EL CRIMEN QUE LO LLEVÓ AL CIELO


CHAPTER I

Las sirenas de los bomberos, la Policía y ambulancias invadía al condado de Miami Dade, un incendio en un viejo departamento de 20 pisos al norte del condado era el que clamaba la atención de las noticias locales y los vecinos cercanos. El fuego se expandía desde las alturas y el cielo se cubría de humo negro sofocante, las personas miraban con horror a los que apenas salían con vida siendo rescatados por los bomberos, las víctimas de mayor grado de quemadura eran atendidos inmediatamente haciéndoles respirar por medio de máscaras de oxígeno y los recostaban en las camillas estando al cuidados por los paramédicos y sus ayudante, todo en contra reloj. La mayoría tosían, un poco más y se les saldrían los pulmones que absorbieron el aire contaminado.

Se escuchó una explosión severa que abrazó al segundo piso de arriba arrancando ráfagas de aire y ondas expansivas poderosas que esparcieron objetos y vidrios al vacío, la gente que estaban cerca se agacharon y se cubrieron sus rostros soltando alaridos, rápidamente se les exigió a las persona curiosas que se alejaran de la cinta amarilla que rodeaba al edificio.

—¡Vamos, vamos! ¡Saquen a las personas de aquí!—Se escuchaba ordenes y gritos en el interior del apartamento y los bomberos se aferraban a los heridos para no soltarlos tratando de esquivar los muebles y las llamas que consumía sin descanso todo a su alrededor. El aire se convertía en humo negro y pesado seguido de un calor aplastante obnubilando el campo de visión directo a la salida. Los bomberos intentaban controlar incesantemente el fuego e incrementaron la potencia del compresor de agua de los característicos camiones rojos que en total era cuatro rodeando al edificio, y para variar el tiempo no era su aliado. Algunos padres o familiares de muchas víctima lloraban y se desesperaban al no ver salir a los suyos y solo estresaban más a los policías que trataban de mantener el orden y qué a nadie se le ocurriera hacer algún tipo locura. Era una escena lacerante y desgarradora.

Después de varias horas finalmente lograron mitigar y apagar el fuego, las víctimas sobrevivientes ya estaban siendo atendidas en el hospital más cercanos mientras que otra familia lamentaban la pérdida de los que no lo lograron. Para fortuna, el departamento sólo se incendió en la parte superior, lo que facilitaba el trabajo al teniente de CSI Horacio Caine y su equipo pues había especulaciones de que el incendio fue producido intencionalmente.

El humo negro se disipó, ya no era necesario que entraran al edificio con máscaras o barbijos. Al otro extremo, una mujer morena y ojos verdes de vestimenta hindú color rojo y amarillos con lentejuelas en el cuello y un bindi rojo en la frente, lloraba y suplicaba al oficial para que la dejaran entrar, aseguraba que su hija estaba allí adentro, viva. El escándalo llamó la atención del teniente y a su compañero Eric Delko mientras eran reportados por el encargado del alojamiento. Horacio con comprensión se acercó a la pobre mujer desesperada.

—Por favor Señor, mi hija está allí ¡Salvela!, Se lo suplico— Farfullando entre lágrimas, sujetó al teniente de su frac negro.

—Señora cálmese.— Pidió amablemente, viéndola a los ojos.

—¿Cómo quiere que me calme cuándo mi hija está allí adentro?

—Señora, ¿Tiene una fotografía de su hija?—Intervino Delko, la mujer asintió y con prisa buscó su billetera en su bolso y sacó una pequeña fotografía.

—Es ella—Les mostró la imagen, para sorpresa de Eric y Horacio resultó ser una joven de 19 o 20 años, de piel blanca como la luna y cabellos de un azabache intenso y exuberantes, amoldados por pequeños rizos, de labios carnosos y ligeramente rosados. Sus ojos verdes como el esmeralda con pinceladas grises brillantes y su ropa idéntica a la de su madre, sin faltar una preciosa sonrisa en sus labios de miel. Sombriamente Horacio pensó que la muchacha era muy hermosa al igual que Eric.

—Por favor, encuentrenla— La voz entristecida y quebrada de la madre los sacó de sus ensimismamiento.

—¿Cuál es el nombre de su hija señora?—Preguntó Horacio.

—Jamie Moore.

—Bien, voy a necesitarla—Dijo Caine refiriéndose a la foto, la madre asintió.

—Haremos lo que usted dijo Señora, pero le sugiero que se prepare emocionalmente por si...—Eric fue interrumpido.

