NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.

HOLA DE NUEVO.

EN ESTE VIAJE LOS LLEVARÉ A UNA HISTORIA DIFERENTE, CON AVENTURAS, CONFLICTOS ROMANCE… UNA HISTORIA MUY DESDE EL FONDO DE MI IMAGINACIÓN. NO ES LA PRIMERA DE ESTE GÉNERO NI SERÁ LA ÚLTIMA, PERO ESPERO QUE SEA UNA DE LAS MÁS ENTRETENIDAS.

ABRAZO ENORME.

Capitulo 1

Sus piernas, torso y cuerpo se encontraban con las afiladas rocas del suelo del campo de batalla.

Su cabeza gacha y el sudor goteando de su nariz, Sesshomaru Taisho sentía por primera vez en su vida, cansancio y dolor.

Danaka arremetía como una bestia furibunda contra los dragones que escupían juego y youki.

Inuyasha era despedido hacia atrás por la gran explosión de miasma. Kouga Ookami, del Norte asaltaba las hordas con su Goraishii, asistido en sus flancos por su manada de lobos implacables, avanzaban como un torrente desbocado hacia el frente donde peleaban el general Tora y el Leopardo de las nieves, que dejaban sus garras y su sangre para defender la tierra del clan Inu. Fieros aliados de su abuelo y su padre antes que de él. Los felinos, peleaban con una saña jamás vista antes. Si tan sólo el Este se uniera, si ellos lo hicieran, la victoria estaría asegurada.

Necesitaban del Clan Higurashi.

Un poco de Historia…

Siglos atrás, los dragones usurparon el trono del Sur erradicando a los felinos de sus tierras.

Ryukotsussei asesinó al Señor austral y sus herederos, echando fuera a todo el clan felino, que se refugió en tierras de los Inu, protegidos por el Señor del Oeste Taisho Touga, también conocido como Inu No Taisho. El Daiyoukai más fuerte y poderoso conocido hasta ese entonces.

El general perro era muy reconocido por ser un Daiyoukai justo y honorable, acogió a los neko en sus tierras y entrenó a sus soldados, especialmente a un poderoso youkai Tora, Danaka Akira, a quien nombrara su general, y al joven hijo del asesinado Señor del Sur un leopardo de las nieves, Kleinez Hyò.

Transcurrido el tiempo, Ryukotsussei junto con su hijo Kokuryu y su nieto Hanyou Onigumo Náraku, intentaron arrebatarle el Este al clan de los sagrados, debido a las riquezas, el manejo del reiki como arma poderosísima y efectiva contra los enemigos demonios, si controlaba a los sagrados produciría mestizos poderosos y evitaría sus ataques también y el fabuloso puerto que le abriría las puertas al mundo moderno, pero el clan de humanos sagrados, con el muy poderoso monje Higurashi Hiten a la cabeza, se defendió furiosamente diezmando el ejército traidor, además, Hiten solicitó la ayuda de los Inu Occidentales, Touga de inmediato respondió socorriendo y apoyando a Higurashi, para juntos derrotar al dragón maldito muriendo Ryukotsussei en la reyerta.

Inu No Taisho había logrado detener al maligno Dragón matándolo clavando una katana entre sus ojos y otra en su corazón. Hiten les había infundido reiki a ambas katanas. La muerte del Ryu había sido espantosa e inmediata. El pánico se había instalado en los soldados sureños y comenzaron a replegarse y huir. Kokuryu y Náraku les enviaron a los aliados olas de youki para poder escapar con vida.

La guerra se terminó de inmediato, los dragones se retiraron y no regresaron más, hasta ahora…

La ambición y la sed de venganza habían alimentado la furia del nuevo Señor del Sur Kokuryu, asistido por su sobrino y mano derecha su ahora General Onigumo. Juntos planificaron una guerra arrasadora para desterrar de la faz de la tierra al clan Inu y a todos los que se aliaran con ellos.

