Nota del autor: Varios de mis fics toman en cuenta Purple Haze Feedback como parte del canon de Vento Aureo.
Existían tratos tácitos entre Fugo y Abbacchio: no preguntar por la vida del otro. Enfocarse sólo en las misiones.
Probablemente uno y otro ya conocían lo sucedido en el pasado del otro, lo que causó sus caídas y lo que eran ahora.
Pero por algún motivo, esa noche los pasos de Abbacchio se había detenido en la iglesia donde ahora los dos estaban.
Pannacotta Fugo siempre ha tenido problemas para creer en Dios, piensa esto observando la figura de Cristo a metros de distancia ante él. Esa noche acababan de cometer un asesinato, en las manos del niño de 14 años podía sentir el aroma a sangre que no existía.
Por un lado, la idea de dios parece completamente ilógica. La idea de que un ser reside en las nubes sentado en un trono y observando desde allí todo. O que ha creado una colección de parámetros complicados para eliminar a los dignos e indignos de ir al cielo y al infierno. Por otro lado, la religión hace que un dios supuestamente benévolo suene terriblemente vengativo. O si te criaron judío, cristiano o musulmán, y te mantuviste atrapado en eso, estabas igualmente jodido. Pannacotta hallaría la religión como una fantasía, de no ser por su abuela. Así que creyó en el Dios vengativo por ella.
Sin embargo, por alguna razón u otra, Fugo aprecia las catedrales e iglesias. Le agradan las historias tras ellas. Hay algo en las vidrieras con los colores del arco iris, las luces tenues, las velas y la insensatez.
Él está de pie junto a Abbacchio quien está mirando algo en el techo con una expresión distante. Hay líneas duras alrededor de sus ojo. Fugo siente que este Abbacchio es un tanto diferente al venenoso que él conoció y reclutó, o al menos no con este rasgo, ausente de la intimidación constante en su faz.
Fugo no conoce tanto de la vida anterior de Abbacchio. Él no sabe cómo Abbacchio pasó su niñez ni cómo creció, aunque tiene una teoría. Abbacchio dijo cuando se conocieron que era basura como él de todos modos. Fugo conocía el porqué de su frustración, ¿Cómo Abbacchio soñó, cumplió su sueño, se desesperó y se estropeó? Eso era lo que Fugo no conocía.
Fugo sólo conocía al hombre que es Leone Abbacchio en estos momentos.
No, Fugo sólo ha conocido uno. Es entre estos cortos períodos tras los asesinatos encargados por Polpo, cuando Abbacchio se rompe. Eso significa que sus cicatrices se abren para lastimarse sin lastimar a los demás. Fugo sabe que la muerte de un colega de Abbacchio, fue el gran evento que cambió su vida. Se trata de una herida vieja, pero que aún sangra cuando se toca.
El encargo de esa noche era matar a un hombre, un cliente de Passione. Esto lo hicieron sin informar a Buccellati, como todos los encargos nuevos por parte de Polpo. Fugo ha comenzado a preguntarse, si Passione está haciendo de ellos una nueva Squadra di Esecuzione. Cada vez sus manos se manchan más y más de sangre.
Sin embargo, como advirtió Polpo, este sería un encargo muy duro para Buccellati. Entonces, Abbacchio y Fugo no vacilaron en aceptar lo que debían hacer. Ninguno de los dos querría ver a Buccellati perturbado por esto.
El hombre que mataron en esta ocasión, ganaba dinero en transacciones ilegales y tráfico de armas. Era un "hombre común" que necesitaba dinero. Para Fugo, que estaba acostumbrado a trabajar con Abbacchio, fue un trabajo trivial.
Tras un momento de silencio en la iglesia, Fugo elevó la mirada en su compañero de trabajo.
—¿Qué sucede, Abbacchio?
En ese momento un himno que se puede escuchar resonando en la iglesia, era entonado por niños y niñas de edades similares a las de Fugo, pero con rostro y ojos menos opacos, más soñadores.
Fugo pudo ver cierto brillo y calidez en la mirada de Abbacchio, era como algo feliz, solitario, nostálgico, triste...
—La oración de Virgen María... ¿Te gusta, esta canción?
—La amo.
Aquello sorprendió al niño, porque pensó que Abbacchio escucharía jazz o rock en lugar de himnos y cantos barrocos. Fugo estaba convencido de ello por el tipo de ropa que Abbacchio solía vestir, pero las apariencias engañan.
—No comprendo el porqué te sorprende, Fugo.
—Bueno, lo hace, creí que escucharías rock o música de ese estilo.
Tras escuchar salieron de la iglesia, retomaron el camino a casa de Buccellati donde ambos dormían.
Abbacchio durante el trayecto decidió decir a Fugo que sus padres eran católicos devotos, como las familias italianas tradicionales, y siempre participaban en los rituales eclesiásticos de su comunidad, su familia dedicaban oraciones antes de las comidas, y asistían a misa todos los domingos y fechas sacras. Abbacchio mencionó que participó activamente en la iglesia desde una edad temprana.
Al escuchar su relato, Fugo se convenció de que a Abbacchio le gustaba aquella melodía sacra porque él recordaba tiempos mejores... a su familia.
