Capítulo 1: Volterra.

Volterra, meses después de los sucesos de 'Amanecer'

Ding, las puertas del ascensor se abren.

"Buenos días, señorita." Me dice una mujer morena del mostrador.

"¿Y Gianna?" Pregunto.

"La despidieron hace meses, señorita." Me contesta con una sonrisa digna de un anuncio de dentífrico blanqueador. "Yo soy la nueva recepcionista, Chiara."

"Ah." Contesto simplemente.

Debería imaginarlo, ninguna dura demasiado allí; en cuanto esos tres tienen un mal día deciden que la recepcionista debe cambiar y se acabó el asunto.

"¿Y usted es?" Me pregunta.

"Valeskha." Afirmé suavemente. "Pero anúncieme como Gabriel, ellos sabrán quién soy."

"Me temo que no teníamos ninguna persona con ninguno de esos nombres aquí." Me contestó.

Odio a las nuevas, nunca saben cuando acatar las órdenes.

"Chiara ¿no?" Le dije. "Mira Chiara, voy a decirte que va a pasar. Como creo que sabes lo que te conviene, vas a coger ese comunicador, vas a pulsar el botoncito rojo y me vas a anunciar como es debido. Y así nos ahorramos el numerito de que yo me pongo a hacer lo que mejor se me da ¿vale?"

"Llamaré a seguridad." Me amenazó yendo a coger el teléfono.

"Yo que tú no lo haría." Le advertí.

Cuando fue a coger el auricular para llamar a quien quiera que fuese, no llegó a cogerlo, llenó todo de sangre cuando la mano comenzó a llenársele de heridas y gritó.

Eso hizo que apareciese allí un crío.

"Perfecto, un crío." Dije apartando la mirada de la que iba a ser mi nueva presa.

"¿Quién es?" Me preguntó entonces el crío.

"¿Marcus se ha echado un chihuahua como perro de presa?" Dije con ironía.

"¿Quién es usted?" Me dijo el crío.

"Vaya… el pequeñito se ha enfadado…" Le dije con ironía. "¿Quieres que te busque el chupete?"

Creo que eso le cabreó, porque de pronto comencé a sentir que me fallaba la vista hasta quedarme ciega.

"Vaya… así que el crío tiene garras…" Dije incorporándome.

Si pensaba que no ver me iba a impedir es que estaba muy equivocado.

"Por última vez, le pregunto que quién es." Me dijo el crío mientras sentía que llegaba otra persona más que se mantuvo tras de mí en silencio.

"Tienes exactamente 3 segundos para dejar de hacer el tonto y dejarme jugar o acabarás peor que la pelele esa de ahí." Le advertí seria. "Uno…" Sí, las armas seguían donde las tenía. "Dos…" Solo eran dos, así que iba a tenerlo fácil, aún ciega como estaba.

"Ningún extraño va a pasar de aquí." Me dijo.

"Tres." Afirmé sabiendo que tenía al crío justo frente a mí en un ángulo de 10º con mi línea recta y al otro tras de mí contra la pared del ascensor pero separado de las puertas de este.

Con un solo golpe saqué mi automática y disparé un solo tiro que le provocó desconcentrarse y perder el control de su habilidad lo que poco a poco me fue dando algo de visión mientras esquivaba al tío que tenía detrás y le causaba unas cuantas heridas.

No había matado a ninguno de los dos pero siguieron provocándome, hasta que llegó una chica pelirroja que conocía bien.

"¡Pero bueno!" Gritó poniéndose los brazos en jarras. "¡¿Se puede saber qué está pasando aquí?!"

"¡Se ha colado una intrusa!" Le gritó el tipo cachas mientras tenía un arma contra los cerebros de cada uno de ellos.

"No es una intrusa." Dijo Heidi. "Y tú, Gabri, deja de intentar matar a todo el que se te pone por delante."

"¿Conoces a esta panda de mamarrachos?" Le pregunté sin bajar las armas.

"Alec y Felix, son compañeros míos." Me dijo. "Y como se enteren los maestros de lo que has hecho te puedes meter en un lío serio."