Náraku estaba celoso de su tío, lo asistía para algún día asesinarlo y quedarse con todo. Su madre la princesa dragón era la primogénita de Ryukotsussei, pero al ser hembra, no podía heredar poder, además se emparejó con un poderoso brujo muy respetado por los Ryu, pero humano, lo cual había sido una decepción para su malvado padre que tomó la decisión de heredarle todos sus poderes y derechos a Kokuryu. De esa unión, había nacido Náraku.

Onigumo como era su apellido criaba con rudeza y exigencia a su hijo esperando que se le reconociera cono príncipe heredero algún día. Pero viendo el poder que su pequeño sobrino demostraba tener y que Ruykotsussei había comenzado a ver con buenos ojos al humano, temiendo perder el poder, secretamente, Kokuryu lo mandó asesinar y con él a su hermana, quedando Náraku solo para ser criado por los dragones. Al ser mestizo, hanyou de nacimiento, Onigumo Náraku tuvo que soportar un sinfín de discriminaciones y maltrato. Pero aquello solo alimentaba su maldad que crecía junto con él. La sangre Ryu mezclada con la negra alma del hechicero le dieron forma a la criatura más maligna que existió jamás. Náraku había decidido tomar todo lo que le pertenecía por ley, cuando el momento llegara, mientras tanto, dejaría que su tío se hiciera con más riquezas, más tierras y más de todo, igual ese todo, pasaría a pertenecerle a él y pronto.

Todo ese odio latía en el Sur arrastrando a su Señor y a Náraku a codiciar las tierras Occidentales y erradicar al clan Inu.

La excusa para declarar la guerra: el asesinato de Ryukotsussei, destinatario: el clan Taisho y todos sus aliados. Y así fue que de nuevo estaban en guerra con el clan Ryu.

Touga Taisho tenía dos hijos. Su primogénito Taisho Sesshomaru Inu youkai pura sangre, hijo de una princesa Inu de la casa celestial, llamada Irasue y su segundo hijo Taisho Inuyasha, hijo de una princesa Humana llamada Izayoi.

Inu No Taisho había entrenado a su primogénito junto a Danaka, de manera intensiva y completa, exigiéndole al máximo hasta verlo desfallecer. Preparado en todas las artes de la guerra el joven Daiyoukai era mortalmente perfecto en su desempeño con cualquier arma o cualquier situación, aunque de pelear con sus propias garras se tratase. En la mayoría de sus batallas lo había llevado con él. Touga sabía que tenía innumerables enemigos y temía que algo le sucediera y algún día su hijo tuviera que hacerse cargo del Oeste siendo demasiado joven, deseaba que nadie pudiera vencerlo y así lo entrenó, Taisho Sesshomaru era puro poder y peligrosidad. Daiyoukai espeluznante. Se había ganado el temor y el respeto de los humanos y toda la Nación Youkai.

Inuyasha era aún demasiado joven para entrenarlo con la dureza que utilizó con Sesshomaru, aunque el jovencito era hanyou, su poder brotaba a su alrededor enorgulleciendo a su padre y hermano, pero, aún poderoso como parecía que sería, todavía no lo era. Así transcurrieron algunos años y de nuevo Kokuryu y Náraku, esta vez aliándose con el general humano Takemaru, ex prometido de la esposa de Touga, tendieron una emboscada al general perro, emisarios ayudados por poderes oscuros de brujería de Náraku, lograron secuestrar a la princesa humana ya su hijo, para lo que el Oeste se vistió de guerra una vez más y solicitando la asistencia del clan sagrado concurrieron a las tierras de Sur a rescatar a su familia, esta vez el Hijo de Hiten, Higurashi Ken peleaba en lugar de su padre. Ken y Touga eran amigos entrañables, rápidamente había concurrido a secundar al Oeste y rescatar a la esposa de Touga y su pequeño hijo. Los astutos dragones valiéndose de youki envenenado por sacerdotes negros, lograron sofocar al ejército aliado consiguiendo asesinar a Inu no Taisho y junto con él, cayeron Ken y la madre de Inuyasha Izayoi. Taisho entretuvo a la avanzada Ryu y contuvo a Takemaru. La princesa corrió en medio del ataque despiadado para entregar su hijo en brazos del general tigre cuando una ola de youki la alcanzó, el monje Higurashi la envolvió con su reiki pero una lanza enemiga imbuida en youki corrupto atravesó a los dos juntos matándolos instantáneamente.

