A Lulufma, por sus maravillosos fics de FMA, ¡Aunque no soy muy fan del Royai!

A mi prima Patty, la cual sé que no leerá esta historia pero igual se la dedico.

Y a mi sobrina, Cami-Cami, la cual sé que tampoco leerá esta historia porque no sabe leer ¡Pero de todas maneras se la dedico!

Gracias a ambas por ser mis yanderes-dolor-de-cabeza

Aquí viene algo recién salido de mi loca imaginación, combinando varias historias, dándole un toque -pequeñísimo- mío (sherlock Holmes-principal-, la bella y la bestia, el hidalgo

Don Quijote de la mancha, titanic-o algo parecido,-, orgullo y prejuicio-leve- tal vez Cumbres borrascosas)

Derechos reservados al gran Himaruya-sama.

Parejas:

España/fem! Romano

Alemania/fem! Italia

Rusia/fem! China

Us/fem! Uk

Dinamarca/ fem! Noruega

Suecia/ fem! Finlandia

Prusia/fem! Austria

Grecia/fem! Japon

Hong Kong/fem! Islandia

Lituania/fem! Polonia

Francia/fem! Canadá

?/ fem!? (Pareja sorpresa)

?/ fem!? (Pareja sorpresa)

Suiza/Liechtenstein

Importante:

Romano: Lovina Vargas

Italia: Felicia Vargas

China: Wan Chun Yan.

Inglaterra: Alice Kirkland

Noruega: Astryd Bondevik

Finlandia: Tina Väinämöinen

Austria: Sophia Edelstein

Japon: Sakura Honda

Islandia: Rakel Bondevik

Polonia: Graznya Łukasiewicz

Canada: Madelina Jones Williams

Liechtenstein: Lili Zwingli


Triple "i"

"Es una verdad mundialmente reconocida, que un mastín sarnoso es mejor partido que un noble empobrecido"

Al menos este primero no tendría orgullo ni reputación que perder al buscar comida en las sobras de otros o en los basureros de las famosas calles de Londres, ni dignidad para pedir comida con la mirada de cachorro hambriento.

Sin embargo, poco se sabía sobre nobles que habrían sobrevivido al estar en una etapa tan crítica como aquella, algunos habían muerto de hambre y otros se habían suicidado al no soportar dicha realidad.

Pero al parecer, para al Duque de Roma, esta o cualquier otra realidad estaría bien, con la condición de que esta incluyese siestas largas y comida deliciosa sin la necesidad de hacer el más mínimo esfuerzo, si esto se cumplía, entonces se podría decir que era feliz viviendo en una pocilga de grandes hectáreas que era lo único que le quedaba-lo demás lo había vendido,- . Acompañado de un caballo palomino, que estaba tan delgado que se le notaban las costillas, no tenían dinero para comprarse uno mejor. Una vaca tan anciana, seca y delgada que no daba leche, daba pena. Un cerdo que había pasado de tener el título de cena a mascota y sus dos nietas gemelas: Lovina y Felicia.

Miro, entonces, aquella nublada mañana a su abuelo quien sonreía estúpidamente en frente de ella, al estilo de un comerciante, de esos que van de puerta en puerta y te hacen perder el tiempo.

Pues si aquella fuese su situación, y aquella propuesta de irse de casa tan mal camuflada con lo que podría hacer si no estuviese atrapada en ese pequeño condado al suroeste de Inglaterra, fuese el producto defectuoso que vendiese, Lovina Vargas le hubiese cerrado la puerta de tal manera que le hubiese roto la nariz, pero no, aquel era su abuelo, el hombre que las crio desde los primeros días de su existencia.

Devonshire era un rincón del mundo, tan olvidado por Dios como ignorado por Inglaterra, pero a pesar de eso, Lovina no estaba dispuesta a desprenderse de aquel pueblucho, jamás lo haría si aquella propuesta era únicamente para ella, después de todo, su abuelo se había encargado de resaltar "únicamente para ti", eso quería decir que Felicia, su hermana, no estaba invitada.

¿Qué haría ella que era tan inútil como la vaca que Felicia y su abuelo se negaban a comer en Londres?

La sonrisa seguía en su abuelo triple "i"( idiota, inútil, infantil), haciéndole presión en todos los sentidos, llena de esperanzas de que su nieta aceptara aquella propuesta que sería tan beneficiosa para los 3 integrantes de aquella pequeña familia formada por inútiles: Su hermana, su abuelo y ella.

