A/N: ¿Y si inicialmente Omi fuera un niño travieso con cabello? ¿qué tal que Kimiko no tendría más riquezas que un apartamento en un lindo condominio? ¿qué pasaría si Clay sólo es un humilde fanático de películas vaqueras? ¿qué ocurriría si a Raimundo le gustara la lectura y tuviera un trabajo en un periódico? ¡Eso no sería Duelo Xiaolin, ni siquiera un poco! Sería bastante raro. ¿Pero qué sucedería si utilizamos la imaginación y los transformamos en guerreros que protegen a unos místicos objetos mágicos y al mundo de las fuerzas del mal? ¿estaría bien si los situamos en un templo chino, le pusiéramos atavíos de monjes y a cada uno le asignáramos un elemento, su mentor fuera un sabio maestro oriental que dijera frases revueltas y su enemigo fuera un adolescente rebelde incompetente? Ah, ya con eso sería diferente y así fue como a la protagonista de nuestra historia se le ocurrió un día una fabulosa novela llamada: Duelo Xiaolin. ¿Nunca han pensado lo distinta que sería la vida si le damos la vuelta?

Ante ustedes tienen una nueva historia: Quiero ser escritora es una comedia romántica que persigue las cómicas y caóticas situaciones que envuelven la vida de la joven aspirante a escritora Kimiko Tohomiko, una alegre estudiante de literatura, mientras escribe su primera novela: Duelo Xiaolin al mismo tiempo que deberá asegurarse tener el final feliz con su vecino Raimundo Pedrosa, pues descubrirá que quizás escribir su propia historia de amor es más difícil de lo que parece. Ufffffffff, ¿cuántas semanas he estado desconectada de mis historias? Un mes completo. En estas semanas me han sucedido montones de cosas: Me han acumulado de trabajos y deberes, estuve en temporada de exámenes (algunos excelentes y otros salí bien), una de las profesoras que me dio clase en primaria murió en un accidente y tuve que ir al velorio, salí mal en un trabajo (a la profesora no le gustó las fotos y casi me reprueba por eso) y para colmo me tengo que aguantar las burlas de otros, mientras escribía este fic vi una araña grande y gorda y yo como toda ciudadana, salí corriendo. Y estoy aquí. No he tenido vida social, estoy sobrecargada y agotada. No he podido verme la Cenicienta. Y no he podido escribir el último capítulo de Contrarreloj. No veo la hora para tirar todo esto por la ventana o al menos, que venga semana santa y así poder tener mis dos merecidas semanas de vacaciones.

En fin, me prometí a mí misma publicar esta historia y aquí tienen el primer capítulo. Disfrutadlo por favor, ¡al final nos leemos mis queridos malvaviscos asados!

NOTA: ¡ESTA NO ES LA HISTORIA DE MI VIDA! (quisiera, pero no :P).


-Tengo que ser sincera Kimiko, estoy enamorada de tu libro. Antes de que me avisaran que compartirías conmigo este maravilloso escenario con esta audiencia increíble, ya lo había leído y me estoy acostumbrado leer un capítulo por noche como si me trajera una clase de buena suerte. ¡¿Qué puedo hacer si soy adicta?! –todos gritan y aplauden a Alice, un único gesto suyo enloquece al público.

En el estudio de televisión, la luz incandescente del escenario casi me deja ciega y las manos sudorosas no me ayudan mucho, sin embargo, ahora que estoy sentada en la silla roja me siento más relajada, las gradas están abarrotadas de gente, colocados en primera fila están los invitados prestigiosos. Las cámaras apuntan al centro, hacia nosotras. En el país no imagino un televisor apagado, todos estarán pendientes de lo que diga o no durante esta noche. Es la primera vez que salgo en televisión nacional y aunque esté hecha un manojo de nervios porque sé que mis amigos, mis niños, mi familia y todo el mundo está viéndome, decido echar una mirada por el rabillo de ojo a la pantalla que está en frente de nosotras y apantallara que luzco normal. Además, Alice siempre consigue que sus invitados se sientan cómodos y suelta unos chistes para animar y no hacer aburrido el programa.

-Gracias –respondo sonriente.

-No chica, gracias a ti por hacernos llegar tu talento. Desde el primer momento en que lo vi me sentí atrapada por la narrativa hasta el final ¡¿todos aquí lo sentimos?!... –el rugido de la multitud es tan ensordecedor que no distingo lo que quieren decir, se vuelve hacia mí- si me lo permites me gustaría hacer un recuento de ti previamente de comentar tu libro, ¿cuento con tu autorización?

-Adelante.

-¿Siempre has tenido esa inclinación por la literatura? –indagó- no todo el mundo nace para ser escritor y menos convertirse en un ícono nacional, en tu caso podríamos hablar también internacional es lo que esperamos, a lo que me refiero: unos escriben por diversión, algunos lo hacen ya que desean expresarse, otros porque les apasionan, la convierten en su vocación y hacen de ella algo muy hermoso como lo que acabas de hacer en estas hermosas páginas. Hay personas que tienen un don y otras deciden cultivarlo, ¿qué nos puedes decir sobre ti?