Danaka, Sesshomaru y los sobrevivientes escaparon con el pequeño Inuyasha y un ejército muy malherido.

Pero lograron escapar. La madre de Sesshomaru tomó la decisión de bajar del palacio de los cielos nombrar a su hijo heredero de la casa de la Luna y Señor absoluto de la casa cardinal del Oeste.

Redactó pactos de trabajo en conjunto con el Clan Ookami del Norte, el clan de humanos sagrados del Este, el Clan de felinos y el Oeste.

Con los años esos pactos ayudaron al Oeste a prosperar y crecer.

Y con él a Japón.

Entre los diversos acuerdos se encontraba un rollo muy antiguo, un pacto sagrado de Hiten con Inu No Taisho. Un pacto ancestral que permanecía lacrado y guardado en una especie de vitrina de mármol, junto a las esculturas en piedra luna del general perro, su esposa y del monje Higurashi muertos en batalla.

En el Este, un altar semejante era venerado en el salón real del Palacio de las Almas.

De nuevo en el campo de batalla…

Sesshomaru era una bestia enfurecida.

El dominio de sus katanas. Sus cortes, mandobles y sus ataques eran horrorosos para los enemigos. Garras, látigo de veneno, golpes, mordidas y explosiones de youki. Los dragones aterrados intentaban resistir sus ataques. Hasta sus aliados se admiraban de su fortaleza y peligrosidad.

Destajaba a diestra y siniestra a cualquiera que se cruzara en su camino y tuviese los colores del Sur en su armadura. Los sureños aliados llevaban los colores del Oeste en sus atuendos.

Los soldados aliados peleaban de manera ordenada, con disciplina y perfección. Siempre en grupo y cada uno de ellos era de una ferocidad extraordinaria.

El ejército del Sur era diezmado y destruido, hasta sus pedazos eran eliminados con Bakussaiga provocando el terror y la retirada de sus soldados. Huyendo como una manada de animales descarriados corrían en diferentes direcciones. Corrían desesperados, corrían por salvar sus vidas.

Reuniéndose en el pie del monte Fuji el clan Ryu se reagrupaba. Estaban muy disminuidos por la defensa de los aliados. Mejor sería retirarse, volver a agruparse y arremeter en unos días más. Después de todo, esa estrategia, había funcionado en los anteriores enfrentamientos.

-"RETIRADAAAAA!"

-"Oi! Regresen hijos de puta! Náraku! Bastardo vuelve y enfréntame!"

-"Ya déjalos aliento de perro, regresarán más tarde"

-"Malditos bastardos!"

Escupiendo sangre en la tierra, Inuyasha y el Señor del Norte Kouga Ookami se ayudaban a caminar y regresar al campamento.

Sesshomaru estaba de pie en la montaña viendo la retirada cobarde de los dragones traidores y otros youkai aliados al Señor usurpador del Sur. Con los restos de sus mangas quitaba la sangre de las comisuras de su boca.

Sus ojos se alimentaban de una visión espantosa y desgarradora. La batalla más sangrienta de los últimos doscientos años desde la muerte de Inu No Taisho.

El saldo era, un terreno destrozado y derruido, sembrado de cadáveres y trozos de youkai y miembros cercenados desparramados por todo el lugar.

Inuyasha se acercaba a él desde atrás, en su mano derecha una cabeza de youkai tipo humano sosteniéndolo de los cabellos.

-"Oi! Sesshomaru! No te es familiar este bastardo?"

Girando a verlo sostuvo fuertemente el impulso de abofetear al mestizo por su desagradable demostración de indiferencia ante la muerte.

-"Es Hakudoshi, primo de Onigumo"

-"Keh! Ya se me hacía familiar!"

Dejando caer el cráneo, lo empujó para que rodase hacia abajo

Susurrando maldiciones

-"Púdrete, maldito traidor!"