— ¡No!— negó cruzándose de brazos mientras se levantaba del gastado y viejo mueble. — ¡No te desharás de mi tan fácilmente, nonno, primero muerta antes de irme de este pueblucho aunque este hecho tan solo de mierda!

Se levantó y cuando pretendía abrir la puerta, correr por el páramo que tenía Devonshire y esconderse en una de esas cavernas en donde el hombre prehistórico se refugiaba para desconectarse de la realidad, aunque sea por unos segundos.

Ya fuese en aquellas cavernas o en los libros que aquel anciano aún conservaba y los cuales compro en su juventud, no para leerlos, sino para hacer gala ante los muchachos de su edad que lo había hecho.

Siempre que terminaba uno estaba dispuesta a devorar otro, pero no podía simplemente sentarse en el sofá y perderse en aquellas páginas, porque su abuelo estaría restregando su maldita cabeza en su hombro como si de un gato se tratase, mirando desahuciadamente a su nieta y diciéndole una y otra vez :"Di que sí, Lovi"

Asegurar que aquel ridículo, tonto y patético hombre fue alguna vez, en esta vida, uno de los nobles más importantes de Italia hubiese sido afirmar que la comida inglesa era uno de los platos más exquisitos del mundo.

Cuando pretendía abrir la puerta, el sollozo de su abuelo la hizo detenerse automáticamente.

No era raro escucharlo sollozar, y no era su desdichada suerte, lloraba por razones tan ridículas como lo haría un infante de 4 años de vida, pero jamás había sido ella la causante de esos insensatez sollozos.

Suspiro.

Era como criar a un niño que jamás maduraría.

— ¡Lovi, el gato me quiere quitar mi desayuno! ¡Aléjate cosa con pelo, eso es mío!

Corrección, dos niños.

Pero aún mantenía la esperanza de que su hermana (que también era una triple "i") se casara pronto y que su marido se encargaría de ella, aunque lo que no tomaba en cuenta era que sería ella quien sería la primera en irse de casa y no la última, como tanto se lo esperaba.

— ¡Che palle!¡¿Por qué lloras, maldita sea?!. — Pero si de algo estaba segura Lovina seria que jamás seria madre, no tenía la paciencia para serlo. —

— E-es…que es un tan buena propuesta—se restregó los ojos con sus manos mientras trataba de recuperar el aire—Propuestas así no llegan todos los días…Y tu…las rechazas sin vergüenza alguna ¡¿Acaso no tienes sangre en la cara?!

Lovina gruño, si aquel hombre no fuese su abuelo, lo hubiese mandado al diablo

— Deja de ser tan melodramático, hombre ¡Pareces una mujer a la que se le está descongelando el bistec, maldición!

— ¡Lovi!

— ¡Cállate!¡Y suéltame la maldita pierna que no dejas caminar!

— ¡Por favor, Lovi!

— ¡Suéltame!

— ¡Lovi!

— ¡¿Y si digo que si me soltaras, maldición?!

Las lágrimas desaparecieron y dejaron de mojar las piernas de la pobre italiana.

— ¿Lo harás por tu pobre abuelo?

— ¡Maldita sea, solo suéltame ya!

— ¿Lo harás?

— ¡Que me sueltes!

— Lovi, allá existen muchos hombre guapos y acaudalados —primer intento de convencerla, pero pareció no importarle. — Comerás bien todos los días. — omitió la parte de "comida inglesa", pero la italiana lo dedujo con facilidad y estaba dispuesta a pisarle el brazo para hacer que la soltase. — ¡Libros! — grito al recordar lo mucho que le fascinaban a su nieta—¡Existen tiendas en donde venden libros, libros gruesos y de forro duro, impecables, nuevos de esos que tanto te gustan!

El Duque la soltó esperando encontrar una negativa en su rostro acompañada con una salida rápida hacia el páramo, pero la italiana simplemente se quedó parada mirándolo fijamente.

— ¿Y cuantas tiendas de eso ahí en Londres?

— ¡Millones! — grito

La castaña aun no parecía muy convencida.

— ¡Puedes conseguir un trabajo en alguna editorial cualquiera, solo es cuestión de ponerte un apodo cualquiera de varón y podrá escribir todo lo que quieras Lovi, y ganarías dinero con ello! ¡Existentes tantas cosas que podrías hacer estando allá que acá!

