Disclaimer: X-Men es propiedad de Stan Lee, de Jack Kirby y de la Compañía Marvel
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Devoción
Dicen que lo de ella es devoción, devoción de la buena, de esa que te recorre todo el cuerpo, que te da escalofríos, que te hace sudar… que te hace gozar.
Eres única, y estás a su lado, siempre. Allá donde otros han caído, tú sigues ahí. Sapo, Dientes de Sable… todos ellos han fallado. Pero tú no.
Lo has dado todo por él. Le has sacado de la cárcel, le has salvado, le has protegido. Darías la vida por él. Porque querida, lo tuyo es devoción. Y así fue. No diste tu vida por la suya. Diste tus poderes por los suyos.
Y cuando el frío líquido penetró en tus venas, recorriéndolas y llevándose con ellas lo segundo que más quieres en tu vida, sabes que ha llegado el fin.
Ya no eres más Mística. Ya no volverás a serlo jamás. Eres Raven, de nuevo Raven. Siempre Raven.
Lo miras un momento. Tu devoción, al contrario que tus poderes, no se ha perdido. De momento.
—Me has salvado —dice él.
Se va, pero tú lo llamas. Inmediatamente se da la vuelta y tú ya lo sabes. Ya no hay devoción, ni cariño, ni fe… no hay nada. Absolutamente nada. Ya no eres uno de nosotros, dice él, eres uno de ellos.
Y allí, desnuda sobre el frío suelo de ese remolque que hasta hace unos minutos era tu cárcel, donde sólo tenías tus poderes y tu fe en él, donde te reías y amenazabas al guarda mientras te transformabas en el presidente o en la niñita que una vez fuiste, sabes que el final para ti ha llegado.
