Muy bien, antes de seguir cone sto quiero preguntar una cosa a mis dos amigas Alison y pekerarita... ¿quienes se creen para andar conspirando en mi contra?. No se hagan, ya se que han estado hablando mal de mi a mis espaldas y eso es ilegal, o al menos debería serlo. Solo les recuerdo a las dos que si me hacen algo jamás, ¿me escuchan?, JAMAS conocerán el final de esta cosa.
Bueno, dejando eso de lado les presento el primer capítulo de esta tercera parte de la saga "Emisario del Inframundo". Tengan en cuenta que lo escribí en semana de examenes así que sean amables. Y bueno, ya saben que El Tigre le pertenece a Sandra y a Jorge.
Emisario del Inframundo III: El Ángel de la Muerte
Capítulo 1: El Oráculo
Las llamas consumían todo a su alrededor, la Ciudad Milagro nuevamente se encontraba regida por la oscuridad y la desesperanza. Todos los habitantes eran obligados a venerar a su nuevo soberano, el autoproclamado "señor de las sombras Django de los Muertos". Un título que a pesar de marcar considerablemente su enorme ego le quedaba bastante bien, pues ahora se había convertido en el peor de todos los villanos que habían residido ahí.
Las pocas esperanzas de liberarse del yugo de Django antes de que este empeorara se vieron aniquiladas con la nueva aparición del tan temido Emisario del Inframundo. Manny Rivera en verdad sufría por haber tenido que recuperar esa identidad que tanto detestaba, sin embargo no se arrepentía de haberlo hecho puesto que con ese sacrificio había salvado la vida de sus seres queridos. Los cuales, esperaba, ya se encontraran muy lejos de ahí, a salvo.
Una semana había sido suficiente para llenar todos los alrededores de penumbras y Manny contemplaba nostálgico como una vez más le había fallado a su ciudad. No obstante aún había algo que lo estaba molestando mucho, y era el hecho de que esta vez no se sentía tan culpable como antes de lo que había hecho. Él sabía muy bien que el poder de las tinieblas solía poseer por completo a su creador y temía que eso le estuviera pasando.
Si ahora no se sentía tan mal podía significar que el poder del emisario ya había comenzado a dominarlo, y que no pasaría mucho tiempo antes de que la esencia de Manny Rivera quedara completamente corrompida y se convirtiera en un ser verdaderamente malvado. No quería eso, aunque tal vez de ese modo su frustración terminaría, quizás su destino siempre había sido hacer el mal. Después de todo, su familia también tenía una larga herencia de súper villanos.
Como fuera, el daño estaba hecho y nada ni nadie lo iba a ayudar esta vez. Decidió entonces dejar de resistirse y adaptarse a su nueva labor en este mundo. Por mucho que odiara admitirlo, Django había ganado la batalla y él al haber perdido solo había conseguido sustituir a Parcax como el lacayo de ese esqueleto.
No sabía que pensar, no sabía qué hacer, se sentía menos que un triste perro. Era tan frustrante y horrible estar en esa situación en la que ni la misma muerte lo iba a salvar, ¿cómo podría?, ya estaba muerto. Lo único que pedía, por muy extraño que sonara, era jamás volver a ver a su familia y amigos, no podría soportar tener que dañarlos de nuevo.
Se conformaba con imaginar que ellos ahora ya se encontraban muy lejos de ahí, a salvo en algún sitio hermoso libres de todo peligro. Esto era cierto en parte, sus seres queridos se encontraban muy lejos de él ahora, más no precisamente en un lugar paradisiaco y seguro. Hacía algunas semanas que Diego había pedido permiso a Django para salir de la ciudad en busca de unos familiares, permiso que Django había concedido como premio por su ayuda.
Cierto era que Diego no estaba visitando a ningún pariente, y si Django supiera donde estaba él seguramente mandaría a un batallón de esqueletos para que lo torturaran de la manera más vil y cruel jamás imaginada. El chico ahora viajaba junto a un pequeño grupo conformado por Frida, Davi, Granpapi, Rodolfo y María a un lugar distante conocido como "El Planetario".
Este legendario sitio era famoso por albergar una preciosa joya con características mágicas, el nombre de esta joya era "El Oráculo". Diego los había llevado hasta ese lugar por la razón de que el oráculo poseía el conocimiento infinito del mundo y todas sus dimensiones y por consiguiente les podría dar información que necesitaban para sus fines.
-¿Seguro que es por aquí, Diego?- preguntaba Davi mientras se acercaban cada vez mas –Este lugar está bastante tétrico-
No era para menos, el planetario se encontraba en un punto oculto del desierto donde los días eran grises y las noches tan negras como la túnica de la muerte.
-Estoy seguro, Davi- contestó Diego.
-Aún no sé porque tenemos que venir aquí- alegó Granpapi.
-Necesitamos ver al oráculo- respondió Frida.
-Eso lo sé, pero no entiendo para qué-
-Esa joya es la única que tiene la respuesta que buscamos. Sin ella no podremos saber el camino hacia las tierras del Xibalbá- comentó Diego.
-¿Sabes?, cuando te uniste a nosotros pensé que ya sabías todos esos detalles- dijo Davi.
-Esas cosas nadie las sabe, ni siquiera Django. Lo único que conocemos es la leyenda del Ángel de la Muerte- dijo Diego.
-Un momento, ¿Qué significa eso de leyenda?... no me digas que estamos detrás de un mito- dijo Rodolfo.
Bueno, jeje, realmente nadie sabe si en verdad existe. Tengan en cuenta que los únicos que lo han visto es porque… bueno, viene por ellos- dijo Diego.
