Notas del Fanfic:

Yuri! on Ice © Mitsuro Kubo, Sayo Yamamoto y MAPPA.
Este fanfiction fue escrito sin fines de lucro. Ayer vi una imagen en el grupo YUUYU sobre Yuuri cargando dos bebes y preocupado por el divorcio que le había pedido Yurio, mis manos comenzaron a escribir de la nada.

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PRIMERA RAZÓN EN CONTRA: Los antojos de Yuri

Podía recordar con mucha felicidad y regocijo el día en que le propuso matrimonio, fue algo original; mejor que en las telenovelas, totalmente inolvidable y especial.

Los dos eran destinados, se dieron cuenta de ello cuando a Yuri le dio su primer celo a los 16, un poco tarde, pero ahí estaba. Yuuri era un Alpha demasiado pasivo y tranquilo, mientras que Yuri era un Omega muy violento y no importaba como fuera, ambos encajaban muy bien.

[…]

Estaban en una cita, ya tenían 6 años de novios y Yuuri creía que era el momento de pasar al siguiente nivel, Yuri ya había salido de la Universidad y era lo que estaba esperando.

Se encontraban en esa época en donde los arboles de cerezo están en flor y la gente en cada festividad, llevaba sus lámparas de papel para hacerlas flotar en el agua y muchas otras para hacerlas volar en el aire.

Era hermoso.

La luz de la luna, los pétalos cayendo como lluvia y las lámparas que lo hacían ver como un paisaje sacado del más fantástico cuento de hadas.

Cuando llegaron al pequeño puente rodeado por cerezos y el rio abajo reflejando sus figuras, Yuuri sin previo aviso tomo la mano del rubio y de repente paso mucha gente alborotada para ver el desfile, el pelinegro que tenía la caja que quería abrir frente al rubio en una de sus manos, la soltó al rio cuando lo empujaron ¿ya mencione que la pasarela era pequeña y que la baranda apenas y llegaba a su cintura?, pues era así.

Entonces, intentando evitar que se perdiera el anillo en el fondo o lo arrastrara la corriente, término cayendo al agua.

Yuri nunca supo en que momento pasó todo el drama, solo escucho un splash y miro hacia abajo.

— ¡Katsudon! —fue hacia la orilla algo preocupado, en ese momento vio como Yuuri buscaba desesperadamente algo.

Yuri alzo una cajita pequeña de porcelana que flotaba cerca, era de color negro con detalles violetas, su color favorito.

Lo abrió y sonrió.

— ¡Oh dios mío! —seguía buscando. — ¿Dónde está? —se zambullía dentro una y otra vez sin resultado.

— ¿Buscas esto? —el ojiverde estaba de cuclillas cerca del rio, agitando la cajita con una mano.

Yuuri se sorprendió. Las palabras no pudieron salir de su boca olvidando el hecho de que estaba totalmente mojado en una noche tan fría y dentro de un rio. El tiempo se congelo, los pétalos cayendo suavemente, la luz de las lámparas iluminando todo, los fuegos artificiales en el cielo.

Se acercó a su novio mirando la inmensa felicidad en su rostro.

— Yura…

— Ya te habías tardado, cerdo. —salto hacia Yuuri, haciendo que ambos se metieran de lleno al agua mientras las palabras morían en el beso que se daban.

— ¿Te casarías conmigo?

— ¿Quién más se casaría contigo si no soy yo?

[…]

Ahora era un hombre casado, miraba el anillo que adornaba uno de sus dedos, tuvieron una vida de casados muy activa durante dos meses luego de la boda y de repente una mañana se levantó por los gritos y maldiciones en más de diez idiomas que lanzaba Yurio a los cuatro vientos.

Estaba en el baño, vomitando.

Ahora recordó que una de esas noches se rompió el condón y bueno, no creyó que el rubio pudiera quedar en cinta solo con una vez, quizá fueron tres.

