Hola chicos!

LEER NOTA ANTES DE EMPEZAR LA HISTORIA:

Como saben está historia está obviamente finalizada, sin embargo la re-leí hace poco y no me gusto en lo absoluto. Cuando escribí está historia no pensé en muchas cosas y casi toda la historia no tienen ninguno sentido. Por eso voy a volver a escribirla toda, algunas cosas cambiaran, otras no.

Espero que lean y les guste igual o más que la original.

Advertencia:

Los capítulos re-escritos tendrán "Edit finalizado" al comienzo del capítulo para que ustedes sepan que capítulos está revisados/ re-escritos y cuales no.

Recomiendo no leer los que no están editados ya que no tendrán mucho sentido con la historia re-escrita.

Nos leemos!

Esta historia esta escrita antes de que Tsuan y el resto cambiaran el futuro.

Edit Finalizado

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Su ropa estaba completamente destrozada y más que un poco sucia, con tantos remiendos que le impresionaba el que la prenda se mantuviera sobre él. Miró la entrada de la cueva, viendo como la lluvia caía. Suspiro resignado mientras agachaba la cabeza, cerrando los ojos con fuerza trató de poner su mente en blanco, pues la lluvia solo lo hacía recordar aquello que había perdido. Escucho pasos acercándose a su hogar temporal.

-Tenemos información de que han visto al último guardián Vongola por estos lados. ¡Apresúrense a encontrarlo! – Escucho la inconfundible voz de Glo Xinia.

Apretó los puños con fuerza, sabiendo que salir era simple suicidio. Había crecido, su poder había crecido con él, pero no tenía la menor duda de que habían por lo menos tres escuadrones afuera y honestamente no tenía la energía para enfrentarse a todos. (¿Pero sería eso tan malo? ¿Morir? Sonaba más como un regalo que un castigo.)

Escuchaba como se acercaban a la cueva. Miró a su alrededor, esperando encontrar algo para luchar (Sobrevivir. Siempre sobrevivir. Lo había prometido). Por suerte vio sus confiables cuernos y una caja de trueno que había conseguido hacía poco, a su lado la Bazooka que no había usado en 20 años. Sonrió por unos segundos con nostalgia al verla, la explosión frente a la cueva devolviéndolo al presente.

-Creo que veo a alguien haya dentro. ¡Vamos!- Dos figuras con lo que parecían los trajes blancos del White Spell se dirigían hacía él. La idea de rendirse paso momentáneamente por su cabeza, pero la descarto enseguida. Sobrevivir. Era todo lo que habían pedido. Era lo único que todos y cada uno de ellos le había hecho prometer. El infierno se congelaría el día que él, Lambo Bovino, rompiera alguna promesa hecha a alguno de ellos. Miró la Bazooka. Eran muy pocas las posibilidades de que su plan funcionará, pero a este punto ya no tenía muchas opciones. Le rezaría al Dios en el que no creía para que el Millefiori se fuera después de no ver a nadie en la cueva, preferiblemente antes de que sus cinco minutos se acabaran. (Porque no habría nadie. En diez años él seguramente estaría muerto. ¿O sería la vida tan cruel como para aferrarse a él tanto tiempo?)

Recogió todo a su alrededor, rápido y silencioso. Miró nuevamente la entrada de la cueva. Las figuras estaban más cerca, pero aun no parecían muy seguros de saber que había en la cueva, por lo que se acercaban lentamente, precavidos. Sin pensarlo dos veces lanzó la Bazooka sobre sí mismo y después de un "Puff" acompañado de un humo morado, el lugar donde anteriormente se encontraba el joven de veinticinco años, estaba completamente vacío.

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Abrió los ojos con lentitud acostumbrándose a la luz que lo rodeaba. ¿Dónde estaba? Había demasiada luz como para que fuera un ataúd.

Se sorprendió un poco al mirar alrededor. ¿Y porque la gente estaba usando ropa tan extraña? ¿Por qué había tantos carruajes en vez de carros? No entendía absolutamente nada. ¿En que lugar extraño se había metido su yo futuro?

Se cubrió la cabeza con la capucha de su chaqueta antes de salir del callejón, después de todo no recibiría respuestas estando ahí sentado. La gente lo miraba de forma extraña, pero Lambo estaba más que acostumbrado a ello, pues el caminar por cualquier ciudad cubierto de sangre y con ropa destrozada solía atraer miradas. Mantuvo la cabeza gacha, agradeciendo de que esta vez su chaqueta no tenía ni una gota de sangre, pues aquella sustancia roja solía hacer su vida más complicada de lo que le gustaría.