-Desde niña me encanta leer. Mi padre, al que le quiero enviar un beso, para estimularme a la lectura me leía un cuento para dormir de los clásicos: La cenicienta, la bella durmiente, la sirenita, la bella y la bestia... Y cuando se acababan los cuentos de niños, sacaba de su vieja biblioteca libros de aventura y fantasía como los de Julio Verne o de misterio y terror como El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde escrito por Robert Louis Stevenson –Alice se ríe junto a mí y parte del público igualmente lo hace- con el tiempo el trabajo hacía imposible a papá leerme, tuve que satisfacer mis gustos por mí misma, pero nunca me planteé que mi verdadera vocación sería eso. Lo descubrí hace poco cuando iba a estudiar –contabilicé con los dedos- el segundo semestre en la escuela de ingeniería, quería graduarme de ingeniería en informática porque me familiarizo con las máquinas, creo que eso se debe medida por el trabajo de papá y las matemáticas se me hacen fáciles. Nunca he tenido problemas con la química o la física.

-Me parece fantástico, Kim, no todo el mundo sabe lidiar con esas tres materias que acabas de mencionar porque suele ser bastante común que una persona domine una mejor que otra.

¿Y qué te hizo cambiar de parecer? Digo, un semestre para descubrir lo que amas...

-Sí, lo sé, bastante. Fue por mi amiga Keiko, ella tiene trabajo como maestra auxiliar en una escuelita y pasa tiempo con niños pequeños, para final de año decidió montar una mini obra de teatro en la que asistirían los padres de todos los niños y me suplicó –hice un mohín- que elaborara el guión. Reconozco que me resistí cuando me lo propuso, pero acabé aceptando y fue divertido, me invitó a ver mi orgullo de teatro plasmado en el escenario y fue hermoso –suspiré- podías entrever cómo manejabas los hilos de las emociones de los espectadores y leer sus pensamientos con estudiar sus miradas. Se relajaban y disfrutaban el panorama, esa fue la imagen que me llevé de recuerdo aquella noche.

-¿Y entonces ahí fue cuando decidiste que querías escribir más?

-No, al menos no todavía. En realidad ahora que lo pienso, no creo que haya sido una sola cosa en especial, creo que esta vocación la he tenido desde hace mucho. Salvo que antes no me daba cuenta. No creo que deba merecer todo el crédito pues que sin el apoyo y la ayuda que me brindó una persona especial esto no me sería posible...

-¿Una personita especial, eh? –me preguntó con una nota de complicidad y cierta picardía- ¿algún pariente o tal vez un amor secreto que nos tienes por ahí escondido?

Nos reímos. Muy probable que sea eso, repasé para mis adentros antes de decir el nombre.

Quiero ser escritora

A veces lo que necesitas es alocarte un poco

Erase una vez

Esta es la entretenida historia de cómo llegué a escribir mi primer libro y me hice famosa (y también la trágica historia de cómo conocí al amor de mi vida y lo dejé ir). Quisiera separar ambas y pasar por alto mi vergüenza, pero una tiene que ver con la otra y no puedo romper el enlace. Tiene que ver mucho con él. Además, ¿cuántos escritores hacen su autobiografía? Es decir, ¿se la hacen? Creo que después de muertos, pero para evitar los malentendidos la contaré ahora. Sucedió hace un año exactamente cuando tomé una decisión que cambiaría mi vida para siempre: El día en que me independicé. En ese tiempo yo todavía estudiaba en la universidad y me preparaba para mi segundo semestre de ingeniería en informática. Abro un paréntesis aquí: Son diez semestres y aunque no lo parezca, no es nada fácil, las materias son pesadas, el horario es apretado y debo programar el despertador una hora para darme tiempo de ducharme, desayunar, cepillarme los dientes, planchar mi cabello, elegir mi ropa, agarrar los zapatos y los accesorios y llegar a tiempo a la facultad sin despeinarme. Cierro paréntesis. Había tomado la decisión irreversible de separarme de mi casa en donde vivía con mi padre y comenzar una nueva vida como mujer independiente, ustedes saben: Tener mi propio apartamento, costearme por mí misma mis propios gastos, cocinarme mi propia comida, ganarme mi propio dinero. ¿Si usé "propio" muchas veces en una oración? Sí ¡pero me había puesto a prueba! Quería demostrarle que se equivocaba conmigo. Antes de irme, él y yo tuvimos una discusión muy desagradable y acalorada...

-No vas a durar ni un mes sin mi dinero, Kimiko. ¿Así que por qué te molestas en tratar? Sé buena chica y deja esa maleta en paz –me había dicho.

-¡No lo haré! ¡no me detendrás en esta prisión para siempre, papá! ¡Tengo dieciocho años! ¿No puedes entender que yo ya soy una mujer, que soy libre de escoger mis decisiones, que puedo tropezar y levantarme cuánto quiera y tengo derecho a hacer mi vida?

-Hija, por favor, sé razonable y escucha a tu padre. Estás sufriendo sin necesidad, no tienes que pasar por nada, aquí lo tienes todo...

-¡No necesito que me des nada! De aquí en unos meses te demostraré a ti y a todo el mundo que yo misma soy capaz de hacer todo por mi cuenta. ¡No puedo soportar ni un minuto más que creas que puedes controlar mi vida con tu dinero! ¡ya tomé mi decisión! Me voy hoy y no puedes detenerme ni hacer nada.