—Se qué mi niña está viva, lo siento en mí—Delko y Caine se observaron algo incómodos, eso era improbable y no querían darle falsas esperanzas, era lo peor de su trabajo, y con certeza la hallarían quemada e irreconocible. Ambos hombres se acercaron a Calleigh, Alexx y a Ryan Wolfe que tomaban fotografías a los cadáveres en el suelo, algunos estaban completamente cocinados y otros apenas se les reconocía el rostro.

—Identifica a esta chica Ryan—Ordenó entregando la imagen al CSI.

—12 sobrevivientes y 4 muertos.—Informó Alexx al teniente, se acercó al cadáver de un niño y lo miró con pena y lástima pero sin dejar de hacer su trabajo.

—Mi cielo, deberías estar jugando con tus amigos y no conmigo.—Susurró tomando de su brazo y viendo la carne viva apenas colgando.—Este niño murió por asfixia, las quemaduras en sus brazos y piernas son de tercer grado y la mayoría del resto, fueron incendiados vivos.

—¿A que hora se inició el incendio?

—Cerca de las 2:00 Pm Horacio—Respondió Eric.

—Y el fuego se propagó más rápido de lo normal por una fuga de gas, lo que impidió el escape de esas 4 personas.—Reflexionó el teniente.

—La pregunta es, ¿Por qué las alarma de anti-incendio no se activaron?—Indagó Calleigh sin dejar analizar el cuerpo de un anciano.

—¿Ryan, cuántas habitaciones tenían esas alarmas?

—Cinco habitaciones en realidad. Según algunos testigos eso era una negligencia por parte del encargado, ¿Por qué Horacio?

—Y ninguna se activaron.—Dijo ignorando a su pregunta.

—Está claro que la desactivaron y el que lo hizo, debe conocer muy bien el departamento.—Alegó Ryan comparando los cadáveres femeninos con la chica linda de la fotografía.

—¿En que habitación se originó el fuego?

—En la habitación 19, pertenece a una tal... Jamie Moore—Contestó Wolfe leyendo un pequeño libreto, Caine y Eric se dirigieron una mirada inquietantes y comenzaron a sacar conclusiones.

—No, no está esa joven a quién dices Horacio. La complexión de su cuerpo no coincide con ninguna de las víctimas.

—Eso significa que aún está adentro. Alexx, Eric, por favor síganme.—La mujer morena guardó los productos forenses en la valija gris y siguió a su jefe. El equipo se adentró al edificio, la entrada estaba algo ilesa y el olor a humo se impregnaba en sus ropas, empezaron a buscar con sus linternas encendidas a la última víctima. Había muebles tirados, mucho polvo y vidrios destrozados en el suelo mezclado de hollín desparramado por doquier.

—Si Jamie trataba de escapar, no debería estar tan lejos de su habitación.

—Horacio—Llamó Alexx al otro lado—Probablemente sea sangre. —Indicó al suelo de cerámicas alumbrando con la pequeña linterna. No tuvieron tiempo para confirmar si lo era o no, pero, se encaminaron siguiendo el camino de aquel líquido escarlata que se hacía menos visible, al parecer lo limpiaron. Llegaron hacía un pasadizo oscuro y bajaron por una escalera hasta que finalmente se detuvieron en la puerta trasera del edificio, pero otra entrada que llamó la atención los inquietaron y se adentraron a ella, era una polvorienta habitación repleta de cosas innecesarias como muebles para repuestos, cuadros de lienzo y algunas cajas apiladas. Más en lo recóndito del cuarto en una esquina siendo exactos, había una pequeña puerta de madera en el suelo, la entrada de un sótano.

—¿Qué estamos buscando Horacio?—Protestó Eric, pues pensaba que el cadáver de la chica estuviera en su recámara o fuera de ella y no allí. Horacio posó una mano en su cintura y escudriñó detenidamente la puerta del sótano, al parecer había muchas telarañas y polvo que fue removida hace poco.

—Al parecer no hacen un mantenimiento de limpieza aquí—Comentó Woods—Este lugar está en malas condiciones.

—Culpa al encargado—Exclamó Delko sonriente.

—Ahi algunas marcas aquí, eso significa que esta puerta fue abierta recientemente—El teniente avanzó y forcejeó un poco hasta lograr abrirla. Se mostró un lugar oscuro sorprendentemente iluminado por unos pares de velas aromáticas y por instinto sacaron sus armas. Horacio fue el primero en bajar por las escaleras y con la vista de Halcón no dejó ningún lugar sin observar.

—De acuerdo, esto es extraño—Musitó el CSI siguiendo los pasos a su jefe y afirmando el agarre en su arma. Horacio dejó escapar un par de suspiros ladeando la cabeza, quizás esperando a que fuera una simple ilusión oscura de su mente ante aquella insólita escena frente a sus ojos. Sus pupilas se dilataron y un gran nudo se atoró en su garganta; Allí estaba Jamie Moore.