"Os habéis salvado, por hoy." Les dije a los dos antes de meterles una patada a cada uno derribándolos y guardándome las armas. "No me querían dejar pasar."

"No eres de los que vivimos aquí." Me dijo Heidi mirando las heridas de sus compañeros. "Ni te pasas en fiestas de guardar, no mandas cartas y lo único que mandas lógicamente no se le enseña a la recepcionista."

"Me da igual." Afirmé. "Yo no quería venir, fueron ellos los que me llamaron."

"¿Qué está pasando aquí?" Dijo un hombre alto y moreno.

"Tranquilo Demetri." Le dijo Heidi. "Es solo Gabriel, no la dejaban entrar y lo ha intentado a su manera."

"¿Qué le ha pasado a mi hermano?" Preguntó otra cría corriendo a su hermano.

"Respuestas erroneas." Dije yo acercándome a los otros hombres. "Me llamo Valeskha Gabrielle."

"Demetri." Me dijo el hombre alto, de piel olivacea pálida y ojos rojos cogiéndome la mano y besándola como mandaba el protocolo mientras su pelo moreno me acariciaba el lateral de la mano.

"Corin." Me dijo el otro chico.

"¿Y estos niños de aquí?" Les pregunté frotándoles las cabezas a ambos.

De pronto sentí un dolor agudo por todo el cuerpo.

"Jane, vale ya." Le dijo Heidi.

Entonces sonreí y miré a la cría que empezó a retorcerse de dolor.

"¡Gabri, ya vale!" Me dijo Heidi.

"Ha empezado ella." Le dije dándole la mano al tipo que yo había herido de pelo también moreno pero en una melena corta que, por deducción, debía ser Felix.

Perfecto, él no tenía poder; y Corin tenía la habilidad de la telequinesis (no lo dicen en el libro así que me lo invento), Demetri el rastreo que no me iba a servir de mucho porque ya tenía otro parecido, y los críos tenían Jane la capacidad de causar ilusiones de dolor y Alec, creo que me habían dicho que se llamaba, el de cegar sentidos.

"Da igual, nosotros no nos atacamos entre nosotros." Me dijo.

"Creo que la dama es un poco… animal." Dijo Felix.

"Seguro que sí." Dije yo.

"Cayo se va a molestar." Me dijo Demetri.

"¿Por qué narices no les llamáis como se llaman?" Les dije.

"A saber…" Me dijo el crío.

"Aro, Caius y Marcus." Les dije. "De toda la vida de dios."

"Sí, claro…" Dijeron como aburridos.

"Ven anda." Me dijo Heidi cogiéndome del brazo. "Será mejor que te lleve ante ellos, antes de que decidas dejarnos sin secretaria ni compañeros."

"Vaya por dios… ahora que había decidido que un niño también era comida…" Dije con ironía.

"Vamos…" Me dijo tirando de nuevo de mí para llevarme a través de una arcada a unos pasadizos oscuros y húmedos.

"Vaya, que sitio tan bonito y acogedor." Le dije.

"Vivimos más allá." Me dijo sonriendo divertida. "Ahí, detrás de esas puertas." Afirmó cuando llegamos a las puertas. "Aunque supongo que no les hará gracia saber que gracias a ti hoy no vamos a comer nada."

"Espero que la alegría de verme sea mayor que la decepción de las presas perdidas." Le dije sonriendo complacida mientras llamaba a la puerta por respeto y entonces sonriendo entrábamos a un cuarto circular donde seguía habiendo los mismos asientos amoldándose a la particularidad de la sala.

Allí había gente, como era de esperar.

Caius con su blanca palidez traslucida como la cebolla y su pelo largo y tan blanco como su piel, Aro de apariencia similar solo que con el pelo negro azabache, y por último, Marcus con una apariencia realmente apática.

"¿Qué nos traes ahí, Heidi?" Le preguntó Caius con severidad.

Caius era, por lo que podía recordar el más sádico, sanguinario, cruel y hambriento de poder de los tres, además de ser lo más negativo que te podías echar a la cara.