Solté un bufido. ¡¿Cómo mi papá va a dudar de mí?! Aj, como sea, tenía todo arreglado. Lo único que me faltaba por hacer era traer mis cosas y preparar el apartamento. Usé el dinero que mi madre me dejó en el testamento para cubrir el costo del alquiler los primeros meses mientras buscaba trabajo. No deseaba ser como las típicas niñas fresas hijas de empresarios quienes extraían dinero a sus padres sin parar. Mi matrícula está cubierta de subvenciones y becas, por suerte no tenía que preocuparme. Conseguí un lindo apartamento ubicado en una urbanización segura, bonita y con una vista asombrosa de los trasversales. El edificio que se levanta en ladrillos rojo está a la esquina, cruzando un parque. Aquí los locales de comida y moda son recomendables, hay una farmacia al lado, una peluquería atrás y el supermercado está a cuatro calles ¡es perfecto! ¿Cómo obtuve semejante tesoro? Es porque soy amiga del dueño. Cuando le comenté mi problema, me dijo que había un apartamento disponible en su edificio y de inmediato acepté. Estaba subiendo mis cosas a mi nuevo apartamento. Hubiera podido pedido ayuda alguien de los pisos que están debajo de mí para transportar las cosas desde el taxi, pero quería comenzar mi independencia desde que pisaría el vestíbulo. Aparte que los hombres que vivían en el segundo piso me daban miedo: Me miraban como si fuera un bistec. Y en definitiva, no quería conocer a alguien así, y menos que se enteraran en qué piso vivía. Pero mi amigo prometió ayudarme a cargar con las cosas más pesadas. Hasta entonces, tenía horas que matar.

¡Oh, casi lo olvidaba! Mi nombre es Kimiko, supongo que se habrán dado cuenta, pero me gusta que me llamen Kim (o Kimi, a veces mis amigos me dicen así por cariño). No lo sé. Odio que me llamen Kimiko. Mi papá es Toshiro Tohomiko, es propietario de una pequeña empresa de compra y venta de videojuegos, y antes de tomar el taxi él me había obsequiado una de sus muchas tarjetas de crédito (para que pagara el taxi que me llevara de regreso a mi casa, llorando) y no pienso usarla. En lo que me concierne, me defino a mí misma como cualquier chica con sueños y metas. Me gusta navegar por la red, la música, la tecnología (por desgracia, admito que soy algo adicta adquirir los últimos equipos de tablets, laptops, celulares, IPads, IPod…), la ropa de marca, los zapatos, los bolsos, las gafas de sol, (bueno, la moda para resumir), las revistas y las historias románticas... ejem, pero no es el punto.

Cuando llegamos y me bajé del vehículo, una violenta ráfaga de viento pasó a saludarme de improviso. Una banda de palomas pasó por encima de mi cabeza. Entrecerré los ojos hacia la infraestructura de cinco pisos y pent-house. Casi me caigo de espaldas de contemplar en dónde iba a vivir. Lo había visto antes pero ahora es diferente. Y decidí que mi nuevo hogar me gustaba. Mis cosas estaban guardadas en el maletero. Le había avisado a Clay (es mi amigo, el hijo del dueño que les había comentado) que vendría a esta hora y él me prometió estar ahí. Qué raro, espero que se haya retrasado y no que se le haya olvidado puesto que no pienso cargar una televisión pantalla plasma hasta el cuarto piso de ninguna manera. Decidí empezar con llevarme las cajas. No estaba pesada la que agarré y creí que podía con más, además que no quería convertirme en la nueva atracción turística del lugar y faltaba una hora para que la gente saliera de sus trabajos para comer, en mis planes no tenía intenciones de quedarme hasta la cinco así que decidí hacerme la valiente y cargué otra. Un gran error para después porque era tan menuda que las cajas eran por poco más grande que yo.

Pffff, una de las cosas que odio de mí: Mi estatura, no me siento acomplejada ni nada por el estilo, durante mi adolescencia vi como todo el mundo crecía ¡y yo me quedaba chiquita!... no me estiraba; admito que me han sido muchas las veces que he deseado ser un poco más alta, quizás no llegar a la altura de una Miss Universo, no obstante, crecer unos centímetros más no le haría daño a nadie. Aunque ser bajita tiene sus ventajas, por suerte, encontré la solución: ¡Tacones! Yo amo los zapatos con tacón, mis favoritos son los de aguja, y desde muy joven aprendí a brincar y a correr en unos. ¡Ajá! Creo que me he desviado del tema, lo siento, como iba diciendo estaba a punto de ingresar al edificio cuando tropecé con alguien que salía apresurado del edificio simultáneamente. No me había dado cuenta ya que estaba ocupada haciendo malabares. Mis cajas se desplomaron, apenas tocaron el piso mis objetos personales salieron volando y yo por poco también me iba resbalando. Me enfurecí.

-¡Mis cajas! ¡mis cosas! ¡en el suelo! ¡Demonios –me lancé para recogerlo todo rápido, por suerte no fue mi ropa ni mis zapatos-, y todo por culpa de...! Oh cielo santo, ¡espero que no se haya roto nada porque llevo algunas cosas frágiles! ¡¿por qué no se fijó por dónde iba o se cree que es dueño del edificio, hijo de...?!

Estiré el brazo para recoger el portarretrato de una foto mía de aquella vez cuando era niña y me disfracé de princesa, pero se me adelantó y me lo devolvió con amabilidad. Lo agarro, me vuelvo hacia él y levanto la mirada.