Sesshomaru observaba realizando un paneo general. En sus dos flancos los felinos del Sur que permanecían leales a él, Lord Kleinez, hijo del Lord Cardinal asesinado, y su primo de general Danaka, mano derecha del Señor del Oeste y miembro de la casa real. Sus miradas eran de fuego. En ellas ardían las llamas de la Justicia. Lucharían hasta las últimas consecuencias para recuperar sus tierras y el honor del Clan Neko del Sur.

Inuyasha escupía sangre nuevamente recorriendo con la lengua el tajo en su labio y limpiaba la Tessaiga en la pierna de su hakama. Sesshomaru como gran estratega que era analizaba la situación.

-"Tardarán algunos días en reagruparse y regresar"

-"Eso le dará tiempo al Este a responder"

-"Hn…Tal vez"

-"No tienes confianza en el clan sagrado?"

-"Tengo confianza en mí, y eso es suficiente"

-"Hiten Sama, fue siempre aliado de padre, en las buenas y en las malas…Tal vez Higurashi, ha tenido algún contratiempo, pero padre confiaba ciegamente en él.

-"Hn."

Otro poco de Historia…

En el Este el clan de los sagrados como se conocía, estaba liderado por Higurashi Hiten quien había tenido tres hijos, dos hijas y un hijo.

La mayor de las hijas de Hiten, Kyoko, se había casado con un monje budista de apellido Houshi, sagrado muy poderoso con quien tuvo dos hijos, Miroku y Kikyo.

La otra hija, Keiko, se había casado con el jefe del clan de exterminadores Shako, y había tenido dos hijos una hija Sango y un hijo, Kohaku.

El hijo varón de Hiten llamado Higurashi Ken, se había casado con una Miko de pura casta Noriko Watanabe, ellos tuvieron gemelos un varón y una mujer, Souta y Kagome.

Hiten siguiendo la tradición, había cedido su trono a su hijo varón Higurashi Ken. Ken batalló junto a Touga Taisho en la guerra anterior contra el clan Ryu. Ambos eran amigos y aliados incondicionales, pero desafortunadamente los dos perdieron la vida a manos de los dragones. En esa oportunidad, el anciano debió permanecer en el Este protegiendo a sus hijas y nietos, ya que eran todos muy jóvenes, enviando solo a Ken con un numeroso ejército a asistir al Oeste.

Pero el clan Dragón pudo más. El regreso de las tropas diezmadas cargando el cuerpo sin vida del poderoso monje, rompió el corazón de todos. Touga y su mujer, también habían perecido.

Poderosos como eran, los sagrados necesitaban aprender las artes de la guerra, y nadie mejor para enseñarles que el poderoso ejército del Oeste.

El Este enviaba a sus jóvenes a entrenar al Oeste y a cambio les enseñaba acerca del reiki. Cuando cumplieron los doce años sus nietos, cada otoño viajaban a la casa de la luna a entrenar hasta la primavera. Sango Y Kóhaku, Miroku y Kikyo, Kagome y Souta… Entrenaban fuertemente con los generales Youkai de Sesshomaru. Ante la vista atenta de Inuyasha, Danaka y Kleinez, a veces junto al Lord del Norte y algunos lobos. Aprendían el arte de la guerra y los youkai aprendían las energías sagradas. Pero cuando los gemelos cumplieron los quince años debieron permanecer en el Este, mientras sus primos continuaron viajando.

Hiten al verse anciano, se sintió incapaz de gobernar sólo, estaba amargado y derrotado por la pérdida de su hijo, por lo que nombró a su nieto Higurashi Souta heredero regente del Este. Con eso, se dedicó a enseñar a los jóvenes de su clan a utilizar sus poderes sagrados, también para la batalla.

Siglos atrás había firmado un pacto con Taisho, irrompible, con sangre, eterno…

El dolor ante la muerte, esta vez, lo llevó a reafirmar su juramento frente a las tumbas del General perro y de su hijo: permanecer siempre fiel al Oeste y a los herederos de Taisho Touga, Inu Daiyoukai.

Actualmente, Kagome y Souta estaban casi en los diecisiete años, edad más que suficiente para ella de internarse en el monte Hakurei y comenzar su preparación para ser suma sacerdotisa, o casarse y tener hijos; y para él, de gobernar representando al Este como Señor y comenzar una familia produciendo un heredero.

