Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, yo solo juego con ellos.

Hola de nuevo mes petits papillons! Traigo para ustedes una nueva historia de Miraculous Ladybug. Aún no se cuántos capítulos tendrá, pero no será muy larga. Me surgió la idea cuando veía series de super héroes, a las cuales soy fanática, y me di cuenta que las super heorínas casi no tienen series ( podría mencionar solo Super Girl y Xena como serie y descarté a las guerreras mágicas como Sailor Moon, Star vs the forces of evil, Guerreras, mágicas, etc…) así que pensé: No es justo que las mujeres fuertes como Black Canary, Hawkgirl, Zatana, Wondergirl, etc… aparezcan siendo la compañía de los hombres así que tomaré a la pequeña mariquita y haré una novela/ fanfic de ella siendo una super heroina- vigilante (las que ven series de super héroes, y las que no les explico) que el término vigilante no es un término muy bueno en la sociedad.

Tomé una frase de una de las series que he visto últimamente, quien adivine pondré su nombre en un capítulo. Espero les guste esta mezcla entre estilo super héroes, girl power y algunas tramas de dramas coreanos. Un beso.

De regreso a París.

Miraba por la ventanilla del avión las nubes, después de nueve años regresaba a París, mi ciudad natal. Había salido de ahí con dieciséis años de edad en circunstancias no muy gratas.

Salí de mis pensamientos cuando escuché al capitán pedirnos que abrocháramos nuestros cinturones, suspiré mirando hacia el techo recordando cómo había salido de París años atrás y como regresaba. En estos años había aprendido tanto y conocido a muchas personas, pero mi regreso no se debía a melancolía, era más que eso, tenía un objetivo claro que cumplir.

Al aterrizar esperé a que las personas fueran descendiendo ya que no me gustaba estar parada en el pasillo esperando que avanzaran todos. Después de un par de minutos tome mi bolso de mano y baje, me detuve por un momento, inhale profundamente, el aire frío de invierno recorrió mis vías respiratorias, el aire fresco acarició mis mejillas haciéndome sentir una sensación de adormecimiento, colgué mi bolso de mi hombro metí mis manos enguantadas en las bolsas de mi abrigo y seguí caminando.

Al salir del aeropuerto con mis maletas tomé un taxi y me dirigí al que sería mi nuevo hogar, un penthouse en el primer arrondissements municipaux en Louvre, una zona residencial con destacable importancia y status económico. Al llegar una persona me ayudó a subir mis maletas al décimo piso, agradecí y cerré la puerta. Miré a mi alrededor, el techo alto permitía la mitad de una segunda planta donde se encontraba un estudio, en la primera planta estaba la cocina, la sala, dos habitaciones y un cuarto que había mandado a adaptar como de ejercicio. La parte de enfrente que daba la vista a la ciudad era un ventanal de 7 metros de alto por 5 de ancho con un balcón, el suelo era de madera, las paredes estaban pintadas de blanco, los muebles y accesorios eran de color blanco, gris y algunos detalles, como los cojines del sofá, en aguamarina, el mobiliario tenía toques de estilo vintage. Todo parecía sobrio con una mezcla entre lo industrial y lo estético, me encantaba, tomé mi maleta y me dirigí a mi habitación que combinaba los mismos colores que el resto de la casa, al entrar pude ver la cama que estaba al lado de una ventana corrediza, en dónde el balcón tenía una jardinera con flores azules como lobelias, lirios de agua y campañillas chinas que hacían contraste con begonias y camelias de color rosa. La ventana tenía a los lados cortinas de color aguamarina al igual del tapizado del sillón individual que estaba a su lado, en el centro de la habitación estaba la cama con edredón gris mientras el dosel y las fundas de almohadas eran de color blanco, a un lado de la cama estaba una cajonera de caoba y a un costado, frente a la ventana estaba el closet y frente a la cama se encontraba un tocador. Dejé la maleta a los pies de la cama y salí al balcón, el aroma dulce y fresco de las flores me recibió, inspiré profundamente y miré la ciudad que se extendía bajo mis pies. Estos últimos años había pasado por tanto, había cambiado, ya no era la niña que había salido de París destrozada al haber perdido a sus padres en un incendio, había buscado la forma de salir adelante, de superarme y fue así como logré estar en seis diferentes países pero donde había pasado la mayor parte de estos años había sido en Italia donde no aprendí solo de moda. Salí de mis pensamientos cuando escuché mi celular sonar, entré a la habitación y contesté mi móvil.

-Señorita Dupain ¿Qué tal su vuelo? - me preguntó una voz masculina al otro lado, voz que identifique como la del vendedor de bienes raíces.

- Bien, todo muy tranquilo, pero ¿A que debo su llamada?

- Me pidió que le llamara en cuanto el gobierno francés liberara la propiedad en la que está interesada y eso sucedió esta mañana- me dijo el hombre yo sonreí.

- Excelente ¿Tiene los papeles listos para la compra?

- Sí, solo hace falta firmas, pagos y formalidades.