Entonces es cuando por debajo de unas cejas gruesas me encuentran los ojos verdes más brillantes e intensos que haya visto jamás. Lo observo con atención de rodillas. Y pensé: Si existían los dioses, él definitivamente era uno de ellos. O al menos podría ser el nuevo Adonis. Era un hombre joven de preciosa piel morena (no soy buena con las adivinanzas, pero podría atreverme a apostar que no era mucho mayor), alto y delgado, pero musculoso. Su pelo es castaño oscuro rebelde, la línea de su mandíbula es igual al prospecto de una estrella de Hollywood. Sus labios eran esculpidos y sensuales.

Creía que chicos como él sólo existían en las historias románticas que leo. Quiero decir, no recuerdo que en mis anteriores institutos ni siquiera los chicos de mi clase fueran tan atractivos. Me parecía tan irreal que me resistí al impulso de tocarlo. Él no era simplemente un hombre guapo. El hombre frente de mí era positivamente magnífico de una forma que me hizo querer tocarlo y huir de él, todo en conjunto. Estaba tan sumergida en mis pensamientos y embelesada ante aquel príncipe de ensueños que no supe en qué momento me explicó por qué la prisa ni cuándo se disculpó.

-...en verdad lo lamento, toma mi mano –parpadeé. Lo había dejado con la mano extendida. Un rubor iluminó mis mejillas cuando acepté su ayuda y me ayudó a levantarme. Si pudiera verme en el espejo sé que estoy tan roja como un tomate. Menos mal que estoy de espaldas a la puerta para no ver mi reflejo.

-Gracias. Lo siento, también fue culpa mía, no vi cuando pasó cerca... –me entregó las otras cosas que había recogido en mi lugar, y volvió a tomar la foto que me había devuelto. No sé por qué no lo detuve. Si eso no era de él. Sonrió. Sus dientes son blancos y perfectos. Tiene una hermosa sonrisa.

-¿Esta eres tú? ¿Cuántos años tenías? ¿seis o nueve? Estás muy linda vestida de princesa –su voz era dulce como la miel. No te sonrojes, no te sonrojes. Pero ya erademasiado tarde- no recuerdo haberte visto en el edificio antes, ¿eres nueva? –me preguntó devolviéndome la foto.

-Eh ¡sí!, me acabo de mudar al apartamento del piso cuatro. Estoy llevando mis cosas hasta arriba.

-¿Al piso cuatro? Eso es genial, vivo al lado. Me gustaría seguir charlando, pero tengo prisa ¿hablamos después...?

-¡Kim! Bueno, es decir, mi verdadero nombre es Kimiko, pero me dicen Kim.

-Kim –repitió y alzó una ceja- es un bonito nombre. Fue un gusto en conocerte princesa.

-Adiós –me guiña un ojo antes de irse. Yo suspiro.

Sostuve las cajas, lo seguí con la mirada hasta perderlo de vista. ¿Apuesto, caballero y es mi vecino de al lado? ¿Es qué he recibido una lluvia de suerte? Lo único que lamento es no haber preguntado su nombre. ¡Qué torpe! ¿Pero qué me pasó? Nunca había pasado por nada similar. Estoy segura que le debí haber dado una impresión de ser una niña tonta, ¿pero lo que piensa me debería importar? Trato no desanimarme y desterrar cualquier pensamiento negativo manteniendo mis manos ocupadas haciendo... ¿qué hacía yo? ¡Ah sí! Claro, estaba subiendo mi equipaje. Lo siento, a veces sufro de lagunas mentales. Creo que es de familia. Entré al edificio. Pulsé el botón para llamar al ascensor y mientras esperaba escudriñé a mi entorno. Si tomas ese pasillo, al final encontrarás la puerta que conduce al estacionamiento. Una lástima porque no tengo carro, ni siquiera sé conducir una piche bicicleta. Se abren las puertas, marqué el cuarto piso y se cerraron. Leí el letrero a mi derecha: Capacidad máxima cinco personas, puede soportar hasta 315 Kg. Ok, soy sólo una.

Mi apartamento es el que queda a mano izquierda del ascensor. Dejé las cajas en el suelo un momento. Saqué de mi bolsillo del pantalón las llaves de mi apartamento, y temblando un poco mis dedos, abrí la puerta bastante emocionada. Coloqué la caja en medio de la sala y entreabrí la puerta. Sería un reverendo fastidio estar todo el tiempo abriéndola y cerrándola. Y así transcurrió tranquilamente el resto de la mañana. Sin interrupciones ni contratiempos.

Cuando Clay apareció me estaba enjuagando en mi sudor. Mis manos estaban sucias, había manchas en mi cara y mi cabello recogido en un pañuelo azul. No era una imagen que me gustaría que me vieran ni siquiera Kei. Al menos él no es criticón. Podemos decir que llegó justo a tiempo porque empezaba desesperarme. Aún traía puesto su uniforme de mesero y parecía haber terminado de correr un maratón, su frente estaba perlada de sudor y trataba de limpiarse apresuradamente con los brazos. Les explico rápido Clay tiene un trabajo a medio tiempo sirviendo como camarero en un asador, el personal es obligado a vestirse como unos personajes salidos de una vieja película de western. Para aquellos que son aficionados a los vaqueros les encantará el restaurante. He ido varias veces allá, la comida es muy buena. Es 100% americana. Y para terminar de resumir el cuento, fue ahí cuando lo conocí. Clay es rubio natural, el corte de su cabello llega hasta la nuca, los ojos azules como los míos, es un ¡gigante! Intento no pararme a su lado porque parecería pitufa, corpulento y tan musculoso que parecía un levantador de pesas profesional, de esos que salen en la tele. Pero todas sus características físicas son nada más apariencias porque es un chico agradable y algo tímido si lo llegan a conocer. Es guapísimo lo admito, tranquilo, amable, caballeroso y paciente. Podría ser el novio ideal, pero algo me dice que nunca atravesará la friend zone.

