Fire emblem le pertenece a Nintendo.
Notas: Quise resistirlo... no pude XD
Espero les guste este pequeño fanfic (los capítulos serán bastante cortos y con algo de suerte publicaré semanalmente), no muchos conocen a Kris (o al menos no muchos escriben en español sobre este personaje) así que decidí hacerlo yo. Espero le guste, ¡nos leemos!
I
Lo que mejor recordaba del día en el que sus padres la dejaron era el cielo, estrellado y brillante, desde la ventana del carromato de su padre, observaba las estrellas que brillaban solas, después de todo, ese día no había luna.
Por fin se había calmado, había llorado tanto que ahora le dolía la cabeza y sus ojos estaban hinchados, sabía que sus padres habían peleado, sabía que su madre los había dejado y aunque antes hubieron peleas, nunca una como esa, por más que le había rogado a su mamá regresar, ella no lo hizo, tomó una bolsa, su caballo y se fue, así de sencillo, sin despedirse. Su padre no hizo nada para detenerla. En muchas preguntas quiso saber qué había pasado, sollozando pidiéndole que fuera tras su madre, no obstante, el hombre simplemente le mandó meterse al carromato y empezaron a viajar, en sentido contrario por donde su madre había escapado.
Habían pasado horas y su padre en ningún momento se había dado la vuelta para explicarle qué había ocurrido ni tampoco para pedirle que se callara, simplemente la estaba ignorando. Se preguntó durante todo el recorrido si en algún momento su madre los iba a alcanzar, se iban a reencontrar en algún lugar o algo por el estilo, no podía haberse simplemente ido, ¿no es así?
El carromato se detuvo y escuchó a su padre bajar del asiento del conductor, pero no para abrirle la puerta como normalmente lo hacía, sino que lo escuchó caminar, alejándose. Se aproximó más a la ventana, usando un banco para poder alcanzar a abrirla y asomó su cabecita por ella. Estaban en una granja, pudo ver una vaca a lo lejos y unos establos que estaban al lado de una casa a la cual su padre se había acercado para llamar a la puerta.
La puerta se abrió, un hombre alto, corpulento, de cabello y barbas plateados miró a su padre con sorpresa, dijeron un par de palabras antes de que su padre la volteara a ver, el anciano hizo lo mismo y ella de la sorpresa saltó del banco, bajándose y ocultándose de los adultos.
Escuchó pasos nuevamente, esta vez se acercaban a ella, la puerta del carromato se abrió, dejándola expuesta a su padre y al anciano hombre.
—Kris —llamó su padre con un tono de voz tan seco que casi no lo habría reconocido, normalmente su padre era más cariñoso cuando la llamaba—, este es tu abuelo, vas a quedarte con él.
—¿Nos… quedaremos con él…? —preguntó algo temerosa, la presencia de ese hombre era terrorífica, ahora que lo veía bien, podía darse cuenta que se trataba de un anciano, pero fornido y de semblante fiero.
—No. Tú te quedarás —dijo su padre mientras se acercaba para tomarla en brazos y bajarla del carromato. Ella se alejó por inercia, con temor, ¿se tendría que quedar allí con ese hombre que aparentemente era su abuelo?—. Ugh, Kris, ven aquí.
—N-no… ¿no nos vamos a encontrar con mamá más adelante? —preguntó con voz temblorosa.
—¿Q-…? Kris, solamente sal del carromato, no me hagas regañarte —advirtió su padre, pero ella se escondió aún más al fondo su espalda chocó contra una de las cómodas de madera que guardaban las medicinas que comerciaban—. ¡Kris! ¡Suficiente, ven aquí ahora mismo!
Miró el semblante enojado de su padre con temor y lentamente empezó a acercarse, paso tras paso con miedo, no quería irse, no quería bajar, quería que fueran tras su madre y que solucionaran todo…
Finalmente llegó hasta él, que la tomó por los brazos y la bajó del carromato, luego él mismo se subió a este y en un costal empezó a meter todas las pertenencias de la pequeña. Ella lo miraba, sintiendo cómo sus ojos se volvían a llenar de lágrimas.
—Papá… —lo llamó entre sollozos— papá… papá p-por favor… no me dejes… yo… pro- pro-prometo portarme bien… pero… N-no…
Su padre se bajó del carromato y le entregó el costal a hombre que estaba detrás de ella, el anciano no había dicho nada, simplemente permaneció en silencio sin dejar de mirar a su padre con severidad.
—¿Sabes lo que haces? —preguntó el anciano, su padre se detuvo un momento, respiraba agitado, lucía alterado, desesperado, en ese pequeño momento la miró a ella, hecha un mar de lágrimas, apretando el borde de su vestido tan fuerte que sus puños se estaban volviendo blancos, su semblante flaqueó por un momento, más calmado bajó del carromato de un salto, quedando frente a ella.
Se acercó y le dio un beso en la cabeza, sin decir nada más, cerró la puerta del carromato y corrió hasta el asiento del conductor.
—¡P-papá…! —gritó la niña tratando de seguirlo, pero antes de que pudiese llegar a los caballos, su padre arrió las riendas y el carromato se alejó a gran velocidad, el anciano tuvo que tomarla de un brazo para que no fuese arrollada por una de las ruedas.
Lo siguiente fueron gritos pidiéndole que volviera, trató de seguirlo, pero en cuanto lo vio demasiado lejos y notó lo oscuro que estaba todo a su alrededor desistió, se quedó llorando en mitad del camino, llena de polvo pidiéndole a sus dos padres que no la dejaran sola.
Pero como su madre, él no dio la vuelta.
