Hola! Bueno, siempre quise hacer una historia asi :33

Me base en un sueño, en donde una fan de Twilight siempre quiso que Edward fuera real y se enamorara de ella. Nada es seguro aqui, y aunque creo que Edward y Bella son el uno para el otro, el mundo de Meyer me da la posibilidad de jugar con sus personajes. Espero que le den una oportunidad.

Esta historia ya la tenia en mi Facebook, solo que le estoy haciendo algunos cambios.

Los personajes son de la fantastica Meyer, yo solo me divierto con ellos :))

Capítulo 1: Cambio de vida

¿Nunca has sentido que tu vida es perfecta, pero nunca te das cuenta hasta que deja de existir? Nunca hay segundas oportunidades, nunca volverá a ser igual.

Tantas caras pasaron en el funeral, caras que se volvieron irreconocibles. Todos tratando de mostrar simpatía, otras lastima, pero al último ninguna era capaz de transmitirme consuelo. Es más, ni siquiera era capaz de llorar.

Mis padres eran las mejores personas del mundo. No eran ricos, pero tampoco pobres. Ellos siempre decían que sonriera, eran una luz en mi vida. Pero una vez discutieron, y se fueron en coche cuando estaba lloviendo. Una hora después, me llamaron para identificar los cadáveres.

No era mayor de edad, y no tenía familia sin contar a mis padres. No sabía que era lo que me esperaba, pero tampoco era consciente de ello.

Mi mejor amiga, Shamy, había viajado desde Argentina a California, solo para darme apoyo. La quería mucho, aunque no era capaz de pronunciar palabra. Ella me dijo que iba a encargarse de todo, que no me preocupara. Después, me dejo en mi estupor. Incluso, se lo agradezco. No tenía el ánimo de hablar.

Después de un rato, ella se acercaba a mí con un hombre a su lado. Era rubio y tenía una mirada compasiva. Me levante, alisando mi vestido negro. El hombre más de cerca era demasiado guapo, que solo lo mire asombrada.

-Mary, cariño, él es Sr. Cullen. Quería hablar contigo de algo importante – dijo Shamy, poniendo una mano en mi hombro. Asentí, volviendo a sentarme. El Sr. Cullen se sentó al lado mío, haciendo que lo mirara.

-Mary… sé que no me conoces, y es posible que nadie te haya dicho de mi existencia, pero debes saber que soy pariente de tu madre, por lo tanto, creo que tu custodia seria mía –en cuanto termino de hablar, yo no salía de mi asombro. Él y yo no teníamos nada en común, ni siquiera había visto unos ojos tan dorados.

-Es normal que estés confundida, y que estés asustada, pero no tienes que venir conmigo si no quieres. Mi familia está conformada por mi esposa Esme, mis hijos adoptivos Edward, Alice y Emmett y los sobrinos de Esme, Rosalie y Jasper Hale. Mi nuera es Bella y tengo una sobrina, llamada Renesmee. Como vez, mi familia es muy extensa – dijo lo último con una sonrisa. Él era una persona tan amable y se veía que amaba a su familia. Realmente no me veía encajando ahí.

Saco una tarjeta y me la entrego. En ella decía Dr. Carlisle Cullen, más un número de teléfono.

-Si quieres irte conmigo, con una llamada bastara- me dijo con una sonrisa. Se acercó y deposito un beso en mi frente, que provoco que mis ojos se llenaran de lágrimas. Se dio media vuelta y se fue. La elegancia con la que caminaba hizo preguntarme muchas cosas. Me abrace a mí misma con fuerza, tratando de volverme lo más pequeña posible.


Después del entierro de mis padres, fui capaz de decirle a Shamy lo que el Sr. Cullen había querido de mí. Era mi única familia y no podía alejarlo de mí. Solo tenía dos opciones: irme con él y su familia a Dios sabe dónde… o irme a un orfanato, hasta que fuera mayor de edad y la herencia de mis padres llegara a mis manos.

Shamy quiso acompañarme, aunque yo no se lo había pedido. Ella quería saber a dónde me iría, pero renunciaba a su vida en Argentina para hacerme compañía.