Cada año los jóvenes repetían el esquema, pero los gemelos comenzaron a permanecer en el Este. El joven monje comenzó su preparación para cumplir con los deberes de gobierno y el intenso entrenamiento para utilizar reiki. Su carácter afable y firme daba mucha seguridad a sus súbditos, sus habilidades en la lucha eran muy conocidas, Higurashi Souta era sin dudas, un gran Señor Cardinal.

Kagome debió adquirir el suficiente control sobre el poder que comenzaba a demostrar. La joven Miko mostraba y cada vez más una energía sagrada intensa profunda y bastante desbocada, una potencia increíble, comparable con la de Midoriko. Sus entrenamientos eran intensos y extremos. El poder de Kagome no podía ser tomado a la ligera, para peor, contaba con un carácter de los mil demonios y eso le jugaba en contra, con semejante poder, si ella continuaba viajando y conviviendo con los youkai Occidentales, y tenía una de "SUS" reacciones ante algún problema o alguna broma de mal gusto…Sería catastrófico. Hiten no se arriesgaría a dañar a ninguno de sus aliados youkai, especialmente cuidaría y protegería la alianza con los hijos de Touga.

La alianza entre las Casas Cardinales del Este y el Oeste se afianzaba, todos se conocían y compartían acción, almuerzos, diversiones y demás. Cuando los meses de entrenamiento llegaban, el Oeste se llenaba de visitantes, mayormente humanos sagrados. En cuatro años Sesshomaru apenas había compartido con los sagrados un par de revistas a las tropas y algunas cenas, Inuyasha era mucho más accesible y divertido, y compartía todas las actividades con los Orientales, las jóvenes nietas de Hiten adoraban al mestizo, Kagome y él se habían vuelto inseparables. Entrenando, luchando, tonteando, ambos forjaron una amistad única. Solo que para Kagome amistad era una palabra demasiado pequeña…

Sango se notaba interesada en su primo hermano Miroku Houshi Higurashi, Kóhaku solía interactuar con Rin, la protegida e hija adoptiva de Sesshomaru, mientras que Kikyo se mantenía silenciosa y recatada.

Luego de que Kagome y Souta, comenzaron sus permanencias en el Este, las circunstancias llevaron a Inuyasha y Kikyo a acercarse, compartir mucho tiempo, a enamorarse y comenzar una relación. El romance no se había dado rápidamente, pero luego de varios meses de interacción, la atracción entre ellos se hizo innegable, para pena y tristeza de Kagome que desde pequeña había puesto sus ojos y su corazón en el mestizo de Occidente. Siendo amigos por años, soñando despierta con su amor no correspondido, un cierto día todo cambió su rumbo.

Kikyo, se veía mayor que Kagome, lo era por solo unos meses, pero sus rostros se diferenciaban bastante.

La mayor tenía rasgos de mujer adulta, Kagome aún un rostro aniñado que le daba cierto toque de dulzura. Inuyasha siempre había querido mucho a Kagome, pero sus sentimientos de macho habían encontrado en la otra sacerdotisa el foco de sus atenciones.

Kagome luego de aquello se había enfocado ciento por ciento en sus entrenamientos como Miko y guerrera. Ocupar su mente en ello para alejarse de la tristeza la había convertido en un arma absolutamente letal. Hiten le repetía que no iba a necesitar tanto entrenamiento, si las sacerdotisas no luchaban, pero ella no escuchaba.

Su carácter afable y su ternura no le permitían darse cuenta de ello. Pero en sus entrenamientos y performances de batalla en el dojo general, paralizaba a los soldados que la veían desenvolverse como una ángel, un ángel hermoso… un ángel mortal.

Su familia se enorgullecía de su poder y habilidad, la única sagrada que alguna vez demostró cierta capacidad semejante había sido su ancestro la legendaria sacerdotisa Midoriko.

Solo que… Las sacerdotisas Higurashi tenían prohibido luchar. Justamente después de la espantosa muerte de la poderosa Miko ancestral, se acordó que ellas no volverían a pelear ni acudir a la batalla. Nunca Más.

