HOLAAA! Como siempre, Fraanchi saluda antes de comenzar sus fics *0* esta vez, traigo algo un poco más largo, de una pareja algo Crack, y también de mi OTP. Muahaha! Soy tan mala que escribo cosas súper cutes y de muerte y… ok, no soy mala u_u Este es un fíc USAxScotland / UsUk. (Posiblemente agregue más parejas, pero en estas dos se centra el fic) … Hetalia no me pertenece, ni sus personajes tampoco, yo solo los hago sufrir para mantener felices a las fangirls (?)! y también… la traición de Francia *¬* es muy kawaiiosa.
Me basé en algunos libros Psiquiátricos, o escritos por psiquiatras, y de algunas frases Tumblr.
Se supone que lo narra Iggy, pero cambia de tiempos pasado-presente-futuro, depende si son vivencias, recuerdos o proyecciones. -Puede contener faltas de gramática o de coherencia entre párrafos, ya que es tipo crónica.
Advertencias:
- Puede contener lenguaje fuerte, ya que Arthur se recupera de una dolorosa depresión.
Fanfic : " El Diario De Kirkland"
-.-.-.-
Capítulo 1: Primera Entrada.
La tarde es agradable, no hace ese frío que calaba los huesos, pero tampoco el sol calienta infernalmente, casi no corre brisa, aunque no es un día perfecto, ya que la noche anterior había llovido, tras la lluvia sale el sol. Tras la tormenta, el resplandor, tras la tristeza… bueno, esto no va al caso. Por la ventana puedo ver el sol asomar sus rayos, la tarde es agradable para estar afuera, pero no para estar mucho rato, solo para dar un paseo. El piso está mojado, incluso me dan ganas de salir a chapotear en las pozas, como solía hacerlo con… bueno, quiero salir a dar un paseo con alguien, quien sea. Creo que Francis me vendrá a visitar un rato más, no quiero verlo, va a juzgarme, juzgarme tal y como todos lo hicieron, tal vez, eso fue lo que hizo que se enredara mi corazón, que se enmarañara el hilo rojo que llevo atado al dedo. En mi interior, puedo sentir montones de sueños destruidos, de promesas a medio realizar. La soledad se ha apoderado de mí ser, y ahora más que nunca me pesa, mi corazón se ha convertido en una piedra, y pesa mucho.
Miro a mi alrededor, todo es tan deprimente, inclusive al ver como el cuarto está repleto de un tono blanco ensuciado y desteñido, pienso que de la misma manera me encuentro, pálido, desteñido, son color, sin vida, sin ganas de vivir. Estoy muerto en vida. Estoy encerrado en una clínica, en la cual me vigilan día y noche, constantemente. Estoy en una camilla, me tiene conectado a unos monitores, siento el dolor de los moretones en mis brazos, de las agujas en mis extremidades, sustentándome un goteo que va nutriéndome directo a las venas. Una especie de lluvia privada que veo fluir por el tubo de plástico hacia el pliegue del codo. No me permiten comer. Estoy aburrido, yo solo quería morirme, acabar con todo el dolor, con todo el peso de mi corazón idiota que fue partido cruelmente. Perdí el eje, las ganas de vivir, vivir no más se volvió un lastre, un obstáculo. Yo era un obstáculo para él, para quien amé, para quien tantas veces me acompañó, dimos largas caminatas, pasamos tantas noches juntos, tantas tardes de amor, noches de pasión, de entrega. Ahora miro a mi lado y a quien más amé y por quién daría todo lo que tengo, a quien le di todo lo que tuve y por quien quise acabar con mi vida, mi Alfred, no está.
Ya no está.
Es triste mirar la ventana, pensar que Alfred alguna vez me amó, y que aun así, jamás deje de amarle. Sé que cometí una locura, la estupidez más grande que se puede cometer, no obstante todos cometemos errores, no somos perfectos, y esa imperfección me llevó a cometer una locura, una locura por amor. Me sentí doblemente traicionado, por quienes más cerca tuve y quienes menos lo esperé. El doctor dice que si me porto bien y cambio de actitud, muy pronto estaré desayunando Scones y té negro en casa. No quiero volver a casa, solo me trae recuerdos de él. Todo me trae recuerdos de él. En este lugar, intentan borrarme los recuerdos, quieren con eso borrar mi dolor, pero dicen que hay cicatrices, como las de mis antebrazos, que quedarán. No me arrepiento de lo que hice, no tengo por qué arrepentirme. Alfred no se arrepintió de haberme dejado, Scott no se arrepintió de haberme traicionado, Francis no se arrepintió de haberme cambiado. ¿Por qué yo tendré que arrepentirme por haberme auto flagelado? A nadie le duele mi dolor. Dicen que estaba loco, siendo que yo estaba más cuerdo que nunca, y es que no se puede vivir así, sintiendo el dolor que no es tuyo en el pecho, en los hombros, en los brazos. Ese dolor sin tema, dolor que es similar a una pantalla en blanco. Me trajeron acá por que determinaron que estaba loco, yo pensaba que vivir era estar loco, y hoy me parece loco estar vivo.
