AU High School. Atsushi Nakajima, un joven de 16 años que fue hechado del orfanato donde vivía, cuando creyó que moriría de hambre en la calle; fue acogido por una pareja de profesores que iban a ejercer su labor al instituto "La Agencia". Ahora Atsushi, deberá enfrentarse a los problemas cotidianos de un estudiante, intentando adaptarse a su nueva vida. Pero si a ello le sumamos que comienza a desarrollar sentimientos hacia uno de sus salvadores, no le deja las cosas fáciles.

Disclamier: Bungou Stray Dogs, es propiedad de Asagiri Kafka, si fuera mío obviamente no estaría escribiendo sobre ello y mucho menos al español. Además de que Dazai desde es primer capitulo habría secuestrado a Atsushi xD

Advertencias: Yaoi. BL. ChicoxChico Si no es de tu gusto (pues ni idea de que haces aquí, esta en el resumen ;-;) te invito amablemente a marcharte en silencio. Posible palabras altisonantes. Posible OOC.

Pareja(s): DazAtsu. Ligero KyoukaxAtsushixLucy, pero nada más allá de un amor unilateral (?) Quizás un OdaxAngo, FukuzawaxRanpo, no estoy segura.

Dedicatoria: A Maria mi Waifu, Angie mi Crush, Hikari-Chibi-Walker-Barma mi primer review, Regan, L397L, Mike, Ambrela King, Paohiwatari, Ali Dali (Quienes me apoyaron con 'Confesión' ¡Muchas Gracias!)

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Capitulo 1: El Inicio

«Hacer montones de té y añade carne picada ciruela seca y restos de carne de pollo para cenar con algas marinas que flotan mientras les rodea agua caliente…»

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–Atsushi-kun –le escuchó llamar a alguien, se oía lejano y distorsionado, sus párpados cerrados, pesaban mucho, negándose a responder al llamado. –Si no te levantas llegarás tarde en tu primer día – insistió la voz que empezó a tornarse más clara, era ligeramente ronca y relativamente familiar.

Con mucho esfuerzo abrió sus ojos, topándose con un par azules, que le veían ligeramente divertidos. En el aturdimiento del sueño le tomó un par de segundos relacionar a esa persona frente a él con un nombre. Era Oda Sakunosuke, o como le pedía él que le dijera: "Odasaku". Éste estaba ligeramente inclinado hacia él, tocándole el hombro para despertarle, al verlo aturdido sonrió con su característica paciencia. –¿Otra vez soñabas con chazuke?

El menor parpadeó un par de veces y correspondió a la sonrisa somnoliento.–Sí –cedió con una sonrisa.

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Después de que Odasaku le dejara para que se arreglará observo a su alrededor. Apenas tenía un futón, una mesita de noche y un pequeño armario del cual colgaba su uniforme. Pero para él era más que suficiente. Su habitación era una de las dos en aquel lugar, Oda alquilaba un departamento y le había cedido una de las habitaciones, le dio cama e incluso se ofrecía a cuidarlo, si bien sabía que él no era el primer menor que era acogido por el pelirrojo; él mismo le había llevado con otros niños que tenía bajo su custodia, vivían con un señor dueño de un restaurante no muy lejos de su hogar, (ya que con su empleo Oda no podría mantener vigilados a 5 niños enérgicos) pero aun así les visitaba cada día de por medio y daba para la manutención. Atsushi era una excepción, era suficientemente grande como para no preocuparse de que le molestará de más. Y también fue por petición de su otro salvador. Dazai Osamu. Nunca podría terminar de agradecer a ambos por permitirle tener un lugar al cuál llamar "hogar". Cuando los conoció por primera vez, el estaba en la orilla de un río, muriendo de hambre, sin lugar a que ir después de haber sido echado del orfanato. Si bien el no extrañaría ese lugar, donde era maltratado constantemente por todos, no tenia a donde ir ni idea de que hacer. Decidido a no morir para darle gusto a esas personas que le golpeaban, recurriría a cualquier método que asegurara su supervivencia. Robar. Y cuando estaba a punto de cometerlo, su víctima flotaba en un río con un montón de cuervos que pululaban a su alrededor. Y en lugar de perjudicar, terminó salvándolo. Después de que éste le explicara que en realidad quería cometer suicidio, apareció su compañero, Odasaku. Él pelirrojo le invitó a comer junto al castaño, le contó que ambos eran maestros de uno de los tres institutos más famosos de Yokohama, "La Agencia". Cuando les explicó su situación, al instante Sakunosuke se ofreció a cuidarle, empero Atsushi no era idiota ¿Qué clase de joven aceptaría así nada más una proposición de un desconocido?