Ella llevaba el poder del clan y del Este en su sangre. Si bien pudo gobernar junto a su abuelo, las leyes creadas por los antiguos, marcaban que sólo los varones de la familia podían ejercer el poder, y la lucha, por lo que la responsabilidad había caído sobre Souta, a pesar de que Kagome había nacido dos minutos antes y era mayor.

La ley era tajante, las hembras y mujeres Higurashi no debían luchar, debían ser protegidas, porque todas eran madres en potencia, el futuro del mundo estaba en sus vientres. Además las violaciones se sucedían a menudo en el campo de batalla o en la toma de rehenes o posesión de tierras y su poder era muy codiciado por la Nación Youkai. Hasta un mestizo producido con una de ellas sería inmensamente poderoso, e inmune a Youki y a reiki, un arma verdaderamente letal. Y aún más, si fuese producido con Kagome…Las posibilidades eran espeluznantes. Las mujeres sangre pura del clan NO gobernaban y no iban a la guerra. Sobre todo las más poderosas, iban a recluirse al Monte Hakurei, a ordenarse y reforzar un campo de energía protectora que envolvía las aldeas y el palacio.

El joven sagrado por su parte, había demostrado ser un regente capaz, valiente, fuerte y muy honorable. Sus dotes de monje se habían desarrollado antes que los de Kagome, aún así no eran tan fuertes como los de su hermana. Temible si, juntos los gemelos del Este eran una unidad aterradora.

Souta era un estratega y guerrero sin igual. Su capacidad de lucha y manejo de katana y arco eran legendarias entre sus soldados. Con el agregado de sus poderes sagrados era temido en todo Japón por sus adversarios tanto humanos como youkai.

Ellos eran muy unidos, siempre se consultaban todo y si bien Souta era la actual cabeza del clan sagrado, Kagome permanecía a su lado. Consejera y Segundo al mando a pesar de su condición de mujer, asesoraba secretamente a su hermano en lo que a diplomacia, relaciones con el pueblo, y atención solidaria se refería. Aunque se suponía que nadie debía saberlo, era un secreto a voces y el Este estaba feliz con el reinado de los gemelos.

El Este se caracterizaba por su amabilidad con los necesitados y desvalidos, pero detrás de sus atuendos de Mikos y Monjes, yacían ocultos los más peligrosos y aterradores guerreros humanos de todos los tiempos.

Inu No Taisho siempre lo supo, sus antecesores ya conocían las cualidades del clan Higurashi y luego, con el correr de los siglos, las innumerables batallas por el poder casi siempre generadas por el disconforme clan Ryu, generaron la alianza más fuerte e indestructible de Japón y el mundo conocido, la lucha de Hiten y Touga juntos, Este y Oeste, lado a lado, codo a codo, para luego luchar su heredero Higurashi Ken, siempre contra Ryukotsussei y luego contra su hijo, y los seguidores de los dragones dieron paso a batallas legendarias que indefectiblemente arrastraron a aliarse también al muy poderoso clan Ookami del Norte, atrayendo a su vez a los asombrosos felinos del Sur, los que quedaban luego de la masacre que los dragones materializaron para apoderarse del gobierno de la casa del Hielo.

La causa de las incesantes guerras, simple, la codicia del clan Ryu.

Durante el período de paz en que los cuatro Señores Cardinales gobernaron en alianza, Japón creció como potencia mundial a niveles astronómicos. El clan dragón se vio tentado a apoderarse de todo aquello y estando sus dominios más cercanos a territorio austral, elaboraron el nefasto plan y asesinaron al Lord Cardinal del Sur.

Fue en esos tiempos también que se produjo la unión del clan exterminador a la corriente sagrada de los Higurashi. El Este agregó a sus fuerzas otra potencia luchadora a su ya legendaria fortaleza.

En lo que a la nación youkai le competía, el Este y sus sagrados eran la pesadilla de todos ellos, se aseguraban de mantenerse como aliados al clan Higurashi.