Me dijeron que hoy puedo recibir visitas que no fuesen de mi familia. Ayer me lo dijeron. Le pedí a mi hermano mayor, el que vive en Gales, si podía venir a verme Francis. Cuando vino mi hermano por la mañana, me dijo que no había problema, que cuando fuese el horario de visitas de la tarde, Francis entraría en su lugar. Ya no quiero ver a Francis. Con el tratamiento que me están haciendo los doctores, olvidé el daño que me había hecho ese idiota del vino. Pero ya le pedí que viniera, y las visitas, como son restringidas, no pueden cambiarse a la ligera. ¡Tampoco los novios pueden cambiarse a la ligera, pero tú lo hiciste Alfred! La verdad, es que a pesar del dolor que siento, las ganas de morir que tengo, ganas de retorcer la manguera, arrancar la aguja que abre mi piel y me hace afluente a ese rio, acabar con todo para siempre, quiero que Alfred sea feliz aunque no sea conmigo, aunque sea con mi hermano Scott, no me importa, lo único que quería era dejar de ser un estorbo en la vida de los demás, dejar de existir y así permitir que mi hermano y mi amado sean felices. Ellos merecen ser felices, yo no. Yo solo merezco morir. No entiendo por qué no me permitieron abandonar este mundo, siendo que estoy muerto en vida.
Un recuerdo azota mi mente, era la fiesta… mi fiesta. 23 de Abril, lo recuerdo, porque ese es el día que celebré mi fiesta de cumpleaños. Ahora lo recuerdo mejor, en esa fiesta tomé harto. No suelo beber mucho, ya que al día siguiente, por lo general, despierto con una fuerte resaca, y por varias semanas suelen molestarme, dicen que cuando me embriago, soy violento y lloro mucho. Pero, a pesar de que había tomado bastante alcohol, no estaba mal, yo no estaba mal. En ese tiempo, nos habíamos distanciado con Alfred, con mi Alfred, mio… aun así, fue a mi casa, a mi fiesta, bailó con mi hermano, con Scott. No pude ser y él me miró fijo y no lo soltó. No lo quería soltar. A lo lejos, estaba yo mirándolos, como bailaban, como se sonreían, como se enamoraban… y yo pasé a segundo plano. Era mi cumpleaños, era mi fiesta, era mi Alfred. Pasaba el rato, y ya nada sabía de ellos, se habían perdido por un rato. Me senté en el sofá grande, eso lo recuerdo, porque al otro extremo de este estaba Francis con Matthew sentado sobre sus piernas. No quise seguir mirando. Me acuerdo que corrí a mi habitación, casi tropezándome en las escaleras. Estaba enojado, muy enojado, pero con el trago se me pasó. Entré corriendo a mi habitación, sin darme cuenta que sobre mi cama, ¡mi cama!, estaban Alfred y Scott a medio vestir, besándose como nunca Alfred me había besado. Me dolió. Ya no pude más y armé una escandalera. Yo estaba con tanto dolor, quería llorar a gritos, quería decir que me sentía morir, que moría, moría al ver como el hombre que más amé, y que siempre amaré, besaba los labios de mi hermano, tocaba la piel de mi hermano, le entregaba todo su amor a mi hermano.
Peter lo sabía, los otros hermanos también lo sabían. Incluso lo sabía Matthew, Kiku, Francis, Antonio y muchos más de los que conozco. No, no fueron capaces de decir nada. Todos callaban. De repente Peter, me hermano menor, soltaba una que otra indirecta, mas solo lo considere como disparates de un niño de 12 años que quiere llamar la atención. Ahora todos creen que lo que hice, fue para llamar la atención. Yo no quería llamar la atención, solo quería matar la tensión. Mi cuerpo y mi alma estaban heridos, quería acabar con ese dolor para siempre.
No funcionó.
