Mundos Paralelos

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Capítulo 1: "Dos vidas separadas y un mismo destino…"

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

El despertador sonaba nuevamente… Cada día le era más difícil levantarse en las mañanas… Aunque desde pequeña había sido bastante dormilona, cosa que no pasaba inadvertida entre sus amigos, y menos en su familia, algo extraño sucedía con ella. Sentada en la cama de su habitación, intentando despertar por completo, su vista se posó en el espejo que le había enviado un poco más de un año atrás Sonomi desde París… un espejo estilo Luis XIV de 1.80 de altura. Consideraba que su tía había sido algo exagerada al enviarle de regalo de cumpleaños eso. Sin embargo, había algo extraño en él, pero… ¿qué era? No lo sabía. Mientras aún aquellas preguntas rondaban en su cabeza, escuchó una aguda voz que le gritaba al oído

- Sakura!!! –exclamaba un pequeño muñeco alado mientras volaba sobre la cabeza de su ama.

- Ah!!! –exclamó muy asustada y algo aturdida la muchacha –Kero! Qué rayos crees que haces? Casi me matas de un susto…

- Lo siento Sakurita… lo que pasa es que te vi tan pensativa que yo…

- Sabes que me agrada pensar –decía la joven en tono reprobatorio –Pero no por eso me vas a gritar de esa forma –En ese momento se levantó de su cama y se dirigió al armario que allí había. Sacó una toalla limpia y le preguntó a Kero –Por qué tenías tanto apuro en despertarme?

- Sakurita… ya estás atrasada –dijo Kerberus señalando el reloj despertador. La muchacha al ver la hora, dio un grito que no sorprendió a su padre, que en aquel momento preparaba el desayuno.

Estaba comenzando el último año de la preparatoria. Sakura ya no era una niña… al menos no como cuando había capturado y luego trasformado las cartas Clow a cartas Sakura con la ayuda de Kero, Yukito/Yue y Tomoyo… su amiga de la infancia. Tenía ya 17 años, y se había convertido en toda una señorita. Su cabello castaño, llegaba hasta la mitad de la espalda, el cual llevaba tomado en un medio moño mientras caminaba rumbo a la preparatoria. Su bellos ojos esmeraldas no pasaban desapercibidos para nadie… eso le daba un toque de hermosura, que con su inteligencia, además de su destreza, la convertían en una de las chicas más codiciadas de la preparatoria. Estudiaba en la misma preparatoria a la que años atrás pertenecía su hermano, la cual se encontraba al lado de la primaria Tomoeda… se detuvo unos instantes cuando pasaba frente a la entrada de la primaria. Recordaba su infancia cuando miraba a los pequeños que ingresaban al establecimiento. Mientras observaba a un grupo de jóvenes conversar frente a la estatua que coronaba el lugar, vio entre la multitud a un muchacho… un muchachito de cabellera corta, castaña y que llevaba algo desordenada, y unos penetrantes ojos marrones. El muchacho le observaba directamente a los ojos. Sakura sintió nuevamente aquella sensación que solía invadirla de vez en cuando… aquella sensación de que algo no había hecho, un pequeño vacío en su vida. Sabía, estaba casi completamente segura que a aquel muchacho que le miraba, ya lo había visto antes… en sus sueños. Cuando parpadeó, la imagen desapareció. Aunque buscó entre los pequeños, no encontró señales de aquel jovencito de ojos marrones.

Algo confundida y distraída ante aquel hecho, que atribuyó a sus últimas malas noches de descanso, continuó su camino. Cuando llegaba a la puerta de la preparatoria, chocó con un joven alto, de cabello negro azulado, y unos profundos ojos azules. El joven la miró con dulzura, y ofreciéndole su mano, la ayudó a ponerse de pie.

- ¿Te encuentras bien pequeña Sakura? –preguntó el muchacho.

- Eriol? –preguntó una sorprendida Sakura –Qué haces aquí?

