentera a sus víctimas... era seductor de más pues siempre su "cena" es invitado a una romántica velada... es escritor y le pertenece una gran biblioteca ubicada en la parte media del edificio.

Dohko, junto con Shion, ayudan en la toma de decisiones a Aioros, el líder... Dohko es más cerebral en todos los aspectos, nunca actúa por intuición o por impulsos, sabe que hacer o que decir en el momento oportuno y más que nada, el busca la unión de los Sangre pura que quedan en el mundo.

Y por último, Hyoga... el último de los vampiros Sangre pura en nacer... es con el que tiene más comunicación Camus... al chico se le dan todos los gustos, es el consentido por Aioros y le concede cualquier deseo pero dejándole en claro quien es el que manda.

Aioros se puso de pie para dar la bienvenida a todos los Sangre Pura... unos minutos más y con una seña con sus dedos, Aioria se levanta de su lugar y se acerca a Deaht Mask... este pelocorto de cabellos azules cenizos se levanta de su asiento y sale del gran salón para después volver con una chica atada de manos, vendada de los ojos y con el torso desnudo... miradas se posaron en ella, la mujer lloraba y sus sollozos eran apagados por la mordaza.

Con suma facilidad es levantada y recostada en el centro de la mesa por DM... los presentes empiezan a recorrer con sus dedos la piel de la chica que hacía mas evidente su miedo... pensaba que la atacarían sexualmente y eso le asustaba más que cualquier otra cosa.

Camus miraba como todos se la saboreaban, la chica poseía piel blanca y se notaban perfectamente sus venas, tragó saliva, no podía negar que sería un delicioso manjar, pero el no aceptaba los planes de Aioros y comer de ella sería decir un "si".

Los colmillos de los 10 restantes comenzaron a enterrarse en la chica, que lejos de sentir dolor, sentía un gran éxtasis... jadeos salieron de la chica que comenzaba a retorcerse, su muerte fue rápida pues extrajeron hasta la última gota.

- ¿Por que no has bebido, Camus?

Preguntó Aioros mientras limpiaba con un paño la gota de sangre que había escapado de su boca...

- Ya he cenado...- dijo con un deje de molestia.

- Estás frustrado. – repuso Saga mientras le tocaba los hombros. - yo te puedo ayudar en eso.

Camus se puso de pie alejando a Saga y miró sin temor y retadoramente a Aioros.

- ¿Cual es el fin de esta reunión? – Quería terminar rápido con aquella no grata reunión.

- Bien... hablemos claro... he reunido a 50 hombres que serán convertidos mañana... ¿el fin?, el fin es que reúnan información, trabajaran para nosotros y nos dirán que pasa en el mundo... serán nuestro contacto con lo humano. – Explicó serenamente mientras tomaba de nuevo su lugar y veía como Deaht Mask rodaba el cuerpo de la mesa y la dejaba caer al piso.

- Alguien más está convirtiendo a humanos en vampiros... necesitamos saber de quien se trata – Repuso Dohko.

- Pero... haciendo más de esas copias baratas no se soluciona nada, al contrario, ¡estamos contribuyendo a la causa del otro!—Exclamó furioso Camus.

- No hay de que preocuparse, así como se crean, se desechan... será un placer encargarme de ello- Dijo sonriente DM mientras tronaba los dedos de sus manos.

- ¿Acaso no podemos combatir con ellos sin necesidad de falsos vampiros? ¿Se creen tan inútiles?- Camus no tenía ánimos para seguir fingiendo su "apoyo", estaba harto de la estúpida idea de crear "nuevos vampiros".

Todos se levantaron molestos por lo que había dicho Camus, el ambiente estaba tenso, casi querían echársele encima a uno de los más viejos vampiros... Aioros hizo una seña y todos, muy a su pesar, tomaron asiento nuevamente.

- Se que odias a los "no puros"... pero necesitamos un ejército... necesitamos ojos en las calles... ¡necesitamos hacer un imperio!

Comentarios entre murmullos no se hicieron esperar.

- Asi que, dinos Camus... ¿estás con nosotros? – Prosiguió el líder.