Al otro día de la fiesta, desperté mal herido. ¿Cómo puedo perdonar? Scott no estaba. Francis le dijo que fuera a dormir a su casa. Pero en cuanto a Alfred…. Aquel dulce e infantil chico norteamericano, de brillantes ojos azules, y su mechón rebelde, me dolía, me dolía como duele la arena en los ojos, o clavos en los pies. Tan solo el despertar era verlo, sentirlo, y aun así… no tenerlo. Me daban igual mis regalos de cumpleaños, yo estaba tirado y enrollado en mi cama, solo quería que el tiempo también se enrollara, tal y como se enrolló el hilo rojo que amarraba mi dedo al de Alfred… o tal vez, fue mi hilo rojo el que se enrolló al hilo rojo que amarra a Scott y Alfred. Mis ojeras estaban muy marcadas, en mi mente recorría la idea del error. Que yo fui siempre un error lleno de error. ¿Por qué no recibí a Alfred con todo el amor del mundo cuando llegó a mi fiesta? Pero no. Mi orgullo, mi "Tsunderismo", como lo describe Kiku. Me mató, me condenó, me castigó, me linchó completamente. Me llevó a perder a mi amado.
Bajó un poco el sol, aún no oscurece, deben ser como las seis y algo de la tarde. No me dejan tomar el té a las cinco. Dicen que solo me tengo que alimentar por suero, hasta que me encuentre estable como para poder digerir los alimentos. En parte es mi culpa. Mi organismo ya ha perdido la costumbre de mantener comida en su interior. He vomitado tanto para ser más delgado, más perfecto, más como Scott, que ahora nada de lo que coma se queda en mi estómago. Ya va a empezar la visita abierta. Estoy nervioso. Llevo varias semanas aquí y no recuerdo muchas cosas, por eso hoy por la mañana, mi hermano me compró un diario de vida en blanco, para poder escribir y plasmar todas mis vivencias, todos mis recuerdos. Los doctores me dicen que es malo que me quede con mis recuerdos, que harán que quiera matarme nuevamente. Aun así, yo quiero conservarlos, son parte de mí, de mis experiencias, mis emociones… mis sentimientos. No quiero borrar aquellos hermosos momentos que viví con mi amado. Giro la mirada, y veo como un joven, un tanto mayor que yo, de cabellos largos, hasta los hombros, rubios y rizados, con una leve barba en su mentón del mismo color de su cabello, radiantes ojos azul lóbrego. Vestía una camisa blanca, con corbata y zapatos negros, pantalones y chaqueta gris. Traía un ramo de flores. Es Francis.
-Bonjour- saluda con su enorme sonrisa.
Yo solo lo miro e intento hacer un intento fallido y patético por sonreír. Mi visita avanza, camina hasta llegar a la ventana, la cual queda en frente de la puerta, para llegar hay que caminar en línea recta, rodear por los pies de mi cama, y luego seguir. No es muy grande la habitación, pero si es muy espaciosa, se necesita así para poder mover los aparatos electrónicos que a diario me conectan y desconectan. Francis cerró la ventana. Junto a esta, hay una mesita cuadrada, donde hay un florero sin agua. Francis en silencio deja el ramo de rosas blancas que me trajo sobre la mesita, y sale de la habitación. Pasan menos de dos minutos y vuelve con el pequeño florero de vidrio, con agua hasta un poco menos de la mitad. Corta las malezas de las rosas, dejándolas sobre el papel que venían, y deja las rosas en el florero, sobre la mesita. Una vez que salió a botar la maleza de las rosas, regresa a la habitación, se sienta a los pies de mi cama, y sonríe como si nada pasara. No soy idiota. Me doy cuenta que finge que nada pasa, porque así le indicaron los médicos y mis hermanos. Francis no es así, al menos no el Francis que con mucho esfuerzo logro recordar. El Francis que conozco es burlesco, competitivo, pervertido de cierto modo, y un mujeriego romántico solitario.
-¿hasta cuándo me tendrán aquí, wine bastard?- le pregunto, sin ganas.
-Pues, hasta que te cures de tu cabecita, mon petitt Arthur.
-Francis…¿por qué no dejan de vigilarme?
-ah- Francis suspiró- mejor respóndeme ¿por qué lo hiciste?, ¿cómo se te ocurrió semejante tontería? ¿Acaso no pensaste en los demás, en qué hubiésemos hecho los demás si te mueres?
