N/A: Esta historia es solamente una traducción del fic original, "The Unbecoming of Lucy Moon". Yo no poseo ningún derecho sobre la historia, todo el mérito le pertenece a la autora original. Una vez aclarado esto, ¡disfrutad de la historia!
1)
Desperté al persistente sonido de un pitido. No había una sola parte de mi cuerpo que no estuviese dolorida. Mi cabeza palpitaba repetidamente. Mi visión era borrosa.
Parpadeé rápidamente, sintiéndome desorientada, y fruncí el ceño cuando todo lo que vi fue blanco. Estaba tumbada en una cama y sentía mi cuerpo pesado, pero no estaba en mi cuarto; mi habitación era de un vivo y soleado color amarillo que Claire y yo elegimos juntas cuando redecoramos nuestras habitaciones.
Mi visión era todavía borrosa, trate de interpretar las manecillas del reloj que había en la pared opuesta. Entrecerré los ojos, pero no funcionó.
Podía oír voces hablando fuera de la habitación, pero era como si me encontrase bajo el agua; mis oídos estaban demasiado taponados como para escuchar que estaban diciendo. A través de mi visión distorsionada podía ver el familiar cabello oscuro de mi madre.
"Mamá," dije con voz ronca. Mi garganta estaba seca y mis labios agrietados. Necesitaba algo de beber.
Froté mis ojos cerrados. La puerta se abrió y mis pestañas parpadearon, abriendo mis ojos.
"Lucy," dijo la voz de mi madre, dejando escapar un pesado suspiro de lo que podía únicamente suponer era alivio. Mi visión ya no era borrosa, y fijé mis ojos en ella al tiempo que ella se apresuraba hacia la cabecera de la cama.
"Mamá," repetí, estremeciéndome por el esfuerzo. Sentía mis labios como si fueran de papel.
"¿Quieres algo de beber, cariño?" me preguntó, y asentí. Hablar era demasiado doloroso.
Mis manos se cerraron en torno a un frío vaso, sacudiéndose inestables mientras mi madre me ayudaba a sentarme derecha. Forcejeé para lograrlo; sentía mi pierna extrañamente pesada. El líquido fresco goteó a lo largo de mi garganta.
"Despacio," me dijo firmemente, apartando el vaso de mi. "O sólo conseguirás marearte."
Asentí e intenté alcanzar de nuevo el vaso. Ella me lo tendió y sorbí el agua, agradeciendo el alivio que me proporcionaba el frescor.
Apoyándome de nuevo contra la almohada fría, me dí cuenta de que papá estaba apoyado contra la puerta, impotente. Le miré unos momentos, sorprendida de verle.
"¿Qué pasa?" le pregunté, moviendo mis ojos de mamá a papá, y de nuevo a mamá.
Sólo podía supongo que era algo grave si los dos estaban aquí y no en el trabajo. Mis padres eran extremadamente adictos al trabajo.
"Tuviste un accidente, cariño" dijo papá. Entrecerré los ojos. Tenía que ser serio si papá estaba usando expresiones afectivas.
"¿Dónde están Emma y Ricky?" pregunté vagamente.
"Fuera", dijo papá, con la voz ronca. Me pregunté si él había estado llorando.
"Quiero verles".
"En un minuto", dijo mamá.
Quería discutir, pero estaba demasiado cansada. En cambio, mi mente vagó a nuestro tema de conversación anterior. Había tenido un accidente.
Mi mente daba vueltas, buscando desesperadamente recuerdos. ¿Cuándo he estado yo en un accidente?
"¿Un accidente?" repetí, con el ceño fruncido.
Mamá asintió.
"Yo no conduzco."
"No era un accidente de coche, cariño", dijo mamá con voz firme. Ella era terapeuta, y por lo tanto tenía un montón de experiencia en el trato con personas que habían pasado por diversos traumas.
Pero, ¿qué trauma había pasado yo?
"¿Qué es lo último que recuerdas?"
Pensé.
Me acordé de que era Halloween y mi cumpleaños, los cuales odiaba. Por desgracia para mí, ambos coincidian, mi cumpleaños era el día de Halloween. Después de soportar un día de celebraciones organizadas por mamá, me preparé para una fiesta que Claire había organizado.