—Jamie—Balbuseó Delko bajando el arma al igual que Alexx. Lo que veían con tanto estupor era a una niña desnuda conservando solo las bragas y su piel dibujada de muchas hematomas en todas partes, recostada en un gran colchón entre sábanas blancas, tan blanca como la luz de la luna en la nieve. La jovencita estaba en posición fetal cubriendo sus senos celosamente con ambos brazos mientras que una suma cantidad de pétalos, flores y rosas blancas la rodeaban. El cabello largo y rizado se desparramaba entre las sabanas y puesta delicadamente en su oreja, una rosa roja como la sangre que se escapaba de su vientre, manchando la tela inmaculada. Ella era envuelta por olores azahares y su cuerpo emanaba fragilidad. Las luces amarillas de las velas se pintaban en su piel herida y la soledad de plomo y desconsolado mutismo abarcaba el entorno, con olor a muerte y la injuria vivida por esa niña se expresaba con solo mirarla. En ese entonces Horacio deseó articular palabras, jamás en su vida había quedado tan estupefacto y con una gris pesadumbre en su mirada azulina. Ese día, esa hora, esos minutos, esos segundo el desconsuelo de su viejo corazón se hizo presente por qué a lo largo de su carrera jamás pensó que podría toparse con algo tan desgarrante.

La médica forense fue la primera en reaccionar y avanzó a pasos lentos a Jamie mientras que sus orbes pardos como el café por la mañana, se nublaban de la conjoga.

—Chiquita, ¿Quién te hizo esto preciosa?—Con sutileza acarició sus cabellos con su mano enguantada y escudriñando los hematomas con atención, detrás del cuello y la espalda.

—Voy a tomar evidencias—Habló Eric con una voz apagada y taciturna, sacando fotografías en cada ángulo y tratando de no mirar las partes íntimas de la víctima por respeto. El teniente Caine se acercó a ella y su nariz se inundó de su agradable perfume, tristemente pensó que era muy hermosa para morir de esta manera. No dejó de apreciarla desde muy de cerca, sus facciones perfectas y finas, su rostro redondo y pequeño, sus mejillas con rastros de lágrimas y sus ocelos azules no desperdició nada a la vista, sus labios carnosos y rosados, luego aquella respingada y pequeña nariz y finalmente sus párpados adornados por largas y curvadas pestañas, pero lo que mas resaltaba de su bello rostro era aquel bindi rojo en el centro de su frente, Jamie era una muchacha preciosa. Todos enfrascados en sus mentes hasta que un pastoso gemido apenas audible llena de soledad y dolor llegó a sus oídos.

—Creo que estoy volviéndome loco.

—No estás loco, Eric—Respondió el mayor y posteriormente, quedó tieso cuándo descubrió que la puñalada en su estómago aún sangraba confirmando su teoría, ¡Los cadáveres no sangran!.

—Eric, llama a una ambulancia, ¡Está niña está viva!—Gritó desesperado y Delko acató las órdenes demasiado feliz. El mayor se quitó su Frac y la cubrió.

—Tranquila pequeña, resiste.—Animó la mujer presionando el vientre de Jamie para evitar la hemorragia, y para desconcierto de los dos, la chiquilla abrió con lentitud sus orbes dejando exhibir unos brillante ocelos verde esmeraldas y lo primero que sus ojos borrosamente capturaron fue aquel hombre de cabello rojizo, trató de sonreír a su héroe que la miraba con ternura pero más bien hizo una mueca.

—Me… duele—Musitó en un hilito de voz, su tono era rasposo y lastimero.

—Yo sé que sí, ¡Pero resiste Jamie!—Alentó el mayor sin dejar de perderse en aquellos ojos que lo cautivaban.

—Viene una ambulancia en camino, estará aquí en unos minutos—Informó el chico y Horacio, no desperdició más tiempo y con suma suavidad la acogió entre sus brazos sosteniéndola por su espalda y debajo de sus rodillas con tanta delicadeza, como si ella fuera de mármol o terciopelo. Salió de aquel sucio sótano y la llevó al exterior, Alexx y Eric empezaron a recolectar evidencias, uniéndose después Calleigh y Ryan. Los paramédicos apurados comenzaron a atender a Jamie bajo el llanto alegre y preocupada de la progenitora de la sobreviviente, y antes que ella subiera a la ambulancia, se abalanzó sobre Horacio y lo agradeció efusivamente.

Horacio Caine, por primera vez en su vida, quedó atontado por una escena bella y aterradora al mismo tiempo, inevitablemente su cerebro lo traicionaba trayéndole fugaces imágenes de Jamie Moore y él no era el único, pues su CSI, Eric Delko también fue cautivado por la chica entre las flores.