Demasiadas preguntas, para una sola respuesta. Yo solo quería morir. ¿Por qué no resultó?, es lo que me pregunto yo. Noto que Francis saca algo de su bolso, es una especie de cuaderno. Lo dejó encima del escritorio que hay frente a mi cama. Es el escritorio en el que los médicos dejan papeles e informes, todos los días veo cosas diferentes. O al menos, son las pocas cosas que logro recordar. Duele el recuerdo, punza en mi brazo. Lastiman las memorias, clavan el alma. Francis dice que deje ahí el libro, que cuando me sienta mejor, cuando ya no quiera acabar con mi vida, podía abrirlo, podía leer todas esas páginas escritas exclusivamente para mí. Si lo hacía antes, podía ser peor para mi salud mental. ¿Estoy loco? El resto de la visita de Francis es silenciosa. Solo juega con mi cabello. Borrosos recuerdos de mi infancia, en los que Francis juega con mi cabello. No lo recuerdo, creo que nos criamos juntos.
Francis acaricia mi cabello, yo caigo en los brazos de Morfeo.
Era de mañana, Alfred y Scott llevaban ya dos meses saliendo. Me oculté tras la puerta corredera del escritorio de la habitación de trabajo de Scott. Detrás de esa puerta, Scott nunca me veía. Había muchos lugares en esa mansión en la que nunca me encontraban, después de todo, desde muy niño tuve que buscar escondite de mis hermanos mayores, y ya un poco más grandes, buscar escondite de los abusivos de mi escuela, Eso hasta que mis padres decidieron pagarnos profesores privados. Pero esa mañana, mientras me ocultaba, fui testigo de algo que cortó mis ganas de vivir de raíz. Tal textual lo vi;
-Jones, tonto… - susurraba Scott, entrando de la mano con Alfred.
-Solo un par de besos más para mi zorrito favorito- decía el norteamericano este, mimándole.
-Estúpido, lo que acabas de decir rima- dijo acercando su rostro al de Alfred, mientras este hacía lo mismo.
-¡Ah Mi Scotty!…" todo verso es como mi esfuerzo".
-¿Te sientes bien?
-Me refiero a que todo verso es como mi esfuerzo. Lo hago con cariño y dedicación, sacándolo desde el fondo de mi corazón, para enamórate cada día más, agradeciendo el amor que tú me das.
-ya, mejor cállate, me enfermas. – nada más doloroso, que ver en ese instante, como ambos acortaban ese pequeño diálogo, pequeño y hermoso diálogo, en un dulce y casto beso. Alfred se sentó sobre el escritorio, y atrajo a Scott a su lado, quien se afirmó de los hombros de Alfred, sintiendo como este le daba cortos y tiernos besos por todo el rostro, sacándole sonrisas que jamás había visto provenir de mi hermano. Pero esto no acaba precisamente aquí, me quedé mucho rato, llorando en silencio en mi escondite. Pasaron horas, besándose, acariciándose, sin quitarse la ropa, sin tener sexo. Pasaron horas, ambos estaban juntos, disfrutando de la compañía del otro. Alfred le decía palabras dulces, dedicaba miradas tiernas. Scott desde la tercera hora dejo de hacerse de rogar.
-Te Amo Scotty- palabras que jamás Alfred me dijo en los siete años de relación que llevábamos.
-También- Respondió mi hermano, estaba sonrojado y un poco cansado. Al igual que yo, estaba ya cansado de llorar, cansado de vivir. Cansado de sufrir y de que nadie se percatara. Cansado de no tener en quien confiar teniendo tantas personas a mí alrededor, cada una ocupada de su vida, sus asuntos.
-Me haces cosquillas… tarado!
-Me hace feliz el verte sonreír.
-Ah, jajaja… ya déjame Jones. Jajaja
-Oh mi dulce Scotty es feliz
-Jajaja, pareces jajaja retrasado jajaja
-Nada me hace más feliz, que verte tan contento.
Alfred tomó la mano de Scott, y entrelazó sus dedos, le beso cada uno de ellos, y luego le miró a los ojos sonriéndole, sinceramente, abriendo su corazón, tal y como yo me abría las venas del brazo.
-Scotty, me está dando hambre… ¿vamos a comer a algún lugar?
-¿qué, me llevarás donde llevabas al conejo Tsundere ese?
-No… Quería aprovechar que la tarde no está fresca y que la luna está llena…
-¿Vas a ir a cantarle canciones maricas a la luna pensando en mí?
-No Scotty… Quiero llevarte a un picnic junto al lago bajo la luz de la luna.
-!Eso suena mucho más marica que las canciones a la luna!
-Ha jajaja ja! , verás que no mi vida, será hermoso.
