Hola!! Esta historia la estoy escribiendo con mi amiga Leona_Negra, y la idea de las parejas raras es porque esas parejas se formaron en un foro de rol de Naruto donde ambas participamos... entonces, decidimos crear esta historia. Tenemos varios capítulos ya, publicados en el susodicho foro, pero por ahora, empiezo publicando de a uno. Espero que les guste, y nos dejen comentarios.


CAP 1: MISION SUICIDA

"porque la caída definitiva de Suna y Konoha, marcarían el final de una era…"

Para ese entonces, habían pasado tres años.

Tres largos e interminables años de guerra.

Lo que una vez fueron poderosas e imponentes Villas Ocultas con sus clanes élite, sus técnicas secretas y sus historias honrosas, se transformaron en desolados paisajes de vastas guerras y matanzas sin fin. Los primeros ataques tomaron a las villas por sorpresa, pero todos esos ninjas y kunoichis que murieron entonces, se encargaron de llevarse con ellos a alguien más: Uchiha Madara volvió a morir. Los pocos sobrevivientes a los ataques iniciales, buscaron hacer alianzas rápidamente, pero aún así, fueron destruidos.

Suna y Konoha dejaron de existir.

Los que supervivieron se refugiaron en el medio del camino entre la Arena y la Hoja, en unos pasadizos secretos demasiados pequeños para los que eran, demasiado escasos para las batallas, demasiados ocultos para lo que fueron orgullosos combatientes.

En aquel momento, cuando la guerra estaba en todo su furor y ellos estaban encerrados en el campo de batalla, alguien decidió que para ayudar a sus amigos, debía hacer un sacrificio.

- Yo me quedo, ustedes váyanse…

Esas fueron las palabras que desataron, en aquel momento, el comienzo del final. La chica de contextura atlética, cabellos oscuros largos con un brillo azulado y ojos completamente blancos, permanecía de rodillas escondida entre los árboles, mientras sus tres compañeros la miraban sorprendidos. Pero él no la dejaría ir… y se lo haría saber.

- Tú no vas… -dijo, aferrándola por la muñeca- Si alguien lo va a hacer, voy a ser yo…

Pero ella no contestó. Levemente se giró sobre las puntas de sus pies, y quedando frente al joven de largos cabellos castaños, piel bronceada y ojos también blancos, lo abrazó como hacía cuando eran niños y vivían en la ya olvidada época de paz. Apoyó su frente en el hombro de él, y subiendo sus manos por la espalda del joven de veintidos años, le aplicó un taijutsu que lo inmovilizó por completo.

- ¡Hinata! –se quejó, al tomarse desprevenido- ¿Por qué…?

- Porque soy la única que puede hacerlo, Neji… -respondió, dándoles las espaldas, y sacando unos explosivos- Sakura, Tenten, por favor… llévenles el mensaje a los demás…

Y sin darles tiempo a objetar nada, activó su byakugan y escapó, acercándose al lugar donde cruzaban los ninjas enemigos, que ella se encargaría de detener.

Al Oeste del país del fuego, luego de dejar los densos bosques en tierra de nadie, había un valle oculto al que solo se accedía a través de un estrecho paso montañoso, en extremo peligroso, merced a la inestabilidad de las ancestrales y erosionadas montañas que presentaban cara al País del Viento: la mejor fortaleza natural, el refugio perfecto para los desterrados ninjas, expulsados a la fuerza de sus tierras destruidas…

Los enemigos lograron rastrear la pequeña caravana de la resistencia hasta el llamado paso del águila. Hinata estuvo toda la noche haciendo preparaciones para el paso seguro de sus amigos, valiéndose de su inigualable vista y de su habilidad ninja; aún así sufrió percances, y tenía falseado un tobillo, rasguños y moretones, pero lo había logrado: todo estaba listo, aquel día… ella daría una esperanza a los pocos sobrevivientes de su aldea, les daría la oportunidad de vivir y luchar otro día a costa de su sangre.

Pero estaba tranquila con eso… hacía tiempo que él había desaparecido, llevándose la esperanza de la aldea, el ánimo que los mantenía en pie, llevándose la razón de su existencia. Vio morir a su familia, vio su hogar arder en llamas, vio su aldea conocida como las más poderosa de las villas ninjas caer ante unos cuantos hombres de capas negras con nubes rojas… y aquella trágica mañana cubierta con la sangre de seres queridos, de civiles inocentes y compañeros caídos perdió la fuerza de su espíritu, la llamada voluntad de fuego, y aún así creyó en él: que volvería y salvaría el día, que los ayudaría a ponerse en pie y juntos vencerían, pero no llegó: ni a la mañana siguiente, ni la de después… ni siquiera cuando se vieron obligados a huir al bosque y refugiarse en recovecos como animales, y 36 lunas después, ya no tenía esperanza… ya no tenía motivos para vivir, salvo proteger lo que aún quedaba de Konoha.