—Vespro della beata Virgine. Es la primera melodía religiosa de Claudio Monteverdi, maestro de coro y director de la catedral de San Marcos de Venecia. ¿Te gusta Montiverdi, verdad?
Sí, Fugo hablaba desde su conocimiento, pero el niño sólo conocía eso, la lógica. No pensaba en la música religiosa ni en los sentimientos que esta pudiera desatar, simplemente la comprendía como otra pieza musical.
Abbacchio asintió a su pregunta y no habló más durante el resto del camino a casa, Fugo tampoco deseó continuar la charla. Quizá estaban demasiados estresados por el asesinato que debieron perpetrar esa noche.
Pero…
Después de llegar a casa de Buccellati y tomar una ducha, Abbacchio se quebró. Él mismo tocó su herida y esta comenzó a derramar sangre.
—Mi padre era policía.
En la habitación sólo están ellos dos, se lo dijo de repente mientras Fugo terminaba de secar su cabellera. El niño se percata de que Abbacchio usó el tiempo pasado. Eso es lo que es. La habitación está oscura salvo un par de lámparas, y la sensación al hablar sin ver directamente sus rostro es cómoda.
Fugo camina hacia una botella de vino que descansa en la superficie de su escritorio.
— ¿Qué sucedió?, —pregunta el niño, mientras gira la cabeza en busca de su compañero a través de la habitación.
El cabello plateado de Abbacchio brilla casi en blanco al ser iluminado por la luz de las lámparas, lo había dejado crecer y estaba al mismo nivel que el cabello de Buccellati.
—Mi padre era un hombre de justicia perfecta a diferencia de mí, mi padre era la justicia. Yo quería cuidar y proteger la ciudad de mi padre..., seguí los pasos de mi padre persiguiendo mi propio sueño, pero perdí de vista a mi padre, me desvié del camino, destruí mis sueños y todo se debió a mi indecisión,
En la medida que Fugo lo escucha, comienza a llenar dos copas con vino.
El hombre que Abbacchio y Fugo habían asesinado hoy estaba dirigiendo un orfanato, casi cambiaba todo el dinero que recibía de las armas para ayudar a los huérfanos. Y el hombre llevaba otra vida en el orfanato, cuidando a esos niños. Él realizaba ayuda silenciosa.
Era el porqué Polpo los quiso a ellos, Buccellati dudaría. El hombre era llamado "padre" por los niños.
—No puedo enfrentar a mi padre,
Mientras Abbacchio hablaba Fugo mantenía silencio. Las palabras podían rasguñar sus corazones en fragmentos y lastimar viejas heridas. Fugo mismo quería una tormenta eléctrica en ese momento si con ello acallaba los recuerdos, el niño se preguntó el porqué sentía esta vena sádica, lo pensó vagamente.
— ¿Así es como se siente amar a un padre?
Abbacchio eleva la mirada hacia Fugo, este se encoge de hombros.
—Lo siento, no tengo buenos recuerdos de mi padre,
Por el contrario, Pannacotta Fugo jamás tuvo una buena relación padre e hijo como Abbacchio o Buccellati. El tiempo que estuvo con su abuela fue lo único que él atesoró de esa etapa, Fugo incluso ha olvidado la existencia de sus padres.
Sin embargo, Fugo intentó comprender a Abbacchio que creció en un ambiente lleno de amor paternal y maternal. Las bases de sus infancias eran demasiado diferentes. Fugo que sólo era una esponja de conocimiento, y con una delgada empatía, no puede comprender. Fugo no podía comprender los sentimientos de Abbacchio.
—Está bien, —dijo Abbacchio y tomó asiento en su cama.
— ¿En serio?
—Quería decirle a alguien, eso es todo. No pido lamer heridas,
No está siendo sádico ahora que Fugo reconsidera, esto es sólo Abbacchio auto-lesionándose. Fugo no comprendía el porqué, pero fue muy doloroso para él pensar en esta relación familiar. Finalmente suspiró.
—Yo no lamo heridas, Abbacchio, si la herida duele, se quema el dolor de esa herida con veneno, —Los ojos de Fugo brillan fríos como gemas rojizas—, Llorar por la leche derramada es absurdo.
Esas eran las palabras del niño que jamás llora.
Las miradas de ambos se encontraron. Una sonrisa que no puede ser escondida por la boca aparece. Una carcajada comienza a reverberar de los labios de Abbacchio.
—Un consejo del asesino de soldados, ¿Verdad?, —preguntó Abbacchio con una risa ronca—, ¿A quién aferro este veneno, niño?
—No olvides las palabras que dijiste aquel día en el que nos conocimos...
El niño se acerca a Abbacchio. Él no puede ser Buccellati, con sentido integro y bondad hacia los inocentes. Él sólo puede ser Pannacotta Fugo, violento, emocionalmente cerrado, un niño que comete los asesinatos que otros no se atreven a realizar, pero puede escuchar a Abbacchio.
Fugo extiende la copa con vino ante su compañero, y este la acepta. Eso lo mejor que él puede hacer.
—Tú y yo somos iguales ahora, somos basura, eso es todo.
Era así.
No existe la salvación para ellos.