Camino durante horas, pero no pudo reconocer ninguno de las tiendas a su alrededor. Con resignación se acercó a una joven, tratando de ignorar el largo y anticuado vestido que tenía. ¿Habría caído en una convención de algún tipo?

-Disculpe ¿Señorita? ¿Podría decirme dónde estoy?- La joven se giró a mirarlo y retrocedió un poco al ver su aspecto.

-Umm.. Esto es Sicilia, Italia.- Le dio una amable sonrisa, pero seguía retrocediendo lentamente. Lambo frunció el ceño. ¿Sicilia? El joven Bovino había pasado mucho tiempo en aquella ciudad y conocía todos sus atajos y callejones. Esto no se parecía en nada a la Sicilia que él conocía.

-¿De qué año?- La mujer le miró confundida antes de responder, luego se alejó. Lambo se quedó paralizado. ¿Cómo era posible que estuviera 400 años en el pasado? Y si sus cuentas no fallaban, estaba en la época de primo. Eso era malo… Muy malo. Suspiro resignado antes de seguir su camino, ahora más precavido que antes pues estaba consciente de que se parecía al guardián del rayo de esa época y no sería nada bueno que alguien lo viera. Causar daños en el espacio tiempo no estaba en sus planes.

Estaba rebuscando en su mente alguna razón por la que viajó tantos años al pasado (Maldijo a un hombre redondo y pequeño, cuyo nombre hacía mucho había olvidado pero que tan solo la figura aún le producía tristeza) hasta que un grito llamo su atención.

Hizo una pequeña mueca, invisible para el resto del mundo debido a la sombra que su gorro producía. Sabía que no debía interrumpir, pues este pequeño evento podría causar que otros pequeños eventos cambiaran y al final terminaría siendo un gran problema. Siguió caminando, tratando de ignorar los pequeños gritos de dolor que aún podía oír.

Gruñéndose a sí mismo se devolvió, maldiciendo sus fuertes morales.

Llego a un callejón en el estaban unas 30 personas, formaban un círculo alrededor de lo que obviamente era una persona herida en el suelo. Mezclándose entre los hombres, se dirigió al frente.

Al llegar por su mente solo pudo pasar un pensamiento.

Malditos morales y maldita suerte la mía.

Frente a él estaba el guardián del rayo de la primera generación. Con los brazos se cubría la cabeza mientras los hombres a su alrededor lo golpeaban.

Miró a su alrededor para confirmar que no estuviera ningún otro guardián, luego miro al Lampo, confirmando que estuviera inconsciente. No estaba muy seguro de esa última, pero no esperaría a confirmarlo.

-Yare yare, parece que no tengo otra opción.- Pocos le pusieron atención a su comentario, demasiado ocupados viendo con macabra satisfacción al guardián caído.

Segundos después todos los hombres en el callejón cayeron inmóviles al suelo, sus ojos, que eran lo único que lograban mover, miraban a su alrededor frenéticamente mientras pequeños espasmos de energía pasaban por sus cuerpos. Lambo permaneció parado, viendo con aburrimiento a sus víctimas. (¿Cuando había perdido la compasión por sus enemigos? No lo sabía. No estaba seguro de que lo extrañaba. Pero el saber que él estaría decepcionado si supiera en lo que se había convertido provocó que su corazón doliera un poco.) Caminó hasta el joven en suelo, notando con alivio que si estaba, en efecto, inconsciente. Se debatió el dejarlo ahí o llevarlo al hospital, pero la aparición de dos figuras en la entrada del callejón le quitó la decisión de las manos. Por la contra luz era difícil ver sus caras, pero Lambo sabía perfectamente quienes eran. Internamente rodó los ojos. Hacía un buen acto de bondad y esto era lo que el universo le mandaba. Más problemas.

Se mantuvo en silencio, pues hacía mucho había aprendido la importancia de la paciencia y la estrategia. Enojar a estos dos definitivamente no estaba en sus planes.

Las dos figuras se mantenían inmóviles, aunque juzgando como uno sacaba una espada y el otro un par de pistolas, no lo dejarían irse en paz.

-No lo ataque, solo lo ayude un poco. ¿Podrían dejar de apuntarme con sus armas?- Dijo Lambo, tratando de calmar a los furiosos elementos frente a él, rascándose un poco la cabeza para fingir aburrimiento. En respuesta las figuras se acercaron más a ellos, armas todavía amenazantes contra Lambo.