-Flash Back-

El tumulto en el gran salón del palacio de las Almas, la rebelión de los dragones forzaba la mano del clan sagrado. Ellos no habían sido convocados con anterioridad, ya que el clan Taisho con Sesshomaru a la cabeza mantenía a los descarriados en su lugar. Pero la aparición del mestizo sobrino de Ryukotsussei, como segundo de Kokuryu al mando del Sur, había contribuido enormemente en mellar el impecable dominio que el clan Inu mantenía sobre los Ryu.

El rollo en manos de Souta era la clave. Una misiva dirigida al patriarca del clan Higurashi, Hiten. De inmediato Hiten llamó a reunión con sus hijas, hijos políticos, sobrinos y nietos. La situación era grave.

Si él fuese aún gobernante hubiese salido de inmediato en auxilio del Oeste pero a pesar del pacto realizado por el patriarca la última palabra la tenía el Señor Cardinal del Este, Souta. El gran salón se debatía entre los colores blanco, rojo, negro y violeta. Los trajes tradicionales de los sagrados teñían el lugar armónicamente. Toques de dorado y plata gracias a las armas sagradas apoyadas en la inmensa mesa.

Dos soldados de Occidente habían traído la misiva para el Señor del Este. El nervosismo de los humanos se hacía sentir con oleadas de reiki potente que hacía crepitar las armaduras de los enviados del Oeste. Los youkai mensajeros no sufrían daño alguno, aunque no se podía decir lo mismo de sus atuendos. El temblor de sus cuerpos y el traqueteo de sus dentaduras causadas por el miedo, provocaban la leve sonrisa de los sagrados que intentaban tranquilizarlos.

Ante la preocupación de los humanos el Señor del Este se ponía de pie, levantando el pergamino en su mano derecha. Kagome observaba a su hermano esperando…

El mundo cambiaría a partir de lo que su gemelo respondiera al rollo escrito con sangre, obviamente en plena batalla. La letra trazada exquisitamente en el papel arrugado y semi quemado:

"EL CLAN RYU AVANZA DE MANERA IMPLACABLE. EL FUEGO Y EL VENENO ARRASAN CON TODO A SU PASO. EL OESTE Y LOS ALIADOS LUCHAN INCANSABLEMENTE POR CONTENER SU AVANCE EN LA MEDIDA DE LO POSIBLE Y AÚN MÁS ALLÁ, PERO LA GUERRA SE HA VUELTO ENCARNIZADA Y SANGRIENTA. MUCHOS YOUKAI Y HUMANOS ESTÁN MURIENDO EN EL PROCESO. EL RYU DEBE SER DETENIDO A COMO DE LUGAR! LA CASA DE LA LUNA Y EL CLAN TAISHO HACEN UN LLAMADO A HONRAR EL PACTO LEGENDARIO CON LA CASA CARDINAL DEL ESTE Y EL CLAN HIGURASHI. HONOR SEA POR SIEMPRE A INU NO TAISHO, A HIGURASHI KEN Y A HIGURASHI HITEN SAMA"

TAISHO S.

El Oeste clamaba por su asistencia.

La mirada preocupada de los mensajeros del Oeste. Los brillantes ojos de la joven Sacerdotisa atentos a la respuesta de su hermano.

Con su voz fuerte y firme, Souta comunicó a su clan y a su pueblo

-"El clan Neko del Sur ha sido desterrado hace siglos ya y con ello el poderío del clan Ryu se ha incrementado enormemente. Ahora marchan hacia el Oeste y a su paso arrasan con todo a su paso humanos y youkai, aldeas enteras desaparecen en cuestión de minutos! Kokuryu, hijo de Ryukotsussei gobierna. El Oeste y los aliados luchan por restaurar la paz y el orden. El Clan Dragón avanza destruyéndolo todo. Lo hijos de Inu No Taisho llaman por asistencia…"

El murmullo bajo del salón indicaba la incertidumbre de los presentes. Guerra otra vez? Los Dragones Otra vez? La rabia se encargaba de desatar la energía sagrada de los habitantes del Este.