Hicieron pruebas, ocho pruebas de embarazo para ser exactos, todas salieron positivas. Yuri se había molestado como nunca antes, no quería hablarle ni dirigirle la mirada, eso después de darle unas cuantas patadas, aunque no muchas porque volvía corriendo al baño con náuseas y cubriendo su boca con una mano.

Se la paso medio día frente al retrete.

Más tarde fueron al hospital.

El medico los felicito al leer los resultados, pero ninguno de los dos parecía estar feliz, el doctor se sintió nervioso y en medio de toda esa tensión, les dio las fechas para los futuros controles, algunos folletos y una que otra medicación y recomendación.

El pelinegro leyó algunos que decían:

"¿Padre por primera vez?"

"¡Consejos para padres primerizos!"

"Como convivir con una persona embarazada".

Parecía como si todo fuera una pesadilla.

Solo tenía tres semanas de gestación y Yuri comenzó a quedarse todo el día en casa, comiendo, durmiendo, mirando tele, protestando una que otra vez por cualquier cosa, aun no se notaba la barriga pero no era normal hacer el vago solo por estar en cinta.

— Quiero comida china. —soltó una de esas noches.

— Es media noche…

— ¡Quiero comida china! —le aventó el control remoto del televisor. — Y algunos dulces —lo mérito unos segundos. — Mejor unos bombones de chocolate.

— Pero no creo encon-

— ¡No vuelvas si no vienes con lo que te pedí, maldito cerdo! —amenazo botándolo de la casa mientras lo empujaba fuera y cerraba la puerta en su cara.

Yuuri no quería ser padre, no aun, quizá algún día en unos diez años en el futuro, pero ahora era muy pronto y aun no le había dicho nada a nadie, si se enteraran seguro tendría un drama en casa, mejor esperaría un poco más.

— ¡APURATE, CORRE, VUELA! —empezó a tirar cosas desde la ventana.

— ¡No solo tires las cosas así! —muy cerca de él cayeron unos patines de hielo, eran los suyos.

Ya no podía soportar los antojos de Yuri y apenas estaba comenzando ese largo y tortuoso periodo.

— ¡¿QUÉ HACES AHÍ PARADO?! —los gritos lo regresaron a la realidad. — ¡TU PEQUEÑA MOUNSTROSIDAD ESTA PIDIENDO A GRITOS COMIDA! —refiriéndose al engendro del demonio que habitaba en su vientre, como así le decía el ruso.

— No le digas así, además no creo que el bebé te pida cosas, eres tú el qu- ¡AHHH!

Le aventaron una licuadora, Yuuri recordó que ese fue parte del regalo de bodas que les dio Victor, creyó que lo habían olvidado en algún lugar de la fiesta, al parecer el rubio lo tenía muy bien escondido.

— ¡YA NO QUIERO COMIDA CHINA, TRAE ESPAGUETIS DE ESE RESTAURANTE ITALIANO!

— ¿Qué? —lo miro frustrado. — ¡Pero si acabo de llamar haciendo un pedido por la comida china que me pediste hace unos minutos! —respondió agitando su celular en mano.

— ¡NO JODAS KATSUDON, TENGO HAMBRE!

Yuuri suspiro, odiaba los antojos de Yura, ¿pero que podía hacer?

Era en parte su culpa, bueno no tanto, quizá un 40%.

Ojala solo se lo pidiera cuando estaban en casa, lo hacía a cada momento, cuando iban al supermercado o cuando paseaban por las calles, a mitad de la noche o en la madrugada, ¿De dónde demonios consigues pirozhki de katsudon en un cine?

Tal vez debería llamar a uno de sus amigos, como Otabek, el sería una buena niñera. Si, en efecto lo seria.

Yuuri definitivamente no estaba preparado para ser padre.

Necesitaba descansar un poco.

