Disclaimer: Hetalia le pertenece única y exclusivamente a Hidekaz Himaruya
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Esta historia llena de ternura y pasión comenzó hace mucho tiempo con un curioso humano mitad conejo de nombre Arthur que vivía en el bosque. Este extraño ser antes habitaba juntos con sus hermanos una linda cabañita pero cansado de recibir maltratos decidió huir de ese lugar.
Dicho joven durante algún tiempo vivió pacíficamente en el bosque hasta que un día sin querer hizo enojar a una malvada bruja y esta lo convirtió en un pequeño conejito que aparentaba ser un niño de 7 años. Al principio no le molesto en nada la idea a Arthur pues sus grandes orejas pachonas, junto con su suave colita y una ternura inigualable eran de gran ayuda pues con una linda carita de ojos grandes y llorosos lograban grandes cosas.
Pero todo cambio cuando el inocente conejito –que en verdad era un lujurioso ser- se enamoró de un sexy lobo mitad humano igual que él. Todo esto comenzó cuando en un día normal de primavera mientras Arthur buscaba comida pudo escuchar con sus grandes orejas el sonido de un depredador, sin pensarlo dos veces se escondió entre las raíces de un enorme y frondoso árbol que se encontraba justo a la mitad del bosque, el pobre conejito temblaba al ver que su cazador no se iba y en cambio se acercaba a donde estaba. Cuando tuvo más serca a esa criatura, en vez de salir corriendo a todo lo que sus pequeños piecitos daban se quedó embobado viendo el cuerpo bien formado de ese lobo y desde entonces quedo prendado a esa mirada azul.
La reacción del lobo de cabello tan amarillo como el Sol en ese entonces no se hizo de esperar, al ver a ese lindo conejito recostado en el suelo con sus verdes ojos llorosos y las piernas abiertas tan vulnerable un deseo incontrolable de devorarlo –pero no como alimento- se apodero de su cuerpo que aparentaba unos 23 años.
De esta manera empezó nuestra historia…
Al pasar el tiempo estos dos seres nos solamente sintieron el deseo carnal de poseer uno a otro –porque si el conejito sería muy chiquito pero era más cochino que el pobre lobito el cual se sentía el animal mitad humano más pedófilo del planeta- si no también su corazón empezó a albergar ese cruel y lindo sentimiento llamado amor. Por lo cual Arthur un buen día decidió que era forzoso romper con el hechizo.
Recordó que aquella vez cuando la bruja lo encanto la misma le dijo que hasta que no encontrara el verdadero amor podría romper el encantamiento, por lo que dedujo que si el lobo llamado Alfred tenía relaciones con él podría darse cuenta si en verdad se amaban pues no habían pasado de tiernos besos en la cabeza por parte del mayor y pequeños besos en la frente por parte del menor –además de que a Arthur se le quemaban las habas por ser devorado por su lobo-.
Y de esta manera la historia se centra en este día…
Los dos, conejito y lobo se encontraban descansando en aquel árbol donde se conocieron, Alfred recargado en aquella frondosa raíz y Arthur sentado en las piernas del mayor.
-Alfred- llamaba el conejito a su lobo.
-Yes my bunny- le contestaba el joven mientras centraba su atención en la pequeña espalda de su cejón amor.
-¡No soy un conejito, solo es ese feo hechizo que me hace ver así!- le grito Arthur mientras sus mejillas se ponían rojas.
-Ok, ok, ¿qué quieres?- le pregunto divertido Alfred.
-Quiero tener sexo contigo- le contesto Arthur con total seguridad mientras lo volteaba a ver a los ojos.
-¿What?- le pregunto totalmente confundido el lobo.
-Yes, quiero que tu p*** entre en mi c***- le contesto con muy seriamente el malvado conejo.
-Bunny, se lo que es sexo, pero… -le dijo mientras hacia una ligera pausa para que pudiera pensar un poco como le explicaría el porque no podía hacer eso -… no creo que mi cosa quepa en tu hoyito-.
-¿Por qué no? acaso la tienes tan grande- le contesto como si nada Arthur
-No es eso…- le dijo muerto de vergüenza Alfred mientras intentaba explicarle de otra manera a ese torpe conejo porque no podían aparearse como locos por todo el bosque.