-¿Te parece que aquí está bien?

-Uhm... creo que la tele debería estar más a la derecha –Clay empujó la tele a través de la sala de estar. Puse una mueca disconforme- no, todavía no... muévete unos centímetros más hacia la izquierda... ¡no tanto! Hacia la derecha.

-Kim, ¡por favor decídete! Llevamos treinta minutos moviendo la televisión...

-Es que no he encontrado la posición adecuada, ¡espera! ¡Ahí! ¡déjala ahí! Con cuidado allí, perfecto. ¡Muy bien!

-Esta es la mejor televisión que he visto en mi vida –gimió con un deje de tristeza mirando la tele.

-Mi padre me la regaló antes de irme. Él actúa como si yo no pudiera hacer las cosas por mí misma.

-Repíteme otra vez porque decidiste tirar por la borda una vida lujosa por la triste vida que sufrimos los mortales.

-Porque esa vida maravillosa de la que hablas es aburrida y sin brillo. Quiero vivir una vida en donde mi futuro no está planeado. Ir con la corriente, cosas así, ya sabes… –él me seguía mirando como si estuviera loca. Prefiero no añadir nada. No es el primero ni será el último. Se encogió de hombros y apartó la vista, metiéndose las manos en los bolsillos, desistiendo. Le echo una mirada a la sala, aún quedaba por desempacar algunas cosas así como ordenar mi cuarto y eran casi las dos de la tarde. Al menos el equipaje pesado y los cuadros estaban listos.

-Todos estos apartamentos se parecen mucho, el tuyo también es así.

-Sí, muchos son similares entre ellos… –dijo- es hora de almorzar, todavía puedo quedarme un poco más. Vamos a comer algo.

-Pero me falta desembalar la vajilla y antes tengo que averiguar cómo funciona este horno...

-Ah, pero yo pensaba en comer afuera –dijo inclinando su sombrero-. Anda, yo invito como regalo para darte la bienvenida a tu nueva vida, ¿aceptas?

-¡Claro! Pero permíteme unos minutos para lavarme la cara –y retocarme el maquillaje. No voy salir así a la calle.

-Okey. Tómate tu tiempo.

-¡Gracias, eres un cielo!

Me fui rapidito al cuarto de baño. Era un poco pequeño para mi gusto (en mi otra cosa tenía dos baños y eran muchísimos más amplios), pero me agradaba que hubiera una ducha y no una bañera. No me gustan las bañeras, no sé, parece que te bañas en tu propio sudor o más bien, nadas en tu suciedad ¡asco! ¡puaj! Me estremezco pensarlo. Abrí el grito, me enjuagué la cara y lavé las manos. Me sequé bien. Y saqué mi estuche de maquillaje. Me apliqué otra vez el rímel y el polvo compacto. Al final me retoqué el labial. Me solté el cabello, no tenía tiempo para arreglármelo y tampoco iba abusar de la paciencia del pobre de Clay. Me miré. No estoy tan despeinada. Me aplasté arriba, guardé el estuche y salí.

-¿Lista? –me preguntó.

Asentí. Quizás es lo más prudente si añado que esta sería la primera vez que "estoy" en una cocina. Además, ya estoy acostumbrada a que me vean en la calle al lado de un vaquero de rodeo. Salimos. Casi se me olvidaba cerrar la puerta de no ser porque Clay me advirtió. Soy despistada, es otra de mis grandes talentos. Iríamos al Último Suspiro, es un local pequeño, pero sirven bien. Las chuletas de cerdo sobre todo que es su plato favorito. Cuando vivía en mi antiguo hogar quedaba más lejos, pero ahora es cuestión de caminar unas cuadras…

-¡Ay no! ¡¿otra vez?! ¡No puede ser!

-¿Qué pasa?... –a pie de entrada principal un matero estaba hecho añicos en el suelo. Tuvo que haber sucedido reciente, este desastre no estaba cuando vine.

-Omi... esto tiene que ser obra de Omi sin lugar a dudas –masculló entre dientes furibundo. Se llevo una mano en la cara, tapándose, y sacudió la cabeza.

-¿Quién es Omi?

-Es un nombre para designar las catástrofes que pasan este lugar, como te dije también tiene sus defectos. Aj, luego habrá que limpiar esto –gruñó apartando la tierra con el pie derecho- sigamos, te prometí llevar a comer y eso es lo que haré.