-Supongo que no funcionaran las palabras ¿No?- La bala que pasó a centímetros de su cabeza fue toda la respuesta que necesito. Lambo retrocedió, buscando algún conducto de electricidad. Segundos después recordó la época en la que estaba y estuvo tentado a golpearse por su estupidez.

Recurrió al Plan B. Corrió hacia la puerta traseras de uno de los edificios, esquivando balas y maldiciendo cada vez que sentía cortes de viento pasar demasiado cerca para su comodidad. Entró al edificio y corrió por su vida. Ya había jodido demasiado el espacio tiempo como para ponerse a luchar contra la primera generación.

Corrió lo más rápido que había corrido en mucho tiempo antes de detenerse unas 50 cuadras más adelante. Se apoyó sobre sus rodillas, respirando pesadamente, antes de enderezarse y seguir su camino, su respiración aún un poco entrecortada.

Hizo una mueca al escuchar el gruñido de su estómago. No había comido nada en unas dos semanas y ahora su organismo se lo cobraba. A lo lejos vio una pequeña panadería y revisando sus bolsillos saco un par de billetes. No estaba seguro si el dinero de su tiempo era el mismo de hacía cuatrocientos años, aunque lo dudaba mucho. Resignado, decidió que si la situación de tornaba mal, saldría corriendo con la comida. Igualmente no sería la primera vez que robaría para comer.

Sin embargo el universo debe haberse apiadado de él un poco, pues llego a una pequeña tienda, donde una amable mujer anciana le regalo un pedazo de pan y un vaso con agua. Supuso que el tener un aspecto tan malo tenía sus ventajas. Aunque también tenía sus desventajas, pues la amable señora no lo dejo entrar al establecimiento para comer. Lambo no se quejo, pues la comida fue mucho más de lo que pensó que obtendría en aquel lugar.

Camino hasta las afueras del pueblo, donde se recostó sobre un árbol y comió su improvisado almuerzo. Al terminar cerro el único ojo que mantenía abierto y escaló el árbol hasta encontrar una rama que sostuviera su peso. Había tenido un día demasiado largo en su sincera opinión y necesitaba un buen descanso. Lastimosamente su sueño pronto fue interrumpido al sentir una presencia acercándose. (Y estuvo agradecido por aquella presencia. Porque sus sueños se estaban llenando de gritos y sangre. Muchas sangre. ¿De quién era tanta sangre?)

Lambo abrió el único ojo que usaba y giró la cabeza, viendo como alguien se acercaba a él. Paso su mano por los nudos de su oscuro cabello en señal de irritación al segundo de descubrir de quién se trataba.

-Ya les dije que yo no lo ataque.- Susurro, dejando que su cabeza se recostara sobre la dura madera.

-Eso ya lo comprobamos gracias a que Lampo está consciente, pero mi jefe desea conocerte. Además te quiere dar las gracias por salvar a nuestro amigo.- La sonrisa y la alegría de Asari eran tan reales que casi parecían falsas, pero por experiencia Lambo sabía que en efecto, eran reales. Sí que son parecidos…

-Me halagas, pero no es necesario. Simplemente ayude a un joven que lo necesitaba. Podrían dejarme en paz como agradecimiento- Ofreció, tratando de aplastar lo nervios que sentía, pues el conocer a Vongola Primo le traería más problemas de lo que Lambo estaba dispuesto a tener.

-Me temo que eso no es posible.- Lambo miró a Asari con cansancio. Lo primero que noto fue que su sonrisa ya no era completamente real y su mano descansaba sobre la funda de su espada.

-En verdad no quiero luchar, Asari.- Idiota. Se reprendió Lambo al darse cuenta de su error. Nadie fuera de la mafia sabría que el hombre frente a él era Asari. Ahora en la mente de la lluvia, Lambo era un peligroso miembro de la mafia. Pago por su error al tener que saltar del árbol, pues una espada estuvo a centímetros de córtalo.

Lambo se concentraba en esquivar, sus ojos buscando alguna forma de escapar. Pero la falta de descanso se la cobró cara cuando sus instintos reaccionaron demasiado tarde a la presencia en su espalda. Sintió como sus manos eran atrapadas por unas esposas antes de caer inconsciente.

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¿Que opinan?

Si leíste la primera versión, veras que hubo algunos que otros cambios, espero que lo hayan disfrutado. Si eres nuevo en la historia... Bienvenido! Recuerda leer solo los capítulos que tengan "Edit Finalizado" al principio del capítulo.

Nos leemos!