-Ooh ya, te refieres a mi cuerpo- dijo el conejito mientras se veía a sí mismo.
A lo que el lobo no contesto y solo atino a afirmar con la cabeza mientras evitaba ver ese cuerpo que lo hacía sentir como todo un pervertido pedófilo.
-Por favor solo esta vez, si no puedo soportarlo nunca más te lo pediré- le dijo mientras se sentaba encima de aquella parte de su lobo que tanto quería sentir.
En ese momento Alfred intento contenerse pero su malvado bunny se lo impedía gracias a que había empezado a mover su pequeña cadera sobre su entrepierna.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Fue lo único que pensó aquel lobo mientras sentía como todo su sentido común se iba directo al infierno donde seguro su alma también terminaría después de que tomara el pequeño cuerpo de su Arthur.
Alfred se levantó poco a poco de donde estaba mientras tomaba a su conejito entre sus manos y lo recostaba en aquél sitio –Solo recuerda que tú me lo pediste- le dijo por ultimo mientras lo veía a sus hermosos ojos verdes.
-No te preocupes, no te odiare si termina esto mal- le contesto Arthur, intentando con estas palabras darle un poco de confianza a su lobo.
El chico de ojos azules al escuchar aquello sintió que una pequeña parte de su preocupación se disipaba dando lugar a la pasión que hacía mucho tiempo se había guardado.
Comenzó a despojar a su bunny de toda su ropa mientras delineaba con las yemas de sus dedos algo toscas ese lindo torso que porcelana que poseía Arthur. Este al sentir aquellas carisias se le erizo toda la piel.
-¿Te gusta?- le pegunto Alfred a su exquisita presa cuando paso sus dedos por las tetillas del pequeño.
-Mmmng… - fue lo único que recibió como respuesta de la boca de su conejito.
Alfred solo se sonrió un poco mientras dirigía ahora su boca a la tersa piel para poder saborearla, empezando por el cuello, el cual beso y lambio, lo que provoco que Arthur suspirara un poco. Bajo hasta la clavícula, que mordisqueo solo un poco sin la intención de dejar marcas –bueno aun no-, siguió lambiendo, besando y mordiendo todo el torso de su presa, mientras sentía como Arthur se retorcía un poco cuando ocasionalmente se detenía a chupar sus tetillas que ahora se encontraban rojas y levantadas por la atención dada.
La escena que estos dos daban era idéntica a la de un depredador comiendo a su presa, pero claro esta presa en verdad quería ser comida pero de otra forma y que no dejaran ni una parte de su cuerpo intacta.
Arthur entre todo ese calor que empezaba a sentir deseo poder tocar también el cuerpo de su contrario por lo cual torpemente con sus manitas quiso quitar la chamarra que cubría parte del cuerpo bien formado de su lobo, porque aunque en ocasiones le decía que estaba gordo, él sabía que la única verdad era todo lo contrario.
Alfred al darse cuenta del torpe acto rio bajito pero ni aun así pudo evitar que su bunny lo escuchara provocando un poco su ira.
-¿De qué te ríes?- le pregunto mientras fruncía sus prominentes cejitas.
-De nada deliciosos manjar- le respondió con una voz cargada de lujuria, sensual y ronca, lo que provoco que su Arthur se sonrojara un poco –Sigamos- le dijo mientras se deleitaba con las expresiones que su conejito le daba cuando se empezó a quitar la chamarra y la playera blanca que traía puesta.
Arthur se sintió arder cuando contemplo la desnudes de su pareja y sin poder evitarlo bajo su mirada a la entrepierna de este logrando ver el bulto que avisaba una semi-ereccion por la excitación acumulada. Deseo, en verdad se deseaban… pero… ¿se amaban?.
Un pequeño sentimiento se apodero del corazón del menor al pensar que alomejor solo era lujuria lo que se sentían y no amor, sus ojos quisieron derramar lágrimas pero él las contuvo mientras se levantaba de donde estaba y se dirigía hacia el cuerpo de su amante.
-¿Qué sucede?- le pregunto Alfred al ver que su Arthur se ponía a la altura de entrepierna.
-Necesitas atención- le respondió sin más mientras dirigía su boca a la erección del lobo.
-No…- le dijo entre jadeos el mayor al ver que su compañero besaba por sobre la tela su miembro.
