Disclaimer: Absolutamente todo es de Tite Kubo ú.u si fuera por nosotras, Ichigo y Rukia ya tendrían otro tipo de relación…
HK¡Muy buenas! A mi que me da por compartir fics por patillaza, esta vez toca uno de Bleach, con mi queridísima amiga SaRuDë (la cual no tiene cuenta en fanfiction, pero el aburrimiento por el Messenger es muy mortal xD)
S¡Viva el messenger y la mano bricomaniense! Ah, no, que este fic no es pervertido (de momento, jujujuju) y na, hace años que no escribo fics porque les pillé tirria pero todo sea por ver cómo coño se enrollan de una puta vez Ichigo y Rukia!!! - Atención, es muy mal hablada pese a escribir de esa manera tan sutil
HK: Sí, de momento, porque con lo pervertidas que podemos llegar a ser… la cosa puede degenerar… (¡No a lo basto¡Todo hay que decirlo!). Y bueno, no sabemos cuanto durará, pero la trama está completamente pensada.
S: Sí, sí, pero... CAMA DE BARROTES FAN¡Disfrutad de la lectura!
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Give me a Break!
1. Preludio de algo
-…arg…
El sonido provino de un bulto entre las sábanas mientras que un sonoro, molesto y repetitivo pitido no paraba de sonar como fondo a ese cuadro. Eran apenas las siete de la mañana de un domingo normal, en una casa normal, donde un chico normal se movía en su cama, maldiciendo a la persona que estaba haciendo sonar el maldito aparato.
Del interior del armario se oyeron algunos quejidos, mientras que otros ronquidos inundaban la habitación. La cosa más normal del mundo.
-Joder…
Ichigo Kurosaki se sentó en su lecho unos instantes, oyendo como el insistente pitido se metía por sus oídos, instalándose en su cabeza y queriendo maldecirlo. Cabezota, se negó a levantarse y cogerlo. ¿A quién se le ocurría llamar por teléfono tan pronto?
Volvió a echarse en la cama, tapándose la cabeza con la almohada e intentando amortiguar los ruidosos soniditos, pero estos parecían estar empecinados en quitarle el sueño. ¿Es que no podían dejarlo tranquilo un domingo normal en que la noche anterior había tenido que cargarse varios Hollow?
En el armario, la shinigami que allí dormía parecía no percatarse de nada, ya que no había dado señales de estar despierta. ¿Cómo lo hacía para tener el sueño tan pesado? A veces, el adolescente había querido ser como ella en ese aspecto, pero tan sólo en ese.
Cuando estaba a punto de maldecir y levantarse, el timbre paró, dejando paso al silencio. Ichigo agradeció a todos los shinigami de la Sociedad de las Almas por que la persona que estaba detrás del aparato se hubiera cansado, después de tanto insistir. ¿A quién se le ocurría¡Nadie tenía cuerpo para levantarse tan pronto, y menos un domingo!
La tranquilidad volvió a su habitación, oyéndose como banda sonora tan sólo los ronquidos de Kon. Maldito muñeco de felpa, tendría que sacarlo de ahí para poder pasar una noche tranquila. ¡Al menos una! Sin Hollows, sin fantasmas, sin peluches agobiantes ni shinigamis marimandonas.
Pero claro, la tranquilidad poco podía durarle al joven sustituto ya que, como una estampida en mitad de la sabana, apareció en escena el padre del susodicho joven, abriendo la puerta con completo descuido mientras gritaba.
-¡I-CHI-GO!- el joven casi pudo ver el corazón al final de la frase a pesar de que aún tenía los ojos cerrados y la cabeza bajo la almohada.
Aunque no duró mucho así, ya que un gran placaje por parte del escandaloso hombre le hizo levantarse mientras intentaba no morir en el intento.
-¡Ichigooooo¡Pero que calladito te lo tenías!!!!- gritó a los cuatro vientos el doctor, sentado sobre la espalda de su hijo y estirándole de debajo del cuello.
El joven a duras penas pudo alcanzar la lamparita de su mesita y, como pudo, estampársela a su padre para poder sobrevivir a aquel intento de asesinato sin premeditación.
