Era el final, la ciudad que juro proteger ardía a su alrededor, la pequeña dama que le fue confiada siendo una niña había crecido maravillosamente y ahora era una era toda una dama.

Él había planeado toda esta masacre, el había movido los hilos que desencadenaron en el sacrificio de millones, en una batalla a 3 bandas entre el Vaticano, Hellsing y Milenium.

¿Y que si lo consideraba el mundo un traidor? si su ama, si su súbdita o incluso si el propio dios lo consideraba un traidor, él no lo era.

Él era un amigo, y por eso luchaba, incluso aunque cada célula de su cuerpo gritase en agonía a cada paso que daba él no se podía dar el lujo de parar, porque hoy era el día prometido, hoy era el día donde él le concedería a su más preciado amigo su más profundo deseo, hoy sería el día en que Alucard moriría.