- Soy el nuevo alumno de esta preparatoria –explicó el muchacho –Estaré todo este año con ustedes.

- Eriol! –exclamó Sakura abrazándole fuertemente. Aquel joven era la reencarnación del mago Clow. Fue él quien ayudó a Sakura para que la joven pudiese convertir las cartas Clow a Cartas Sakura –Te extrañamos tanto!

- Me extrañaron? –preguntó el joven.

- Si… Tomoyo y yo… nos acordamos mucho de ti –dijo la jovencita –Incluso durante el verano Tomoyo me dijo que sería bueno tenerte de regreso… Al parecer su deseo se hizo realidad!!!

- Pues al parecer si –asintió el joven.

Ambos ingresaron a la escuela… al llegar hasta su salón, Eriol se encontró con la "pequeña Tomoyo". Solía decirles así a ambas muchachas cuando eran unas estudiantes de primaria. Pero sin duda aquel nombre de cariño ya no iba con Tomoyo. Sakura aun tenía esa gota de ingenuidad e inocencia en su mirada y en su forma de ser. Pero Tomoyo se veía como una muchacha madura, de gran inteligencia y belleza que con el paso de los años únicamente habían mejorado. Su físico era ya el de una jovencita, y sin duda Eriol la veía con otros ojos. De pequeño había sentido una atracción por Tomoyo, pero al verla nuevamente, tan cambiada, aunque siempre gentil, se sorprendió de su reacción.

- Tomoyo! –exclamó Sakura feliz. Ambas se abrazaron efusivamente.

- Sakura! Qué bueno verte!

- Mira con quien me encontré en la entrada –dijo Sakura señalando la puerta del salón. Tomoyo le miró unos instantes y luego preguntó:

- Eriol?

- El mismo –dijo Eriol esbozando una sonrisa. Se veía muy apuesto según el parecer de Tomoyo.

- Me alegra verte –dijo la muchacha mientras se acercaba a saludarle. Pero a diferencia de Sakura la muchacha sólo esbozó una sonrisa mientras le ofrecía su mano. Eriol, quien comprendía perfectamente el comportamiento de la joven, tomó su mano, pero en vez de estrecharla la besó con delicadeza.

- Bueno… creo que tendrán que soportarme durante todo este año –informó Eriol, quien no había perdido aquel tono de malicia en su voz. Sin duda pensaba divertirse un poco en aquel año.

Terminado aquel día de clases, todos se dirigieron a una heladería que quedaba cerca del parque del Rey Pingüino. Eriol y Tomoyo conversaban animadamente, pero Sakura aun se sentía extraña. Cuando pasaban frente al rey pingüino se detuvo en seco. Vio nuevamente a aquel niño de ojos marrones. Pero a diferencia de la primera vez, ahora él vestía un traje ceremonial verde a la usanza china. El joven de nuevo le miraba fijamente. Sakura por algún extraño motivo se sonrojó ante la seria y penetrante mirada del muchacho, como si ya lo hubiese visto años atrás. Estaba sentado sobre la cabeza del pingüino. El viento movía suavemente su cabello alborotado. Cuando Eriol y Tomoyo, quienes no se habían percatado de la actitud de Sakura, y habían continuado el camino regresaban, Sakura vio como se desvanecía la imagen.

- Sakura ¿te encuentras bien? –preguntó Tomoyo al ver a su amiga en aquel trance.

- Si… -dijo la muchacha.

- No es cierto –comentó Eriol –Algo te sucede Sakura… tu no eres así.

- ¿Han sentido alguna vez como… como si hubiera un vacío en sus vidas. Como si algo que debía ocurrir, no sucedió? –preguntó la muchacha – ¿Como si conocieran a una persona, que no existe?

- No –dijo Tomoyo a quien le extrañaba aquella situación.