Le llame al Sr. Cullen quien él me dijo que tenía todo preparado para mi estancia. Íbamos a ir a Rochester, NY. Era un lugar con escaso sol y muchos días nublados. Genial. Iba a ser devorada por las sombras.

Fue muy duro decirle adiós a mi hogar y a mi vida, pero no quería conservar nada de ahí. Mis padres eran los que llenaban el lugar con su ternura y su forma de ver la vida. Lo único que si me lleve, fue una fotografía que nos tomaron a los tres hace dos meses. Yo salía con el cabello mojado, siendo besada en ambas mejillas por ellos. Era preciosa, pero era un recuerdo. Un recuerdo que me torturaba.

Incluso mientras viajábamos en el avión, yo no era capaz de pronunciar palabra. Me quedaba viendo a la ventana, sin prestar atención a las palabras de Shamy, que después de mucho insistir, me dejo tranquila. No era capaz de llorar, a pesar de que sentía un enorme nudo en la garganta. Solo quería llegar a una recamara y dormir.

Cuando llegamos a Nueva York, eran más o menos las cuatro de la mañana. El Dr. Cullen nos esperaba apoyado en un Mercedes negro. Nos ayudó con nuestro equipaje, sin siquiera inmutarse por el peso. No se veía cansado, a pesar de ver las tenues ojeras que se hallaban bajo sus ojos.

Carlisle –quien dijo que era mejor que lo llamáramos por su nombre de pila, ya que éramos familia- nos trató de hacer plática, aunque yo no hablaba mucho. Empezaba a verse más claro para cuando llegamos a Rochester. Condujo un poco más hasta que llego a una desviación en la carretera, donde parecía un laberinto de árboles y más árboles. Entonces, una casa del estilo de Jane Austen se presentaba hasta mis ojos. Era demasiado grande, pero a la vez tenía un estilo austero y elegante.

Mire a Carlisle con curiosidad. Esta familia, realmente tenía dinero.

Cuando se detuvo, se volteo para mirarnos, aunque más bien me miraba a mí. Su mirada paternal era tal, que hacía que retorciera mis manos con nerviosismo.

-No quiero que se sientan asustadas. Con el tiempo se sentirán como en casa- después se bajó del auto. El clima era demasiado cerrado para mi gusto, pero observaba todo con detenimiento.

Carlisle nos guio hasta el porche de la casa y subimos las escaleras. Un súbito pánico se me coló en la piel, pero trate de respirar tranquila.

En cuanto cruzamos la puerta, había por lo menos ocho personas esperando. Muy en el fondo, no quería este tipo de presentación, pero no dije nada. Carlisle se acercó a nosotras y puso una mano en mi hombro.

-Familia, ellas son Mary y Shamy- dijo. Nos acercó hacia su familia y nos dijo quién era cada quien: Esme era la mujer con cabello color caramelo y rostro en forma de corazón –algo en su expresión hizo que tragara en seco-; Emmett era el fortachón y de sonrisa radiante; Rosalie era la rubia despampanante; Jasper era el rubio con sonrisa cortes –su presencia resulto ser tranquilizadora-; Alice era la pequeña con el pelo en puntas por todas partes; Bella era la castaña –aunque su sonrisa era amable, algo no me agrado mientras me miraba- y el ultimo era Edward, el hombre de cabello cobrizo.

Trate de sonreír cuando Edward me dedico una tenue sonrisa, pero no lo conseguí. Solo era demasiado. Todos ellos eran una familia, algo que yo había dejado de tener.

Carlisle al darse cuenta de mi turbación, dijo que basta de presentaciones, que teníamos mucho tiempo para conocernos. Me llevo arriba, donde está mi cuarto.

Era elegante, pero le faltaba algo de color e familiaridad. Con un beso en la frente, me dejo en mi cuarto, diciendo que el desayuno estaría en unas horas.

En cuanto cerró la puerta, me senté a orillas de la cama. Mire la ventana, mientras gotas de lluvia empezaban a caer. Me puse boca abajo, abrazando la almohada, mientras las lágrimas fluían a gran velocidad.

Llore y llore, hasta que, con los ojos hinchados me sumí a un sueño profundo. Pero incluso en mi subconsciente, mi vida no era alentadora.

¿Qué iba a ser de mí?