Lovina alzo una ceja, dando entender que aún no se convencía.

— ¡Harás muchos amigos!

— No me interesa hacer vida social, sería un desperdicio si lo que quieres es que vuelva casada de allá, ya te dije, no te desharás de mi tan fácilmente; una vez que aquella muchachita se aburra de jugar a la independiente, lo cual no creo que dure mucho, no tardare ni dudare en regresar a Devonshire… ¿Por qué no envías a mi stupida sorella? Tal vez ella cumplas tus expectativas y vuelva aunque sea comprometida

— Sabes perfectamente de la inocencia de tu hermana pequeña Lovi, es muy bonita y demasiado ingenua para una ciudad tan corrompida como lo es Londres.

— ¿Pretendes meterme a la boca de lobo, maldito anciano?

— ¡Por favor Lovi!

La castaña se palmeo el rostro a tal magnitud que si no fuese por la frustración que sentía, le hubiese dolido.

Maldijo una y otra vez la mala suerte que tuvo al haberla mandado con el objetivo de ser una niñera, sí, porque ahora pasaría a cuidar a otro mocoso, específicamente, a la antepenúltima hija de una de las familias más importantes de Inglaterra, los Kirkland (que definitivamente era también una maldita triple "i"), pero una vez liberada de aquel dilema, volvería a Devonshire, le buscaría marido a su hermana y solo se encargaría de aquel patético hombre.

La mayor de las nietas del Duque, que de educada y refinada dama no tenía nada, era una muchacha ocurrente, poco paciente, sarcástica, reservada, caprichosa, y la experiencia de haberla tenido desde que usaba pañales no había sido suficientes para que su abuelo entendiese aquel fiero carácter. Sin embargo, el suyo era menos difícil, era un hombre que la vida de campo lo había transformado en un idiota, las cosas que le habían enseñado sobre cultura lo había olvidado en su totalidad. Su meta en la vida era casar a sus dos nietas con hombres de apellidos, con títulos, acaudalados, atractivos, que estuviesen dispuestos a anteponerlas a ellas antes que a sus deseos; su consuelo, las siestas y la pasta.


El día señalado Lovina estaba lista para emprender el viaje, sin ocultar su malestar se puso un abrigo y su abuelo, y hermana se ofrecieron para llevarla hasta la estación.

Tenía que mirarlos de una manera positiva, ¡Se había deshecho por fin de aquellos dos mocosos! ¡Ahora solo cuidaría a una! A una que casi tenía su edad.

Simplemente aquel trabajo era tan innecesario como el de patatero en los mercados de Italia; digo: ¿A qué italiano le gustan aquellos repugnantes tubérculos?

Su única maleta liviana en donde llevaba los vestidos más decentes que poseía entro con ella en el tren.

Miro por última vez a aquel par de inútiles,… ¿Cómo rayos harían parar sobrevivir sin ella? Ella era muy trascendental en su vida…O al menos eso le gustaría creer.

¿Por cuánto estaría lejos de su familia?


Rebusco otra vez entre aquellas muñecas sucias de trapo que no se atrevía a botas en su baúl.

Estaba segura que aquel brazalete que su padre le había regalado repitiéndole una y otra vez que tuviese cuidado con él debía de estar escondido allí, de lo contrario ¿Dónde lo estaría? ¡Si había buscando por todos lados!

Se rindió antes de haber buscado bien, en un movimiento brusco y último movió todas las muñecas llenas de polvo arrimándolas en el otro rincón y se descubrió debajo de estas los trazos escondido de lo que parecía ser pinturas de infantes de hojas…sus dibujos.

El saco con aquella sonrisa llena de melancolía ¡Pero qué recuerdos!

Era aquello tipo como totalmente genial.

Recordaba, aun, la razón por la cual los había guardado de esa manera, para no olvidarlos ni perderlos ni que se ensuciaran, ni que su torpe niñera los botara pensado de que aquello era basura ¡Si se tomaba horas haciéndolo!

El brazalete se deslizo a través de ellos, lo tomo y lo guardo en su joyero, mientras se levantaba para sentarse en su cama, ignorando por completo el hecho de que lo había estado buscando por más de 3 días.

El dibujo hecho torpemente por su propio pincel era la de ella, con su padre, si, recordaba que siempre le dibujaba aquel bigote deforme que parecía ser una ardilla mordiéndole la quijada.