-¿Cómo cuando te follabas al conejo?
-¿por qué te gusta arruinar todo lo romántico que hago por ti, Scotty?
-Es que… me gustas.
-Ah pues eso explica mucho mi amorcito.
-Ya, tampoco agarres tanto vuelo.
-De a poco, mi cosita, de a poco.
Me dolió escuchar, tatas palabras, frases, sinónimos hermosos que usó Alfred y que usaba para tratar a Scott. A mí jamás me habló en diminutivo, ni me decía mi amorcito, ni nada por el estilo. Si era tierno, cariñoso, llegaba a enfermar de lo celoso y sobreprotector. Pero de verdad, Con Scott se pasaba de la raya. Ya a esas alturas, no temía perderle, ya lo había perdido, para siempre seguramente, y lo más doloroso de todo, es que incluso para Alfred, Scott es mucho mejor que yo. Después de tantos años, Me cambia por ese idiota. Esperé que salieran de la habitación para correr, correr lo más lejos posible, correr y huir de sus dulces palabras, sus felices sonrisas, sus tiernas caricias y su fuerte y resistente amor. Yo ya no pertenecía al mundo de Alfred.
Despierto, Ya no recuerdo nada, nuevamente. Creo que alguien vino a visitarme. Miro las rosas blancas y recuerdo que tengo mi diario, donde reviso y efectivamente. Visita Abierta, Vino Francis. Ese traidor de pacotilla, Wine Bastard, Stupid Frog, idiota. Da lo mismo, de todos modos, lo hecho, hecho está, difícilmente todo recobre su curso natural. Solo quiero desaparecer, para que todos puedan ser felices sin mí. Mira el daño que has causado en mí, Alfred, imbécil, desgraciado, no puedo matarte dentro mio, no puedo perdonarte, y sin embargo, te perdono, que te hayas ido, que te hayas complicado, que te hayas metido con Scott, Cualquier cosa para que aparecieras en la puerta de mi casa y me dijeses que me quieres, pero tu indiferencia duele, aunque me digas que me quieres. No quiero sufrir por dentro como he sufrido.
Ah Alfred F. Jones… me descubro escribiendo tu nombre como si fuera un poema completo. Fuiste mi primer amor, mi primer hombre, aunque eres menor que yo. Contigo, fui primera vez uno, y te quise mucho, aun te quiero mucho. Creo que estoy muy enamorado de ti, americano estúpido e infantil. Creo que si algo debe ser estar enamorado, es querer estar tan cerca de la muerte. ¿Amas a Scott igual? ¿Por qué fuiste con Scott a mi fiesta de cumpleaños? ¿Por qué si sabias que estaba interesado en ti, no lo dejaste atrás? Engreído, Vanidoso, egoísta… o tal vez, sea yo el engreído, vanidoso, egoísta, por eso no puedes amarme, por eso amas a Scott, por eso me cambiaste y por eso solo me quiero morir.
Hasta aquí escribo, ya no puedo más de sueño, son las dos veintinueve de la madrugada, y se aproxima la enfermera de la noche, si no me hago el dormido, me va a suministrar ese suero que es frio y que duele, no le se los nombres a esas cosas, no soy científico. Solo me haré el dormido hasta que se vaya, aunque a veces, cuando me hago el dormido, me duermo de verdad. Ojalá fuese lo mismo, que cuando me hago el muerto, me muera de verdad.
lol! ¿qué tan mal?
Sinceramente, creo que para ser el primer capítulo, lo cargué demasiado con muerte, pobre Iggy, compréndanlo… en el capítulo siguiente, pondré la continuación de la velada bajo la luna, y parte de la traición de Francia *0* oh yeah!Además que hoy un perro mató a mi gatito, eso también influye, I guess. Trataré de no ponerle tanto drama de "oh Alfred, me quiero morir, el dolor que cargo blah blah bla…", pero para comprender la historia y para que pueda evolucionar psicológicamente, y rehabilitarse, tiene que empezar así._. kesesesese! Soy mala para mis cosas. Quería poner el Usax Scott super hiper recontramegatiernoykawaiioso aquí, pero hay que ir de a poco -.-' bueh… comosea, espero con ansias sus reviews, intentaré actualizar más seguido ˆwˆ , ah, y antes de que a Fraanchi cabeza de pollo descuerado se le olvide, gracias a todas las kawaiiosas que dejaron reviews en mi One-Shot UsaxScott "el amor del bosque"… sus palabras de aliento me animaron para hacer este Fanfic :33
Nos leemos luego!
