South Park Copyright © Trey Parker y Matt Stone.
Advertencia: Ooc. Slash, intento de suicidio, lemon. Nada del otro mundo. :v
Pareja principal: Style.
Secundarias: Cryle, Creek.
Los personajes tienen 17 años. (?)
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I
Intentaba poner la atención debida a lo que sea que se encontrara explicando la profesora de Historia. Pero aunque su mirada estuviese fija en las grandes gafas que aquella mujer cargaba encima, le fue imposible concentrarse en el tema. Historia jamás ha sido su fuerte; por más que trataba de entender algo le era imposible.
Fastidiado, decidió fijar su mirada en la libreta que reposaba sobre su banca, leyendo por tercera vez el poema que había escrito durante la clase anterior. Siempre supo que era bueno a la hora de escribir poesía, mas pensaba que sus rimas eran un tanto.., oscuras. La clase de letra que con sólo leerla terminabas en un estado de animo bajo.
Depresión.
Frunció el entrecejo a la vez que negaba con un movimiento de cabeza. Él no sufría de ello. No puede.
–Lamento interrumpir la clase. –El azabache, al igual que todos los presentes en el aula, dirigió su mirada al profesor que había abierto la puerta segundos atrás. La profesora detuvo su para nada entretenida plática sobre la Revolución Industrial, y miró al hombre fastidiada por tener que detenerse en la mejor parte de su plática. –Hoy se integra un nuevo alumno. –Y dicho esto, se abrió paso para que el chico, que aún no se atrevía a entrar, hiciese su aparición.
El de gorra negra había apartado su mirada en cuanto el otro había mencionado "nuevo alumno". No le interesaba en lo más mínimo. Total, cada vez que un nuevo compañero se integraba a la clase, también se integraba al grupito de chicos que no hacían otra cosa más que joderle su estancia en el instituto.
Stan Marsh sufría bullying desde el primer día en el que había pisado aquel colegio. Al principio no entendía por qué carajo se empeñaban con molestarle cada que tenían oportunidad. Después comprendió que quizá era por su manera de vestir y de actuar. Siempre ha sido una persona tímida, apartada y que a lo largo de su estancia ahí únicamente ha hablado con dos personas, y si se le suma a esto el hecho de vestir siempre de negro, lo cual resalta su piel pálida y el delineado oscuro en sus ojos; entonces quedaba bastante claro el motivo del porqué era el juguete favorito de todos.
Una mierda, pensaba Stan.
La clase regresó a la aburrida plática y esta vez el azabache no dudó en perderse entre los versos que escribía en su libreta, admirando cada palabra que sacaba de su mente.
"Si nacimos para disfrutar de la vida, ¿por qué nos perdemos en un abismo sin salida?"
Estaba lo suficiente adentrado en su mundo de poesía, que no notó cuando pasaron las siguientes clases hasta llegar a la hora del descanso. Sólo cuando el bullicio se hizo presente, alzó su mirada para notar como todos se apuraban a salir del aula, ansiosos por disfrutar los veinte minutos de libertad antes de volver a regresar a la fría banca que ocupaban.
Cerró su libreta y prosiguió a guardarla en su mochila, misma que después de ponerse de pie se colgó en los hombros. No le gustaba dejar sus cosas en el aula, no desde que un par de chicos decidieron destrozar todas sus libretas y pintar la palabra "marica" sobre la tela.
Con paso lento, salió del salón, rogando para que Trent y su grupo de perros falderos no llegasen a molestarle como todos los días. Era inútil andar escondiéndose pero no perdía nada con intentarlo.
En vez de dirigirse a la cafetería, fue directo al patio trasero donde pasaba todos los descansos. Era un lugar bastante relajante puesto que no muchos se paseaban por ahí, además de que la brisa del viento podía ser lo suficientemente deliciosa como para quedarse dormido ahí en lo que resta del día. Mas Stan no lo hacía, ya tenía suficientes problemas con sus calificaciones como para tener más por andar faltando.
Al llegar, sus pies automáticamente viajaron al gran árbol que había en medio del patio.
–C-Craig, espera...
Aquella voz entrecortada le hizo detener el paso. ¿Qué mierda? No joda. Lo único que le faltaba era que un par de calientes se pusieran a follar ahí. ¡Por dios! ¿Acaso ya no hay respeto?
– ¡Craig, ah!