Recordaba el hecho de que nunca se encontraba satisfecha con ninguno, porque no eran comparables con los que su madre hacia y guardaba en aquella habitación que tras su muerte había permanecido siempre cerrada.

Pero no tenía la valentía de arrugarlos después de haberse tomado tanto tiempo en hacerlo.

Recordaba que aquella mujer amargada a su lado era su niñera, la cual siempre escuchaba murmurar por lo bajo lo fastidioso que resultaba cuidar a una niña tan hiperactiva como lo era ella.

"Tiene la energía de un hombre y la delicadeza de un puerco"

La escucho decir un día a la cocinera quien no respondió.

Graznya jamás se había sentido como una mujer.

¿Acaso tenía razón? ¿Era un hombre disfrazado de niña?

Recordó que en vez de sentirse mal, pensó en aquello tan seriamente como una muchacha de 6 años podría hacerlo mientras se recostaba bajo la sombra de un árbol.

No sabía cómo caminar como una dama , no podía mover el culo tan exageradamente, no solo le parecía vergonzoso, sino que los comparaba con el andar de un pato.

No le gustaban aquellas cosas de las niñas de su edad, solo las muñecas de trapo que su madre le hacía, la pintura era uno de sus hobby favoritas y en ensuciarse nadie la ganaba.

Y recordó, como fue que empezó todo aquello…

"¿Qué haces, Graznya?" Aquellas palabras lograron despertarla de aquel lapso de pensamientos suyos. Provenientes de un niño, su lazarillo de juegos y que había acabado allí por azares del destino, Toris, el hijo bastardo de una familia de clase media alta de Lituania.

"Quítate la ropa"
"¿¡Eh?!"

"¡Que te quites la ropa, en verdad, eres como que tipo totalmente sordo, Toris!

"Pero…pero…pero" El pequeño estaba totalmente ruborizado mientras cubría la inocencia de su cuerpo con sus manos de aquella niña que le había dicho que le mostrara su pene los primeros días que empezó a ser su compañero de juegos

"¡Toris estas como un tomate, tipo, totalmente rojo!" Le dijo mientras se acercaba a él con intenciones de quitarle la ropa.

"¡Graznya!" Le empujo gentilmente de tal manera que no le causase daño pero que se alejase de el "¡Lo hare yo solo!"

Así, con arbustos cubriendo sus cuerpos, uno del otro, Toris se desnudó.

"¿A-ahora que quieres que haga, Graznya?"

De entre los arbustos, el vestido esmeralda que usaba Graznya se deslizo.

"Póntelo"

"¡¿Qué?!"

"¡Que te lo pongas" Se lo lanzo" ¡Hoy estas como que tipo totalmente sordo, Toris!"

"¿Gra-Graznya estas desnuda?" Dijo mientras miraba en dirección contraria a donde estaba ella
"No, estoy usando como que tipo una prendas mágicas que solo verán las personas totalmente inocentes, tipo que si eres pervertido me veras totalmente desnuda"

"¿Gra-Graznya?"

"¡Pásame tu ropa!
Toris obedeció, le paso sus prendas: una camisa, un pantalón de vestir, un pañuelo que se amaraba en el cuello, sus medias, sus zapatos y su gorro.

Aquel cambio de vestuario acentuaba mejor que como debían de verse en realidad.

Graznya jamás creyó lo cómoda que podía ser la ropa de varón y su cabello rubio que no era corto ni largo, su rostro que aún no era marcado con rasgos ni femeninos ni masculinos la definían como un varón por la ropa que vestía mientras Toris, quien poseía una cara más afeminaba, pensaba en la tortura diaria que debía de pasar Graznia, se sentía atrapado entre pesadas falda hecha de la más fina tela, el corsé que no le permitía doblarse ni un poco y los zapatos que hacían presión a su pie plano.

"¡Vamos, Toris" Le dijo ella mientras lo tomaba de la mano y se adentraban más al bosque.

Si Graznia le ganaba corriendo cuando usaba aquella incomoda ropa ¿Qué oportunidad poseía el, que ahora la estaba usando?

Pero Toris fue un personaje pasajero en su vida, había desaparecido por completo, no sabía nada de él, como si se le hubiese tragado la tierra, o como si hubiese sido una ilusión suya.