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PRIMERA RAZÓN A FAVOR: La sensibilidad de Yuri

Ya iban por la séptima semana de gestación, se notaba un poquito la barriga, no tanto, más bien parecía como si Yuri hubiera tragado mucho durante semanas y solo hubiera engordado un poquito, aunque eso no difería mucho de la realidad.

Los antojos seguían igual y Yuuri ya se había acostumbrado, tenia de todo en el congelador, desde sushi en diferentes variedades hasta comida extranjera.

El doctor le había dicho a Yuri que balanceara su comida y no solo ingiriera comida chatarra o comprada, si no que en su lugar consumiera más verduras, frutas y mucha agua, además de hacer ejercicio, como caminar al menos 15 minutos cada día.

"¿Acaso quieren que haga dieta para que el engendro este nazca anoréxico?, tengo que comer."

Discutieron sobre el tema, Yuri se molestó al final.

Aunque de mala gana, termino accediendo. Se estaba empezando a sentir pesado y no le gustaba para nada esa sensación.

Por el momento solo le habían dicho a Victor sobre la situación actual, Yuuri pensó en decirle a su mejor amigo Phichit pero luego imagino que este tomaría fotos y luego las publicaría en SNS, seguro medio mundo estaría en la puerta de su casa al día siguiente, en especial las fans (locas) de su esposo.

Así que no, solo Victor por ahora y claro su tierna madre también lo sabía, ella si sabía guardar secretos.

Cuando iba de visita llevaba todo su repertorio de fotos de cuando Yuuri era bebe, era gordito, con cachetes redondos y sonrojados, muy pequeño, demasiado tierno para el corazón del ruso.

El abuelo de Yurio también lo sabía, aunque no se sorprendió mucho, los visitaba de vez en cuando trayendo un montón de pirozhkis de katsudon para su nieto y su futuro bisnieto.

Yuri nunca le dejo probar siquiera un bocado, tacaño.

Una tarde Yuuri llego temprano a casa, a pesar de anunciar su llegada nadie le respondió, entro despacio hacia la sala y vio al rubio con tres cajas de pañuelos desechables a su lado y muchos, muchos papeles arrugados tirados en el suelo, al parecer estaba viendo "Titanic" con subtítulos rusos en el televisor de plasma.

El pelinegro estaba sorprendido, recuerda haber visto con Yuri esa película hace años y este en vez de llorar se la pasaba diciendo palabrotas como:

"¡Que puto asco!"

"Todo es fingido."

"Aburrido."

"Prefiero ver una de sangre y acción."

Los botaron del cine.

Y ahora, estaba viendo la misma película y llorando quien sabe desde que rato ya, era algo que se debía conmemorar para toda la vida, Yuuri escuchaba como se sonaba la nariz estruendosamente, al principio estaba algo acomplejado y luego le dio gracia, se tapó la boca para no reír.

De alguna manera le pareció tierno ver en ese estado a su esposo, eran pocas las veces en las que lo veía llorar, casi inexistentes de hecho. Sonrió y fue directo a la habitación que compartían, esperando que la dichosa película terminara, no quería arruinar el momento y que le tiraran un montón de cosas solo por saludarlo y distraerlo o mejor dicho por descubrirle en un estado tan sensible.

Una noche, ambos estaban recostados en el sofá grande del living, comiendo algunas palomitas de maíz, bueno, Yuuri no comió nada porque cada vez que quería alzarse un puñado recibía un golpe en la mano, la mirada de Yurio era como si le dijera: "Mis palomitas, no tuyas, mías."

Cuando se terminó la comida, el rubio se acurruco más en el pecho del pelinegro, ambos estaban cubiertos por una manta así que Yuuri lo acerco más así mismo, en una situación normal Yuri no lo hubiera dejado hacer eso solo porque tenía frio, pero ahora era diferente.

Quería que lo mimara o al menos eso sintió, a veces pensaba que Yuri ronroneaba como gato buscando un poco de cariño, simplemente le concedía ese capricho dando pequeñas caricias en su cabeza, jugando con su cabello, delineando su frente y sus labios suavemente con la yema de sus dedos, le dio uno que otro beso por el rostro y este le correspondió.

