Buenos momentos.
Capítulo 1: Una apuesta.
El ornitorrinco no creía en las palabras de su némesis y negó con la cabeza. Él no podía conocer su debilidad.
— ¿Quieres apostar? — Dijo Heinz.
El agente secreto asintió con la cabeza con determinación, el medico de pronto desapareció y Perry solo tenía que esperar.
Después de casi media hora Heinz volvió, se paró en el marco de la puerta sonriendo y una expresión de horror se apodero del monotrema.
"¡No! ¡No! ¡No!" Perry pensó alejándose lentamente del científico.
Pero el medico solo sonrió poniendo un plato con comida en la mesa, se podía decir que sonreía de una forma malvadamente infantil, mientras veía como el agente tenía una expresión de horror en su rostro.
Tenía que soportarlo. De pronto un dulce aroma llego a él, miro a la mesa nuevamente solo para ver un pequeño ventilador llevando el aroma hasta él y a su enemigo conteniendo la risa.
Realmente lo torturaba y se burlaba de él, el científico se sentó tranquilamente, aun sonriendo y espero tranquilo a que Perry se rindiera, era muy evidente que no toleraría demasiado.
Después de unos minutos, Perry llego enojado y se sentó en la otra silla que estaba frente a la mesa, esto era injusto.
— ¡Yo gane! — Dijo Heinz extendiendo la mano.
Perry no tenía otra opción, saco su billetera y de esta saco un poco de dinero, el científico prácticamente se lo arrebato de las manos y lo guardo en su bata blanca.
— Te lo dije, conozco tu debilidad — Dijo agarrando un tenedor y comenzó a comer.
El ornitorrinco permaneció distante y miro casi con tristeza al científico que comía con una sonrisa.
"Si tan solo supiera cual es la mayor" Pensó el ornitorrinco con tristeza.
— Descuida… — Irrumpió una voz a través de sus pensamientos.
— No se lo diré a nadie — Dijo mirando al joven ornitorrinco.
A esto, levanto la mirada, vio a su enemigo con una sonrisa, bajo la mirada a la mesa unos segundos y la volvió a levantar y sonrió débilmente.
Por lo menos ahora estaba seguro…
