Fanfic participante en el Reto mensual de la página "Retos Randoms de randoms fandoms" de Facebook: "Hanahaki disease"

¡Espero les guste!

Advertencias: Spoilers de la 2a temporada de K Project "Return of Kings" y el manga "Dream of Green"


Pasaban de las tres de madrugada y para Yukari era imposible conciliar el sueño.

¿La razón?

Hanahaki. Una extraña enfermedad que sólo alcanzaba a aquellos cuyo amor verdadero, ese que sólo se tiene una vez en la vida, no era correspondido.

¿Qué podría ser peor que un corazón roto?

Tal vez, morir de amor.

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El espadachín tomó el pañuelo de tela color borgoña que se encontraba debajo de su almohada. Cubrió su boca con brusquedad antes de que un doloroso ataque de tos hiciera acto de presencia. Intentaba por todos los medios el ahogar su voz contra sus manos, que presionaban torpemente sus labios. Sentía el sabor metálico de su propia sangre dentro de su boca, así como una molesta sensación que le recorría desde el estómago, pasando por su pecho y terminando en su garganta.

Dolía.

Dolía demasiado.

Una vez sintió que respirar era más sencillo, retiró, aún con leves espasmos, el pañuelo de sus labios. Sobre él, se encontraban diminutos pétalos morados, bañados de un alarmante rojo; indicándole que su condición empeoraba con cada día que pasaba. No era la primera vez que veía aquellos pétalos, pero no fue hasta ese momento que pudo reconocer a qué especie de flores pertenecían. Había un campo, cercano a donde vivía con Miwa Ichiguen y el pequeño Kuro, lleno de ellas.

Myosotis. —Sonrió con ironía.

¿Qué tan cruel podía ser aquella enfermedad? ¿Acaso no bastaba con quitarle el sueño y el aliento cuando le pegaba en gana?

Yukari se puso de pie una vez se decidió y emprendió paso hacia el cuarto de baño. Al mirarse al espejo, inspeccionó su aspecto a detalle: desde su enmarañado cabello, pasando las apenas perceptibles ojeras bajo sus ojos, el cansancio que éstos transmitían, sus resecos labios y las manchas de sangre que aún seguían en la comisura de sus labios.

No era hermoso en absoluto.

Con un trozo de papel, retiró los pétalos ensangrentados que ocultó en los dobleces de su pañuelo, arrojándolos al cesto de basura. Tomó un poco de jabón y humedeció aquel pañuelo, comenzando a tallarlo para sacarle la sangre antes de que se secara por completo. Una vez dio por terminada su tarea, exprimió el trozo de tela y lo metió en el bolsillo del pantalón de su pijama.

Aprovechó el agua corriente y lavó su rostro, buscando un poco de frescura y alivio en ella.

Suspiró con pesadez al tiempo que llevaba su mano a la altura de su corazón.

¿Realmente había algo creciendo ahí dentro?

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—¡Buenos días, Nagare-chan!

El Rey Verde sonrió educadamente ante el saludo de su clansman. Sintiéndose incómodo con su inusual andar.

—¿No usarás tu silla, Nagare?—Preguntó Iwafune, sabiendo lo difícil que debía ser para él poder acostumbrarse a caminar.

—Estaré bien, Iwa-san—respondió con seguridad—. Iré donde la Slate por un momento.

—Pronto estará el desayuno, procura no tardar mucho.

—¿Acaso eso a tu lado es una cerveza, Iwa-san?—Le cuestionó Yukari, sin reprender el tono ligeramente molesto de su voz.

—¡Es la primera del día!—Canturreó, sin importarle la mirada de desaprobación que recibía por parte del espadachín.

—Acompañaré a Nagare-chan.

El Rey esbozó una discreta sonrisa ante la escena y, con una mirada, aceptó la compañía de Yukari.

Ambos emprendieron camino hacia donde se encontraba la Slate.

—Parece que Sukuna-chan y Saruhiko-chan siguen dormidos.

