Fred se reía.
El profesor Longbotton sonreía a lo lejos viendo la escena que estaban llevando a cabo a orillas del lago negro dos de los chicos que se acababan de graduar mientras sujetaba a una muy cabreada directora McGonagall y la escuchaba farfullar cosas como "igual a su padre y su tío..." y "se va a enterar cuando se lo cuente a su abuela..."
Su cabello pelirrojo brillaba bajo el sol como una fogata en plena noche y su sonrisa parecía poder iluminar Hogwarts entero. Batía los brazos hacia cualquier lado que encontrase en su camino como si tratase de espantar a una bandada de moscas. Movía -para diversión de muchas chicas y algún que otro chico- la cadera hacia adelante y hacia atrás con total desparpajo. Todo él rebosaba felicidad y parecía estar bailando una canción que únicamente sus oídos podían escuchar.
Las botellas de whisky de fuego vacías que había a sus pies hacían entender a cualquiera que viese la escena que estaba completamente borracho, aunque a los que le conocían no les extrañaría que hiciese eso también estando sobrio.
A su lado, James Sirius Potter estaba en las mismas condiciones que él; con una clara diferencia, James todavía conservaba los calzoncillos.
