Hiro Mashima es el dueño de estos personajes.
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ABZURDAH
—Loneliness—
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Se encerró en su cuarto, suspirando con cansancio. Se había arrojado a la cama, incapaz de mantenerse de pie. Estaba cansada, pasada, agotada; había estado estudiando toda la semana para poder dar bien los exámenes y no podía evitar sentir que le había ido fatal. Además, en su preparatoria organizarían un festival de otoño y ella había sido seleccionada como coordinadora del curso por la delegada, sin tener la oportunidad de negarse.
Eso solo significaba una cosa: Estrés, estrés y más estrés.
Varios habían levantado la mano, diciendo que ayudarían con los preparativos, pero sabía que a fin de cuentas terminaría haciendo todo ella sola. Siempre sucedía lo mismo, se comprometían y luego se inventaban excusas para no hacer nada. Lo peor era que de alguna forma siempre conseguían llevarse el crédito de todo lo que hacían. Eso simplemente la enfermaba.
Peinó su flequillo y con cierta ansiedad balanceó una de sus piernas en el borde de la cama. Miró el techo, pensando qué podía hacer. Ya había terminado los trabajos para el día siguiente y se había encargado con los temas principales de la feria. Ahora le quedaban algunas horas libres y no sabía qué hacer con ellas.
Había optado por leer, pero últimamente lo que siempre había sido su pasatiempo favorito comenzaba a aburrirla y a desinteresarle. ¿Acaso debía comenzar a preocuparse ya o a qué estaba esperando? ¿A que no le gustara más inventar las tramas que ella misma inventaba.
Apretó los puños al sentir otra vez aquella sensación de vacío. Aspiró hondo y cubrió su rostro con ambas manos. ¿Cómo no sentirlo? Su padre trabajaba día y noche, ni siquiera bajaba de su despacho a comer con ella; su madre había fallecido cuando solo tenía cuatro años, apenas recordaba su rostro.
Vivía rodeada de sirvientes, no era que le desagradara la idea, pero ellos no eran capaces de darle ese cariño que necesitaba. Bah, Spetto de vez en cuando ocupaba el papel de confidente y la oía con atención. La mujer desde bebé la cuidaba, era como como una segunda mamá para ella. Pero cada vez tenía más trabajo y la veía mucho menos, casi nada.
No podía evitar preguntarse: ¿Para qué sirve la fortuna si siempre terminaría estando sola? ¿Para qué quería ser popular y estar rodeada de gente, aun sabiendo que ni bien se diera la vuelta ya le estarían clavando un puñal por la espalda? Al final era lo mismo estar sola o acompañada, si siempre tenía ese sentimiento de que algo le faltara.
Oh por supuesto que tenía amigas, cuatro confiables amigas a las que quería muchísimo, aunque últimamente se sentía extraña y distanciada. Ellas por supuesto que se preocupaban y querían ayudarla, pero consideraba demasiado estúpido su "problema" como para angustiarlas contándoselos. Siempre les decía que estaba bien y aunque al final terminaba convenciéndolas, no le creían. Y era cuestión de días antes de que le volvieran a preguntar.
Siempre era así.
El problema era ella; de golpe esa inseguridad en todo que sentía la hacía dudar de sus habilidades, no se dejaba llevar por la locura de sus mejores amigas como antes. Era como si no fuese la misma. Sentía a veces que no encajaba a la perfección, que esa racionalidad que tenía solía apartarla y marginarla.
Ya había perdido las ganas de todo. Ni siquiera aceptaba salir con ellas, hallando una excusa poco creíble. Tal vez le convendría más juntarse más a menudo con sus amigas luego de la escuela, como antes, que era verla alrededor de diez horas al día. Antes sí que hacían todo juntas. Quizá si intentaba volver a ser como antes esa sensación desaparecía sola.
Tocaron la puerta, de manera tímida y pausada.
—Pase —habló con suavidad.
—Le traigo la cena. —Una chica entró a su cuarto, con cierto gesto de temor en el rostro; era la nueva empleada. Traía en sus manos una bandeja repleta de comida, dejándola sobre el escritorio que se hallaba junto a su cama.
—Gracias —musitó con suavidad.
Cuando se fue, se acomodó en el asiento para comer. Tomó el tenedor de plata y comenzó a jugar con la carne que el plato poseía. Luego de varios minutos, casi sintiéndose obligada, se acabó el filete con ensalada que le habían llevado. Estaba inapetente ese día, pero sabía que si no comía seguramente preocuparía a los empleados, por ende, le comentarían a su padre y eso comenzaría con algo de nunca acabar.
No era como que de golpe dejaría de comer… ¿no?
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Continuará…
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Hola a todos.
Sí, esta vez he vuelto con mi tercer fic de Fairy Tail. Será mi primer NaLu, a decir verdad.
He querido centrarme en este tema, pues ya se imaginan de qué se tratará al leer el nombre, pues es una enfermedad que últimamente se hace muy presente en las chicas. Yo ya lo he sufrido y de alguna manera, quise tomar valor para poder hacer esto.
Este fic se lo dedico a Lightblue17, que es una gran amiga y que quiero mucho. Es una gran persona y bueno, debía agradecer todo lo que ha hecho por mí de alguna forma, ¿no creen?
Esto será un conjunto de viñetas, por ende, capítulos cortos. Intentaré actualizar seguido y como ya he dicho antes, puede que tarde, pero no significa que vaya a abandonar.
Ojalá les guste.
Besos.
Titania.