El peli-aguamarina miró a cada uno de los Sangre Pura, estaba tan decepcionado de cada uno de los presentes, pero no era tonto, no quería tener a todos en su contra, así que sin más remedio, asintió con la cabeza.

- ¡Bien!- la expresión de Aioros fue sonora y luego dibujó una gran sonrisa.- Como agradecimiento, pide lo que desees.

- Quiero transformar a uno... pero... será intocable... le enseñaré todas las artes posibles, al fin y al cabo, ¿que diferencia habría con ustedes?

Todos miraron fulminantemente al vampiro que seguía rígido en sus expresiones... lo odiaban por sus comentarios y mas de alguno deseaba exponerlo a la luz solar.

- Concedido... tu nos darás aviso de quien se trata... bueno, por decisión unánime... a cada uno se le asignarán grupo de 10 personas y ellas a su vez a 3 cada uno... así nos multiplicaremos rápido... pero recuerden, pongan sus límites, no queremos que todos sean vampiros- lo último fue dicho en tono burlesco.

Todos pasaron a retirarse, Camus fue el último en salir, aun la noche era joven pero ya no tenía humor de hacer más nada... Saga lo esperaba al doblar el pasillo que iban a los aposentos de Camus.

- Camus... ¿de verdad estás aceptando? – Estaba tan incrédulo.

- ¿Te preocupa tanto? – Respondió sin mirarlo.

- Si... tú siempre eres firme en tus decisiones y...

- No soy estúpido... tu mismo lo dijiste, hay que buscar lo que conviene... lo que me conviene... además, pronto serán una plaga y el mismo Aioros tendrá que reconocer quien tenía la razón... cualquier imperio, por más grande que sea, termina cayendo... lo hemos visto a través de los siglos... siempre ha sido así... no veo por que este nuevo imperio vaya a correr con distinta suerte. – Dio por terminada su explicación dejando mudo a Saga.

-V-

Milo abría los ojos nuevamente, era casi medio día, la hora estaba marcada en un reloj digital en la pared de enfrente de donde se encontraba, sabía que no era su casa, lo último que recordaba era que pateaba una lata de una soda... y unos ojos tan fríos... se sentó en la cama y sacudió su cabeza...

- Has despertado... – Una voz titina sonaba cerca de él.

Giró su cabeza a donde provenía la voz, era una chica que tenía dos coletas como peinado.

- Soy Miho- la chica se acercó y estiró su mano para saludarlo - ¿Te sientes mejor?

- ¿Que me ha sucedido?- Preguntó Milo mientras de repente se nublaba su vista.

- Te he salvado- Dijo con cierto orgullo.

- ¿De que?- preguntó extrañado, mas por que no recordaba nada.

- Si, de un vampiro.

La risa de Milo se hizo presente al escuchar tal cosa.

- No es gracioso- Dijo la chica molesta- ¡Has tenido suerte!

- Los vampiros no existen... has leído demasiadas historietas- Repuso Milo, la chica lo jaló de la mano para ponerle de pie y guiarlo hasta frente un espejo.

- ¡Entonces explícame esto!

Milo se quedo sorprendido ante lo que veía... dos pequeños orificios en su cuello, al tocárselos sintió un pequeño dolor... ¿como explicar lo que era eso?

- ¡Deberías agradecerme que te he salvado a tiempo!

El chico siguió observándose al espejo... ¿como creer que existen vampiros?...

- Me voy- dijo intentando abrir la puerta de la salida.

- No puedes... ¡tenemos que ir con Shaka para que te vea la herida! Aun no se si el sol te afecte. – Lo decía muy en serio.

- ¡Estás loca!- Milo no quería creer lo que la chica le decía.

- Dije que no te irás- la chica tironeaba de la camisa al que se quería ir- ¡Debemos ir con Shaka!

- ¡Yo necesito ir con mi madre! Debe estar preocupada puesto no dejé ningún aviso.

Dándose por vencida, la joven lo suelta y quita los múltiples seguros a la puerta, al abrirla agacha su cabeza... Milo no sabía realmente que decir así que simplemente se marchó.