-Claro, y ni modo que lo cuentan a sus amigos después de que se los lleva- lo apoyó Frida.
-Pues no lo sé, pero esto no me gusta para nada- comentó Rodolfo.
Y no era para menos, Diego les había dejado muy en claro que se trataba de una misión peligrosa y sin siquiera la promesa de una recompensa. El Ángel de la Muerte era por mucho uno de los seres más temidos de todo el universo, ya que era indestructible y como Sartana lo había comentado en algún momento, "la muerte siempre triunfa al final".
Además de todo, el ángel no era más que la última parada de una serie de destinos que aún debían lidiar, el primero era el famoso planetario. Diego, a pesar de ser el que más conocimiento tenía al respecto, se sentía de igual modo sumamente nervioso por lo que se aproximaba. Para muchos, el mayor miedo es aquel que se le tiene a lo desconocido, a no saber a qué atenerse, y esa era la situación que todos tenían que pasar.
-Por cierto, Diego, ¿En verdad crees que ese ángel pueda regresarnos a mi hijo- preguntaba María, quien se había unido a la misión luego de enterarse del regreso del Emisario.
-No estoy seguro, pero si alguien puede hacerlo es él- dijo Diego –Prepárense, ya casi llegamos. Sugiero que saquen sus armas, el planetario es vigilado-
-¿Cómo que vigilado?- preguntó Granpapi.
-Es un lugar sagrado donde los mortales no son bienvenidos-
-¿Mortales?, ¿pues qué lo vigilan fantasmas o algo así?- preguntó Davi.
-Más o menos, ya lo verán-
Minutos después el grupo ya se encontraba frente a frente con el tan mencionado planetario, era un edificio pequeño con una gran cúpula por techo y su entrada era idéntica al de una pirámide azteca. A ambos lados de la entrada se encontraban dos enromes monolitos representando al Dios Tláloc, el señor de la lluvia. Era pequeño pero bastante impresionante a decir verdad.
-¿Y ahora qué?, no veo a los guardias- comentó Granpapi.
-Supongo que estarán adentro- dijo Diego.
El chico fue el primero en ingresar al templo, seguido de cerca por Frida y eventualmente el resto del grupo. En el instante en que pusieron un pie adentro sintieron un intenso frío recorrer todo su cuerpo, y eso que era verano. Estaba oscuro y solo era iluminado por una tenues antorchas en las paredes.
Todo estaba decorado por murales y relieves de dioses como Cuculcán y Tezcatlipoca. El ambiente olía igual que el día de muertos, a flor de Cempasúchil y un poco a incienso. Diego comenzó a caminar hacia unas escaleras que se levantaban frente a él. No eran muy altas, más o menos se componían de 10 escalones pero no podían ver lo que había arriba debido a una suave tela negra que se extendía como cortina.
Diego y Frida llegaron a la cima de las escaleras y luego Diego dio un vistazo. Tan pronto como asomó su cabeza por la cortina retrocedió asustado y le cubrió la boca a Frida con la mano para evitar que hiciera algún ruido. Los demás solo los miraban desde abajo preocupados. Resulta que Diego acababa de ver a uno de los guardias y este había estado a punto de descubrirlo.
-Creo que lo mejor es que solo sigamos Frida y yo- dijo Diego a lo que Frida asintió, no tenía caso arriesgar a todo el grupo.
Una vez que Diego dio la señal, ambos se escabulleron a una entrada que se encontraba al final de un pasillo. Afortunadamente nadie los captó pero Frida pudo por fin ver con sus propios ojos a los guardias. Eran muy parecidos a los humanos pero dos veces más altos y todo su cuerpo estaba pintado de negro, además estaban cubiertos de tatuajes plateados que simulaban huesos, a simple vista un los podría identificar como enromes esqueletos de expresión aún mas malvada que los sirvientes de Django.
-¿Qué son?- preguntó Frida asustada por su aspecto.
-No lo sé, pero más nos vale no molestarlos- dijo Diego entrando a la sala.
Ahí, frente a ellos, se levantaba una hermosa y resplandeciente piedra muy parecida a los diamantes pero de color rojo sangre. Diego se le acercó y colocó su mano robótica sobre ella.
-Este es- dijo Diego refiriéndose al oráculo.
-¿Y qué te dice?-
-Espera- contestó Diego cerrando los ojos y comenzando a concentrarse. Por lo visto el oráculo se comunicaba vía telepática con aquel que lo tocara. Segundos después Diego volvió en sí y sonrió.
-Ya lo tengo, debemos ir al embarcadero de la Cihuacoatl- terminó el chico.
-Bien, pues vamos- dijo Frida comenzando a dirigirse a la salida.
Los dos estaban listos para volver pero no esperaban que dos enormes figuras fueran a obstruirles el camino. Los guardias por lo visto acababan de descubrirlos. Uno de ellos extendió su mano sobre Frida disponiéndose a hacerle daño pero en ese instante un laser se impactó en ella, era Diego quien le había disparado.
Hecho esto tomó a la chica por el hombro y comenzaron a correr de regreso mientras los dos guardias los perseguían. Ya tenían la información que necesitaban pero antes que nada debían salir sanos y salvos de aquel lugar, cosa que por el momento veían bastante difícil.
Continuará………
Les digo de una vez que en esta parte habrán mas retos, mas cosas siniestras y mas monstruos. Así que si se quejaban de mi maldad en "La Marca Púrpura" pues aquí me voy a aponer peor. Espero que les haya gustado el capítulo, Nos vemos/leemos. Se cuidan.
