Aclaración: Esté capítulo contiene un poquito lemon, están advertidas para ser el primer capítulo, espero ya no tener que escribir más escenas así jajaja.
Los personajes a continuación son propiedad de J.K. Rowling, la historia pertenece a mí.
Primer capítulo. ¡Vamos!
El sonido de unos tacones retumbaba por ese largo pasillo, una joven de piernas perfectas caminaba en dirección a una puerta de madera de roble, sus pasos eran apresurados. Como si se tratará de llegar tarde a una cita, tenía que llegar tan pronto como le era posible a esa puerta.
Una vez que estuvo frente a la puerta, se acomodó la falda al igual que el cuello del abrigo, con sus manos hizo un movimiento en circulares proporcionándose así misma aire, el camino rápido le produjo una oleada de calor. Trató de calmar el ritmo de su corazón inhalando y exhalando aire, sopló al viento. Estaba decidida, tocó levemente la puerta pero no obtuvo respuesta, la joven frunció el ceño y volvió a tocar, nada aún. Pensaba así misma que quizás no había nadie o probablemente se había ido. ¿Quién era y a quién buscaba? Volvió a tocar una tercera vez pero ahora un poco tosca y del otro lado de la puerta de escuchó uno gruñido. Ella sonrió satisfecha, sin duda alguna llegó temprano.
– Pasa .- habló una voz fuerte y seria. La joven de nuevo tomó aire y giró de la perilla entrando a una hermosa oficina con una asombrosa vista al frente. Quedó boquiabierta ante tal majestuosidad. Pero a los segundos volvió en si, miró hacia enfrente y no había nadie o eso parecía hasta que alguien quien estaba detrás del escritorio giró la silla en dirección de ella. Malditamente guapo. Lo seguía estando, su cabello perfectamente peinado y su porte seguía siendo el mismo, perfecto y al margen, la joven se mordió el labio ante él. Si, era Draco Malfoy.
– ¿Qué quieres Granger?.- la sacó de su mundo haciendo que la mujer se sonrojara a mil, no podía ser que ese tipejo la controlará así de la nada, ella era Hermione Granger y ella lo controlaba no él a ella.
– Vengo hablar contigo de un asunto muy importante.- Hermione ladeo su cabeza y Draco Malfoy entendió lo que le trató de decir, inmediatamente se paró y le arrastró la silla, Hermione Granger se acomodó en la silla y Draco se recargó en el escritorio frente a ella con los brazos cruzados, esperando algún comentario de la castaña quien lucía impecablemente hermosa, sus cabellos lacios y perfectos, su rostro como el de un ángel y sus bellas mejillas rosadas desde...
– Pensé que ya habíamos dado por terminado ese tema Granger.-
– Lo sé, también lo di por terminado pero no puedo, al menos es imposible darlo por terminado.-
– ¿A qué te refieres?.- los ojos mercurios del rubio fijó severamente sus ojos ante la castaña. Hermione le entrelazo sus dedos para pasar desaparecido sus nervios. Lo que iba a decir estaba fuera de contexto. Una vez más inhalo y exhalo y soltó la sopa.
– Estoy embarazada.- la mujer se ruborizó un poco, sentía el coraje consigo misma por no protegerse y es que estando en pleno siglo XXI a la gran bruja Hermione Granger nunca le pasó por la cabeza cuidarse cuando tenía sus encuentro con Draco porque sí, Hermione y Draco tenían encuentros pasionales y todo había comenzado cuando el matrimonio de Hermione con Ronald Weasley se estaba viniendo al caño, ya no había la misma pasión de antes, estaban juntos por costumbre, apenas y se soportaban cuando el otro hablaba o tenían el mínimo roce entre ellos, Ronald estaba fastidiado de que su mujer porque Hermione Granger ante la sociedad y Merlín era su esposa, pero ese matrimonio ya estaba tóxico así que cada uno buscó por sus lados a ver si la vida les daba un poquito de suerte y vaya que acertó con Hermione, en cambio con Ron, estaba más dedicado a generar dinero y empleo, su vida no estaba para complicársela de nuevo con un nuevo matrimonio, nadie la aseguraba que sería mejor que el anterior.
