Capítulo 1 – La vida que siempre quiso.
Los servicios de Sugawara le seguían llegando a Iwaizumi, bajos e inestables, le hacían perder el equilibro dejándolo fuera del primer contraataque.
El marcador estaba en 24/24. Era el último set que definiría al contrincante de la academia Shiratorizawa en las finales del torneo de primavera pero en ese punto el balón se negaba a caer. La finta de Kageyama que Oikawa no pudo detener a pesar de su sufrido intento por alcanzarla le dio el Match Point a Karasuno. Iwaizumi sintió la frustración y el enojo que se acumulaban peligrosamente en el cuerpo de su armador.
Aoba terminó pidiendo un tiempo fuera, Iwaizumi podía exteriorizar su enojo fácilmente, pero para su amigo de la infancia hacer eso era una historia aparte.
Oikawa se balanceaba en el duro camino de suplir su "falta de habilidad" con su mero esfuerzo y su inquebrantable fuerza de voluntad, porque aunque él mismo aceptara no ser un genio, ni el más habilidoso del campeonato podría retar la sólida determinación del castaño, cosa que pocos sabían, ese pocos se limitaba a Iwaizumi Hajime.
El balón estuvo de nuevo en movimiento, Sugawara y Kageyama cambiaron de posiciones al otro lado de la cancha dándole a Asahi la oportunidad de un remate limpio y libre de bloqueo, Hanamaki apenas pudo recibir el impacto que se fue desviado hacia la red afuera de la cancha.
Como si todo el gimnasio se hubiera silenciado de golpe, Iwaizumi solo escucho retumbar el chirrido del calzado deportivo de Oikawa contra el piso de la cancha, que iba desesperadamente a alcanzar el balón.
El castaño alzó un brazo en su dirección apuntando con el dedo índice, por un momento el tiempo se detuvo, su visión periférica se desactivó y lo único que el As de Seijoh pudo distinguir en su campo de visión fue la silueta de Oikawa en un fondo negro alcanzando el balón, girando su cuerpo violentamente con los brazos bien en alto armando la que podría ser la mejor jugada que pudo armar en su vida, salvar el balón fuera de la cancha, en un pase súper largo y rápido que se elevó paralelo a la malla directo al prodigioso remate del AS de su equipo y mejor amigo en quien confiaba más que en sí mismo, teniendo en cuenta que se hablaba de Oikawa Tooru, cuyo orgullo era el único que podía rivalizar con su ridícula determinación.
Ese hubiese sido el punto ganador del partido, pero del otro lado de la cancha también palpitaba el mismo hambriento deseo de ganar, de permanecer más tiempo en el partido, los feroces cuervos no iban a rendirse así como así, Daichi había recibido su poderoso remate que se fue hacia atrás, los antebrazos le quemaron, la fuerza con la que ese balón fue rematado también era ridícula, antes de que Seijoh pudiera celebrar la caída del balón del lado de Karasuno, Tanaka ya lo había mandado de regreso al juego en una desesperada salvada, hubiese sido un balón libre, una oportunidad de ataque fácil y servida en bandeja de plata, de no ser por el AS de los cuervos que haciendo gala de sus furiosas habilidades remató el balón desde la línea de saque, con toda su fuerza, con la voluntad de sus compañeros a cuestas.
Los siguientes movimientos para Iwaizumi fueron desde su perspectiva como ver el partido desde la tribuna, fuera de su cuerpo, aunque seijoh había logrado regresarla, ahora Kageyama se disponía a usar su mejor arma, Hinata remató el balón enfrentándose a su bloqueo de tres, de frente, mandando el balón en un recto que rozó el bloqueo de seijoh mandando el balón desviado a los brazos de Oikawa que estaban listo para una recepción.
El sonido que produjo el rebote del balón contra el piso despertó a Iwaizumi devolviéndolo a su cuerpo volteo a ver a Oikawa que aún mantenía su posición con los brazos estirados, había fallado la recepción y el balón ahora rodaba fuera de la cancha, de su lado de la cancha.
El árbitro hizo sonar el silbato anunciando el punto, el final del partido y su contundente derrota.
Habían perdido la semifinal del torneo de primavera en su último año de preparatoria, en su última oportunidad de superar a shiratorizawa
—No importa lo que digamos, esos son los resultados, su decepción no cambiara. Seguro lamentan alguna jugada, aun así déjenme decirles algo, fue una buena pelea —la voz gruesa y ronca del entrenador de Aoba caló en los corazones de cada uno en el equipo que dejaron salir sus lágrimas tratando de contener ligeros sollozos.
—Demos las gracias a la audiencia —la voz tranquila de Oikawa llegó directamente a los oídos de Iwaizumi, resonando en su cerebro.
—¿Cómo puedo ser la estrella, si ni siquiera pude anotar ahí? —se reprochó mentalmente, se mordió los labios y las lágrimas fueron escapando sin su permiso, el profundo sentimiento de frustración y decepción, le llegó hasta los huesos.
