Nota: Victorious no me pertenece. Le pertenece a Dan Schneider y Nickelodeon.


Dirty Little Secret.


Apretó una vez más el volante. Agradeciendo que la luz del semáforo hubiese cambiado a rojo, lanzo un frustrante suspiro. En verdad no entendía que le pasaba últimamente.

¿Por qué tenía él, que ir a Hollywood Arts, de nuevo?

Su reputación era la peor en esa escuela. Lo sabía. ¿Quién querría ver de nuevo al desvergonzado joven que utilizaba a las mujeres, para mejorar su calificación?

Nadie. Y mucho menos una joven latina llamada Victoria Vega.

No iba a negar que la chica le había parecido interesante. Aunque sus dotes culinarias para hacer rollos de atún eran un asco, la blanca sonrisa que siempre tenía le había irradiado una acogedora paz.

Aunque claro, después de que ella lo dejara en completa evidencia frente a miles de alumnos y provocara su obvia expulsión, no había podido escuchar ese nombre por un tiempo. Al menos, hasta que una pequeña muchacha de cabellera rojiza, apareciera en su vida.

Catherine Valentine.

Tan solo recordar ese nombre, le hacia dibujar una boba sonrisa. Cat era la chica más especial que había visto. Aunque su reencuentro no hubiera tenido un lindo comienzo –aun deseaba golpear al dúo de idiotas que querían abusar de ella. –, ya no podía imaginar sus días sin ella. No podía imaginar estar alejado de todo lo que ella irradiaba.

Paz. Calidez. Inocencia. ¡Por amor a los cielos! ¡Era sin duda una persona especial!

¿Cómo podría alejarse, cuando todo en ella despertaba sus instintos de protección?

Él NO iba a alejarse de ella. Luego de estar seis meses saliendo juntos, estaba acostumbrado a sus ocurrencias. Ella hacia su vida única. Él adoraba cada vez que ella le ofrecía un dulce que, extrañamente, guardaba en su brassiere. Aunque las historias de su hermano eran bizarras, le entretenía observar la risilla que ella soltaba. Molestarla y escucharla exclamar un "¡¿Qué es lo que pretendes decirme?!", se había vuelto su actividad favorita.

Y, aunque no lo admitirá jamás en alto, le encantaba recibir sus cálidos abrazos.

Simplemente, la adoraba. Pero aunque llegara a admitir eso, había un palpitante miedo en su corazón.

¿Cat pensaría alguna vez dejarlo?

¿Llegaría a mirarle con miedo? ¿Huiría de él?

¿Él volvería a ser abusador y agresivo? ¿Lastimaría a Cat?

– ¡Ryder! –aquella voz tan familiar, lo hizo dispersar sus miedos. En la entrada del estacionamiento escolar se encontraba Cat; meneaba su brazo de un lado a otro en un gesto de saludo y una sonrisa estaba dibujada en su rostro. Por supuesto, el conocido grupo de Victoria se encontraba con ella.

A estas alturas, ya no le molestaban las asesinas miradas que iban dirigidas hacia su persona. Despidiéndose de todos con un cariñoso beso en la mejilla, Cat subió a su camioneta. Una Grand Cherokee 2002, la segunda cosa que más quería en el mundo –después de cierto gatito rojo, claro –.

–Te tardaste. –reprocho, luego de asegurarse de que su acompañante portara el cinturón de seguridad. – llevo veinte minutos esperándote.

Cat le miro con una ceja arqueada y una media sonrisa en su rostro.

–Mentiroso. – ahora era su turno de mirarla con una ceja arqueada. Claro que mentía. Apenas había estado un par de minutos estacionado, cuando había visto a Cat.

Pero no pensaba dejarle saber que tenía razón.

–Como sea. Larguémonos de aquí. – encendiendo de nuevo su camioneta, inicio su largo camino lejos de aquella escuela. Cat soltó un par de risillas, antes de que su mano izquierda volara hacia el estéreo y pusiera una estación de radio al azar. La canción que empezó a sonar, hizo que todo su cuerpo se tensara.

"Dirty Little Secret", del grupo The All-American Rejects.

De reojo, miraba a Cat bailar y cantar esa canción. No pudo evitar sonreír por dos segundos. Después, el miedo se instaló en su cuerpo.

Él tenía secretos. Secretos bastantes estremecedores.

Por Dios, su niñez no había sido para nada fácil. Había presenciado el fallecimiento de su padre, la fuerte depresión de su madre y como el bastardo de su padrastro había convertido su vida en un infierno.

La cicatriz en su costado derecho, la había ganado a la edad de diez años; había defendido a su hermana mayor de ese repugnante hombre y una tajada en esa zona había sido el resultado de esa pelea. En su pecho había varios puntos, con un color marrón; eran las marcas de los cigarrillos que ahí le presionaba en cuanto los encendía, a la inocente edad de cinco años. Cuatro costillas fracturadas y varios morenotes que ya eran simples recuerdos, eran resultados de miles de golpizas que le había proporcionado en sus miles de borracheras.

El solo recordar todo eso, lo ponía físicamente enfermo.

Le aterraba la idea de que Cat se alejara de él, si llegaba a escuchar eso. Temía convertirse en un horrible hombre y dañarla. Convertirse, en lo que más odiaba.

– E-espera, ¿Qué estás haciendo? – agradeció que el semáforo estuviera en rojo. Cat simplemente rio, aferrándose al brazo de Ryder. Le divertía ver lo tenso que podía ponerse u, observar en ocasiones, un adorable sonrojo aparecer en sus mejillas.

Con una divertida sonrisa, dejo que sus manos comenzaran a vagar por el cuerpo de él. Poco a poco subieron al rostro, hasta posicionarse en ambas mejillas y fue ahí donde, sin ningún aviso alguno, Cat jalo a Ryder. La distancia entre ambos, fue cortada por un adorable beso.

Sin siquiera debatirse, correspondió aquel beso. El brazo que unos segundos antes, Cat abrazaba, ahora se aferraban a su pequeña y frágil cintura. Acercándola más a él. Reclamándola silenciosamente como suya. Apretándola, sin llegar a lastimarla, para jamar dejarla ir.

– ¿Ahora es una costumbre besarme en cada parada? –pregunto, al separarse del beso. No podía quitar la sonrisa de su rostro –y tampoco planeaba hacerlo – mucho menos dejar de mirar a aquella pequeña pelirroja.

– Trato de que lo sea. –el tono seductor de Cat y el que presionara su nariz con su dedo índice, mientras le guiñaba un ojo, lo embobo por unos minutos. A regañadientes la libero de su agarre y su vista se volvió hacia las enormes calles de Los Ángeles.

Pero la sonrisa de su rostro, aún permanecía ahí.

Tal vez conservaba algo de aquel cretino de Hollywood Arts. No tendría la vida de ensueño, que toda mujer anhelaba en un hombre. Mucho menos era un príncipe azul.

Pero sabiendo que Cat lo amaba con fervor, ¿Qué tan importantes eran aquellos secretos de su horrible infancia?

THE END


Aw! Ya había olvidado que shippeaba esta lindura! u/u/u

El Cyder es amor (?). Okay, no.

La verdad, me encanta imaginarlos juntitos /3

En fin, son las 2:00 am. So, nos leemos muy pronto (si es que escribo algo pronto...)

¡Se cuidan, mis guerreros!