—Yukari, quiero que vigiles a Saruhiko.

—¿Mh? ¿Acaso hizo algo malo?

—No haremos nada mientras no nos dé motivo. Aún sigue siendo de los nuestros, es por mera precaución.

—Entendido, Milord.

El mayor aplaudió internamente la perspicacia de Nagare. Mentiría al decir que ninguno de ellos pensaba que Saruhiko planeaba algo en su contra. Aunque pareciera difícil de creer, se había metido en la boca del lobo ¿no es así?

Unos metros más adelante, ambos se encontraron justo enfrente de la Dresden Slate. No podían negar que seguía siendo un espectáculo el verla tan cerca y a merced de la voluntad del Rey Verde.

Era una vista maravillosa.

—Cada vez estamos más cerca de alcanzar tu sueño, Nagare-chan.

—Es correcto, Yukari. Aprecio su valiosa ayuda, hemos llegado hasta aquí gracias al esfuerzo de todos. —Sus palabras estaban cargadas de sinceridad, al igual que la expresión de gratitud que mostraba su rostro.

—¿Estás feliz ahora?

—Lo estoy.

Yukari se acercó a su Rey, rodeándolo con ambos brazos sobre sus hombros. Nagare permaneció quieto y en silencio, disfrutando de la calidez que le era transmitida a través de aquel abrazo; era una sensación agradable.

Yukari sonrió al notar que Nagare se había apoyado ligeramente contra su pecho. Podía percibir el perfume de su cabello a la perfección…

—Te quiero, Nagare-chan.

—Lo sé—respondió en automático.

Yukari jamás había ocultado sus sentimientos desde que se percató de ellos, y de qué tan profundos eran. ¿Qué se le podía hacer? Tenía claro que su querido Rey no se sentía de la misma manera, ni siquiera al demostrarle directamente cuánto lo amaba. Los pétalos que seguían asediándolo cada noche, cada vez con más frecuencia, eran prueba irrefutable de ello.

—Yukari… ¿Estoy siendo injusto contigo?

La pregunta tomó por sorpresa al mayor, quien aflojó un poco su agarre para permitir que Nagare le mirara de frente.

—¿Debería hacer algo para agradecerte?

Yukari sintió aquella inocente mirada como si un rayo le atravesara el pecho.

—Sólo déjame quererte.

El Rey le miró confundido, preguntándose a qué se refería exactamente; para su buena —o mala— suerte, Yukari le mostró la manera de hacerlo.

Un beso, apenas un suave roce de sus labios.

No podía aprovecharse de él más de lo que ya estaba haciendo ¿cierto?

—Justo así, Nagare-chan.

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—Sukuna, si la puerta es abierta, puedes encargarte de remover a Saruhiko como miembro de JUNGLE.

—¡Entendido, Nagare!

El pequeño salió corriendo en dirección a la sala de control, convencido de que terminaría por saldar cuentas con ese traidor.

Iwafune ya se había dirigido a la plataforma para enfrentar al Rey Azul en caso de que no pudiera persuadir de quedarse en JUNGLE a su joven clansman.

Nagare mantenía una expresión de confianza absoluta. Bien podría decirse que le divertía toda la situación: tener a tres clanes peleando en su contra y al mismo tiempo ¿acaso no hablaba de la inmensidad de poder que estaba involucrado?

—Yukari, quiero que vigiles el nivel anterior a éste. En caso de que los otros clanes lleguen a penetrar en la construcción, serás la última defensa.

—Con todo gusto, Milord.

El mayor mantuvo la compostura al sentir una molesta punzada en su pecho; a esas alturas, era difícil distinguir entre un mal presentimiento y esa cosa creciendo dentro de él.

—¿Sucede algo?

Yukari negó con la cabeza.

—Sólo quiero estar un poco más a lado de Nagare-chan.

Para su sorpresa, el Rey Verde se aproximó a él. Los rayos que emanaban de su cuerpo le indicaban que Nagare comenzaba a liberar su poder sin restricción alguna.