- ¿Sabe? Odio la comida del avión es tibia y húmeda, sin sabor ¿Por qué no cenamos juntos y arreglamos los documentos?

- Es una buena negociadora, muy bien, le mandaré una dirección a su móvil y llevaré los papeles.

- Yo tendré lista la transferencia para esa hora- le dije para después colgar, tomé mi maleta y la puse sobre la cama, comencé a sacar la poca ropa que llevaba ya que mi plan era comprarme y diseñarme ropa además que las pertenecías que había acumulado hasta el momento eran pocas, donde había vivido en Italia no era un penthouse, ni de cerca un departamento, todos estos años me había preparado, ahorrado y trabajado para tener propiedades y un alto status en París, cada diseño vendido a particulares, casas de moda y revistas fueron aumentando su valor al paso del tiempo y las recomendaciones, buenos comentarios y la protección con la que contaba de personas importantes en el mundo de la moda. Venía a París a cumplir mi objetivo.

Miré el lugar donde me había citado el vendedor de bienes raíces, era un restaurante con ambiente casual. Tomé un pantalón negro skynny, una blusa blanca de seda con cuello en V, un blazer negro, tacones de aguja del mismo color, corrí las cortinas y me cambié. Puse un maquillaje ligero, tomé mi cabello en un moño bajo, agarré mi bolso de mano y salí del apartamento.

Eran las 18 horas con 20 minutos cuando la mujer arribó al lugar indicado, entró al restaurante donde la atendió el maitre para llevarla al lugar donde la esperaban, las personas del lugar volteaban a ver a la recién llegada y ¿Cómo no hacerlo? Una joven de 25 años caminaba entre las mesas, delgada, grácil, de piernas largas y definidas, cuerpo en forma de reloj que se apreciaba a pesar del blazer negro que llevaba puesto, pecho en justa medida, una piel que se veía tersa y suave, de color blanco como la porcelana en una muñeca, un rostro ovalado, un mentón pequeño, pómulos marcados, una nariz del estilo angelical, labios finos y del color de un melocotón maduro, ojos de un color azul como el hielo velado por una grandes y rizadas pestañas de color negro y ese bello rostro enmarcado por un brillante cabello negro azulado sostenido por un moño que dejaba fuera traviesos mechones ondulados que caían por el fino y largo cuello hasta llegar a la marcada clavícula, lo que hacía pensar si el cabello era ondulado o lacio. Los hombres volteaban al ver a esa mujer que pasaría fácilmente por una modelo francesa con rasgos orientales que la hacía más surreal mientras las mujeres la veían con envidia.

Al llegar a la mesa se pudo ver a un hombre de no más de 45 años, con cabello café oscuro adornado por algunas canas, de tez amarilla clara, ojos verdes claros y vestido de traje, a su lado estaba una mujer de no más de 40 años, delgada, alta, de largas y bellas piernas al igual que sus brazos, de piel blanca, perlada, de cabellera rizada de un brillante rubio, maquillada para asentar sus rasgos finos y sus gruesos labios, con un gusto elegante en ropa, llevaba un vestido de cuello redondo y falda con vuelo en un color camel y sobre sus finos hombros un cardigan, ella imitada la moda "ladylike".

- Buenas tardes- les dije sonriendo mientras el maitre recorría la silla para mí- No sabía que tendríamos visitas.

- Señorita Dupain, le presento a mi amiga de la universidad la señora Fontaine- me dijo el hombre, yo miré a la señora y le sonreí.

- Disculpe, pero en cuando Basile me dijo que se encontraría con usted no pude evitar pedirle poder asistir. He escuchado tanto de usted en estos últimos meses y tenía gran interés en conocer a la diseñadora que conoce a la mayoría de leyendas en la moda actual - me dijo la mujer entusiastamente.

- También es un gusto conocerla, pero por lo que puedo apreciar usted es una seguidora de la moda de antaño de altas sociedades ¿Por qué conocer a una devota de la innovación? - le pregunté, la mujer me regresó una mirada divertida.

- Por la elegancia, llevas los diseños a un nuevo nivel sin perder lo clásico, elegir un diseño suyo para la cena de hoy me pareció de mal gusto, pero cuanto con un par de ellos.

- Así que estoy tratando con Aurélie Fontaine, una de las personas que adquieren mis diseños habitualmente- le dije relajándome un poco.

- ¿Me distingues de entre los compradores? – me preguntó Aurélie con una sonrisa.

- Recuerdo los nombre, mis diseños no se venden a por mayor, cuentan con exclusividad así que la venta de cada uno de ellos las recuerdo.

- Sí, eso es lo que me gusta de tus diseños, la exclusividad, lo cual se ha perdido aquí en París además que las pequeñas boutiques ya no tienen mucho que ofrecer y los grandes no ofrecen ya mucho - me dijo la mujer con decepción, la conversación paró un momento para pedir la cena.

- ¿Qué sucedió con Agreste Design? Era mi sueño de chica ser parte de esa empresa- le dije retomando la plática.