En cuanto a Draco, Draco tenía una bonita vida, después de la Guerra Mágica duro un poco más del año y medio para limpiar su nombre y el de su madre, su padre fue un caso perdido que desgraciadamente obtuvo su muerte en Azkaban, una verdadera tristeza para los Malfoy pero no del todo pues al año de la muerte de su padre contrajo nupcias con una mujer bellísima y de alta sociedad, una verdadera muñeca de porcelana. Perfecta en todos los aspectos y justo lo que quería su padre, una chica sangre pura para Draco. Su nombre, Astoria Greengrass. Draco no podía estar más agradecido de la vida, Astoria era una joya bellísima y él daba todo por ella, desafortunadamente a la vida no le estaba gustando como le iba a Draco con Astoria. Cuando Astoria supo de su embarazo con Malfoy, todos los medios enloquecieron incluso los del mundo Muggle pues cabe mencionar que Draco manejaba acciones tanto en el mundo Mágico como en el Muggle y era reconocido en ambos, siguiendo con la noticia del primer Malfoy, iba todo excelente hasta que Astoria le sucedió lo inesperado, un aborto. Astoria tuvo un aborto de emergencia pues el feto estaba creciendo fuera de la matriz y por ende era una situación de vida o muerte para Astoria por lo que al final Draco optó por salvarle la vida a su mujer y seguir intentando tener de nuevo un hijo y cómo se lo propuso lo hizo, a los 5 meses se volvió a anunciar que el matrimonio Malfoy esperaba a su hijo, Draco estaba tan feliz y a la vez sobre protector que en ningún momento se separó de Astoria incluso pidió llevar su trabajo a la mansión que ambos tenían, durante él embarazo de Astoria se vinieron las complicaciones fuertes como, debilidad, anemias, faltas de apetito, pérdida de peso y un sinfín de malestares malignos tanto para ella como para el bebé y por más que suplicaban a Astoria que se alimentará no sólo por ella por el hijo que estaba entre sus entrañas, le parecía importarle muy poco reacción que hizo enfurecer a Draco sin reclamarle ni nada, simplemente le sonreía y ella lo detestaba. Hacía muchos corajes y en uno de ellos un sangrado feroz se le vino, la mujer pedía auxilios y en cuanto llegaron los elfos la atendieron, comunicándose con una señora Partera que había recibido a la familia Malfoy, pero cuando Astoria dio a luz, su pequeño hijo venía muerto, y murió porque el pequeño se había enredado parte del cordón de su madre alrededor del cuello y este al no poder zafarse falleció y no solo él, sino que también el amor que Draco le tenía a Astoria.
El encuentro de Draco y Hermione se dio cuando ambos coincidieron en una fiesta que el Ministerio de Magia organizaba todos los años en memoria de los caídos en la Guerra, algunos ojos al principio miraban con malos ojos a Malfoy pero a él, un comino les importaba. Llevaba una relación tranquila con Potter, pues
Potter era el marido de su mejor amiga del colegio, Pansy Parkinson, no era relación perfecta entre amigos, no. Ambos habían dicho que si se toleraban era por Pansy no porque en realidad lo hicieran, así de simple era.
Su "relación" con Hermione fue más o menos así, se conocieron en aquella susodicha fiesta, Hermione estaba harta de su cabello largo y en ese entonces tomó la opción de cortarlo a los hombros, justamente ese día de la fiesta en el Ministerio. Traía un vestido beige largo y ceñido a su cuerpo, su cabello tenía ondas, un maquillaje muy natural y unos labios rojos carmín, sin duda alguna atraía mucho la atención.
Llegó sola a la fiesta, su "marido" había decidió no acompañarla para ir a Francia a cerrar un trato, con todo lo que su familia le rogó que fuera porque para ellos era muy importante, el pelirrojo sin corazón se negaba una y otra vez hasta que cumplió con lo que dijo, que no iría y así fue. La tristeza era evidente en Molly Weasley y Hermione lo sentía, no se quiso acercar porque no quería ser cuestionada por su suegra y si, siempre la cuestiona el por qué aún no tenían hijos, tanto como Hermione y Ron cambiaban los temas para no hacer sentir mal a su madre. Definitivamente la relación de ambos se iba al caño.
Habían pasado exactamente 4 semanas y medias en las que Hermione no había visto a los Weasley, y el hecho de escuchar a Kingsley nombrarlos cuando llegaron hicieron que Hermione se diera la vuelta y se ocultará entre la barra, al final de cuentas nadie sospecharía nada con su nuevo cambio de look.
No tomó más que un jugo de naranja, la bebida no era lo suyo así que estaba tan distraída que no se dio cuenta de que alguien había tomado lugar a su lado.