Sin embargo, Osamu destruyó su oposición: "No es por echar sal en la herida, pero Atsushi-kun ¿Tienes acaso otra opción? Aquí a ni a Odasaku, ni a mí nos interesan los hombres, mucho menos los niños y peor aún, enclenques y en harapos~" dicho con un tono cantarín y una sonrisa despreocupada que podría llegar a sádico; provocando que el pelirrojo escupiera su bebida terminando en una terrible tos ante lo directo de su colega (además de un llamativo sonrojo ante la parte de sus "preferencias" en cuanto a parejas).

Aún así, Atsushi se mostró reacio a la idea, hasta que Dazai le propuso un trato.

–Si lo que nos tienes es desconfianza, todo lo que debemos hacer es ganarla ¿no?

Atsushi frunció ligeramente el ceño –¿Porqué quieren ayudarme?

Osamu se encogió de hombros hacia su compañero catedrático, quien en respuesta sonrió con nostalgia, parecían capaces de comunicarse sin necesidad de palabras.

El castaño respondió con suavidad –Porque nos hubiera encantado que alguien lo hiciera por nosotros; cuando estuvimos en tú situación–. Los ojos de Dazai por un instante desplegaron tristeza, dándole un aire melancólico resignado. Odasaku suaviso su mirada, inclinándose un poco hacia adelante, como si hubiese sido apenas consciente de un peso terrible en sus hombros.

Atsushi no se atrevió a contrádecirles, al parecer ellos habían pasado por una situación similar. Y eso le picaba la curiosidad.

Unos segundos bastaron para que el vendado se levantara con una sonrisa, contrastando terriblemente ante su accionar de hace un momento. –¡Bien! ¡Sigueme Atsushi!

–¿A dónde?

–¡A tú nueva casa~!

El menor tuvo un tic en el ojo, el castaño era bastante insistente, si bien reconocía que ellos no aparentaban ser malas personas; todavía tenia la espinita de la duda clavada en su costilla.

Odasaku se limitaba a asentir de acuerdo con el suicida. Dazai sacó un bolígrafo y en una servilleta escribió, doblándola se la entrego al de cabello rojizo.

–¿Qué es? – cuestionó el mayor ante la mirada calculadora de Dazai.

–Ve con Kunikida y el director; debes entregárselo, es urgente.

Oda frunció el ceño extrañado prro no discutió más, Dazai siempre era así, planeaba cosas involucrándolos a todos sin preguntar y al final siempre le ayudaban. Despidiéndose de el albino emprendió marcha a la institución. A pesar de ser tan tarde, los catedráticos permanecían ahí más tiempo que en sus casas.

Dazai sonrió diabólicamente mirando al menor con un brillo en los ojos, al ser merecedor de esa expresión que gritaba «Peligro» con todas las letras, se puso rígido.

–Atsushi-kun~ – canturreó sin disminuir ni un poco su expresión–. Te propongo un trato: Si vienes conmigo a cierto lugar te pagaré por ello.

El aludido palideció al punto de ponerse tan blanco como una hoja de papel, eso sonaba como una frase dicha por algún violador–. No.