El aire matinal era refrescante, el sol brillaba en lo alto pero aquellas montañas estaban silenciosas, como augurando un terrible enfrentamiento. Los akatsuki avanzaron dirigidos por uno de los cuerpos de Pein, siguiendo el rastro de los últimos sobrevivientes de la Hoja y la Arena; se detuvieron antes de llegar al paso y sin desviar la mirada el líder habló:

- Sal de ahí renacuajo…solo no puedes ni cerrarnos el paso… -sonó la voz fría.

Una muchacha delgada y taciturna salió de un hueco entre las rocas, con las manos desnudas, el rostro sombrío y sus ojos ocultos por el azulado flequillo. Tomó una posición de batalla sin decir nada mientras las filas enemigas reían de ella ¿Qué podía hacer esa escuálida niña contra tantos shinobis renegados?

Uno de ellos se adelantó: un ninja de la aldea de la Hierba que traicionó a los suyos cuando la guerra comenzó a tornarse a favor de los exiliados, corrió confiado hacia la kunoichi y su líder musitó un alto, pero éste solo aseguró que despejaría el paso y desobedeció la orden; era alto y fornido, estaba invocando una técnica cuando la chica deslizó un pie hacia el frente y con un veloz y flexible movimiento su palma abierta lo golpeó en la boca del estómago, y sin despegar los pies del suelo, el shinobazu cayó por el acantilado sin saber que había pasado. Trató de asirse a las rocas pero sus intentos fueron vanos. Se destrozó manos y pies preguntándose porqué no conseguía moldear correctamente su chakra y sus gritos de maldiciones y preguntas se perdieron en la profundidad del abismo.

- Se lo tiene merecido… -exclamó inmutable el jefe de la avanzadilla- ¿Algún otro estúpido? -nadie respondió ni se movió siquiera, y entonces alzó la voz hacia la muchacha- Souke ¿Cierto?

- Averígualo… -respondió altanera haciéndole una seña de invitación al combate.

- No me subestimes mocosa. Tu posición es ventajosa… ¿pero cuanto podrás resistir?

- Averígualo… -volvió a responder esta vez sin un ápice de emoción.

Algunos ninjas se lanzaron contra ella, más precavidos y con ataques de media distancia, pero en su maestría del kekei genkai, la kunoichi bloqueó cada ataque y rebotó varios a sus rivales.

- No tengo tiempo para esto… -dijo molesto, el Pein del reino divino.

Uno de sus cuerpos avanzó atacando a la joven con gran ferocidad, obligándola a moverse y a pelear en serio. Luego de un gran intercambio de taijutsus y técnicas, la kunoichi era obligada a retroceder: sus fuerzas no eran suficientes y sus condiciones no eran las mejores

– Niña tonta… nos enfrentas herida… ¿qué pretendías? ¿Acaso el orgullo de Konoha se tornó en estupidez?

Un golpe de Pein la mandó a volar un par de metros, por poco no se cayó al desfiladero; con dificultad se puso de pie, sin dejar de retroceder como un ratón asustado. Sus ojos blancos ahora perfectamente visibles eran presa del miedo a la muerte, y el líder enemigo se quejó de que no era más que una pérdida de tiempo; el otro cuerpo regresó mientras decía a algunos soldados que hicieran lo que quisieran pero la quitaran del camino, un rival herido y asustado sin duda era una presa fácil, una chica de 21 años indefensa era un blanco tentador.

Al ver a los enemigos avanzar Hinata hizo el intento de correr, pero en sus condiciones no podía marcharse con velocidad, su única ventaja era lo estrecho del paso q retrasaba un poco a los shinobis… y eso estaba apunto de ser insuficiente. Llegando a la mitad del paso y el punto más peligroso, los verdaderos akatuskis -los criminales rango S y no los ninjas comunes que se les unieron- estaban por entrar al paso cuando Pein Yahiko se percató de algo.

La joven Hyuga comenzó a recuperar velocidad y en un brevísimo instante volvió la vista tras de sí, su mirada era complacida, y no de temor: una sutil sonrisa maliciosa en su cara reveló la verdad. Los akatsukis se detuvieron en seco tras de Pein que gritó un "retrocedan" pero demasiado tarde…

Mientras sonreía, Hinata tiró un último kunai explosivo muy cerca de sus pies y todo comenzó a estallar…

- Maldita loca… ella también morirá – exclamó Kisame.