Asqueado, retomó su andar, adivinando que aquel par de jóvenes se encontraban al reverso del árbol. No supo qué decir, jamás ha abierto la boca más que para decir lo justo y necesario y así estaba bien. Pero no podía dejar que ese par estuviera haciendo eso, al menos no en su lugar favorito del colegio. Que se vayan al puto baño, aunque sea.
–... Mhg.
Ese gemido le hizo sonrojarse. ¡Había sonado tan jodidamente sexy que puso todo su esfuerzo para no decidir quedarse y disfrutando de lo que se escuchaba! No era un pervertido ni nada cercano a ello, pero, por favor, aquella chica si que sabía hacer sonidos obscenos.
–Lamento interrumpir, pero este es un lugar donde cualquiera podría verlos y... Bueno, quizá deberían... –Conforme hablaba su voz iba disminuyendo de volumen, hasta convertirse en un pequeño murmullo que seguramente los otros no hayan escuchado. Su mirada se encontraba fija en el pequeño pasto que se movía gracias al viento que hacía, haciendo resaltar la jodida timidez que había adquirido con el paso de los años.
–Joder, vete a cagar.
Reconoció aquella voz. Craig Tucker. Él, al igual que todos, también acostumbraba molestarle, e incluso le había golpeado unas tres veces por mera diversión. El más popular del colegio, demasiado atractivo y miles de atributos más que según las chicas, poseía. Para Stanley no era más que un pedazo de idiota que se aprovechaba de su popularidad para humillar a los demás y sentirse superior.
–Te dije que iban a decubrirnos, pedazo de imbécil.
Su curiosidad fue más fuerte. Vamos, nadie, absolutamente nadie se atrevía a insultar al gran Craig "Soy mejor que tú y me la pelas" Tucker.
Un chico.
¡Era un jodido chico con el que Tucker estaba a punto de follar!
Se sintió extrañamente asqueado, y más cuando aquel chico cruzó su mirada verde con la suya. Apartó su mirada, llevándose una mano al estómago para detener las náuseas.
–No me llames así, idiota.
–Te llamo cómo se me dé la gana, Craig.
Rápidamente giró sobre sus talones, caminando a paso rápido hacia el aula. Ya no sentía ánimos de estar ahí. No notó como el chico de mirada verde le observaba retirarse, extrañándose por su comportamiento y, sobre todo, por sus vestimentas.
Stan ahora caminaba por los pasillos, deseando no haber visto aquella escena que le cayó como una patada al estómago. No era homofóbico ni nada parecido. A decir verdad ni él mismo entiende porqué se siente asqueado. Quizá era sólo porque no imaginó que Craig fuese homosexual y mucho menos imaginó verle en una escena así.
Suspiró levemente, apresurando su paso para evitar cualquier contratiempo. Pero, oh, sorpresa, alguien realmente deseaba verle muerto, no tenía duda de ello.
Fue rápido. De repente ya se encontraba con la espalda pegada en los casilleros y con los dedos de Trent alrededor de su cuello.
– ¿Acaso pensaste que hoy no te tocaría castigo, Stanley?
No respondió nada ante la voz burlona del más alto, ni siquiera le miró. Sólo esperaba que aquello terminase rápido porque, como ya se mencionó, no podía llegar tarde a clases. Sólo serían golpes como todos los días, ya estaba acostumbrado.
–Respondeme.
No dijo nada.
–Que mala educación tienes, Stan. ¿Acaso no te enseñaron a obedecer a tus superiores?
Silencio.
–No sabes como odio verte. Te lo he dicho varias veces, hazle un favor al mundo y desaparece.
Y los golpes comenzaron. Una patada en el estómago que le hizo caer al suelo, seguido de una lluvia de golpes por parte del rubio y sus perros falderos.
Y como todos los días, no hizo nada para defenderse.
A él le gustaba la lluvia. Era un sonido demasiado relajante y caminar bajo las gotas de agua fría, era una de las cosas que más disfrutaba hacer. Claro, terminaba totalmente empapado y su madre siempre le reprendía por ello, pero no le importaba. Era un pequeño placer que no dejaría de hacer en muchos años.
Con desgana, llegó a su casa. Sacó la llave del bolsillo de su pantalón y luego de abrir la puerta se adentró al lugar que se supone debe llamar hogar. Ciertamente esa casa era todo menos eso.
Esperó a que su madre apareciera y le armara un alboroto por sus prendas mojadas, pero al ver que no salía nadie, decidió irse directo a su habitación para darse un baño antes de contraer una gripe.
Subió los escalones a paso lento. Todo estaba en total silencio por lo que supuso que Sharon salió con Dereck; su padrastro.