Dicho eso intento correr, pero fue atrapado del cuello de su camisa por el vendado, quien lo detenía con extrema facilidad con un brazo y con el otro lo enroscaba de su cintura, sin darle oportunidad de escapar. –Me alegra que estés tan dispuesto a ir – le dijo ignorando olímpicamente su negativa. Antes de que comenzara a gritar por auxilio le puso una servilleta enfrente con una cantidad considerable de números–. Esto será lo que te pagaré, no te preocupes no es ningún acto depravado como piensas–. Desestimó como si hablase del clima.

Y…mierda, si el docente de verdad cumplía, ese dinero vendría muy bien. Con un suspiro y con la sensación de que seguro se arrepentiría respondió –De acuerdo – cabe mencionar que lo dijo como si hubiese sido condenado.

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La noche estaba algo fría, con las nubes tapando la luna llena, el crujido de los árboles ante la brisa suave, que removía su cabello platinado y le proporcionaba escalofríos. La ropa que le había sido dada en el orfanato era bastante ligera, estaba un poco sucia por vagar tanto de un lado a otro y muy desgastada. Con envidia miro a su izquierda, su acompañante forzado, leía con tranquilidad un libro, ese abrigo marrón que traía seguramente le salvaba de la baja temperatura de la noche. Estaban sentados en una banca en algún parque de la ciudad, si bien, habían ido a un sitio público –condición del menor– estaba carente de personas, ni una sola alma vagaba por ahí, de nada servía haber solicitado ese lugar. Estaba iluminado escasamente por unas lámparas en cada esquina.

Dazai con tranquilidad cambio de página, en silencio, aun sintiendo la insistente mirada del menor exigiendo una explicación. Al ver que Osamu ni se inmutaba, Atsushi cuestionó –¿Qué esperamos?

–Algo.

–Dazai-san ¿Podría ser más específico?

–Esperamos a que te des cuenta que no tienes lugar a donde ir y debes venir con nosotros.

Si bien, el comentario fue hecho sin reproche, más bien tranquilo y paciente, no pudo evitar sentirlo como una bofetada, recordándole que esa era su situación. No tenía a donde ir, ni que hacer, mucho menos a alguien para recurrir. Lo sabía, desde que lo habían echado del orfanato, se había vuelto consciente de que no tendría a donde ir. Pero hasta ese instante, de verdad él fue capaz de comprender su situación. Estaba irremediablemente solo.

–No te preocupes – habló el docente interrumpiendo sus pensamientos –, aunque no lo parezca, puedes confiar en mí y Oda.

El menor soltó una risilla sin gracia, cansina –Debe ser genial tener un amigo como Odasaku-san…–dijo distraídamente, sin ningún objetivo más que liberar sus pensamientos–, alguien como yo, a quien le decían que era un "inútil" incluso en un orfanato… Además no sé dónde podré dormir hoy, o si podré comer mañana.

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«No hay lugar para ti en este mundo»

«Date prisa y desaparece»

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–Si un chico muere…no, yo también podría morir. Y no afectaría en nada. El sol seguiría saliendo al amanecer, y el mundo continuaría normalmente. Porque a nadie le interesa un niño huérfano.

Dazai miró hacia el albino en silencio, éste estaba echo un ovillo, abrazando sus rodillas y escondiendo su rostro en ellas. Volvió su mirada al cielo, las nubes permitían a la luna iluminar la noche, con su luz suave y blanca, una ligera brisa agitó suavemente sus cabellos.

–Ya es hora. –Dictó el castaño levantándose de la banca en un salto, sorprendiendo al albino, este deshizo el agarre en sus rodillas y le observó interrogativo, escuchó unos gruñidos, detrás de unos contenedores de basura del parque, al instante el pánico le invadió.

–¿Hora? Dazai-san ¿Qué…?

No se vio en valor de terminar la pregunta.