Fue el peor regalo de cumpleaños que él le pudo haber dado la mañana en que se despidió de ella, cuando pretendía bailar con él en su primera velada, cuando por fin se presentaba en sociedad, pretendía ponerse un terno, bailar un vals con Toris toda la noche y hacer de sus quinceañeros una noche inolvidable: Aquel escándalo que formaría al vestir ropa de varón y bailar con un "plebeyo" su primera pieza nadie lo olvidaría fácilmente.

No debió de presionarlo tanto cuando exigió explicación, Toris no soporto mucho cuando dijo que lo hacía por amor, que amaba profundamente a una dama con su vida, y que a pesar de no ser reconocido, sangre de una familia con apellido corría por sus venas, lo haría, que se las ingeniaría para ser el hombre más rico del mundo y conquistar su corazón.

Aquello termino por destrozar su corazón, esas palabras fueron con un cuchillo.

Y Recordó lo mucho que lloro, recordó que no quiso celebrar aquel acontecimiento tan importante en la vida de una mujer de sociedad, recordó que sus deseos que fuese inolvidable se destrozaron tan rápido como vinieron, no lo disfruto como tanto se lo había esperado con Toris desde que tenía memoria.

Su primera pieza la bailo con un primo suyo, quien halago su belleza con palabras llenas de coquetería, palabras que le dijo a todas las damas con las que bailo toda la velada.

Más tarde se enteraría que aquel seria su futuro marido.

— Graznia. — su padre invadió su habitación sin tocas la puerta previamente—

— ¡Papa estás loco ahorita podría estar como que tipo totalmente desnuda!

— Hija, ha venido a verte tu prometido, ponte linda…no ¡Hermosa! Aunque ya lo estás, solo ponte más bonita de lo que eres, es una ocasión especial ¡Súper especial!

Su padre era malo para guardar secretos, Graznya dedujo rápidamente a que se debía aquella sonrisa patética y a ese buen humor mal camuflaje.

Había llegado el momento que más temía, el que había evitado todo el tiempo, pera que ya no se podía atrasar por más tiempo.

Su primo le pediría matrimonio


Esperaba algunas palabras de parte de su abuelo que le diesen aliento para continuar y la estrechase en un cálido abrazo, tal vez un par de lágrimas de parte de ambos, tal vez que su stupida sorella se colgara de su brazo arrastrándola para detenerla y tal vez, ella le diría con aire de la madurez que no poseía que era un una obligación que debía de cumplir por el bien de la economía familiar…pero no….¡Parecían alegres de no tenerla allí!

Con esas sonrisas de oreja a oreja se despidieron de ella agitando un pañuelo blanco como lo harían en su país natal mientras decían simultáneamente "Arrivederci" una y otra vez a gritos mientras los pasajes del tren miraban a la persona de la cual se desprecia.
Si estuviese en Italia, tal vez se los dejaría pasar, pero estaban en Inglaterra…Dios ¿Qué les costaba no hacerla pasar vergüenza publica los últimos momentos en que se veían?

Se ruborizo y escondió su rostro abrazando su maleta…¡Maldita sea, sentía todas las miradas en ella!

El tren empezó a avanzar y el volumen de sus voces eufóricas empezó a disminuir a medida que se alejaban

— Disculpa, ¿Este asiento esta ocupado? — Pregunto una voz varonil y dulce, ella se limitó a negar mientras miraba por la ventana, estaba demasiado avergonzada. —

Del aburrido paisaje que le ofrecía Devonshire, deicidio por fin mirar la sapiencia de su compañero de viaje, pero en cuanto lo hizo no pudo apartar su mirada.

Definitivamente, Dios debía de odiarla mucho…


Jamás imagino lo hermosas que podían ser sus calles, en su país natal no había tantas maravillas hechas de cemento tan juntas unas de otras.

Disfrutaba de los paseos aunque que la quedaran mirando por largo rato no solo por la excéntrica ropa que lucía sino por la belleza tan exótica que presentaba.

Sakura Honda lucia más hermosa que una "yamato nadeshiko"

En su mirada aun revelaba la inocencia que una muchachita de 16 años de edad lucia, su piel pálida y amarillenta era una imán para los ingleses, quienes al cruzar miradas con ella le sonreían coquetamente o le guiñaban el ojo, lamentablemente, Sakura aún no entendía el significado de aquellas insinuaciones y las asimilaba como un gesto de amabilidad de parte de estos.

Sus guardaespaldas, que eran altos para ser japoneses pero bajos al costado de los ingleses, no los intimidaban ni los detenían para hacer su movimiento tales como saludos acompañados de adjetivos al oído que a ella la intimidaban un poco.