-¿¡Pero que coño…!?- espetó el pelinaranja, levantándose como pudo del suelo e intentando colocarse la cabeza en su sitio de nuevo. Miró a su padre, que continuaba bailando por la habitación, ajeno a todo y, como era costumbre ya en la familia Kurosaki, le pateó con fuerza estampándolo contra una de las paredes-. ¿¡Qué mierda te has tomado esta mañana¿Por qué coño entras así?
-¡¡Una llamada de una mujeeeeeeer!!- canturreó, para fastidio del adolescente, con las mejillas coloradas. ¡Maldito pervertido!-. ¿¡Quién eeeeeeeeeeeees!?
-¿Llamada¿Para mí?- por una vez, Ichigo se desconcertó.
Pero el dueño de la clínica Kurosaki no escuchaba a su hijo, no. En cambio, sin saber de dónde había salido, empezó a adorar un póster que rezaba "Masaki Forever".
-Mi queridísima Masakai, snif, nuestro Ichi se hace mayor, snif, ya tiene hasta novia.
Claro, Ichigo no estaba para bromas y oír a su padre hablarle a un póster de una muerta sacado de quién sabe dónde no ayudaba para ponerle de mejor humor. Así que no se lo pensó dos veces antes de volver a patearlo, lanzándolo fuera de la habitación, póster incluido.
-¡No quiero que tus mariconadas invadan mi habitación, gilipollas!
Acto seguido, cerró la puerta de un golpe sordo y se dispuso a bajar las escaleras –eso sí, pisando a su padre por el camino, tirado en el suelo-. Bostezó un par de veces y se rascó la barriga antes de llegar a la planta baja y entrar al comedor.
El muchacho observó el comedor en penumbra, lógico a esas horas tempestivas de la mañana, y dirigió su mirada sonámbula al aparato telefónico descolgado que descansaba en la mesita del fondo. Se dirigió con paso pesado, bostezando y maldiciendo sin escrúpulos, y se detuvo delante del teléfono. Arqueó una ceja y una mueca de fastidio cruzó su cara. ¿Una mujer? Su padre era idiota. ¿Qué mujer podría llamarle a él¿Y para qué quería que una mujer le llamara, además? Ya tenía suficiente con el estridente y odioso pitido del móvil de Rukia, que anunciaba Hollows sin parar y en los momentos más inoportunos…
Cogió el auricular y mientras se lo llevaba a la oreja lo vio todo claro: Keigo con alguna de sus estúpidas bromas. ¿Ahora le daba por imitar a mujeres? Ese imbécil no aprendería nunca. Ahora no estaba para broncas ni insultos, pero ya se enteraría mañana, en el instituto, ya…
- ¿Sí…?- dijo por fin, demostrando su poca atención a la llamada.
Silencio al otro lado.
Ichigo calló y notó cómo su sangre hervía pese a su somnolencia. ¿Llamaba para simplemente no decir nada¡Estaba claro que debía matarlo!
El pelinaranja carraspeó ruidosamente, en un último intento por ser amable.
Silencio sepulcral.
Apretó el puño con furia. Se acabó.
- ¡Oye, gilipollas, pero cómo coño…!- empezó a espetar Ichigo, desvelado del todo, y tenía preparada ya una parrafada de sandeces e insultos muy violentos cuando escuchó una voz sollozante al otro lado del auricular- ¿eh?
- Kurosaki-kun… - gimió una voz femenina, asustada.
El joven puso una cara de desconcierto total y tuvo que agarrar con las dos manos el teléfono para que no cayera al suelo.
-¡¿Inoue?!- exclamó.
-Lo-lo siento, Kurosaki-kun, eh, no pensaba que te molestaría tanto mi llamada. Eh, uh, lo siento, lo siento… - empezó a balbucear la chica mientras sollozaba sin parar.
Ichigo se llevó una mano a la cabeza y puso los ojos en blanco. Suspiró.
-Está bien, Inoue… ¿qué quieres?
- Oh¿de verdad no te ha molestado¿De verdad¿En serio¿Kurosaki-kun no se ha molestado porque le he llamado bastante temprano un domingo que podría aprovechar para descansar y no hacer nada?- soltó la chica, sin hacer pausa alguna.
El muchacho suspiró de nuevo y se revolvió desesperado el cabello naranja. Siempre le sacaba de quicio la hiperactividad de Inoue.