–Desde un principio ha sido extraño Atsushi-kun…¿Para disminuir los gastos de gestión en un orfanato bastaría con echar a los niños? No es como si estuvieran en una zona rural en primer lugar. No, en primer lugar, si la dirección esta teniendo problemas, echar a uno o dos niños no ayudaría. Disminuir el número a la mitad y trasladarían la institución a otro lugar; así es como se debería hacer. –. Dazai le observó con las manos en los bolsillos, evaluándole. –Hace unos más de una década, existió un hombre. –Soltó lentamente, Atsushi estaba estático en su puesto, la mirada de Dazai no se despegaba de sus ojos, como si estuviera estancado en ese lugar, el frío comenzó a calarse en sus huesos. Su instinto le gritaba que había algo mal, terriblemente mal. –Ese hombre cometió crímenes atroces, era un asesino en serie. Le llamaban "El Tigre" debido a la ferocidad con la que rasgaba el cuerpo de sus víctimas. Su objetivo eran mujeres, las violaba y posteriormente asesinaba, abandonándolas en cualquier callejón. Hasta que cometió el error de dejar una medio muerta, ella afortunadamente había sobrevivido después de ser apuñalada y arrojada en una zanja.

–¿Qué esta diciendo, Dazai-san? – Atsushi no comprendía. No comprendía porqué Dazai le decía algo así, pero en el fondo sabía, sabia que eso era de vital importancia. Era algo sumamente relevante para él, quería saber, pero le daba miedo. Sentía que al saberlo nada seria igual. Su respiración se volvió pesada, sentía el aire denso.

–Esta mujer logró dar una descripción del asesino, sus rasgos bastante distintivos, ayudando bastante a su captura. El asesino era un hombre «caucásico, de cabello plateado y ojos violáceos»

El albino dejo de respirar. Sentía sus ojos picar, queriendo liberar lágrimas que no se atrevía a soltar.

–El asesino después de ser capturado fue condenado a pena de muerte. Y la única sobreviviente de él, quedo embarazada. Atsushi, tú eres hijo de esa mujer y El Tigre.

El aludido se tambaleó en su puesto, aturdido por la cantidad de información…¿cómo era posible eso? ¿cómo ese hombre, sabía más de él que si mismo? ¿porqué asumía así nada mas qué era su hijo? ¿porqué…porqué sentía que ya todo encajaba?

–En el orfanato que te dejo tu madre, debían de saber tu origen, pero no te lo dijeron ¿verdad?

–Mentira…es una mentira –susurró en shock –. ¿Lo es verdad?

–Tú eras el único que no lo sabia.

Se sentía agitado, cansado, terriblemente cansado, sus oídos comenzaban a pitar de forma espantosa, estaba mareado, su cabeza palpitaba. ¿Cómo era posible que sintiera tanto en un solo instante? ¿Cómo podía albergar tantas sensaciones? Su visión comenzó a ponerse borrosa, invadida por puntos negros y blancos, se sintió tambalear al frente, caer, sus piernas temblorosas habían sido incapaces de sostenerle más. Chocó contra algo cálido, era el pecho de Dazai, esté le dejó estar un par de minutos, ahí en silencio para que lo asimilara. Cuando vio que ya no jadeaba, y estaba más o menos relajado, le soltó para que se estrellará en el suelo de cara.

–Lo mío no es abrazar hombres. –Se justificó.

Al instante varias pisadas dieron aviso a la llegada de más personas.

–¡Oye Dazai! –exclamó Kunikida al apenas verles, frenó al ver al albino aun en el suelo y Dazai encarándoles inocentemente.

Odasaku se rascó la cabeza con resignación, ya se imaginaba que podía haber hecho el castaño. Se acercó seguido por sus demás acompañantes, estaban ligeramente agitados por la carrera que habían emprendido. Kunikida alzó frunciendo el ceño, la servilleta que Dazai le había proporcionado al de cabello rojizo.