- No, pero he sentido cosas extrañas. Esta mañana por ejemplo… pude sentir un leve rastro de magia. Fue unos minutos antes de encontrarme contigo Sakura –comentó el joven inglés.

- ¿Y ahora? –preguntó la muchacha.

- Hace unos instantes –comenzó Eriol –Percibí lo mismo.

- Entonces.

- ¿Qué pasó Sakura? ¿Podrías explicarnos con detalles? –preguntó su amiga. Sakura asintió. Se sentó en los columpios, al igual que Tomoyo, y Eriol se mantuvo de pie.

- Pues… cuando esta mañana pasé por la entrada de la primaria, me detuve unos segundos a recordar viejos tiempos. Todas aquellas aventuras que vivimos cuando tenía once años. Y cuando observaba a un grupo de jóvenes, un niño llamó mi atención. Un muchacho que tendría once, quizá doce años, de cabello castaño y ojos marrones, me miraba fijamente. Sentí como si ya le conociera. Además, estoy segura que lo he visto en sueños.

- ¿En sueños? –preguntó Tomoyo.

- Si, en mis sueños. Bueno, en un momento cerré los ojos y al abrirlos ya no estaba.

- ¿Dices que pestañeaste y luego desapareció? –preguntó Eriol que se había mantenido en silencio durante el relato.

- Si. Lo busqué entre la multitud, pero ya no estaba –aseguró Sakura –Ahora, cuando pasábamos frente a la estatua del rey pingüino, él se encontraba sentado sobre su cabeza. Pero en esta ocasión llevaba un traje ceremonial a la usanza china. Un traje verde, con detalles. Nuevamente me miró fijamente, y se desvaneció.

- Se esfumó -dijo Eriol –Vaya, vaya. Parece que solo atraigo problemas cuando estoy cerca de ustedes.

- No digas eso –dijo Tomoyo tranquilamente –Sakura… no te preocupes. Recuerda que todo va a estar bien.

- Si –asintió la muchacha alegrando un poco su expresión ante el apoyo de su amiga.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Era una mañana tranquila… el cielo azulado en Hong Kong, estaba libre de nubes, lo que permitía disfrutar el radiante sol que allí había. Sentado sobre el verde césped, un apuesto joven de 18 años recién cumplidos, cabello castaño y ojos marrones, miraba distraído una pequeña cascada artificial que había en uno de los jardines de la mansión en la que vivía. Sus ojos se posaron unos instantes en el agua… reflejada en ella vio a una niña de impactantes ojos color esmeralda. Cuando miró a su lado, pudo ver nítidamente la imagen.

- ¿Tú de nuevo? –preguntó. No era la primera vez que veía a aquella niña. Pero nunca le había dicho nada – ¿Por qué nunca respondes mis preguntas? ¿Eres un espíritu? –intentó nuevamente aunque fue en vano. La niña que tendría unos once años le miraba dulcemente.

Shaoran Li aun no comprendía por qué razón veía a esa niña. Según su entrenamiento y con el uso de sus poderes había logrado corroborar que no era un espíritu… al menos no uno común. Esa pequeña solía aparecer de vez en cuando junto a él, situación que perturbaba bastante al joven. La muchachita tenía facciones japonesas, sabía que era así, pero él jamás había viajado a Japón. Lo más extraño era que nunca había contado esta situación a nadie. Además como solía decirse a si mismo, le agradaba su compañía. La pequeña se puso de pie. Shaoran pudo escuchar en la lejanía la voz de su prima que le llamaba. Luego de mirarlo fijamente a los ojos, le dedicó una bella sonrisa y desapareció. En cosa de segundos apareció Meiling. Al verlo mirar fijamente a la nada, la muchacha reclamó:

- Shaoran! Llevo buscándote un largo rato! Tu madre te necesita. Dice que tiene que informarte algo muy importante! –exclamó Meiling a toda voz.

- No es necesario que me grites de esa forma –dijo el muchacho seriamente regresando a la realidad.