Antes de ingresar a su cuarto, el tono proveniente de su celular le hizo dar un pequeño brinco. Tomó el aparato y observó el número desconocido que aparecía en la pantalla. No era su madre, y eso ya era raro porque la única persona que le hablaba era su progenitora.
–Diga. –Pronunció, luego de haber aceptado la llamada y dirigir el aparato a su oído.
– ¿Stan?
–... Sí. ¿Quién habla?
–Oh, bueno... Este, voy en tu salón. –Rodó los ojos al escuchar aquello. Entró a su habitación y cerró la puerta a sus espaldas.
–Mira, si vas a hacerme una broma o vas a amenazarme, no tengo ánimos de escuchar ni una mierda. Suficiente tengo con los golpes que me dieron hoy. –Respondió, calmado.
–... ¿Qué? ¡No!
– ¿Eh?
–Es sólo que olvidaste tu libreta en el salón y quiero devolvertela.
¿Libreta? Abrió sus ojos desmesuradamente, dejando el celular sobre su escritorio y apresurándose a abrir su mochila para revisar que no haya sido aquella libreta.
–No... Mierda, no. – Cogió nuevamente el aparato. –Por favor, no leas nada de lo que hay ahí escrito. –Rogó.
–No planeaba hacerlo, descuida.
Suspiró aliviado. Lo que menos necesita es que se burlen por la clase de versos que tiene escritos ahí.
–Ah, ¿Stan?
– ¿Qué?
–Bueno, digamos que para poder localizarte, tuve que ir a dirección para pedir tu número. –Pausa. –Y bueno, aproveché para pedir tu dirección.
– ¿Qué?
–Estoy afuera de tu casa. Recomiendo que te apresures para poder darte tu libreta porque la curiosidad por abrirla...
No necesitó escuchar más, rápidamente colgó y salió de la habitación, literalmente corriendo hacia la puerta de entrada. Al abrirla, se encontró con una sonrisa levemente divertida, la cual le hizo avergonzarse un poco.
Misma vergüenza que se desvaneció al reconocer al chico.
De nuevo las náuseas.
–Mi libreta. –Pidió.
–Claro. –El chico le tendió lo que al parecer era demasiado valioso para el azabache, ya que éste no dudó en tomar el cuaderno y llevarlo hacia su pecho. –Descuida, no leí nada.
Stan no supo qué responder. Después de saber que ese chico, al parecer el novio de Craig, era nada más ni nada menos que el mismo chico nuevo de su salón, intentó no mirarle ni cruzar palabra con él. Pero el jodido mundo es tan mierda que ahora ahí estaba, en la entrada de su casa y sonriéndole de esa manera que le daba náuseas.
–Por cierto. – Volvió a hablar, al notar que el azabache no pretendía abrir la boca para decir algo. –Te pido una disculpa por lo del descanso, ya sabes, lo de Craig y eso. –Se sonrojó levemente. –Y sé que no empezamos bien. Me llamo Kyle, Kyle Broflovski. –Le tendió la mano al contrario, para que la estrechara, pero a cambio recibió una mirada de indiferencia.
–No tienes porque pedir disculpas. –Habló, en un tono de voz bajo pero lo suficiente para que Kyle le escuchara. –No te acerques a mí, por favor. Tengo suficientes problemas como para que tú me metas en más.
– ¿Lo dices por Craig? Mira, sé que ese idiota te molesta, él mismo me lo dijo después de que te fueras y le pedí que ya no lo hiciera...
–No sólo es él. –Le interrumpió. –Gracias por traer mi libreta. –Y dicho esto, se apresuró a entrar para cerrar la puerta, valiéndole mierda que Kyle aún estuviese ahí y le mirara con el entrecejo fruncido.
–Craig, necesitamos hablar. –Kyle se acercó a su pareja, quien al verle le regaló una sonrisa torcida, haciéndole sonrojar. –Es en serio.
–Qué quieres. –Dijo de mala gana. Odiaba cuando al menor le daba por hablarle en ese tonito de niña mandona.
–Es sobre Stanley.
– ¿Y que mierda te interesa ese fenómeno?
–En primera, no me parece que sea un fenómeno, y en segunda, dejame hablar. –Craig le enseñó el dedo medio. – ¿Por qué lo molestan?
– ¿En serio lo preguntas? Dios, sólo velo, se la pasa escribiendo quién sabe qué mierda en la libreta, se viste todo de negro y ese delineado en sus ojos. Pide a gritos ser molestado.