-Por favor, si vamos a llegar hasta el final déjame hacer esto- le dijo su conejito mientras que con sus pequeñas manitas empezaba a bajar el cierre de su pantalón.
Alfred al escuchar y sentir a su bunny en esa parte tan solo se dejó llevar.
El pequeño conejito al sentir la aprobación de su lobo bajo por completo el cierre del pantalón y saco su prominente miembro, lo observó por un momento viendo que era sin dudas más grande y grueso que el suyo -incluso cuando su cuerpo era normal-, por un momento se asustó llegando a pensar que tal vez era mala idea hacer eso, pero estaba decidido quería romper con el hechizo y de paso saber si de en verdad amaba a Alfred.
Con esos pensamientos invadiendo su cabeza empezó a lamer toda la longitud de aquel pedazo de carne que se erguía y palpitaba frente a él, Alfred al sentir esa pequeña lengua en su parte respingo un poco asustando a su conejito en el proceso pero al instante lo calmo con leves carias en la cabeza y lo animo a que continuara, Arthur jamás había hecho eso en su vida por lo tanto con cierta duda hacia la felación, pasaba su lengua lentamente alrededor de la ahora completa erección saboreándola como si fuera una paleta.
-Me-mételo… en tu… bo-boca- le dijo entre suspiros su lobo mientras le tomaba de los cabellos.
Arthur lo pensó un momento -mientras veía como su depredador esperaba ansioso por él- para después hacerlo, abrió su pequeña boca y metió todo lo que pudo en ella, una vez dentro siguió moviendo su lengua, enredándola en la punta y sintiendo el pre-semen en su paladar.
Alfred atormentado por tanto placer empezó a mover la cabeza del pequeño de arriba a bajo, primero lento después rápido, sentía que pronto llegaría pero no quería terminar en la boca de su bunny por lo cual lo separo de su entrepierna.
-¿No te gusto?- le pregunto inocentemente Arthur.
-No quiero terminar aun- le respondió el lobo mientras gateaba sobre el conejito hasta dejarlo de nuevo recostado sobre el suelo para así terminar de quitarse los pantalones y la ropa interior.
-¿Alfred?- le pregunto el conejito curioso.
-Sabes lo que sigue no, tu también eres un pervertido- le contesto divertido el lobo mientras despojaba a su Arthur de la poca ropa que le quedaba.
-¡Claro que se lo que sigue! es solo que… - Alfred podía notar el miedo en los ojos de su bunny.
-No te preocupes, lo meteré hasta donde aguantes- le dijo mientras besaba tiernamente su cara.
Arthur sabía que podía confiar en su lobo por lo que solo relajo su cuerpo dejándose hacer de nuevo. Mientras, Alfred llevaba sus manos a las nalgas de su conejito para poderlas amasar mientras tocaba ocasionalmente si suave colita que era tan sensible como sus orejas. Se llevó un dedo a la boca para poderlo lubricar, lo saco después de un rato lleno de saliva y lo dirigió a la entrada virgen de su bunny, lo metió con cuidado mientras le besaba el cuello, un suave mete y saca para acostumbrar al cuerpo, después lentamente metió un segundo que se lubrico solo después de un corto tiempo.
-Al-Alfred… por favor…- dijo entre jadeos el menor mientras llevaba una de sus manos al miembro del mayor –Métemela-.
El lobo al escuchar aquello se puso aún más duro –si eso era posible- y se posiciono frente a la entrada de su amor, porque había que decirlo él el depredador se había enamorado de su presa desde que lo vio todo lloroso en aquel mismo lugar hace mucho tiempo, sin duda era la única criatura en todo el mundo que hacía que su corazón palpitara tan rápido y que un sentimiento de protección desmedida creciera en todo su ser, sin miedo a parecer pedófilo podía decir que el Alfred amaba a ese pequeño conejo de mirada verde y cabello amarillo trigo llamado Arthur, no solo era un deseo lujurioso, era pasión y amor pero sobre todo amor.
Unto su miembro un poco más en la entrada de su bunny y justo cuando lo iba a meter… ¡pum!