"Recuerdo ir a la fiesta", le dije. "Con Claire. Y María. Y Tyler."
Claire. Mi mejor amiga. Fue sólo porque estábamos tan unidas que estuve de acuerdo en ir a la fiesta. Ella sabía que no me gustaba montar un escándalo en mi cumpleaños y, por eso, utilizo la excusa de que era realmente una fiesta de Halloween. Sonreí ante la idea.
Recordé estar molesta porque María iba. Desde que la conocimos en el noveno año, había estado tratando de tomar mi lugar como el mejor amigo de Claire. Obtuve mi venganza saliendo con su dulce aunque ligeramente sombrío hermano gemelo, Tyler.
"¿Algo más?" Preguntó mamá, rozando mi cabello con su mano y colocándolo detrás de mi oreja. Me aparté. Una expresión de dolor se reflejó en sus ojos, pero apenas me dí cuenta mientras luchaba por recordar más.
"Salimos de la fiesta ..."
"¿Quiénes?" Preguntó papá, hablando también con una voz firme. Su voz de abogado.
"Claire, Maria, Tyler y yo"
"¿A dónde fuisteis?"
"Al manicomio", le susurré.
Fue idea de María y, por supuesto, Claire estuvo de acuerdo. Tyler aceptó unirse y de alguna manera yo hice lo mismo.
El plan era pasar la noche en el edificio abandonado, hacer una película, sacar algunas fotos y marcharnos de madrugada. Claire tenía un amor por el horror y quería buscar la sala de niños, donde planeaba usar una tabla de ouija para contactar con cualquier espíritu persistente.
Era un plan tonto y lleno de riesgos, pero María quería unirse a la lista de las personas que habían hecho lo mismo.
No obstante, nadie entraba solo en aquel manicomio. Un chico lo había hecho hace años, jugueteando con el sistema de poleas. Terminó quedando atrapado en el otro lado.
Su cuerpo fue encontrado seis meses después.
Los padres alegaron que el edificio era peligroso y que debería haber sido derribado hace años, pero se quedó donde estaba como una advertencia a otros adolescentes que planearon adentrarse en él.
Miré a mamá, que se había puesto pálida, y luego a papá, cuya mandíbula se había cerrado.
"Lo siento", dije.
"Sabías que el edificio era peligroso", dijo papá con rigidez, pero mamá le lanzó una mirada que ella pensó que no advertí. Fingí no haberlo visto.
"¿Qué pasó?"
"El edificio se derrumbó." Mamá me miró de cerca, observando mi reacción, antes de continuar. "Te quedaste atrapada en una bolsa de aire, pero en el momento en que llegó la ambulancia, estabas inconsciente."
"¿Qué me ha pasado?"
"Te has fracturado la pierna." Levanté la manta y vi la pesada escayola que rodeaba mi pierna. Eso explicaba por qué la sentía tan pesada."También te has fracturado una costilla, pero no te has perforado ninguno de tus órganos."
Mamá me estaba ocultando algo; lo noté. Fruncí el ceño.
"¿Qué más?"
Ella no me miró a los ojos mientras respondía. "Hay algunos cortes y contusiones en la cara, pero no te dejarán cicatriz."
"¿Puedo coger un espejo?" pedí. Mamá parecía que quería discutir, pero se dio cuenta de que no iba a servir de nada. En su lugar, tomó un espejo de su bolso y me lo entregó.
No era tan malo como esperé en un primer momento. Como dijo mamá, tenía varios cortes y contusiones, pero nada grave. También me había partido el labio.
Echándome hacia atrás el pelo, mis ojos se posaron en mamá, que me observaba con ansiedad. No nos parecíamos en nada. Ella era de piel aceitunada y tenía el pelo oscuro y grueso, mientras que yo era pálida, con el pelo rubio. Le di el espejo de nuevo.
"Puedes venir a casa esta noche, si te sientes capaz de ello", dijo, poniendo el espejo a un lado y sonriendo débilmente.
Asentí con la cabeza. "¿Y Claire?"
Mamá parpadeó. "¿Qué?"
"¿Y Claire?" repetí lentamente. "¿Y María y Tyler? ¿Están bien?"
Mamá no respondió. Miré a papá, pero él se negó a hacer frente con mi mirada confusa.
"¿Puedo llamar a Claire?"