—Yukari—le llamó con firmeza una vez se encontró frente a él— ¿qué diferencia hay entre tu querer y el mío?

Yukari cambió su expresión a un semblante serio, preguntándose la razón por la que su Rey sacaría el tema en un momento como ese.

—Estoy seguro de que ambos queremos a Iwa-san y Sukuna-chan de la misma manera. Aunque Iwa-san esté borracho la mayoría del tiempo, siempre se ha hecho cargo de prepararnos nuestra comida favorita y mantener limpio el lugar; Sukuna-chan es lo más cercano a un hermanito, siempre riñendo porque no lo traten como a un niño a pesar de que aún lo sea, e intentando llamar la atención de la persona que más admira.

Hizo una breve pausa, buscando las palabras correctas para seguir con su explicación.

—No puedo imaginarme la forma en la que me quieres, Nagare-chan. Podría decir que ni siquiera quiero hacerlo, simplemente sé que no es la misma que la mía.

»La forma en que te quiero me hace desear que tengas todo lo que te haga feliz. Todo el tiempo me pregunto qué estará pasando por tu mente, qué es lo que la ocupa tanto como para tenerte despierto toda la noche. Adoro ver tu sonrisa cuando hacemos tonterías antes de la cena y lo contento que luces cuando comes algo dulce.

»Tal vez la mejor forma de describirlo es… que la forma en que te quiero puede doler mucho, Nagare-chan.

El líder de JUNGLE lo observó con atención durante su explicación, intentando comprender la razón por la que Yukari le expresaba cuánto lo quería y lo importante que era para él cuando se encontraban a solas. No sabía por qué el mayor parecía tan feliz al besarlo, cuando era obvio que Nagare no tenía idea de lo que estaba haciendo en esos momentos.

Sin embargo, su mayor duda era aquella que surgió al notar a Yukari en uno de los vídeos de vigilancia del edificio; él se encontraba recargado contra uno de los tantos pilares, cubriendo su boca con ambas manos, como si evitara el ser escuchado. Le vio encorvarse de repente, parecía que no soportaría su propio peso por mucho tiempo; entonces, un sentimiento desconocido invadió su pecho. Podía sentir la energía que se dispersaba desde el agujero en su pecho hasta cada rincón de su cuerpo, pero había otra cosa, una sensación abstracta que no alcanzó a identificar.

—Yukari…

—Está bien, Nagare-chan—lo interrumpió, pensando que probablemente estaba poniendo a su Rey en aprietos al tratar de explicarle sentimientos tan ajenos a él.

Entonces se escuchó una gran explosión y, a los pocos segundos, una pantalla holográfica apareció entre ambos, mostrando que la construcción había sido invadida.

—Parece que es hora de irme.

Nagare retiró la vista de la pantalla frente a él para mirar a Yukari, quien se acercaba a él con una sonrisa difícil de descifrar. Contuvo la respiración cuando el mayor sostuvo su rostro entre sus manos, había algo que se sentía diferente a las ocasiones anteriores, los ojos de Yukari se veían cristalinos y la caricia que le dedicaba era mucho más suave que de costumbre.

—Daré todo de mí para que tu sueño se cumpla, te lo prometo.

Contrario a lo que el mayor pudo esperar, Nagare posó sus manos sobre las suyas y le sonrió, agradecido por sus palabras.

Eso es tan injusto—pensó Yukari, completamente derrotado.

Sin poder contenerse más, se inclinó lo suficiente para poder alcanzar sus labios. Sonrió al sentir un inesperado cosquilleo, debido quizá a toda la energía que el Rey Verde emanaba. Lo que no esperaba fue que, en busca de un mayor contacto, Nagare rodeara su cuello con ambos brazos.

Podría morir de lo feliz que me siento ahora mismo—bromeó para sí mismo, a sabiendas de que bien podría morir a manos de su querido Kuroh o vivir lo suficiente para hacerlo por la persona que más había amado en toda su vida.