- Pues no es mi culpa! Yo sólo cumplo la orden de tía Ieran.

- Dile que en unos minutos estoy allá –dijo Shaoran poniéndose de pie y caminando en dirección a la entrada a la mansión.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

La muchacha se encontraba agotada ante el segundo día de escuela que había pasado. Al llegar a la casa, notó que no había nadie en ella. Leyó en una pequeña pizarra blanca que había en la cocina, un recado de su padre. Este decía:

Hijita:

Lamento no poder cenar contigo hoy. Sé que prometí que estaría dos semanas contigo y luego regresaría a las excavaciones, pero surgió un problema de último momento, y viajaré a Hokkaido para arreglarlo. No sé aun cuanto tiempo me llevará, pero sé que comprenderás la situación. Espero que puedas disculparme. Dejé tu cena lista y solo debes ponerla en el microondas.

Nunca olvides que te quiero demasiado, tu padre…

Fujitaka Kinomoto.

La joven leyó la nota detenidamente y luego sonrió. Sabía lo importante que era aquella excavación para su gentil padre. Tomó la cena y la llevó a su habitación, ya que no le gustaba cenar en la mesa cuando estaba sola. Cuando abrió la puerta se topó con Kero, quien jugaba en esos momentos con la consola de videojuegos.

- Qué pasó Sakura? –preguntó el muñequito sin perder de vista el juego –Vi a tu padre sacar nuevamente la maleta esta tarde.

- Pues tuvo que regresar a la excavación –explicó la muchacha –Aun no sé cuanto tiempo estará fuera –dijo nostálgica.

- Vamos Sakura! –intentó animar Kero al ver la reacción de su dueña –No puede ser! –exclamó cuando perdió el juego. Luego se acercó a la muchacha y le dijo –Solo serán unos días… ya verás que regresará muy pronto!

- Gracias Kero… la verdad es que estando sola en esta casa me siento extraña.

- Ah!!! –exclamó Kero –Pero no estás sola Sakurita. ¡El genial Kero está contigo! –exclamó con orgullo.

- Me alegra que al menos uno de los dos tenga tal ánimo –comentó Sakura - ¿Cómo se encontrará Yukito? Se fue a Yokohama hace un año ya… ¿cómo irá todo con el trabajo en el hospital? –se preguntaba la muchacha.

- Pues supongo que bien… al menos dijo eso la última vez que te llamó. Hace… dos días si no me equivoco.

- Así es. Tienes razón, creo que debo dejar la nostalgia de un lado porque ya soy una jovencita mayor! –dijo Sakura sonriendo –No debo temerle a vivir sola. Además no va a ser para siempre… solo unos días y ya!

La muchacha ya mas tranquila, se puso el pijama, se cepilló unas cuantas veces su cabello, y se metió a la cama. Estuvo unos minutos meditando sobre lo sucedido aquel día. Pensaba relatarle a Kero lo que había pasado, pero escuchó los pequeños ronquidos del guardián. Decidió entonces explicarle la situación al día siguiente. Pensando en eso cerró los ojos y se durmió profundamente.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