– ¿Sólo por ello? No jodas.
– ¿Y por qué te interesa?
–Es curiosidad. –Se encogió de hombros. Y ciertamente era eso. Quería conocer más a fondo a aquel chico de apariencia gótica. Algo en él llamaba su atención. –No seas celoso.
–Já, no son celos. Sólo te recuerdo que eres mío y no tolero que le pongas más atención a alguien que no sea yo. Tu culo me pertenece.
– ¡Craig! –Se coloró hasta las orejas. ¿Es que acaso el mayor no podía ser menos directo? –Por Moisés.
Los gritos de su madre y su padrastro resonaban por toda la casa, había intentado colocarse los auriculares pero ni así dejaba de escuchar los sollozos de Sharon.
Lo odiaba.
Si su padre no se hubiese ido de su lado, las cosas no serían tan difíciles. Ese hombre no estaría ahí jodiéndole la existía a él y a su madre. Y Shelly jamás hubiese hecho lo que hizo.
Sintió sus mejillas húmedas y se odio aún más al ser tan cobarde. Al no tener el valor suficiente para ir y ayudar a Sharon contra aquel hombre que sólo llegó a sus vidas a arruinarselas más. Al no poder hacer nada para evitar que su hermana tomara ese frasco de pastillas; por no haberla defendido de aquel hombre.
Un sollozo escapó de sus labios abrazándose más a sus piernas y aumentando el volumen de la canción que resonaba en su reproductor. Pero el dolor era más fuerte, por lo que terminó por arrojar el aparato a otro lado.
"No lo hagas. No lo hagas".
Comenzó a buscar entre su almohada.
"Cobarde. Cobarde".
Miró detenidamente aquella cuchilla, lamentándose por ser tan él. Por no hacer nada en contra de aquellos que le molestaban hasta el cansancio. Poco a poco su salud mental se estaba agotando y en cualquier momento se derrumbaría más de lo que ya estaba.
La luz del sol que lograba entrar por su ventana, le hizo soltar un gruñido. No quería ir al instituto, desgraciadamente tenía que hacerlo, a no ser que quisiera recibir otro sermón por parte de la directora.
Con desgana se puso de pie y caminó hacia el baño. Lo primero que hizo fue mirar su reflejo. Sus ojos estaban rojos y algo hinchados debido al llanto. Bufó, dirigiéndose ahora a la ducha.
Luego de abrir la llave de agua caliente se despojó de sus prendas, intentando no observar las cortadas que se había provocado la noche anterior. El agua logró hacer que relajara por completo su cuerpo. Por él se le pasaría todo el día ahí metido, bajo el agua, disfrutando de la calidez que le llenaba. Pero no podía, no tenían mucho dinero como para gastar agua a lo tonto.
Al terminar su ducha, se vistió como siempre. Una camisa negra de su banda favorita, un pantalón del mismo color y finalmente una chaqueta igualmente oscura. Y, por supuesto, no podía faltar su apreciado gorro. Era muy importante para él ya que era un regalo de su padre.
Tomó su mochila y en pocos minutos ya se encontraba en saliendo de su casa. No tenía apetito y no deseaba ver a su madre.
El camino fue silencioso, como todas las mañanas, mas, al pasar unos minutos, pudo sentir que alguien le seguía. No. Estaba seguro de que alguien le estaba siguiendo. Quizá era Trent que había decidido molestarle desde muy temprano, pero no podía asegurarlo. Además le daba temor voltear y toparse con un puñetazo en su rostro.
–Buenos dias, Stan.
Se detuvo en seco al reconocer aquella voz. En ese momento sintió dos cosas; alivio, ya que no recibiría un golpe, al menos no por ahora, y asco; nuevamente asco.
–Antes de que me acuses de que te estoy siguiendo, debo decirte que vivo a pocas casas de la tuya. Que coincidencia, ¿no crees?
No respondió. Retomó su camino sintiendo como el pelirrojo iba atrás de él. Joder, sólo debe ignorarlo y ya. No es tan difícil, ha ignorado a todos los de su clase así que sería pan comido.
O eso quería pensar.
Porque la verdad era que Kyle, tenía otros planes.
¿Tú? ¿Con un nuevo fic aún cuando no actualizas los otros? Oie pero khe te paza? :v Tenía que escribir esto o no dormía. Pronto subiré el otro capítulo. :')
No tengo nada más por decir, sólo que será un fic cortito y con mucha drama y tragedia. ¡Bae!