— Su hermana esta en Londres. — hablo uno de los guardaespaldas— Ha venido hace unas semanas, ha estado con su hermano, mañana iremos la mitad de los nuestros para cuidarla y hacerle guardia, señorita Honda, por lo que solo la mitad de nosotros estará vigilándola, son ordenes de su padre.

— ¿Nene en Londres? — pregunto inocentemente mientras trataba de asimilar la información —

La tonta excusa de los negocios sin solución le había funcionado a la perfección. El ingenio de su hermana la hacía una perfecta candidata para solucionar los negocios que ella y su hermana habían denominado "imposible" en una carta a su padre con un solo propósito: Hacer que ella viniese.

Le sonrió alegremente al guardaespaldas mientras seguía su recorrido, llevando en su corazón la alegría de su hermana como si fuese suya.


¡Maldita sea la hora!

Al lado suyo había un hombre moreno, bien parecido, con rasgos varoniles, ojos esmeraldas de cabellos castaños y desordenados.

Parecía ser de nacionalidad española y sonreía alegremente a la nada ¡A la nada!

Jamás había tenido experiencia con hombres, de pequeña los espetaba golpeándolos cada vez que se les acercaban a ella o a su sorella y esos niños que se habían convertido en hombres no querían saber de ella ni de lo horrible que se sentía cuando daba uno de esos cabezazos mortales en el estómago.

¡Maldita sea!, que le costaba a Dios hacer que su compañero de sitio fuese tan feo como una patata alemana para no sentirse de aquella manera: nerviosa, asustada e intimidada.

— ¡Ah! ¿Dónde están mis modales? — dijo mientras extendía su mano enfrente de ella. —Mi nombres es Antonio…Antonio Fernández Carriedo

Lovina pretendía recibir la mano de aquel hombre hasta que se dio cuenta…¡Sus manos estaban sudando! Demonios, parecía que derretía, ¡Ni siquiera hacía calor!

Debía de ser firme y… ¿Estrecharle su mano sudorosa? ¡Eso jamás! ¡Antes muerta!

Pero…pero quedaría como una maleducada si no lo hacía ¡Maldita sea! Esto debía de una especie de advertencia que le decía a gritos: "Tírate del tren y regresa a Devonshire", pero, demonios, ella no había desecado ir hasta Londres, lo había hecho su abuelo.

Quedo estática mirando a la nada.

— Perdón. — retiro su mano. — Olvide que así no es como se saludan a las mujeres

¿A qué se refería aquel hombre con manera de saludar?¿¡Es que acaso existían maneras de saludar a un hombre y a una mujer?! ¡Ella no sabía nada de eso! ¡Jamás había tenido una institutriz que le enseñase modales, solo un abuelo torpe, inútil, patético e idiota que le había enseñado que lo más importante en la vida para una mujer era conseguir un marido que la mantuviese!

Antes de ordenar todos sus pensamientos e imaginar las situaciones en la que se vería metida, sintió los labios de aquel hombre en su mejilla izquierda.

Abrió los ojos como dos platos y se ruborizo tanto como un tomate. ¡Aquel guapísimo hombre le estaba besando la mejilla! ¡La estaba besando! En cuanto se retiró se cubrió la zona en donde segundos antes había estado posado sus labios y lo miro fijamente a la cara, ¿¡Que se creía aquel tipo con sonrisa de idiota?!

— ¡Ah, que linda, pareces un tomatito! — dijo con una sonrisa que derretiría a cualquier mujer. —

Lovina, lejos de querer apachurrarlos entre sus brazos como cualquier mujer con suficiente sentido común haría o hablar encantadoramente con él, coquetearle o sonreírle, parecía querer matarlo.

Porque si, estaba roja pero no solo por la vergüenza ¡Aquel tipo estaba jugando con fuego si creía que podía burlarse de ella comparándole con un tomate por más rica fruta que fuese y salir bien parado!

Lamentablemente, Lovina tenía el sentido común suficiente como para saber que si lo golpeaba terminaría como una salvaje.

El moreno la miraba expectante, ¿Qué estaría esperando aquel idiota?… ¿Seria acaso su puño?

— ¿Y el tuyo?

La castaña alzo una ceja.

— ¿Qué?