¿Recuerdan que les dije que mi casa quedaba cruzando el parque? Pues sí, paseamos por el parque. Es el lugar ideal para venir a mirar a los atléticos corredores y los guapos ciclistas. Salvo que es tarde y no hay ninguno. Los pequeños de la casa traen a pasear a sus mascotas, los novios instalan su pinic romántico en el césped o los amigos se reúnen a jugar disc golf. O como en mi caso, las personas se sientan en un banco a leer un buen libro tranquilamente admirando la naturaleza del paisaje. ¡Oh vaya! ¡vean! ¡un murito! Me separo de Clay, subo al muro. Igual que si estuviera en una cuerda floja extiendo los brazos y erguida camino. El vaquero inclinó una ceja.

-¿Kim, qué estás haciendo? –preguntó incómodo.

-¡Equilibrio!

-Mejor baja de ahí. Te puedes caer.

-¡Ay, ya empiezas hablar como mi padre! Estaré bien. Mírame.

Sin problemas pude llegar al otro extremo y salté abajo. Ilesa, sin un rasguño, viva. Clay se limitó a ponerme una mueca, pero no dijo nada. Está bien. No lo culpo. Siempre ha tenido ese complejo de hermano mayor y sobreprotector conmigo. No sé si es porque soy menor o somos amigos y se preocupa como cualquiera. Clay es el mayor de sus hermanos Patrick y Jessie, respectivamente en ese orden. Patrick entró al escuadrón de bomberos porque no le gusta estudiar y prefiere trabajar y Jessie cursa su último año de secundaria, he oído que es la líder de una pandilla. Pero son rumores y a mí no me gustan los cotilleos. Es en serio.

Está consciente que soy una mujer adulta, no obstante a veces no puede evitarlo. Llegamos, nos sentamos en la única mesa disponible en el fondo y pedimos nuestra orden. Clay pidió doble ración para él. No me extraña, su estómago es del tamaño de la misma Texas. ¡Le encanta comer! Es la única persona que conozco que puede devorar diez perros calientes en tiempo récord y todavía tiene hambre. Es impresionante. Ya había terminado con la mitad cuando apenas engullía mis papas fritas. ¡Eso me acuerda que ya he consumido mis calorías del mes! Lo sumaré a mis notas mentales. Estuvimos hablando de temas generales como la universidad, nuestras familias y cómo han estado las cosas últimamente hasta que me hizo una pregunta.

-¿Y ya pensaste qué vas hacer? –inquirió Clay con la mirada clavada en el mantel azul de la mesa.

-¿Ha-hacer? –titubeé. Me disculpé y tragué, ¿sabéis lo grotesca que me vería si hablo con la boca llena?- ¿hacer? ¿hacer qué? No entiendo.

-Bueno, ya sabes... –se estremeció un poco- trabajar. No puedes vivir del aire, ¿o sí?

Trabajar. Punto importante. No lo había pensado cuando me mudé, pero tiene razón. Mitad de mis compañeros se desempeñan en pequeños oficios para ayudar a sí mismos a costearse sus estudios o complacer algún capricho y la otra mitad están los estudiantes cuyos padres pagan su matrícula, se incluye a los becados como yo. Mis amigos también trabajan. Clay estudia contaduría pública (¿quién se lo hubiera imaginado?), el horario de Clay es apretado si se dan cuenta: Estudia en las noches y trabaja en las mañanas, difícilmente tiene tiempo para hacer algo en la tarde. Y Kei es maestra auxiliar en un preescolar. A excepción de mí, todos trabajan. Bueno, hasta ayer no lo necesitaba porque me las arreglaba con la tarjeta de crédito. Pero ahora eso tiene que cambiar. Clay vaciló, creo que mi expresión le dijo todo.

-¿No lo has pensado, cierto?...

-Pues no –sacudí la cabeza sonrojada, girando la taza de té para desviar mi atención. Él me sonrió con amabilidad- tampoco es para tanto, solamente necesito encontrar un trabajo que no requiera experiencia de ningún tipo en el que gane los ingresos suficientes para cubrir mis necesidades básicas mientras estudio –y cuando me refiero a necesidades, quiero decir: zapatos, ropa de marca, libros, cócteles, autobuses y comida (sí, en ese orden)- mañana probaré mi suerte tocando puertas. Hoy quiero terminar de desocuparme.

-Suerte con ello. Si consigo leer algo interesante en el anuncio de los clasificados de ofertas de empleo, prometo llamarte.

Asentí y bebí un sorbo de mi té. Todavía me faltan años para poder ejercer mi profesión en tanto debo encontrar un empleo temporal. Mi trabajo de ensueños sería como vendedora en Manolos. Pero seamos realistas, no tengo posibilidades. Es imposible que haya una vacante disponible en esa tienda o en cualquier otra. Aunque tampoco me imagino trabajando en un puesto de perros calientes o vendiendo globos a los niños del parque. Al terminar de comer, tal como me prometió Clay pagó la cuenta y nos retiramos de allí, regresamos por el mismo camino cruzando el parque. Hacía mucho viento y tuve que tener cuidado de que mi falda no se me levantara. ¡Por supuesto que tengo algo debajo! ¡no soy tonta! Sin embargo, he descubierto que en las zonas menos pensado puede haber mirones espiando.

-¡Aj, odio el viento! –chillé luchando por bajarme la falda.

-Oye Kim, mira allá.

Es cuando Clay me toca el hombro y me señala una pequeña librería en el otro lado. En los escaparates de exhibición están los best-seller y los libros nuevos. Clay sabe que la ropa de marca y los zapatos no son las únicas cosas que me gustan. Antes de mudarme le había pedido que me mostrara cuál era la librería más cercana... ¡Es que a mí me encanta leer!