– Un martini en las rocas, muy cargado.- exigió el joven, Hermione sin voltear a verlo rotó los ojos. Tenía sus sospechas de quién podría ser. Por su parte Draco había decidió sentarse al lado de la que probablemente podría ser la mujer más bella, y bella porque el cínico quedó hipnotizado con las caderas y la mini cintura de la mujer que estaba sentada en una de las bancas frente a la bar. Ni en sus sueños más profundos hubiese pensado que se trataría de Hermione Granger.
Cuando Draco giró a verla Hermione lo había hecho primero esperando ver su reacción, y Draco giró. Cuando la miró con las mejillas rosadas, sintió un hueco en el estómago al igual que cuando vio su cara burlesca y esa sonrisa que le nació. Algo le había pasado a Draco.
– ¿Tú?.- exclamó el sorprendido.
– Sí, yo.- Hermione puso su brazo en la barra y su cabeza la apoyo en la palma de su brazo sin quitarle la mirada a Draco quien lucía impecable. El barmen le entregó la bebida a Draco y este agradeció volviendo a girarse con Hermione.
– ¿Qué haces aquí, Granger?.- bebió un sorbo.
– Yo también fui invitada, recuerda quién los salvó al final de cuentas.- el rubio rotó los ojos ante la "arrogancia" de Granger.
– ¿Qué?.-
– Nada, nada. ¿Y Weasley? No es bien visto que vengas a una fiesta en el Ministerio con motivo al agradecimiento del famoso trío dorado sin tu adorado esposo.-
– No estamos juntos.- Hermione se dio cuenta del error cometido y volvió aclarar. – Es decir, si lo estamos, pero ahorita mismo no.-
– Lo entendí Granger.- dijo Draco sonriendo, había escuchado cierto rumores de que la pareja Weasley - Granger se estaba separando pero de la boca de ella se confirmó.
– No es lo que piensas.-
– ¿Ah no? ¿Y qué pienso Granger?.- se acercó él.
– En tus negocios, tu fortuna, tu éxito, tu madre, Astoria... un momento, no es bien visto que usted tenga las intenciones de coquetearme Señor Malfoy.- Hermione arqueo una ceja, le devolvió la jugada y si Draco al igual que ella iba solo. Draco abrió la boca pero no dijo nada. – ¿Y la esposa de Draco? ¿Dónde está? No la veo.- le susurró Hermione por lo bajito haciendo un tipo de contacto con él sin querer al rozarle una pierna. Draco le lanzó una mirada feroz, nadie le decía nada sobre su relación o su vida, nadie tenía el derecho de hacerlo pero esa Granger lo había hecho.
– Vayamos a otro lugar y te cuento todo.-
– Mis suegros están en la mesa de la puerta, me verían y seria fatal.-
– Por la puerta trasera Granger.- Hermione sonrió y accedió. Ambos se fueron de allí sin pasar desapercibidos.
La sonrisa de Hermione era evidente, después de casi 6 meses sin ser tocada por Ron, sentía que esa noche se sentiría adorada por aquel hombre rubio quien una vez que salieron del lugar, la tomó de la muñeca y desaparecieron al departamento donde Draco se estaba quedando. A diferencia de Draco, ya no mantenía relaciones con su mujer pero no por eso ya no las tendría, todas las noches traía a su departamento a alguna mujer que le llenará la pupila y así sacar parte de su hombría con ellas. Él jamás hubiera soportado 6 meses sin tener relaciones como lo había hecho Hermione.
Draco soltó de golpe la muñeca de Hermione y se dirigió a su mini bar aflojándose la corbata.
– ¿Quieres un trago?.-
– No gracias.- Hermione miraba como Draco vaciaba en aquella copa un poco de vino tequila y lo bebía en menos de un segundo. Haciendo al final del trago una nueva y un estrepitoso "Ah" de satisfacción. –¿Me contarás?.-
– Estoy entre hacerlo o no.- se acercó a ella quedando a un brazo de ella de distancia.
– Entonces, regrésame a la fiesta, al menos allá si está "divertido".- Malfoy giró la cara y rió con cinismo, mordiéndose el labio. Calmó su risa y le dedicó una mirada.
– ¿Ah si que te quieres divertir Granger?.- Hermione asintió con la cabeza no hubo necesidad de contestar, sentía sus mejillas arder de la... ¿vergüenza o exitación? Que le causaba Malfoy en ese preciso momento.