- No lo sé en realidad, Gabriel está dedicado a la imagen pública de la empresa y solo algunos aspectos de la empresa, el joven Adrien es quién llevaría lo relacionado con las negociaciones y administración de la empresa pero no ha dejado su trabajo de modelo así que no pone total interés en ella- dijo la mujer, la cual al parecer era cercana a los Agreste- Es una pena.

- ¿Por qué no formar parte ahora de la empresa de los Agreste? Serías un elemento que impulsaría de nuevo la compañía – me preguntó Basile con interés.

- No estudié tantos años y aprendí de tantas personas para ser una empleada más- le dije sonriéndole.

- Escuché que compraste un edificio en el Distrito 7 Palais-Bourbon, una antigua fábrica ¿Pondrás un estudio ahí? - me preguntó la mujer, la cual no solo era cercana a Gabriel Agreste sino que estaba bien informada del todo, debía mostrarme encantadora para ganar su afecto y poder preguntarle de cualquier asunto relacionado con la industria de la moda posteriormente.

- Sí, me agrada sí que le diré un poco de lo que haré- le dije inclinándome hacia la mujer como si fuera a contarle un secreto, ella hizo lo mismo y me sonrió mientras me veía con interés- La colección de vestidos de noche seguirán siendo exclusivos, comenzaré con una colección para vestidos de novia y trajes para mujer de igual forma no se repetirán diseños, además que aún estoy considerando dejar solo el ramo femenil y comenzar a diseñar para hombre y diseñaré una línea de ropa juvenil, abriré mi propia cadena que se llamará "Rêve à haute voix" con precios más accesibles y una producción media.

- "Sueña despierta" ese es un buen nombre para su cadena ¿En el establecimiento que está interesada en comprar será su primera tienda? - me preguntó Basile- El precio es bajo por el deterioro al pasar de los años, hubo un incendio y destrozo casi el lugar, no estaba escriturado, el seguro le pago los daños a los afectados, pero nadie reclamo el establecimiento, el gobierno lo confisco y apenas lo sacó a la venta de nuevo.

-No, tengo otros planes para ese lugar- le dije dando un sorbo de vino a mi copa, no quería hablar del tema.

La noche siguió avanzando tranquilamente, el clima era frío, la temperatura descendía conforme la hora iba avanzando pero la iluminación por las calles y las personas que transitaban conversando alegremente daban una sensación de confort al estar en la ciudad, al ser fin de semana los turistas caminaban con cámaras colgadas al cuello y los residentes caminaban por su surreal ciudad, no se cansaban nunca de la bella París. Pero también había personas que preferían quedarse en sus casas en lugar de transitar por las calles de París, había quién prefería resguardarse del frío y ver la ciudad, al tener una vista privilegiada de uno de los mejores departamentos residenciales de la ciudad un hombre corpulento de estatura media, cabello negro peinado hacia atrás y barba estilo Van Dyke, de 50 años aproximadamente, con apariencia más bien desagradable con una nariz puntiaguda, piel grasosa y una mirada lasciva miraba la ciudad que se extendía bajo sus pies con un vaso con Bourbon mientras tenía una sonrisa de satisfacción en el rostro. El hombre salió a la terraza mientras seguía sonriendo, era una sonrisa de satisfacción y autosuficiencia.

- Pronto borraré era estúpida sonrisa de su rostro- le dijo una voz femenina a la espalda del hombre, este volteó exaltado, pudo ver a una mujer con una un antifaz, blusa strapless, y pantalón de color negro con motas rojas mientras que alrededor de la cintura llevaba una falda con corte en A que daba a sus tobillos abierto del frente dejando ver el pantalón, la mujer era esbelta pero fuerte, se notaban los músculos en sus brazos, el cabello negro amarrado en media coleta, los labios eran negros carmín, las pestañas eran negras y largas. Una figura seductora sino fuera por la mirada fría y firme.

- ¿Quién eres y cómo entraste? ¡Seguridad! - comenzó a gritar el hombre recuperándose de la sorpresa y comenzando a detonar enojo.

- Los deje tomar un descanso- dijo la mujer mientras tiraba al suelo varios pares de armas de fuego, se mostró una sonrisa burlona en los labios carmín y caminó hacia el hombre, era un caminar felino, sensual, el hombre olvido su enojo por un momento al quedar sin aliento.

- Carlos Favre, miembro del parlamento, has comprado abogados, policías y funcionarios de París para poder distribuir mercancía ilegal en los barrios de París, además de robar fondos de la ciudad para uso personal- le dijo la mujer parándose a unos metros del hombre gordo.

- Nadie te creerá, tengo todo cubierto, he comprado grandes influencias que me protegerán ante cualquier acusación- dijo el hombre seguro de sí mismo.

-Admites haberlo hecho.

- Sí, pero soy intocable.

- No te preocupes, la policía tendrá las pruebas y una grabación con tu confesión mañana por la mañana, Carlos Favre, le fallaste a la ciudad- le dijo la mujer mostrándole una grabadora, el hombre frunció el ceño y enojado se acercó a la mujer para tratar de quitarle la grabadora, pero esta lo esquivó y al quedar tras el hombre le golpeó la nuca, quedando este inconsciente.