Los akatsukis miraban como las paredes de la montaña se resquebrajaban en medio del fragor del fuego y los estruendosos estallidos y sus ecos mezclados con los gritos de dolor y terror que se perdían poco a poco en la oscuridad del abismo… incluso la autora de aquel ataque suicida había desaparecido…

El grueso de soldados se precipitó al abismo o murieron en las explosiones. Los pocos que lograron retroceder y salvarse, estaban demasiado heridos y descubrieron que sus nuevos líderes no moverían un dedo por ellos…

- Tardaremos un poco más de lo planeado -dijo uno, y dieron media vuelta para buscar algún modo de entrar al valle ahora q el paso había sido destruido.

- No podremos entrar, ni ellos salir… ¡Que movimiento más absurdo! no son más que ratas buscando refugio…

*

El asentamiento de ninjas estaba ubicado bajo tierra, en la profundidad del bosque límite entre el País del Fuego y del Viento, en un lugar donde los árboles crecían entre suelos de arena y tierra. Desde hacía un año las fuerzas de la resistencia ninja se habían dividido en este y oeste por causas de los ataques, y aún no podían retomar la comunicación.

Sin saber nada de ellos, el Kazekage y el Hokage habían tratado de enviar sucesivas misiones para lograr comunicarse con ellos. De esa forma, Hinata, Neji, Sakura y Tenten habían ido por el camino del norte, y Matsuri, Temari y Shikamaru por el camino del sur, tratando de encontrar una forma de saber algo acerca de las fuerzas perdidas.

Cuando habían pasado días y no había noticias de ninguno de los dos equipos, cuando estaban por darlos muertos, cuando los Kages estaban por arrepentirse de haberlos enviado, un gran perro blanco con orejas negras entró corriendo al refugio, con su amo sentado a sus espaldas, dirigiéndose exclusivamente hacia el Hokage, el cual se encontraba discutiendo con el Kazekage, sobre las medidas a tomar si los equipos de exploración no rotrnaban.

- ¡Hokage-sama! –gritó Kiba, el joven castaño que venía cabalgando sobre el lomo de su alto perro Akamaru- ¡Acaba de llegar el grupo Norte! Me pidieron que les avisara, Kakashi-san, Gaara-san… están en la enfermería…

Sin decir más los dos Kages y el Inuzuka se movieron rápidamente hacia las precarias instalaciones denominadas enfermería, donde sólo una kunoichi médico quedaba vivía: Haruno Sakura… la guerra se había llevado no sólo sus villas, sino también la posibilidad de seguir viviendo. Al llegar, el hombre de cabellos blancos que mantenía su ojo izquierdo cerrado, observó que de los cuatro enviados, sólo tres habían retornado.

- ¡Hyūga Neji! ¡Reportes!

La voz grave del Kazekage retumbó en la habitación, cuando Kiba ayudaba a Sakura a atenderse, y Kakashi aún meditaba qué era lo que había pasado con la kunoichi faltante. Sentándose en la modesta camilla, y sosteniendo con su zurda una cortada en su pecho, el aludido fijó sus ojos perlados en los aguamarinas del Kage de la Arena, y juntando todo su valor, se dispuso a explicar la situación.

- Hyūga Hinata se quedó en el paso montañoso del valle oculto, para que nosotros pudiéramos traer los resultados de nuestra misión… -contestó con su inamovilidad habitual, intentando que su voz no se quebrara ante la idea de perder a la única familiar que le quedaba, su prima.

Silencio. Ninguno de los dos Kages quería hablar.

- ¿Y cuál es la información? –volvió a preguntar Gaara.

- No hay rastros de la resistencia este en el norte del bosque –respondió el de ojos perlados, nuevamente- La frontera con el País del Fuego estaba abierta por el norte, y sólo pudimos investigar un día completo, antes de encontrarnos con ninjas renegados. La frontera con el País del Viento está completamente cerrada, y al intentar cruzar encontramos un equipo liderado por uno de los cuerpos de Pein, y tuvimos que regresar.

Y nuevamente se quedaron en silencio.

- Comprendido. Ahora descansen… -musitó Kakashi, antes de salir del lugar luego de Gaara.

En ese momento, sólo preguntas rondaban la mente de todos. ¿Había sido una baja aceptable? ¿Qué había pasado con el grupo Sur? ¿Sólo ellos eran los sobrevivientes? ¿Nadie más? ¿NADIE? Hatake Kakashi se enfrentó a un espejo, y abriendo su ojo izquierdo, contempló el color rojo y la pupila giratoria que le traía un solo recuerdo a la mente. "Aquellos que no cumplen las misiones, no pueden llamarse ninjas… ¡Pero los que no cuidan a sus amigos, son peor que la escoria!" ¿Eso también se aplicaba, cuando no sabían si sólo ellos habían permanecido vivos?

Cubriéndose la parte izquierda de su rostro con el protector, el Hokage salió de la habitación para buscar a Gaara: debían tomar a la facción este por desaparecida, y comenzar a plantarle la cara a la guerra. Tres años huyendo y escondiéndose, no eran propios de lo que una vez fue la élite de Suna y Konoha.