En tanto, un muchacho en Hong Kong no lograba conciliar el sueño llevaba mucho tiempo despierto. Miró el reloj que había al lado de su cama. Este indicaba las 4:26 de la madrugada. Bajó al primer nivel, para dirigirse a la cocina y tomar un vaso de leche. Cuando regresaba con el vaso en la mano, algo llamó su atención. La pequeña niña se encontraba frente al espejo que había en el despacho que usaba su madre, para tratar cualquier asunto de importancia. Era un espejo Luis XIV que le había enviado una de sus hermanas a su madre. Al ver el espejo, notó que no había ninguna imagen reflejada. Se acercó silenciosamente. La niña le miró con sus esmeraldas ojos. Luego comenzó a levitar hasta quedar a la altura del espejo e ingresó en él. Shaoran comenzó a caminar hacia el espejo, y cuando lo tocó, algo sucedió.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Despertó muy asustada. Había soñado algo muy extraño. Caminaba por el parque Pingüino, cuando se topaba con alguien… un joven más alto que ella, pero no podía recordar su rostro. Todo se volvía negro. Sakura veía una sombra que los atacaba a ambos, y luego sólo recordaba sangre. La sangre cubría su ropa y también el piso, y… luego de eso había despertado. Se quedó pensativa unos minutos. Verdaderamente se había asustado ante tal sueño. Fue en ese instante cuando sintió algo… un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Nuevamente esa sensación de un vacío, pero acompañado de un llamado. Alguien la llamaba, ¿pero quien? Miró desesperada en todas direcciones. Instintivamente se levantó de la cama. Agudizó cada uno de sus sentidos y lo encontró… era el espejo. En un instante se encontraba frente al espejo, pero al tocarlo, todo a su alrededor desapareció.

Ahora dos jóvenes caminaban en un lugar desconocido. En realidad no había nada allí. Shaoran llevaba un rato buscando a la muchachita, pero no la encontraba. Sakura en tanto no sabía en qué lugar estaba. Mientras más avanzaba, mas temor sentía… y es que no lo podía evitar, seguía siendo una niña muy miedosa. Repentinamente ante ella vio a quien menos pensaba encontrarse allí. El chico de ojos marrones le miraba fijamente. Pero había algo entre ellos… como una fina pared de agua. Shaoran miraba algo aturdido. Al fin había encontrado a la pequeña, pero una pared de un líquido que él supuso sería agua les separaba.

Ambos jóvenes se encontraban a muy poca distancia de lo que ellos creían, eran unos niños. Llegaron a la pared que los separaba, acercaron sus manos con decisión, y al tocarla todo aquello se esfumó. Cuando abrieron los ojos, la sorpresa no fue para menos. Ambos jóvenes se miraban igualmente sorprendidos, y aun con una de sus manos rozándose. Sakura sin esconder su temor lanzó un grito que fue percibido por el pequeño guardián. Los dos se separaron inmediatamente.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Disclaimer: Ningún personaje aquí presentado me pertenece en absoluto. Todos son creaciones de CLAMP.

Notas de la Autora:

Pues aquí de regreso, realizando una actualización al capítulo que hace mucho tiempo subí. ¿La intención de ello? Pues obviamente continuar el fic. Hace unos días leyendo mis viejos archivos me percaté que tenía aún ideas para este fic así que acabo de reeditarlo. ¡Espero que sea de su agrado! Subiré el capi 2 si les interesa continuar leyendo el fic .

Y bien referente al capítulo, como lo habrán notado (y a los que no aquí les explico) los mundos de Shaoran y Sakura son mundos paralelos. Ninguno de los dos se conoce, aunque se irán topando con cosas en común que realmente les sorprenderá. Es algo así como lo que hubiera pasado si Shaoran no hubiese viajado a Japón por el asunto de las cartas, y cómo de todas formas la conexión que debía haberse producido con Sakura se lleva a cabo igual, pero en una situación muy diferente. Todo tiene su explicación y poco a poco se va a ir comprendiendo mejor lo que está sucediendo, y por qué no se conocieron antes.

Ahora bien... ¿Qué tal eso de hacerlos aparecer con las manos enlazadas? ¿Qué hará Sakura? Imagínense como se las arreglará cuando sus amigos se enteren de lo sucedido. Ya veremos como todo este enredo un tanto complejo se va desenrollando...

El próximo capitulo se titula: "Buscando una explicación…"

Si les agradó el fic háganmelo saber y continuaré publicando los capítulos. Mientras más apoyo tengo, más rápido suelo avanzar. Así que no olviden dejar sus reviews!!!

Por ahora eso es todo… espero le haya gustado… cualquier duda, comentario o lo que sea, un review o a mi mail .