Llegó a casa, aun posaba su mano sobre aquellas pequeñas heridas y pensando en todo lo que la chica de coletas le había dicho, rió al saberse influenciado por el argumento de ella... con la mirada buscó a su madre y al no mirarla en donde generalmente se encontraba en esas horas se dispuso a llamarla.

- ¡Mamá! ¡Ya estoy en casa!...

Subió las escaleras y entró a la habitación que era de ella, ahí la encontró sentada en la orilla de la cama.

- Madre... disculpa por no avisarte... pero es que…

- Se perfectamente lo que ha pasado- Dijo la mujer con lágrimas en los ojos mientras retiraba un pequeño mechón de cabello que cubría el cuello del chico. – Te ha mordido.

Milo se sorprendió un tanto al escuchar a su madre... ¿como se había enterado?

- No se que pasó exactamente- trató de explicarle a la mujer que tenía en frente- Perdí la noción del tiempo y

- Has tenido suerte- acariciaba las pequeñas heridas de su hijo- los vampiros rara vez dejan a alguien que viva para contarlo.

- ¿Vam.. vampiro?- los ojos se le desorbitaron- ¿tu crees en ellos?

- Existen... son pocos... pero existen... lo que me preocupa es que hayan probado tu sangre.- Los ojos preocupados de la mujer no dejaban tranquilo a Milo- creo que ya es tiempo de que sepas tantas cosas hijo...

- Pero dime... ¿como te has enterado? ¿Como es que dices que si existen? ¡La chica que me ayudó habló de lo mismo! Explícame...

- Yo... soy vidente... sabía que esto iba a suceder... tarde o temprano...

- ¿Vi...vidente?... ¡¿de que hablas?

La confusión de Milo se acrecentaba más y más con las palabras de su madre, su cabeza no procesaba esa información de forma adecuada.

- Yo... no soy tu verdadera madre...

La mujer comenzó a llorar y sus sollozos traspasaban los muros, Milo se quedó estático mientras gruesas lágrimas comenzaron a brotar de sus hermosas orbes turquesas...

-V-

El ataúd se abría rápidamente, sentía un malestar tremendo... esa sangre que había bebido... esa sangre era la responsable, aunque su sabor fuera tan dulce tenía algo más que la hacía dañina... se levantó de improvisto, aunque ya fuese tarde, aun no oscurecía en su totalidad... sin más remedio, con suma dificultad, caminando por la orilla de los pasillos y recargándose cada instante en los muros, un dolor bastante intenso, uno que no podía controlar y que a pesar de estar muerto desde su nacimiento, jamás había sentido.

Llegó al fin hasta donde se encontraba Shion; él le ayudaría, o al menos tenía la esperanza... Shion era más viejo que el y sabía de medicina y alquimia... sin pensarlo empujó la puerta y se encontró con un majestuoso ataúd de cedro, tan viejo y a la vez tan cuidado por su dueño...

- ¡Shion!- exhaló un grito lamentero, más que una llamada- ¡Shion!

El otro algo aturdido por esa exclamación, no dudó en abrir su ataúd y ver lo que sucedía, se encontró con la imagen de un Camus arrodillado, apoyando su peso en sus brazos y con la cabeza gacha y una mueca de dolor jamás vista en su rostro.

Se acerca al vampiro dueño de ojos tan azules y fríos e intentó enderezarlo, el otro no podía moverse, el dolor le engarrotaba el cuerpo.

- Dime, ¿que sientes?

- ¡Dolor! ¡Mucho dolor!

Al terminar de decir eso, una tos empezó a hacer eco en la habitación. Shion realmente no sabía que sucedía, no era lógico, hasta sangre de un drogadicto podían consumir sin tener efectos secundarios avasalladores... Camus comenzó a vomitar sangre, no gotas, parecía un chorro inmenso... la tez blanca del vampiro de Sangre pura se volvía morada incrementándose a medida que expulsaba sangre.

- ¡Diablos! – Exclamó el peli verde ante tal escena.

Shion se levantó del suelo al ver que con tanta sangre expulsada de la boca de Camus comenzaba a formarse un charco que iba incrementado con suma rapidez... recorrió su ataúd lo más lejos posible mientras después se dedicó a observar al otro seguir expulsando sangre, su sorpresa no dejaba de aumentar, jamás ante sus ojos había sucedido algo parecido.