Leo absolutamente de todo género y más, empero mis favoritas son las novelas románticas, llenas de apasionadas historias de amor con un final feliz, historias en donde el bien triunfa sobre el mal. No me importa en qué ambiente se desarrollen o si es un autor desconocido, lo importante es lo que escriben las páginas. Soy de las que pienso que no deben juzgar un libro por su portada. Hasta el libro más "aburrido" puede enseñarnos algo. No es sorpresa si digo que yo soy una fiel seguidora de los libros de la escritora británica Jane Austen, los he leído todos una y otra vez. Y todavía soy incapaz de decidirme cuál me gusta más. Jane era mi escritora predilecta hasta que llegaron a mi vida las novelas del Príncipe de Versalles… eh, claro, no se llama así. En realidad es un anónimo, lo del príncipe es un apodo que yo me inventé para no decirle todo el tiempo "anónimo". Él es un escritor reciente, sus libros se convirtieron automáticamente en best-sellers ¡pues se vendían como pan caliente! Entonces la gente comenzó a comentar sobre él y yo que siempre estoy en busca de libros por leer, me animé y compré los libros. Me enamoré de sus historias, pero un poco más del autor. Sí, sé que suena tonto. Mi amor perfecto se ha reducido a un hombre que ni siquiera sé cómo es o sé su nombre, lo único que sé es que escribe libros. Ay mejor me callo, soy tan tontita.

-¿Quieres que echemos un vistazo? Conozco al encargado y es el hombre más amable que existe.

-Me encantaría ir, en serio, pero se me ha hecho tarde y tengo que terminar de desempacar. No quiero subestimar mi tiempo, ¿lo dejamos para otro día?

-Claro, no me molesta. No pienso regresar aún, ¿está bien que nos veamos después?

-¡Sí! ¡Hasta luego! ¡cuídate!

Nos despedimos en la entrada del parque. Clay tomó el camino contrario al mío. Seguí, sin ningún problema, hasta llegar a mi apartamento. Me quedaban demasiadas cajas y esto me tomaría hasta las una de la madrugada. Ay, mejor no hago especulaciones. Pero ya que voy a pasar un largo tiempo, hay que hacerlo divertido. Abrí la caja a donde tenía guardado mis discos. Decidí ponerme a escuchar ABBA (sí, adoro la música de los 80 ¿algún problema?). Pero antes moví de lugar el estéreo (luego de observarlo durante minutos, decidí que estaba mejor en otra perspectiva). ¡Oh, la primera es Does my mother know! ¡amo esa canción! De inmediato que comenzó a escucharse la letra, me puse a bailar con la caja mientras cantaba en voz baja. Sólo hasta que tropecé con el sofá y me caí fue que me puse a trabajar en serio.

Bueno, después de terminar de reírme. Para broma del destino, nací propensa a las caídas y a través del tiempo he aprendido a sobrellevarlo y reírme. Si bien siempre trato que no pase muy seguido, obvio.

Las horas transcurrieron deprisa.

Había puesto todos los discos de ABBA repetidas veces y me faltaba trabajo por hacer. Ya estaba extenuada y somnolienta, había dejado abierta la ventana porque estaba acalorada de tanto moverme de un lado a otro. Decidí descansar por un momento y me senté en el sofá. Trabajé toda la noche sin descansar, había comido un aperitivo y bebí un vaso de agua fría rápido aprovechando que abastecí la nevera. Imaginé que estaba en la ducha probando las esencias que Kei me había regalado este fin de semana. Dejé a propósito para el final mis libros, porque estos no eran una simple cortina o unas matas que iban adornar mi balcón.

Era un tesorito mucho más preciado. Y eran tantos… ¡que no cabían en una caja! Los libros de mi autor favorito y los libros más leídos los dejé en un lugar que aparté, especial para ellos, en mi habitación. El resto ocuparían las estanterías. Sonreí ante el esfuerzo realizado y el resultado reflejado en mi cuarto. Me tomó la tarde, pero valió la pena. ¡Ay genial! ¡me encantó cómo quedó! ¡una foto! Saqué mi celular y fotografié el momento. ¡No a mí misma por supuesto que no! Estoy horrible, despeinada, desaliñada y con mal aliento quizá. Nada que unas pastillas de menta puedan resolver. ¿Dónde están? ¡Ah sí, las dejé en la mesilla de noche! Corrí enseguida a la sala de estar, estaba tan cansada para levantarme de mi asiento y buscar agua que me las tragué de un puñado. Grotesca. Lo sé. Acto seguido, me desplomé sobre mi peso en el sofá. Me quedé mirando la lámpara que colgaba sobre mí y pensé en las cosas que habían ocurrido desde esta mañana que salí de la casa de mi padre, sus palabras de advertencia, mi tropiezo accidental con aquel joven apuesto del cual no sé su nombre (no sé por qué, tengo el presentimiento que no será la última vez que lo voy a ver y no es para menos si vive al lado), en Clay, el restaurante, la mudanza, tengo conseguir trabajo... ¡tengo que cambiar muchas cosas! Hasta ayer era la niña consentida de papá, la siempre campeona de ajedrez, la medallista "olímpica" gimnasta, la número uno en clases de kickboxing... hoy di el primer paso para marcar mi independencia. Antes de que comience el semestre todos lo verán. Es cuestión de tiempo que me adapte. ¡Lo lograré! ¡estoy segura! Bostezo. Estoy muerta del sueño. Ya es medianoche. Estiro el brazo, agarro un cojín, me tapo la cara y me echo a dormir.


