Prólogo:

Se lo que piensa, un tipo cubierto de pies a cabeza con harapos y un abrigo sucio y maloliente tomando en una taberna de mala muerte en la ciudad más peligrosa del mundo, ¿no puede ser augurio de nada bueno verdad? No me enfado porque piense así, si fuera un bar demaciano o de Piltover me echarían a patadas de ahí *suspiro* en fin, me estoy desviando de la historia, cuál era su pregunta, ¿Cómo me uní al instituto de la guerra verdad?, bueno todo empezó en el bar del que le contaba al principio.

Lo recuerdo como si hubiera sido ayer, estaba lloviendo, casi siempre está lloviendo en Zaun, estaba de buen humor ese día, había robado a unos traficantes de químicos ilegales, no es que hubiera muchas cosas ilegales en Zaun pero usted me entiende, esos tipos tenían un monton de oro en los bolsillos, oro que pronto iría a parar a manos más responsables que las mías, Joey el tabernero ya me conocía desde hace unos meses, una noche llegue a su puerta cubierto de sangre y otras sustancias que permanecerán anónimas, sin memoria de cómo llegue allí de porque estaba cubierta de ellas. Me cuidó durante unos días hasta que pude andar por mi cuenta, Joey era un tipo amable y humilde eso hacía de su local un blanco fácil para los mal vivientes de la ciudad, cuando los vi llegar por primera vez la expresión en el rostro de Joey me hizo saber que no era la primera vez que llegaban, el más grande parecía el líder era un tipo de al menos 2 metros o más, con músculos desarrollados gracias a alguna droga de seguro, sus acompañantes tenían una complexión similar pero eran de menor estatura, tenían el atuendo de los típicos "Chicos Malos" de las películas de Piltover, remeras blancas con chaquetas negras y pantalones iguales para combinar, una risa molesta interrumpió mi análisis de vestuario parecía que el tipo grande iba a hablar.

- ¡Joey viejo amigo!- rugió el líder - ¿Cómo esta mi tabernero favorito?

- Todavía no ha pasado un mes Zamuro, no vengas a buscar dinero que no tengo- respondió la calmada voz de Joey, propia de un hombre entrado en años como él.

-¡Vamos viejo! ¿Quién dijo nada de dinero? Yo solo vine a saludarte, ¿a caso no puedo visitar mi propia taberna?

- ¡Por última vez Zamuro esta no es tu taberna!, trabaje años para comprarla y no lo hice para que unos pandilleros inútiles como ustedes me la arrebaten.

Yo estaba observando el show desde una mesa en el rincón más oscuro de la taberna, la verdad me sorprendió la convicción con la que hablo Joey, parece que este lugar de verdad le importa, probablemente a estado aquí desde que era joven, pero al líder parecía no importarle mucho quien estuvo aquí primero.

. ¡Ah parece que el viejo aun tiene cojones eh!, me importa un carajo lo que pienses- dijo acercando a Joey y agarrándolo del cuello- ¿Qué no sabes que mis muchachos y yo podemos aplastarte como la miserable rata que eres? Nosotros somos leones comparados contigo- grito antes de arrojarlo al suelo, Joey tosía sangre y los tipos fueron a servirse tragos en la barra, sin pensar en dejar propia, claro.

Pero ya había visto suficiente, estos tipos se creían que eran los reyes del lugar, los machos alfa de la manada, pero solo eran pandilleros de bajo nivel, simples cachorros, pero como el amable hombre que soy me dirigìa a mostrarles lo que es un verdadero animal.