"No, querida."
"¿Está aquí? ¿Están todos aquí?"
Miré a mi alrededor antes de darme cuenta de que yo estaba en una habitación privada. Me pregunté si Claire también estaba en una habitación privada, a ella le encantaría.
"¿Puedo ir a verles?"
"Lucy, cariño, ellos estaban contigo en el manicomio," mamá me dijo suavemente.
"Lo sé."
Mamá me miró con ojos suplicantes. Le devolví fijamente la mirada, confusa. Estaba un poco desorientada, pero tampoco necesitaba que me lo repitieran todo. Yo sabía que Claire, María y Tyler estuvieron conmigo en el manicomio.
"... Ellos no sobrevivieron", dijo papá con voz ronca, agachando la cabeza. Me quedé mirándolo.
No.
"¿Cómo?" Le pregunté, apenas en un susurro.
"El edificio se derrumbó, Lucy." Mamá trató de coger mi mano, pero di un tirón alejándome de ella.
"Lo sé", le espeté. "Pero ¿cómo?"
"Era un edificio antiguo; ya lo sabes."
"Te dijimos que era peligroso", añadió papá. Lo miré a través de las lágrimas que se habían reunido en mis ojos.
"Mis amigos están muertos, ¿y lo único que puedes hacer es regodearte?" pregunté con furia.
"Él no quería decir eso", dijo mamá con rapidez, tratando de calmarme. "Lucy, querida -"
"¿Estáis seguros de que no quedaron atrapados también?" le pregunté, al tiempo que una lágrima cálida se deslizaba por mi mejilla.
Claire estaba muerta.
Mi mejor amiga se había ido. La imagen de nosotras entrando en la escuela secundaria juntas por primera vez me vino a la mente. En aquel momento estaba muy asustada, y ella me cogió la mano y me aseguró que iba a estar bien.
Claire...
"Estamos seguros", dijo mamá. "Encontraron -" la interrumpí.
"¿Encontraron el qué? ¿Los cuerpos?"
"Restos", susurró.
Una náusea me invadió el cuerpo.
Restos. Trozos.
"Ellos no sobrevivieron, cariño. Lo siento mucho."
El día de la mudanza hacía sol.
Me puse de pie con las piernas temblorosas, todavía no estaba acostumbrada a caminar sin escayola o muletas, y miré las tres lápidas que se alineaban delante de mí. Los nombres Claire, María y Tyler estaban inscritos en ellas.
Quería llorar, pero no pude. Había estado llorando durante lo que parecieron años y ahora que dejaba a mi mejor amiga atrás, no podía.
Mamá estaba sentada en el coche, podía sentir sus ojos en mí. Ella siempre me estaba mirando.
No podía culparla. Encontrar a la menor de tus hijas sollozando histéricamente en el baño con las muñecas ensangrentadas y fragmentos de vidrio rodeándola, le dan a cualquiera ganas de mantener los ojos en su hija.
Fue mi idea mudarnos. Los médicos consideraban que me había seccionado. En su lugar propuse que nos mudáramos.
"Veo a Claire por todas partes", les dije. "La veo en casa. Y quiero volver a la escuela, pero la veré allí."
Así que decidimos mudarnos.
Nos íbamos a Londres, lo que suponía una gran diferencia de nuestra pequeña comunidad. En Londres, me podría perder fácilmente en la multitud y fingir que era vagamente normal, en lugar de ver a mi mejor amiga muerta donde quiera que mirara.
Emma y Ricky habían aceptado sin queja; no podría haber pedido mejores hermanos.
Un bocinazo tras de mi era un no tan sutil recordatorio de que nos teníamos que ir. Me estremecí, aunque no hacía frío, y ceñí mi chaqueta entorno a mí.
Quería decirle algo a Claire, algo que - a pesar de estar muerta – permaneciera con ella. Quería decirle que la echaba de menos y lo agradecida que estaba de que ella había sido mi mejor amiga durante la mayor parte de mi vida.
Otro bocinazo me hizo saltar. Mamá se estaba impacientando.
"Adiós", le susurré. "Te echaré de menos."
Me di la vuelta, a la vez que mi madre daba un nuevo bocinazo.
Tomando una respiración profunda, me alejé de mi antigua vida para comenzar una nueva.