Oikawa, que se dirigía hacia la audiencia notó la expresión del pelinegro asestándole una palmada en la espalda justo sobre el 4 de su playera, pasó a su lado y siguió su camino, luego sintió el golpe de Hanamaki y Matsukawa, se limpió las lágrimas con el cuello de la playera y alcanzó a sus compañeros en la formación.
Ese era el final y no había nada que el pudiera hacer al respecto, se reprochó que tampoco pudo hacer nada, aun estando en el partido.
Abordó el bus que los llevaría de regreso a su preparatoria, se sentó en los primeros asientos individuales junto a la puerta deslizante, dejó su mirada en lo que había afuera de la ventana sin decir nada, francamente nadie se atrevió a pronunciar palabra en ningún momento del trayecto.
Oikawa vio la expresión de Iwaizumi, algo dentro de su cuerpo se arrugó, resignado se sentó en los últimos asientos de atrás, que aún estaban vacíos, fue el último en subir, ya que como capitán debía revisar que todo estuviera listo para regresar, otra razón para su tardanza fue un infortunado encuentro que lo había dejado aún más irritado. Normalmente, aunque forzado la mayoría de las veces, su puesto era junto a Iwa-chan pero el mismo rematador había decidido que esta vez no fuera así.
¿Iwa-chan estaba enojado con él?, ¿lo estaba culpando, acaso?, ¿ya no quería verlo más?, por un momento "la reina del drama" en su interior tomó el control de sus pensamientos inyectándole veneno ponzoñoso, en todo el trayecto el hecho de haber perdido el partido pasó a un segundo plano, por las inseguridades del castaño que seguían gritando desde el fondo de su estómago, sentía unas ganas horribles de llorar y quejarse en los brazos de su As, pero él no estaba ahí, no había nadie sentado a su lado.
No tardaron mucho en llegar, trató de bajar de primeras pero sus compañeros le impidieron el paso, para cuando bajó, ya Iwaizumi estaba dentro del gimnasio con el entrenador y estaban hablando, no habría sido problema acercarse y agregarse a la conversación pero Oikawa tenía un mal presentimiento, habían miles de sentimientos amargos revolviéndose en su estómago razón por la cual no concebía actuar como lo haría naturalmente.
La reunión terminó, Oikawa se apresuró a la salida aun sin cambiarse, dejándole la tarea de cerrar y recoger a los de primero, estuvo parado junto a un árbol a unas calles de la escuela por donde siempre pasaban camino a casa, Iwaizumi era su vecino así que aunque no quisieran, tenían que compartir el mismo camino de regreso, como lo hacían siempre.
El cielo empezó a ponerse oscuro, las horas empezaron a pasar demasiado lentas para su gusto, estaba cansado por los dos partidos que habían jugado ese día y el golpe en su columna que aun escocia, pero que podía disimular bastante bien.
Se preguntó si así se sentían esas chicas que nerviosamente lo esperaban de vez en cuando afuera de la escuela, para entregarle alguna declaración de amor, seguía de pie en la misma posición con las manos agarradas de la cinta de su mochila que cruzaba sobre su pecho, el tiempo pasó y pasó, ya era de noche, pero Iwaizumi nunca apareció.
Derrotado doblemente decidió regresar a casa, las luces en la residencia Iwaizumi estaban apagadas, supuso que Iwa-chan no había regresado aun, por un momento se preocupó, sacó su celular y contemplo el número del pelinegro incapaz de pulsar el botón para llamarlo. Soltó un suspiro, no se sentía capaz de escuchar la voz de su mejor amigo tan cerca de su oído, entró a su casa, su mamá estaría en su cuarto, seguramente durmiendo, por su enfermedad ya no podía trabajar y la mayoría del día debía mantenerse descansando, su hermana estaría en su trabajo de medio tiempo y Takeru seguro había salido a cenar con su padre.
Dejó sus tennis como cayeron en la entrada, caminó a la sala sin encender las luces, pasando por el mueble en el pasillo de la entrada, donde reposaban fotos de su sobrino, de su familia, de viajes y eventos escolares, en medio de todos los marcos había una especial, de una premiación de secundaria, cuando Oikawa fue condecorado como el mejor armador del torneo, en la foto tenía los ojos rojos, la nariz congestionada y rojiza, Iwa-chan a su lado le pasaba un brazo por encima sosteniendo en alto la placa mientras sonreía, esa era la favorita de Iwaizumi, su mirada se detuvo un momento en la vieja fotografía, sus ojos pasaron por la sonrisa infantil y sincera del pequeño pelinegro, algo en su pecho se arrugó lenta y sonoramente como una hoja de papel, arrastró los pies hasta la sala y se tiró en el sofá dejando caer la mochila a su lado.