«Vamos a secuestrar a un huérfano. Aseguren el perímetro para que no escape.»

–¿Secuestrar? –repitió el de ojos azules, Oda Sakunosuke, el maestro de literatura del Instituto La Agencia.

–Vaya ¿ahora somos secuestradores? –habló la única mujer del lugar, Doctora Yosano Akiko, la enfermera. Colocó su mano en la cadera evaluando al joven en el suelo, parecía semi inconsciente, pues apenas y se iba levantando. A pesar de ser médica no se movió de su puesto para ayudar al jovencito, esperaba que sus posibles heridas se agravaran aun más para ayudar.

–No esperaba menos de Dazai, no negaré que has sido listo al llamarme –dijo un pelinegro acomodándose su sombrero marrón–. Pero no eres tan listo como yo. –Agregó con su característica altanería, Ranpo Edogawa, el consejero del instituto.

Un rubio más bajo se acercó al joven en el suelo, corroborando que estuviera bien –¿Porqué nos volvimos secuestradores? –cuestionó con genuina curiosidad; al venir del campo, a su parecer seguramente "secuestrar" significaba algo menos grave para los de la ciudad. Kenji Miyazawa, el nuevo docente suplente de Educación Física; siempre intentando ver el lado positivo.

–Sea lo qué sea, ahora arruinaste mi expediente Dazai –gruñó el otro rubio, levantando sus gafas, del puente de su nariz con el dedo medio. Kunikida Doppo, profesor de matemáticas y subdirector de La Agencia–. Ahora soy un secuestrador por tu culpa.

–Ya cálmate Kunikida-kun, secuestrar no es un delito si nadie sabe que lo hiciste– desestimó inmutable Dazai Osamu, maestro de filosofía.

–¿Podrían dejar de usar el término «secuestrar»? me pone los nervios de punta. –inquirió Oda chasqueándo la lengua. Estaban haciendo una buena acción, pero Dazai lo hacia parecer algo desagradable.

A pesar de que todos –a excepción de Kenji– hacían pasar eso como una falta ante la ley, sabían exactamente el porque estaban ahí. Si involucraba a Dazai, Oda y un niño era fácil para ellos adivinarlo. Solo era de sumar dos mas dos.

–Bien ¿qué van a hacer con él? ¿lo llevaras con los otros, Oda? –preguntó Yosano. Antes de que éste respondiera el vendado tomó la palabra.

–Nop. Tengo planeado algo –le miro por el rabillo del ojo, como si se asegurara de su decisión.

«Alguien como él morirá al borde de la cuneta en cualquier lugar. No, el más bien podría ser consumido y morir.»

Lo señaló sonriente – Él será becado por nuestro instituto y convivirá con todos nosotros.

Sobra decir que todos le observaron como si estuviera loco de remate. Excepto Ranpo, el sonreía porque ya sabia que diría eso.

El gritó atónito de Kunikida resonó en todo el parque (y probablemente Yokohama).

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«Así es como empezó…Así es como empezó en esa ciudad una peculiar reunión de docentes aun más peculiares. Era solo el principio. Su principio, Atsushi Nakajima, futuro estudiante del Instituto La Agencia.»

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–¡Mierda voy tarde! –exclamó al terminar de recordar su extraño encuentro con esas personas. Por quedarse viendo la habitación como idiota había divagado totalmente.

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«Ahora no tengo ni la felicidad ni la infelicidad. Todo pasa. Eso es lo único que creo que es verdad en la sociedad de los seres humanos.

–Dazai Osamu»

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Bueno, vamos con este fic xDLes ruego que me tengan paciencia con respecto a las actualizaciones, no tengo un horario fijo.Y si bien llevo avanzado 4 capítulos, aun los estoy editando y corrigiendo por lo que todavía no verán la luz (¿?)

Me basaré principalmente en el manga, pero no se preocupen no habrán spoiler.

Sin más que decir, saludos.–huye al horizonte– :v