El cuerpo de Arthur fue cubierto por un humo de sabor dulce color verde pastel. Alfred se desconcertó un poco pero después cuando todo se disipo supo que el hechizo se había roto porque ahora no tenía a un conejito si no aun sensual conejo adolescente que aparentaba unos 14 años.
-¿Arthur?- pregunto queriendo confirmar que era su querido amor.
-Si- le respondió Arthur con cierta duda
-Ahora eres aún más sensual e irresistible- le dijo mientras tomaba una de sus manos y la besaba.
El aún menor conejo –menor en estatura y edad- se miró por un momento la mano que era besada para después darse cuenta de que ya no era un pequeño bunny si no un adolescente conejo y entonces sin miedo a la respuesta pregunto -¿Me amas, Alfred?-
-Como no tienes idea- le contesto el aludido mientras le besaba y lentamente lo penetraba.
-¡Ah!... aun es grueso y grande… Mmmng- dijo entre gemidos sintiendo como ese prominente miembro se metía lentamente en su entrada.
-¿Te… duele?- le pregunto Alfred con un infierno en su cabeza.
-Si… ¡aah!... pero… continua… márcame… aah ah- le respondió el provocativo adolescente mientras se aferraba desesperadamente a su espalda dando pequeños arañazos que no hacían más que calentarlo.
-Eres… tan estrecho y… caliente- le dijo en el oído entre roncos gemidos.
-Mmmng… aah ah- Arthur no pudo ni responderle por todas esas sensaciones que ahora crecían en su cuerpo.
Alfred una vez que estuvo totalmente adentro espero un momento, para que su Arthur se acostumbrara a él. Después con un poco de ansiedad empezó a darle lentas penetraciones que hacían gemir al menor mientras se aferraba aún más a la espalda del mayor.
-Más… aahah… rápido… please- le rogó Arthur a su lobo en el oído.
El mayor no pudo negarse y puso sus manos en la parte en que sus muslos y glúteos se unen para poder abrir estos, logrando más facilidad en las penetraciones y por lo tanto fuera más rápido y profundo.
-Así… mas… mas- gemía descontrolado Arthur mientras recargaba su espalda en el suelo y un hilo de saliva caía por la comisura de sus irresistibles labios.
Alfred sin dudarlo le dio lo que pedía, adentro y fuera, un mete y saca fuerte sin pausas, continuo, que hacia vibrar a la presa, que incluso la hacía llorar por todo el placer sentido, sin contemplaciones con pasión.
Juntos como siempre iban a estar se acercaban al orgasmo.
Pegaban a un más sus cuerpos en busca de roses que hacían erizar sus pieles.
Cada vez más serca cada vez más placentero.
-¡Ya no puedo más!- le aviso en un grito Arthur mientras era cargado por Alfred para que quedara arriba y lo montara en el final.
-Ya… solo aguanta un poco- le suplico entre cortos gemidos a la vez que abría más sus piernas por sobre las suyas y lo aferraba de la cadera para que fuera más fácil la penetración.
-Al-Alfred… Alfred… Alfred- jadeaba su nombre entre suspiros mientras mordía su labio inferior y se hacía participe en las arremetidas finales.
Una, dos, tres penetraciones más acompañadas de rasguños, jadeos, gritos, gemidos y mordidas fueron suficientes para que Alfred acabara dentro de Arthur y este a su vez encima de los dos.
Se separaron exhaustos, sudados pero inmensamente felices ahora los dos sabían que en verdad se amaban.
-Te amo Arthur, mi lindo conejito- le dijo Alfred en el oído a su amor mientras lo ponía sobre su pecho y le delineaba la espalda causando pequeños escalofríos en su cuerpo.
-Ya no soy un conejito- le replico Arthur mientras besaba el pecho de su lobo –También te amo-.
-Cierto ahora eres más sensual y atractivo- le contesto Alfred mientras lo besaba.
-Pervertido- le dijo el adolescente conejo mientras se sentaba en la entrepierna del mayor y movía lentamente la cadera de nuevo.
-Tu… eres peor que yo- la voz de Alfred salía entre cortada al sentir el contacto.
Porque si se amaban, pero esos deseos que estuvieron reprimiendo por mucho tiempo les darían la pauta para desatar un infierno de pasión y lujuria en el bosque.
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Espero y les guste, sin nadamas por el momento me retiro hasta luego ^^