— Tu nombre. — respondió con una sonrisa infantil. —

Esa sonrisa le recordaba a alguien…

¡Pero si estaba clarísimo que aquel hombre era un tripe "i"! ¿Es que acaso el mundo estaba plagado por este tipo de personas y ella era la única normal? ¿O es que su misión en esta vida era cuidar a todos los malditos triple "i" en el mundo?

Ese hombre desprendía aires de inmadurez e infantilismo ¡Dios! Primero su abuelo y hermana; ahora aquella mocosa de sociedad y temporalmente aquel hombre.

— Lovina…Lovina Vargas—respondió con la intención de sonar cortante —

— Encantado de conocerla, señorita Vargas. — dijo quitándose el sombrero por simple cortesía. — Por lo que veo, tenemos aquí a una mujer de campo ¿Desde hace cuánto se mudó de Italia hasta este rincón de mundo, si me permite usted aquel atrevimiento? Fijo que debió de haber sido en su niñez.

La sorpresa que tubo ante aquellas palabras era indescriptible en palabras, llena de asombro y admiración dirigió su mirada ante aquel caballero, este le sonrió dulcemente como un niño que acaba de hacer una travesura.

— ¿Cómo sabe usted eso…?

— No tiene importancia. — dijo mientras volvía a ponerse el sombrero. — ¿Y para que se dirige a Londres, señorita?

Aquella muchacha no tenía intenciones de responder antes de que respondiera aquella pregunta suya, lamentablemente aquel hombre, además de producir la lastima de un niño desamparado cuya madre ignora, parecía insistente de querer continuar aquella conversación…¿Qué haría aquel hombre si no contentaba su pregunta?

La curiosidad hizo fingir que aquellas palabras nunca fueron oídas y miro por la ventana como una persona normal haría en un tren cuando no tiene nada bueno que hacer.

— Bueno, yo iré allá a resolver problemas, ya sabéis, negocios, a veces errores que se dan allá…Londres es una ciudad complicadísima, si no voy hasta allá, fijo que nadie podrá solucionar aquel lio por más capacitado sea y por mas recomendaciones tenga el tipo. Es que resulta complicado encontrar personas que puedan hacerse cargo del problema correctamente ¿Sabes? Londres ha convertido a sus habitantes en libertinos ¡Hay que tener cuidado! Yo no me lo imaginaba hasta que me paso, sí; aquella fatídica tarde, sabes, yo me desperté como todas las mañana: con un buen humor, entonces aquella carta me sorprendido estando de Devonshire, Enna me la paso, creo que ya la había leído porque tenía aquella cara larga, de esas que te dan ganas de apachurrarla y decirle que todo va a estar bien…— ¡Pero que arrepentida estaba! ¡Aquel hombre era más molesto que los triple "i" de su abuelo y de su hermana!—

Ya había dejado de escucharlo y seguía hablando como si aquello en verdad fuese interesante.

Intento ignorarlo, pero hacia mímica y expresiones que la obligaba a voltear el rostro, mirar por 5 segundos sus perfectas fracciones mientras creía que lo estaba escuchando y luego recordar lo que estaba intentando hacer ¡Que el maldito eso se callara!

— "¡¿Por qué no te callas?!"

— Ya que no queréis hablar, pensé que si yo lo hacía, tal vez la timidez que sientes se iría y empezaría a conversar conmigo ¡Siempre funciona con Govert!

— ¿Govert?

¡Dios, ¿Para qué pregunto?!

— ¡Si, Govert, es un holandés y mejor amigo de una de mis mejores amigas, Emma, ella es definitivamente la cosita más tierna que ha podido pisar la tierra sabes, pero volviendo con Govert, creo que me odia ¿Sabes? ¿Abre hecho algo que le haya hecho volverse un resentido social como lo es ahora? Bueno, se de que a veces puedo resultar un poco molesto, solo un poquito, pero tampoco es para...

Ese Govert tenia mucho fundamento para odiar a ese bastardo tanto como ella lo hacia tan solo a los 5 minutos de conocerlo.

Aquel definitivamente sería un muy largo viaje, jamás se desprendería de aquella maldición triple "i"

Y jamás se callaría tampoco aquel molesto español.


¡Gracias por haber leído hasta aquí!

En verdad, muchas gracias, este fanfic se publicara semanalmente ( es decir el domingo por la noche estaré publicando el siguiente capitulo) ¿Merece un review? ¡Por favor, estos en verdad me motivan para seguir escribiendo!