– ¿Qué te parece si nos divertimos y te cuento mi desgracia?.-
– Define "divertirnos".-
– Interprétalo como gustes.- le susurró éste mordiendo su lóbulo. Le impregnó unos besos suaves y delicados en su cuello. Tomaba de su cuello su aroma e inundaba sus fosas nasales de esté. Sonrío para si cuando vio que la piel de ella se le erizaba al contacto de sus caricias, definitivamente ella necesitaba que alguien la tocase.
– ¿Hace cuánto?.-
– No más de seis meses.-
– Carajo.-
Draco Malfoy subió el vestido de Hermione dejando a su vista sus piernas, la alzó un poco poniendo a sus lados sus piernas. No se permitió besarla en ningún momento, devoró su cuello como si necesitará alimentarse, lo besó, le dio pequeños mordiscos provocándole una que otra marca, de la boca de ella salió un pequeño grito de ¿dolor ó placer? Y por último lamió las zonas donde le había dejado alguna marca, ni él ni ella podían controlarse, era inevitable. Tanto así era el deseo de ambos que no se dieron cuenta de en qué momento llegaron a la habitación de Draco, él deslizó por el hombro de Hermione el tirante del vestido y comenzó a besar su hombro y volvía a su cuello, había probado varios cuerpos pero el de ella era único y especial.
Mientras devoraba su cuello a mordidas y lamidas, subió sus manos por sus piernas y parte de la espalda, buscando algún zipper para quitarle ese vestido que en ese momento les estorbaba a ambos. Y vaya que lo encontró, atrajo hacía él el cuerpo de ella y bajaba el zipper muy aprisa. Tan perdido estaba que no se dio cuenta cuando él estaba debajo del cuerpo de Hermione, ella sentada sobre su abdomen permitiendo que Draco siguiera con sus besos por su cuello. Mordía su labio soportando parte del placer, al igual que Draco no se permitiría besarle los labios, solo era sexo se decía en su mente una y otra vez, solo era eso.
Draco bajo con sus manos los tirantes y parte del vestido, dejando a su vista lo que podría ser definitivamente la mejor vista de su propio mundo, los senos de Hermione Granger.
"Medianos, redondos y perfectos", él lo pensó y al rozarlos, notó el endurecimiento de sus pezones y sin pensarla más, devoró de ellos tal cual como un pequeño lo haría, besó, lamió mordió y succionó arrancándole a la mujer gemidos de placer. Sin duda alguna Hermione era lo mejor en ese momento. Una vez que la torturó con sus senos, la recostó en la cama, lucía perfecta, Draco hizo una sonrisa ladeada y termino de bajar por completo su vestido y sus bragas, tal pareciera que la mujer estuviera lista para entregarle el cuerpo a alguien porque no traía un conjunto completo de brassier y en ese momento el rubio agradeció el hecho de que ella no lo llevara puesto. Se separó un poco de ella, comenzó de desabotonarse y quitarse la camisa, desabrochó el cinturón y el pantalón a los segundos cayó al suelo, se subió a la cama y la castaña ya lo estaba esperando con ambas piernas abiertas, de cierta manera le estaba invitando a entrar en ella. Draco manipuló muy poco el sexo de Hermione antes de entrar en ella, una vez lista puso ambos brazos alrededor de ella, sujetándose así mismo y entró.
Duro, caliente y vibrante, así se sentía una parte de Draco dentro de Hermione, parte que la estaba volviendo loca, quería gritar como una, sentía que sus gemidos no eran lo suficiente para describir toda la exitación que estaba recibiendo, cada vez que el muchacho la penetraba un poco fuerte un gritito y un pequeño jalón a las sábanas daba, no quería que él se acabará, no quería que se separará.
La noche que debió ser una reunión amistosa para todos en especial para ambos se volvió en una noche de sexo y solo eso. Experimentaron que los aromas y los cuerpos ajenos eran los mejores, experimentaron que el único sentimiento que sentían entre ambos era el deseo de saciarse uno al otro, experimentaron el "amor" de otra manera y sobre todo, esa noche experimentaron que podían ser los perfectos amantes.
Esa noche Draco Malfoy y Hermione Granger habían comenzado uno de sus probablemente encuentros pasionales, sin importarles el dolor que quizás provocarían a sus respectivas "parejas", estaban jugando con fuego.