-No… ¿qué quieres, Inoue?
-Oh, es verdad¡te llamaba porque tenía que comentarte algo sumamente importante!- exclamó la pelirroja toda eufórica- ¡cuando te lo diga no te lo vas a creer y estoy segura de que te alegrarás mucho y me felicitarás por ello!
-Eh… ¿ah, sí?- Ichigo frunció el ceño y cerró los ojos. Por un instante, pudo imaginarse claramente a su compañera de clase, en casa, agitando los brazos contentísima mientras hablaba por teléfono. Tal escena no hizo más que cansarle ¿Qué le daban a esta mujer para ser así de nerviosa?
-¡Sí, sí, puedes estar seguro!- respondió rápidamente ella- oh, pero claro, quizá Kurosaki-kun está molesto por haberle llamado tan temprano y quizá no quiera escucharme porque, claro, Kurosaki-kun es una persona muy ocupada incluso un domingo. Ugh, lo siento, lo siento…
Ichigo reprimió sus instintos asesinos y prefirió dejar que ella hablara. ¿Cómo era capaz Tatsuki de aguantarla todos los días?
-Pues verás, estaba esta mañana muy feliz desayunando, tomándome mis cereales de maíz bañados en zumo de plátano mientras untaba mi tostada de mantequilla con un graaan flan de vainilla y pensaba si comerme a continuación un trozo de pizza con una gran bola de helado de café cuando he mirado por la ventana y… ¿sabes qué he visto?
El muchacho no respondió. Se llevó una mano a la boca en un acto reflejo para intentar no vomitar. ¿¡Cómo podía comer esas cosas y decirlas tan tranquila?!
- ¡Sí, he visto un sol dorado, enorme y precioso, destilando rayos de luz, que pedía a gritos que la gente saliera a la calle a pasarlo bien!- se rió, alegre.
Él miró con la ceja arqueada el comedor en el que se encontraba: la oscuridad deambulaba a sus anchas por ahí. Las persianas estaban echadas, y ningún rayo de luz las traspasaba. Si agudizaba el oído aún podía escuchar los ronquidos de Kon, el patalear insistente de su padre bailando quién sabe dónde, o la respiración pausada de sus hermanas durmiendo.
-¿El...sol?- repitió, extrañado.
-¡Claro, Kurosaki-kun, el sol¿Qué va a ser, sino?- exclamó.
-Ah, sí…- Ichigo se llevó una mano a la cabeza. Tan temprano y ya empezaba a dolerle. El pitido estridente de la voz de Inoue, aunque fuera por teléfono, se le había asentado en la cabeza y no había manera de olvidarlo- ¿y qué pasa con ese sol, Inoue?
-¡Pues está muy claro¡Hay que salir pasarlo bien, Kurosaki-kun¡Hay que disfrutar de su compañía, de su calidez, de sus ganas de vivir! – el joven se la imaginaba ahora dando saltitos mientras recitaba esas chorradas- ¿no te parece estupendo?
-Eh…
-¡Así que, está decidido: vamos a patinar sobre hielo!- sentenció feliz.
Silencio sepulcral.
El pelinaranja apretó con fuerza el auricular del teléfono y volvió a sentir cómo le hervía la sangre. ¿¡Tantos rodeos sólo para decir eso¿¡Le habían despertado simplemente para una tontería¡¿Y qué relación podía haber entre el sol y patinar sobre hielo¡La mataba, la mataba!
-¿Qué…has dicho, Inoue…¿Qué…?- el joven se apoyó en la mesita y apretó los dientes. Siempre se sentía desorientado cuando hablaba con Inoue. No sabía nunca por dónde cogerla. Ella empezaba una cosa, hablaba y hablaba sin parar, y de repente se iba a otro tema como si fuera la cosa más normal del mundo. Esta clase de inocentadas, por muy benevolentes que fueran, podían con la impaciencia de Ichigo- no acabo de entender…
-¡Pero si es muy fácil, Kurosaki-kun! Un amigo mío trabaja en la pista de hielo del pueblo y el otro día me entregó un cuantas entradas para pasar el día entero, y claro, pensaba invitar a Tatsuki y a las demás, pero claro, ellas tienen otras cosas que hacer porque el domingo es normal que la gente tenga cosas que hacer, pero entonces me acordé de ti y pensé que seguro que te haría mucha ilusión ir a patinar porque creo que hace mucho que no te tomas un día libre¿verdad? – comentó apresuradamente, sin tomar aliento.