"¿Traes comida?" Dijo Aro. "¿O igual es el intruso que…?"

"Ooops, lo siento." Dije sonriendo entre dientes tras lanzarle un puñal que le pasó zumbando cuando lo esquivó.

"Echadla." Les dijo Caius a los que estaban por allí.

Entonces miré a mi alrededor, había bastante gente allí, pero sin duda podría ganarles aunque, dudo que yo quedase indemne.

"Caius, no te interesa eso." Le dije. "Yo no soy como mi prima."

Vale, aún no le había perdonado lo que le hicieron a Marcus y Dydime para hacerle quedarse con ellos en aquel triunvirato.

"¿Gabri?" Me llamó Aro. "¿Eres tú, Gabriel?"

Ni contesté, simplemente me cuadré de brazos cruzados al pecho y esperé.

"Sacadla de aquí." Dijo Marcus.

"Antes de que me tocasen les mataría." Afirmé. "Y luego creo que os mataría a vosotros… o mejor aún." Dije mirando a las mujeres.

"No te atrevas." Me dijo Marcus dando un paso adelante antes de sujetarse el brazo con dolor.

"¿A quiénes más ha tocado?" Preguntó Aro.

"Supongo que no esperaríais que fuese a dejar que volviesen a atacarme por sorpresa ¿no?" Les dije cruzándome de nuevo de brazos, esta vez colgada de la lámpara para apartarme de su alcance.

"Sí, claro." Dijo Aro. "Aunque si bajas aquí…"

"Muy amable, pero desde aquí os oigo perfectamente." Les dije poniéndome en cuclillas en el mismo sitio con las manos colgando apoyadas por el codo en mis muslos. "¿A fin de qué me llamasteis para que viniese aquí?. Oh, ya sé, vais a devolverme lo que me robásteis."

"No nos vengas con esas." Me dijo Caius. "Ba…."

"Haz el favor de dejar de usar nuestros dones contra nosotros." Me dijo Aro cuando Caius volvió a sujetarse la cabeza como si le fuese a reventar.

"Entonces dejar de amenazar y decirme qué queréis de mí." Les dije. "Si no tenéis nada que decirme entonces me largo y seguimos como toda la vida, vosotros a lo vuestro, yo a la mío."

"Tenemos trabajo para ti." Me dijo Aro parando a Caius con la mano al hombro.

"Yo no trabajo para vosotros." Les dije.

"Perfecto, podremos pedírselo a otros." Dijo Aro mientras Marcus parecía maldecir algo.

"Odio que me hagan perder el tiempo." Dije soltando aire feliz de que no me mandasen hacer nada y colgándome de la lámpara como un mono cabeza-abajo. "Y tampoco me gusta quitárselo yo a nadie, sobre todo a gente tan ocupada y poderosa como vosotros."

Iba a irme, pero Marcus me cogió del brazo con suavidad lo que me hizo girarme con cuidado para mirarle. Hasta entonces había estado apático, mirándome con curiosidad, sí, pero sin hacer nada; así que me sorprendió un poco verle reaccionar.

"Marcus." Le dije.

"Qué…" Me dijo. "Por favor, espera."

"Muy hábil, Marcus." Le dijo Aro.

Entonces fui a tocarle pero una chica que hasta entonces se había mostrado tímida me sujetó a la vez que creaba un escudo de protección.

"Perfecto, Renata." Le dijo Aro cuando yo contesté con el mismo truco haciéndola golpearse contra la pared pero sin tocar un pelo a Aro. "Ahora también puede hacer escudos como tú."

"No, como ella no." Dije. "Más fuertes, y pronto más resistentes."

"Marcus, dile algo." Le dijo Caius dándome a ver que tenía algo de miedo de mí por lo que sonreí. "Que pare ya." Le dijo acercándosele.

Sin embargo yo fui más rápida y me puse en medio levantando una mano y haciendo un capullo entre ambos.

"Matasteis a mi prima, no permitiré que ahora también hagáis daño a mi cuñado." Les dije.