- ¡Camus!

Sin saber que hacer, sin duda fue por Aioros y al regresar a la habitación de Shion se encontraron con sangre que ya salía de aquel cuarto... sin importarle eso, Aioros se introduce y levanta a Camus... un aroma diferente llegó a su nariz, esa sangre no era normal.

El vampiro no podía estar más morado y con cada una de las venas marcadas en su rostro, cuando Aioros lo abrazó quiso contener el vomito, pero fue inútil, bañó al líder por completo... era algo que no podía controlar, nada antes había estado fuera de sus manos, pero esta vez era imposible poder hacer algo por sí mismo.

Lo llevaron de inmediato a un cuarto especial y lo recostaron en una camilla, el vomito de sangre había terminado pero aun se veía con ese color en su piel y con todas las venas trasparentándose a la vez que se veía más delgado.

Todos los pura sangre estaban con él, Hyoga en especial se acercaba y le tomaba la mano... podría decirse que Camus era su sensei y le apreciaba demasiado.

Shion tomaba muestra de la sangre expulsada en gran cantidad por Camus, debía analizarla y saber realmente que era lo que había sucedido.

Pasaron las horas, tuvieron que abandonarle pues pronto amanecería... Camus abrió los ojos... la luz lo molestaba de sobremanera... a un inicio no se percató de ella, más bien dicho, no le dio tanta importancia... aun estaba aturdido por lo que le había pasado... luego, la luz cubrió una de sus piernas.

Rápidamente se engarruña todo para protegerse, la luz estaba inundando la habitación, no era cualquier luz, ¡era luz solar! Alarmado no encontraba escapatoria... por primera vez sintió el miedo a flor de piel... ¿por que lo habían abandonado los de su raza?

¡!

Saga a toda prisa había subido los escalones, se cuidaba de la luz y se andaba por las orillas, por fin había llegado a la habitación donde habían abandonado a Camus, empuja la puerta encontrándose con casi todo el lugar invadido por la luz solar, era lo único que podía matarlos, era el precio de la inmortalidad.

- Camus, ¡te sacaré!- exclamó mientras intentaba adentrarse al lugar- ¡No te desesperes!

Al tocar un rayo de luz su mano, comenzó a desprenderse la piel en forma de carbón... de forma automática retrocedió asustado... dolía demasiado... pero con sorpresa miró a Camus con la luz totalmente sobre él y que seguía entero... sin quemadura alguna...

- Ca... mus... – dijo en un susurro.

Al abrir el otro los ojos se percató que nada le estaba pasando... aun con temor, comenzó a atravesar la habitación hasta llegar junto a Saga.

- Increíble...

Volvió a girarse para adentrarse nuevamente a la habitación.

- ¿Estás loco?- le reprochó Saga mientras le detenía de una mano.- ¡Fue solo suerte!

Camus hizo caso omiso y se adentró nuevamente, paseaba sus manos en la luz observando su inmunidad... dibujando una sonrisa única jamás vista en él... se acercó a la ventana, y después, por primera vez en su vida... contemplaba un amanecer... el azul claro del cielo, las nubes blancas que lo adornaban... miró el verde del bosque que estaba a lo lejos... se dio cuenta que el mundo se veía tan diferente de día... miró a la gente transitar, miró a los perros y gatos de la ciudad... no tenía respuesta para explicar lo que le estaba ocurriendo, solo sabía que era el mejor regalo que un inmortal puede tener... tan valioso como todo el oro del mundo reunido.

Saga seguía cata tónico... parpadeaba sin cesar, aquello que presenciaban sus ojos no era propio de uno de su especie.

- Camus... tú... ¡estás en la luz!

Luego lanzó un grito, un rayo había tocado su pie y comenzaba a quemarse, el lugar se estaba rasando de sol, cosa que para el significaba la muerte... Camus se percató de ello y corrió a proteger con su cuerpo aquel vampiro que tantas veces le había molestado... lo encaminó hasta su féretro y ahí lo depositó...