-Eh… verás, a mí no…- él sentía la necesidad expresa de acabar con ese desmadre de conversación. ¿Y quién le había dado su número de teléfono¿Tatsuki? A ella también la mataría.
-Pero¡no¡No me digas que no te interesa sin ni tan siquiera escuchar lo que tengo que decirte!– Ichigo frunció aún más el ceño¿acaso se la podía escuchar calmadamente a esta mujer?- ¡He tenido una idea genial y creo que tú deberías de ser el primero en querer participar, Kurosaki-kun!
-Eh… ¿ah, sí? – el muchacho cerró los ojos. ¿Es que esa conversación no iba a acabarse nunca, no iba a acabar nunca esa divagación?
-¡¡Sí¡He pensado que deberíamos ir todos juntos!
-¿Todos¿Quiénes son "todos"?- preguntó por primera vez entonces, interesado en lo que decía la pelirroja.
-Pues es lógico: Ishida, Chad, yo, tú… y Kuchiki-san.
Silencio.
-¿Rukia?- pensó en voz alta.
-Sí, Kuchiki-san. Creo que, desde que está aquí, no ha conocido nada del mundo humano¿no? Siempre arriba y abajo, matando Hollow… creo que tiene derecho a pasárselo bien¿no crees?- dijo, esta vez con una voz dulce.
-Pues…
Ichigo se rascó molesto la cabeza. ¿A qué venía ese especial interés por hacer feliz a Rukia? Es verdad que, desde que ella había entrado accidentalmente en su vida, no habían tenido ningún momento libre y él apenas le había enseñado nada del mundo humano. Pero nunca había pensado llevarla a algún sitio para que se distrajera y ahora que Inoue lo decía, tal vez tenía razón, pero… un momento¿qué hacía él pensando esta clase de chorradas¿Él, preocuparse por si Rukia estaba a gusto¿Qué idiotez era esa?
-Rukia ya está bien como está- contestó en un tono agridulce.
-¿Seguro? Nunca la he visto reírse verdaderamente, ni mucho menos sonreír… estar en un sitio que no es el tuyo debe de ser duro, quizá necesite sentirse cómoda para abrirse más a los demás¿no, Kurosaki-kun?...
Ichigo se rió de manera sarcástica. ¿Por qué el tema había degenerado hasta centrarse en la cabezota de Rukia¿No tenía él suficiente con aguantarla todos los días, ir de aquí para allá como un muñeco, soportar todos sus tejemanejes? Desde que ella estaba allí no había tenido ni un día para él solo, siempre la llevaba detrás pegada como una lapa, "entrena, descerebrado, entrena", era lo único que sabía decirle… ¿por qué todos se preocupaban por ella? Pero… era verdad que apenas sonreía. Su risa era muy hipócrita, parecía un débil escudo que podría romperse al mínimo insulto, por no hablar ya de su sonrisa… y¿otra vez¿Dónde tenía la cabeza?
-¿Kurosaki-kun?- de repente, volvió a la realidad y escuchaba la voz insistente de Inoue- ¿Estás ahí?
-Eh, sí… La verdad, no creo que le sea interesante eso de patinar, además, dudo mucho que sepa hacerlo y…- Ichigo se revolvió el cabello, cansado. ¿Cómo cortaba esa conversación?
-¡Eso es lo de menos¡Ya le enseñaremos tú o yo! Tú sabes patinar¿verdad, Kurosaki-kun?
-Eh, sí, bueno, pero…
-¡Pues ya está todo dicho!- exclamó ella-. ¡Nos vemos más tarde en la pista de patinaje¿Cerca de las once os va bien?
-¿Qué? Yo… yo no he dicho nada de…- el joven se puso nervioso. ¿Había caído en alguna trampa, en alguna broma de muy mal gusto?
-¡Sabría que os iría genial¡Se nota que estás entusiasmado, Kurosaki-kun!- se rió, eufórica-. ¡Pues nada, díselo a Kuchiki-san¡Nos vemos¡Bye!- y colgó sin más preámbulos.