(Salto espacio-temporal)

"Gracias por lo de antes." Me dijo Marcus cuando iba sola por el tunel cuando ya había acabado la mini-reunión y me volvieron a invitar suavemente a que me fuese por lo que me fui.

"Nunca tragué a tus compañeros." Le dije. "Si vine fue porque sé que tienen algo mío y espero encontrarlo antes de que vuelvan a usarlo para atraerme aquí; y sobre todo, porque esperaba verte, primo."

"Yo… agradezco que lo hicieras." Afirmó.

"Nunca les perdonaré lo que le hicieron a Dydi." Afirmé. "Les mataré en cuanto tenga oportunidad, no lo dudes."

"No deseo eso." Me dijo cogiéndome por la mano para pararme. "No ahora, son… aunque duela son mi familia."

Me apenó un poco, así que le hice una caricia como las que me habían hecho ellos dos cuando yo era pequeña, como la última vez que le vi, como cuando aún vivía en la corte de Volterra.

"No les mataré si no lo deseas, pero no puedes pedirme que perdone y olvide." Afirmé antes de carraspear. "Llevaré a cabo mi encargo, te doy mi palabra. Pero también te advierto que yo me encargaré del asunto, pero a mi manera."

"Pero las órdenes…" Me dijo.

"Yo juré ir a vigilar, nada más." Afirmé.

"Te matarían." Me dijo suavemente.

"No me menosprecies, primo Marcus." Le dije. "Como ya he dicho, yo no soy Dydi ni tú. No les conviene meterse conmigo."

"No lo entiendes." Me dijo. "Es… es peligroso enfadarnos y…"

"Y lo sé, se rumorea que es una forma de suicidio perfecta para los de nuestra noble y perfecta raza." Le dije. "No te preocupes por mí, te aseguro que antes de que pudiesen ponerme un dedo encima les habría hecho perder muchas vidas."

"Gabriel… no deberías subestimar a Aro y Cayo." Me dijo.

"¿Qué ha sido de cuando se les llamaba Aro y Caius?" Le dije suspirando.

"Gabriel, esto es serio." Me dijo. "Es… a Didyme y a mí no nos gustaría que te matasen por…"

"Descuida, no me harán nada." Le dije haciéndole una caricia de nuevo como las que él me hacía de cría. "Ya soy mayorcita, sé cuidarme sola, y aunque ellos sean más mayores que yo, yo tengo siempre un as en la manga."

"¿Por qué estás tan segura?" Me dijo.

"¿Por qué soy más guapa aunque me pasen una década?" Le dije bromeando un poco.

(Salto espacio-temporal)

Casa Cullen, una semana más tarde.

"Nessy, cariño." Llamó Bella a su hija. "Pero bueno… ¿otra vez con Jake? Deberías estar en la bañera."

"Venga ya, está limpia." Le contestó Jacob. "¿No puede quedarse más tiempo?"

"No, no puede quedarse más tiempo." Le dijo ella. "Tiene que bañarse, ahora."

"Desde que eres madre eres más aburrida." Le contestó Jacob.

"Habló el chucho." Le dijo Rosalie mientras estaba viendo el canal tele-tienda en la tele sin sonido con Emmet y Jasper. "Yo que tú le echaría spray anti-pulgas, no sea que le haya pasado alguna."

"Muy graciosa, rubia." Le dijo Jacob molesto.

"Ahí está…" Dijo de pronto Alice haciendo que Emmet y Jasper se levantasen y fuesen a la ventana ocultándose tras las cortinas Jasper y en medio de la ventana Emmet para mirar fuera.

"No veo nada." Dijo Emmet. "Malditos mirones…"

"Yo no noto nada." Dijo Bella cogiendo a Nessy en brazos.

"Apostaría a que sea quien sea está escondido." Dijo Jasper.

Entonces Jacob suspiró.

"Si no hay más remedio… será mejor que salga, a ver si rastreo algo." Dijo rindiéndose.