¡Vaya sorpresa!

Siguieron así hasta que se quedaron dormidos.

Leyó en una de esas revistas sobre los cambios hormonales que causaba el embarazo haciendo más sensibles a quienes lo estaban, entonces esa era la razón por la que Yuri actuaba raro.

Era un poco decepcionante porque cuando el ojiverde ya no estuviera embarazado, dejaría de verlo llorar, reír libremente, buscar cariño, decir muchas veces "te amo" honestamente sin avergonzarse, Yuuri extrañaría todas esas cosas, pero tampoco estaba mal la actitud iracunda de su esposo, ya estaba acostumbrado y lo amaba de igual forma, fuera como fuera.

¿Ya mencione que Victor lo sabía?

Si, sin duda lo sabía, este hombre venia todo sonrisas con muchos regalos para el futuro bebé al menos una vez por semana. Yuri no se molestaba al verlo.

Cuando Yuuri y Yuri estaban en el pasillo de la entrada dándose un tierno beso de despedida, Victor entro de golpe sin tocar la puerta, soltando un: "Ups, lo siento" y saliendo de nuevo afuera.

El pelinegro creyó que el rubio se enojaría, pero en vez de eso solo lo ignoro y fue a la cocina por algo de comer.

Ese día Yuuri tenía horas extra en el trabajo, así que le pidió al peli-plateado que vigilara al menor por si algo se le ofrecía o se sentía mal.

Llego a eso de media noche, Victor lo recibió, hablaron un poco sobre Yuri y como pasaba el tiempo y ya saben que al ojiazul le encantaba manosear a Yuuri y se acercó mucho al rostro de este medio abrazándolo, en eso el rubio despierta y ve esa escena comprometedora.

Normalmente se levantaría e iría a golpear a ese gordo cuatro ojos por dejarse tocar y gritarle groserías a Victor, pero esta vez lo que hizo fue empezar a llorar, las lágrimas salían y salían de sus ojos y mucho.

— Sé que no soy suficiente, pero lo intento estúpido cerdo… —Se levantó del sofá limpiando con ambas manos las lágrimas que seguían escapando como torrenteras de sus orbes verdes y se fue corriendo a la habitación encerrándose.

Tanto como Victor y Yuuri se quedaron en completo shock, con la boca abierta y sin poder decir nada.

Victor se fue primero, despidiéndose y disculpándose por los problemas. Yuuri lo despacho en la puerta y subió las escaleras en dirección a su alcoba, intento hablar con Yuri pero este no le respondía, seguro se había quedado dormido y la puerta estaba cerrada con llave, suspiro y bajo, tendría que dormir en el sofá (otra vez), ya estaba acostumbrado.

Aunque le dolía un poco haber lastimado sin querer a su esposo, Yuuri pensaba que era muy hermoso y algo muy maravilloso el hecho de poder ver diferentes facetas que no conocía de Yuri, todo gracias al embarazo.

Estaba feliz de poder ser padre.

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Notas finales:

Son cinco capítulos, al principio creí que me entrarían todos los pros y contras en uno pero me salió un desmadre y quise incluir a todos los personajes. Debería dejar de escribir YuuYu. Nah, los amo mucho.

Por cierto, Yuuri tiene 29 y Yuri 21, Yuri aun patina, pero no participara un año en las competencias, mientras Yuuri se retiró y ahora trabaja en una oficina, no sé de qué, pero lo hace.

Y Yuri no creció mucho, ¿Por qué? Pues porque cuando fuerzas tu cuerpo mientras estás en etapa de crecimiento NO creces y ya saben que Yuri hace cuádruples desde los 10 pls.

¡Nos leemos!

Edit: Nop. Son más de cinco capítulos, no creo que pasen de diez, así que espero lo sigan hasta el final.