A/N: Concluimos así el capítulo de hoy. ¿Qué les pareció? Háganmelo saber a través de sus comentarios. Antes que nada, quiero decir que he podido desocuparme de todos mis deberes y dentro de estas semanas trataré de escribir para este fic y actualizar mi fic Contrarreloj. La siguiente publicación será el capítulo final de éste. A lo mejor en la semana que viene para extender el tiempo. En cuanto al primer capítulo de este fic, muchas veces les había comentado que pensaba publicar este fic... anteriormente iba a ser el fic que sustituiría Hurricane, pero como lo estaba escribiendo para ese tiempo no me agradó y lo dejé en blanco. Contrarreloj fue el nuevo fic. Hasta estas últimas semanas en que he estado escribiéndolo, volví a retomarlo y lo reescribí diferente. Me ha quedado mucho mejor de lo que esperaba y espero lo disfruten.

En esta propuesta en parte AU, encontraremos –comillas al aire- el "origen" Duelo Xiaolin, a los personajes discutir su participación en la serie, su desagrado o agrado con una escena y/o características del rol que ocupan. Si ustedes desean aportar algo, díganlo, no sean tímidos. Imaginen que tienen al frente un personaje de la serie (no sé si tendré tiempo de sacar a los de Chronicles), a quien quiera y tienen la maravillosa oportunidad de hacerle preguntas o resaltar algo que les guste o no, pero justifiquen. De su participación en la serie, que opinen sobre otro personaje, una característica particular o una curiosidad, ¡eso sí, son preguntas en relación con la serie como tal! Unos ejemplos serían:

-Oye Omi, ¿por qué eres calvo?

-¿A qué sabe la sopa de Lao Meng, Chase?

-Tengo que ser franca contigo, me gustó el episodio Juzgando Omi porque te volviste malo y era una jugada que yo nunca me esperaba.

-¿Qué opinas del ego de Omi, Clay?

-Me fascina tus estilos de cabello y ropa, Kimiko.

Pueden ir pensándolas y diciéndome a lo largo de estos primeros capítulos.

Cosas así. Hasta ahora tenía claro que pondría la entrevista y cortaría en el momento en que yo (¿si se dieron cuenta? ¿Qué me puse a mí misma como OC? Para no tener que inventar ni meter a nadie) le pregunto si tiene alguien especial en su vida. Esto me recordó un poco a los Juegos del Hambre y ¿Quién quiere ser millonario? Tremendas películas por si no la han visto. Kimiko reúne las características de la protagonista de la comedia romántica, en resumen ella es una chica linda, optimista, alegre, romántica y divertida. Pero también es despistada, torpe y tal vez les haya parecido superficial… ¡cuidado! Tomó la decisión de irse de casa de su padre para vivir su propia vida. No es la primera vez que leo en un fic donde Kimiko trata de independizarse de su padre (el cual pasó a ser del dueño de una GRAN empresa a una PEQUEÑA empresa).

Este fic no es como Contrarreloj que incluye acción y suspense, no es como Arcade of Fire que incluye la fantasía, no es como Hurricane que incluye drama y erotismo, no es como Cosmic Love que mezcla lo paranormal y una comedia escolar juvenil. Menos es una telenovela rosa. Esta es una historia en el mundo real acerca de las peripecias que vive una jovencita universitaria que aspira convertirse en una escritora. Aquí no pasará nada de otro mundo como en mis otras historias. Es una vida que puede vivir una persona como tú o yo. Una chica con grandes sueños, sus estudios, su familia, sus amigos y como el amor va haciéndose un lugarcito especial en su corazón. Lo atractivo de la historia es el "origen" de Duelo Xiaolin, sus peculiares personajes y su toquecito especial. Me he dado una vuelta por el fandom de FF, no sé en el de inglés, pero en el de español no hay muchas historias AU sobre personajes convertidos en escritores y yo lo sé... nuestra vida es aburridísima, nadie quiere leerla, sin embargo, algo bonito podemos sacar de allí. ¡Digo yo! Ya están advertidos. Las incógnitas hasta ahora son: ¿les gustaría que continuara en la segunda parte, o mejor dicho, cuántos a favor que continúe? ¿en qué creen ustedes que Kimiko trabajará? ¿quién será ese apuesto joven que Kimiko conoció? ¿logrará su objetivo y se convertirá en una mujer independiente o fallará? A partir de ahora pueden hacer sus preguntas a Clay y a Kimiko porque ya aparecieron oficialmente. A medida que vayan apareciendo personajes atáquenlos con sus preguntas... ellos responderán. Me encargaré de eso. Si son en relación del fic, veré si están de humor. Espero sus reviews con ansias y aspiro que este nuevo fic calme sus deseos un poco de leer fics de Alice. ¿O a quién le importa? ¿quién es Alice? ¡ella no es quien me lava el carro! ¡¿por qué me debería importar?! ¡Nos leemos hasta un nuevo capítulo en semana santa, mis queridos Latinoamérica!