—Ya regresé… perdimos —susurró para sí mismo dejando que unas cuantas lagrimas rodaran por sus mejillas, mirando hacia el techo de la sala sin emitir sonido alguno.
La vista de su habitación era amplia y hermosa, podía ver el campus desde su ventana, ese era uno de los aspectos de su nueva vida que lo enamoraban, encontró el lugar a finales de su primer año de universidad, apoderado del afán de buscar donde vivir que no le obligara atravesar la ciudad a diario, el único inconveniente era tener que compartirlo con un niño rico que en teoría era el dueño del apartamento.
Oikawa ahora empezaba su cuarto y último año de universidad, se graduaría en Economía y administración, recibió su invitación al equipo nacional de voleyball masculino japonés, a la mitad de su segundo año, llevaba viviendo con esa hermosa vista 2 años completos, se estiró con ganas, seguía en bóxers caminando hacia la ventana para abrirla y sentir la brisa apoyado en el pequeño balcón.
—Oikawa-san, ¿ya estas despierto? —una voz suave y firme le llegó del otro lado de su puerta.
—Sip! —contestó sin muchas ganas de moverse de su lugar.
Del otro lado el pelinegro ya vestido y con la mochila en la espalda caminaba por el pasillo hacia la sala sin importarle si el otro le había contestado o no, tomó las llaves del mueble junto a la entrada y salió del apartamento.
9, 10, 11, 12, Contaba los pasos desde la cafetería yendo hacia el Gimnasio, 13, 14, se detuvo y admiró la enorme cancha de futbol, el patio y las gradas que rodeaban el mini estadio de su universidad, esa era la vista que apreciaba desde su apartamento, el atardecer primaveral de Tokyo acaparó su atención por un momento.
15, Un grupo de chicas salían de la facultad de medicina, en cuanto lo vieron empezaron a murmurar cosas que el no alcanzo a escuchar, pero agradeció no tener que fingir interés al respecto.
16, 17, 18, 19, 20, levantó la vista, calculó unos 10 pasos más para llegar a la puerta del gimnasio de donde ya salía el característico sonido que producía el rebote de los balones.
—Ya es tarde Oikawa, ¿dónde estabas? —el tono serio y seco de su antiguo archienemigo ahora compañero de equipo lo alcanzó por detrás.
—Si, si, ya voy, ya voy —contestó sin mucho interés continuando su caminata; 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, ya estaba frente a la puerta del gimnasio.
—Ya volviiiiii ~! —Saludó con tono cantarín y una falsa sonrisa como solía hacerlo siempre.
—Vaya, buen trabajo Ushiwaka —Un pelinegro alto y fornido se acercó a ellos con un balón en la mano y las mangas de su playera, con el nombre de la universidad estampado en el pecho, dobladas sobre los hombros.
—Ya venía para acá cuando lo encontré —le corrigió el rematador mientras se ajustaba sus rodilleras en su lugar.
—Oh! Capitán-kun ¿me estabas buscando? —sonrió de nuevo Oikawa imitando al otro acomodándose su rodillera y su protector.
—Vamos! No empieces este año perdiéndote de esa manera, no pienso aceptar que no entrenes como se debe —Gruñó Daichi con un tono más de preocupación que de enojo.
—Oya!? De nuevo escapándote de los entrenamientos? —la voz ronca del AS del equipo resonó en todo el gimnasio justo detrás de ellos.
—Oh vamos! Tú también acabas de llegar! —Oikawa hizo un leve puchero señalándolo acusadoramente ante el evidente complot de su ahora equipo.
—EEH!? Yo tenía permiso! No me escapé en ningún momento! Verdad Daichi?! Verdad!? Verdad? —rápidamente se deshizo de su postura de AS, agitando los brazos, lleno de nervios corrió hacia su capitán, a pesar de sus 20 años Bokuto no había madurado nada.
Daichi disolvió la pequeña aglomeración que se había formado en la entrada del gimnasio, y dejando el tema de lado continuaron con la práctica.
Todos hacían parte del equipo de Voleyball Universitario más fuerte de todo Japón, con los jugadores más fuertes, Oikawa se había ganado su puesto como titular con la dedicación que ni el mismo Ushijima tenía, su capitán y Wing Spiker Daichi Sawamura, compartía la posición con Bokuto y Ushijima, aunque era más considerado por su impecable recepción y su agudo talento estratega, sin duda alguna formaban una alineación brutal.
Pero no acababa ahí, para los inicios de su segundo año fue convocado a los entrenamientos con la nacional, la Sub 20 Japonesa, Bokuto y Ushijima habían sido reclutados desde su primer año, encontrarse con Ushiwaka en la universidad y en el equipo nacional definitivamente le fue demasiado difícil al principio, pero ahora podía pasar de él fácilmente sin sentirse irritado el resto del día.
Si lo pensaba con detenimiento y exceptuaba el anterior detalle tenía la vida que siempre quiso.