Hacía ya días que podían sentirlo, alguien les vigilaba; sin embargo, cada vez que salían a ver si veían algo nunca podían localizar a quién vigilaba.

"Jake, es… no hace falta que salgas." Le dijo Bella.

"Paso de que estéis así, al menos Nessy." Dijo Jacob quitándose la camisa para dejarla doblada en el asiento que había estado ocupando hasta entonces. "Aunque hasta cierto punto es divertido veros tan nerviosos, comienza a ser agobiante que a la menor señal se levanten esos dos y jueguen a soldados."

"Al menos ten cuidado ¿vale?" Le dijo Bella.

"Déjale, es solo nuestra mascota." Le contestó Rosalie. "Ya iba siendo hora que el perrillo de compañía se convirtiese en un perro de guarda."

Eso hizo que Jacob le gruñese antes de bajar corriendo por las escaleras y salir de casa donde se acabó de desvestir y salió de allí a la carrera internándose en el bosque convertido en lobo. Entonces se paró y comenzó a oler el aire en busca del menor rastro, solo que no lo encontró. Se puso a dar vueltas y más vueltas sin encontrar nada, hasta que olió algo diferente.

"¿Has encontrado algo?" Le preguntó Edward.

"¿Cómo has sabido dónde estaba?" Dijo Jacob en su forma lupina.

"Jasper y Emmet me dijeron lo que ibas a hacer." Le dijo él. "Y leí tu mente, si hay alguien cerca debería haber dejado un rastro."

"Ya, pero yo no he pillado ningún rastro fuera de lo normal." Le dijo Jacob. "¿Igual otro licántropo?"

"No, no hay rastro de otro licántropo que no sea de los que ya conocemos todos." Negó Edward. "Y todos están entre La Push y la casa."

"Entonces no lo entiendo." Dijo Jacob. "Alice lo notó hace poco, tus hermanos vigilaron pero tampoco han visto nada desde la ventana. Si estuviese vigilando la casa debería estar cerca."

"Podría ser, pero desde luego, sea quien sea es evidente que es bueno ocultándose." Dijo Edward.

"¿Crees que podría estar vigilando a Nessy?" Le preguntó Jacob.

"Podría ser, o podría no ser." Dijo Edward. "Igual podrías ser de más ayuda si fueses por la reserva, si es un extraño igual alguien ha visto algo."

"No pienso dejar sola a Nessy." Le dijo Jacob. "Menos aún con alguien rondando la casa."

"Sería de más ayuda si supiésemos si hay alguien que no debería campando por los bosques y alrededores." Le dijo Edward. "Nosotros estaremos con mi hija, estamos suficientemente llenos como para poder resistir una o dos semanas sin ir de caza."

"Está bien." Acabó rindiéndose. "Iré a ver si en la reserva saben algo. Les pondré en aviso y esperemos que haya visto u oído algo raro."

(Salto espacio-temporal)

Forks, 12.00 am. ese mismo día.

"Aviso, a todas las unidades, accidente en la interestatal 110, entre Forks y Sappho." Dijo la voz de la centralita por la radio del coche de policía del jefe Swan.

"Recibido, voy para allá." Contestó este dejando el café en el salpicadero antes de acabárselo y dejar la taza vacía en el asiento contiguo. "Bueno… vamos para allá." Dijo secándose el bigote de las últimas gotas de café con una servilleta de papel.

Era raro, desde hacía como unos 3 días había habido un accidente de tráfico, un par de peleas y había rumores de que habían habido timbas de poker y carreras ilegales cerca de Forks, sin embargo, para cuando habían llegado no quedaba nunca nada.

Y esta vez parecía que habría un poco más de suerte.

"Pero qué…" Murmuró al ver una moto de policía. "Oiga, qué hace…"

"Agente Gabrielle Lee." Le dijo una mujer morena con el pelo liso salvo las puntas casi rizadas, o sea, yo. "Me alegro de ver otro miembro de las fuerzas del órden."

"¿Agente Lee?" Le dijo Charlie. "¿No es un poco joven para ser agente, agente?"