Un pitido inundó la línea. Ichigo se quedó perplejo, auricular en mano, analizando todo lo que había pasado hacía escasos segundos. ¿Patinar¿Hoy¿Y con Rukia? Alguien iba a morir ese día, y muy pronto…
Dejó el teléfono en su sitio y suspiró, asqueado. Otro día echado por la borda.
Se dirigió con el ceño fruncido hacia la cocina, encendió la cafetera y se dispuso a hacerse un café bien cargado. Ya no tenía sueño, pero necesitaba despejarse.
Escogió dos tazas, en una sirvió el café humeante y en la otra puso leche sola. Cogió las tazas con una mano y, en el último momento, cogió un zumo.
Subiendo las escaleras se encontró con el hiperactivo de su padre, que seguía dando vueltas y bailando ante la posibilidad de que alguna mujer resultona hubiera cazado al malhumorado de su hijo.
-¡Ichigo, hijo mío, estás hecho ya todo un hombre!- le felicitó mientras le daba unas palmadas bien sonoras y le sonreía de oreja a oreja-. ¿Y bien¿Quién es ella¿Está buena?
El joven prefirió no contestar verbalmente: una buena patada en los morros de su progenitor fue bastante clara para demostrar su enfado.
-Déjame en paz- gruñó, bebidas en mano intactas.
-Oh, no, hijo mío, si te ha dejado no debes rendirte- le cogió por la espada y le apretó con alegría-. ¡Ven, llora en los hombros de tu padre¡Hazte hombre superando tu impotencia!
El pelinaranja no pudo aguantarlo más. Se giró y le asestó otra patada al médico, que cayó rodando por las escaleras, mientras gritaba lo contento que estaba de poder entablar una conversación padre-hijo.
-¡¡Olvídate de mí, imbécil!!- le gritó finalmente antes de desaparecer por el pasillo que conducía a su habitación.
Isshin se sentó en el suelo y se tocó la mandíbula, dolorida, y cayó entonces en el detalle de las dos tazas. No pudo hacer nada más que sonreír. Se levantó y se dirigió hacia la cocina.
()-()-()
A varios kilómetros de allí, Orihime Inoue colgaba muy nerviosa el teléfono. Hablar con Kurosaki siempre le hacía saltar el corazón, lo que producía que empezara a chapurrear idioteces e incoherencias para ocultar ese nerviosismo…
Sonrió débilmente. Estaba segura que Ichigo le odiaba, pues muy pocas veces le prestaba la atención que quería o siempre se la miraba con ese ceño fruncido que tanto le gustaba… En cambio, cuando estaba con Kuchiki…
Orihime negó fuertemente con la cabeza. ¡No había tiempo para depresiones o celos¡Debía actuar enseguida o nada iría como había planeado!
Marcó rápidamente un número de teléfono y esperó a que diera señal en la otra línea. Un tono, dos tonos, tres tonos…
-¿Diga? – la voz de Ishida sonó en la oreja de Orihime.
-¡Ishida-kun, soy Inoue!- exclamó, contenta.
-Lo sé, lo sé…- respondió.
-¡Bien, ya está todo listo!- sonrió muy a su pesar.
-¿Eh?
-Que al final sí que han aceptado venir a pasar el día con nosotros- tradujo.
-Ah… ¿y sobre qué hora va bien?
Inoue calló por unos breves momentos, para después hablar:
-¿Después de comer iría bien?
-Por mí… - no es que Ishida pareciera muy entusiasmado con la idea.
-¡Pues entonces todo perfecto¡Nos vemos!- y colgó.
Inoue se quedó mirando el teléfono, mientras escuchaba el silencio que había invadido de nuevo su casa. Sonrió tristemente.
-Todo perfecto…
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HK¿Qué tal el inicio¿Bien¿Nos dejáis un reviewcito:3
S¿A que Inoue es idiota? n0n
HK: Esa Pechu siempre será idiota xD Bueno, esperamos que os haya gustado n.n Tenemos unos cuantos capítulos escritos, todo dependerá de lo generosos que seáis con los reviews… jejeje ¿A que somos malas¡Pues ale! Dadle a ese botoncito de más abajo que pone "Go". ¡Os lo agradeceremos muchito!
-SaRuDë & Hikari Katsuragi-