El joven gemelo gobernante, serio y muy decidido continuaba

-"El clan Higurashi honrará el pacto legendario! El Este y la casa de las Almas responderán el llamado del Oeste para defender la casa de la Luna, recuperar el trono del Sur y devolverlo a sus verdaderos herederos el clan de los Felinos! Y así, poner fin a esta barbarie!"

La violenta y sonora respuesta de los sagrados. Los alaridos elevados al viento, el reiki directo a los cielos.

La suerte estaba echada. La guerra se había instalado en Japón una vez más.

El grito de guerra de los temibles humanos se hizo escuchar. El Este se pondría en marcha. Los youkai enviados del Oeste temblaron aún más. Pero esta vez de emoción. Jamás habían imaginado la lealtad que la Casa de las Almas demostraría hacia la memoria de su general Taisho, caído años atrás.

Los monjes y Mikos se acercaban a sus gobernantes.

-"El Oeste necesita ayuda! ¡EL ESTE RESPONDERÁ!"

-"Souta Sama, estamos con usted!"

-"Vamos!"

La enorme legión de soldados del Este partiría hacia el sector del Fujiyama.

En horas la inmensa avanzada Oriental se dirigía a tierras Occidentales en respuesta al llamado de la Casa de la Luna.

Kagome e Hiten despedían sus tropas y los veían desde la explanada alejarse hasta desaparecer. El segundo ejército más poderoso marchaba rumbo al poniente con los mejores y más peligrosamente efectivos soldados humanos y sagrados.

Incansablemente y sin detenerse ganaban terreno acercándose cada vez más a su objetivo. Souta encabezaba la gran "manada" de sagrados, como los veían los mensajeros youkai de Sesshomaru. Caminaron sin descanso por montes, valles, bordeando ríos y arroyos. Unos a caballo, otros a pie o en carretas, caminaban hacia el Oeste acarreando sus armas y la furia de los que han sido traicionados, porque así se sentían las tres casas Cardinales, traicionadas.

El amanecer del segundo día los encontró atravesado un cañón con un pequeño río, caminaban a paso firme sin notar la amenaza que los observaba desde las alturas. De a poco los agresores se dejaron ver provocando el avance apresurado de las tropas hacia la salida del cañón en dirección al Oeste.

Encerrados como estaban entre enormes paredes rocosas y siendo rodeados por arriba y por detrás sólo les quedó avanzar hasta caer en la trampa ideada por el maligno Onigumo.

Los reptiles los rodearon en una cruenta emboscada y el Este se vio en la obligación de luchar, hasta casi desfallecer. La saña con la que el Sur peleaba era notable y su odio y rencor se hacía sentir.

-"Miroku! Debes avisarle a Sesshomaru sama! El Sur lo rodeará y lo emboscará igual que a nosotros! AAGGGHHHH!"

Mientras Miroku, se giraba a ver a su líder a la cara, el horror se hizo cargo de la situación.

La enorme punta de una lanza comenzaba a aparecer por el costado derecho del príncipe Higurashi.

-"Nooooo!"

Los soldados Incluyendo los youkai Occidentales de inmediato rodearon al agresor y luego de una lucha encarnizada lograron reducirlo, pero antes de que confesara el oscuro plan de Náraku…El dragón impío con sus filosas garras cercenó su propio cuello y desangrándose murió.

-"Maldición! Mil veces maldito clan RYU!"

Debilitado y al borde de la muerte, Souta tendría que ser llevado de regreso al Este. Su estado general era poco alentador. Con lo último de sus fuerzas se dirigió a los mensajeros youkai del Oeste

-"Acompañen al príncipe Miroku, avisen a Sesshomaru Sama! Corren peligro!"

Y luego de eso Souta se desmayó.

Los tres partieron de inmediato. El resto del ejército bastante lastimado comenzó su regreso protegiendo a su General en jefe.

Los youkai y el monje se desesperaban para llegar rápido al Oeste. Por su parte Kóhaku regresaba con su Señor al palacio de las Almas, allí, Kagome se encargaría de sanarlo con ayuda de Kami Sama y eso, si es que no era demasiado tarde.

-fin flash back-

En el Sur, Kokuryu se relamía ante la seguridad de ganar la guerra y hacerse de la poderosísima Casa de la Luna…