"CIA, policía encubierta." Le contestó la chica. "Antes pertenecía a la EUROPOL, pero me trasladaron a la CIA americana."

"¿Y qué hace un agente de la CIA aquí?" Le preguntó Charlie.

"Traslado." Afirmé sonriéndole tras comprobar que la gente estaba bien. "Investigación tranquila desde una zona más o menos tranquila. Bueno… creo que no hay nada roto, me parece que la ambulancia del hospital central de Forks está en camino."

"Pensaba que…" Dijo Charlie. "Vaya… le juro que parece de la edad de mi hija."

"Sí, suelen echarme menos edad de la que realmente tengo." Afirmé sonriendo tras ponerme a hacer un torniquete para frenar el sangrado de uno. "Aunque también es cierto que soy una joven superdotada."

"¿Cuántos?" Me dijo. "20, vale, soy la cría del departamento. ¿Contento, agente?"

"Me parece que me pondré celoso." Me dijo sonriendo divertido. "La nueva agente de la ciudad me roba mis casos."

"Lo siento, iba tras el camión, paré a ayudar." Le dije mientras oía la sirena de la ambulancia a cosa de 3 kilómetros, talvez 5.

Entonces me echó un vistazo mejor, no, parecía una cría de unos 18 o así, vestida con una camisola beige rayando con blanco, pantalones pitillo del uniforme a rayas por dentro de unas botas con tacón y cordajes dándome una apariencia un poco rara de pirata al estar combinadas con las gafas de sol y un colgante que me habían dado y que me aseguraría encontrar y encajar en la familia que tenía que encontrar.

"Sigo pensando que en tu continente deben estar desesperados para contratar a alguien tan joven." Me dijo sacudiendo la cabeza. "De todas formas, necesitaría un informe del accidente, a no ser que lo tenga ya."

"No, me temo que lo dejaré en sus manos, le haré un informe detallado según el protocolo de mi institución y luego le dejaré que lo presente usted. Me temo que aún no sé hacerlos según las normas de aquí."

"Está bien." Me dijo. "Aunque si quieres te puedo enseñar a hacerlos."

"Sería muy amable de su parte." Le dije.

"Lo que no la había visto hasta ahora." Me dijo mientras llegaba ya la ambulancia.

"Sí, hoy entraba nueva." Le dije. "Había ido a Port Angels a recoger unas cosas que me faltaban para acabar de montar mi casa."

En realidad en Forks, Forks… no había ido más que a presentar mi traslado oficialmente, el resto del tiempo lo pasé asentándome en la casa que había comprado en el monte cercano a medio camino entre la ciudad y una reserva de indios, vecina a pocos minutos corriendo a tope de la casa de mi 'trabajo' real, distancia suficiente de ellos como para poder vigilarles con un telescopio y para meterle una bala si fuese necesario a su mascota que se habían buscado. Llevaba lo menos 5 días espiándoles, así que…

"Bueno, pues ya está." Dije frotándome las manos cuando vimos partir a la ambulancia hacia la ciudad de nuevo. "Voy a levantar el corte de carretera que metí dirección Port Angels y me voy corriendo a Forks."

"¿Barricada?" Me dijo el jefe Swan.

"Sí, dejé un coche cruzado en medio, con sus dueños dentro." Afirmé. "¿Escolta a la ambulancia hasta Forks?"

"Sí." Me dijo. "Bueno, pues si nos vemos por la comisaría le debo un café, agente."

"Puedes llamarme Gabrielle." Le dije suavemente montando en la moto antes de salir corriendo en la moto hasta el kilómetro que había dejado el coche de unos chicos taponando la vía.

"Gracias por la colaboración." Les dije a los jóvenes sonriendo tras llamar a la ventanilla. "Ya está arreglado el accidente, así que, por favor, vayan desbloqueando la vía."

La gente era sorprendente, con solo enseñar la placa falsificada se ponían a cuatro patas y ladraban si se lo ordenaba.

Sonriendo aceleré tras poner el piloto de luces de la policía lo que me garantizaría ir a la velocidad que quisiera hasta las afueras de Forks.