Disclaimer: Naruto no me pertenece, es creación de Masashi Kishimoto.


"Dormir sobre nubes rosas"


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No sabía qué hacer ante un escenario como ese, sin techo, ni paredes, ni suelo, todo era negro e incluso empezaba a sentir náuseas de lo desorientado que se encontraba.

A la altura de sus pies aparecen dos ojos saltones del tamaño de su cabeza, cuyas pupilas horizontales rebotan dentro de los iris amarillos. Del suelo emerge un enorme sapo, el cual estira su lengua de manera violenta rozando su mejilla y agitando sus rebeldes cabellos. Todo sucede muy rápido: el animal se traga el cuerpo delgado de una niña casi tan pálida como él.

El suelo bajo sus pies empieza a temblar, y de un fuerte remezón, surge de la tierra la cabeza de una serpiente que despega hacia arriba sin detenerse; puede distinguir en su mandíbula, mechones de cabello rubio ondeando con el viento.

El terror se apodera de su cuerpo, retrocede dos pasos y cae, acaba de reconocer a ambas personas que acababan de ser tragadas por esos enormes animales. Frente a él, un camino pegajoso, brillante y transparente, lo guía hacia la única luz del espacio donde se encuentra.

(…)

Cuando Mitsuki despertó, no lo rodeaba ningún animal y la luz abría paso para dejar atrás las tinieblas y dar lugar a una mujer con rasgos parecidos a los de su compañera de equipo quien lo observaba con ojo clínico. La mujer se retiró los guantes y los dejó sobre una bandeja de metal, Mitsuki intentó levantarse pero un enfermero lo detuvo, ejerciendo un poco de presión sobre su pecho para devolverlo a la cama.

Los recuerdos de la batalla contra los hombres que irrumpieron el examen Chunin aparecieron de repente, alarmándolo. Se levantó como resorte y puso los pies en el suelo y, antes que la mujer y el enfermero pudiesen detenerlo, se aventó al suelo.

—Mitsuki, por favor, vuelve a la cama —pidió Shizune, quien le hacía señas al enfermero para que recogiera los tubos que se habían desprendido del cuerpo del muchacho.

—Necesito regresar —exigió Mitsuki, sosteniéndose de la pata de la cama.

Shizune, acostumbrada a tratar con adultos, no se consideraba capaz de hacerle frente a una rabieta infantil. ¿En esos casos debía de dejarlo en el suelo esperando que se tranquilizara o debía de someterlo y sedarlo sin su consentimiento? Suspiró pesadamente, sintiendo fuertes punzadas en el temporal de su cabeza.

—¿Quién está haciendo tanto escándalo?

La puerta de la habitación se abrió y una mujer de estatura media se acercó a él, mirándolo desde arriba con los puños descansando en cada lado de su cadera.

Era la mamá de Sarada, Sakura Uchiha.

El enfermero que ayudaba a Shizune se retiró sigilosamente, asustado, y la morena se limitó a masajearse la cabeza por el estrés que estaba padeciendo.

Sakura se agachó a la altura del niño y le tomó la mano, despegando sus dedos, uno por uno, de la pata de la cama. Él, que estaba tan débil, no opuso resistencia al sentir el duro tacto de la mujer sobre él. Ella no estaba vacilando como la señora de cabello negro, y por la reacción del enfermero, supo que debía tenerle cuidado. La mujer colocó un antebrazo por detrás de sus rodillas y con el otro brazo lo sostuvo de la espalda; en dos segundos estaba de nuevo en su cama y por alguna razón que desconocía, no se atrevió a tirarse de nuevo al suelo.

—Los niños no son mi fuerte —suspiró Shizune, cruzándose de brazos.

Sakura rio juguetonamente, a sabiendas que por esa razón, la otra discípula de Tsunade jamás había querido convertirse en madre. Dicen que las mascotas son otro tipo de hijos, pero para Shizune, Ton Ton no era más que su compañero, así que no podía considerar al gracioso cerdito como un hijo más; sin embargo, había hecho un gran trabajo cuando Sakura le había pedido cuidar a Sarada los días que tenía largas jornadas en el hospital.

La morena se retiró rumbo a la cafetería en busca de un café bien cargado.

—Sakura-san, necesito regresar al estadio —dijo sin titubeos.

Ella lo miró desde arriba, sonriéndole amablemente, mostrándose más accesible.

—Párate entonces —le dijo con una sonrisa, retándolo—, quiero ver si llegas a la puerta o te caes antes.

Mitsuki sopesó su propuesta un momento pero la desechó finalmente; lo único que iba a lograr era que la mujer se riera y lo cargara de nuevo de regreso a la cama. Tal vez, si intentaba el senjutsu, podría lograr recuperar la movilidad de sus piernas; pero he ahí el problema, él no sentía ese chakra demoledor dentro de su cuerpo. La miró indiscreto, ella hablaba con mucha firmeza pero su rostro transmitía dulzura y paciencia; curiosa contradicción. La vio conectar los tubos y parches en su cuerpo, y cubrirlo con la sábana; por un momento pensó que ella, como kunoichi, lo entendería.

—No siento mi chakra —confesó, intentando ser cuidadoso con lo que decía.

Sakura lo miró paciente, mientras le limpiaba el sudor de la frente con un pañuelo rosa.

—Es normal, Mitsuki, te encontraron inconsciente. Utilizaron una técnica muy avanzada contra ti y drenaron todo tu chakra. Es cuestión de tiempo y de descanso para que lo recuperes.

—No, no entiende —contestó un poco altanero, ese no era el chakra al que se refería, pero como no podía arriesgarse, se explicó de otra manera—: Yo no pude proteger a Boruto, ya no puedo protegerlo.

Ella tomó asiento a su lado y Mitsuki vio por primera vez en el día un brillo diferente en sus ojos verdes. Sakura por su lado se enterneció al verlo desilusionado por no poder hacer nada; por un momento se recordó a sí misma, solo que en ese tiempo ella no hacía más que llorar y nadie apostaba nada por ella, Mitsuki, en cambio, ya presentaba un gran potencial, ella lo había visto luchar en el estadio y su nivel era muy superior al de ella de pequeña.

Sakura suavizó su expresión y explicó:

—Entonces debes hacerte fuerte. Esta vez no pudiste protegerlo pero para la próxima batalla estarás listo, Boruto también, y lucharán juntos. Lo primordial es que encuentres tu fortaleza. Siempre habrá una forma de proteger a los seres que amamos. Yo, por ejemplo, curo personas. Soy un soporte —concluyó Sakura y con una dulce sonrisa, añadió—: me gusta serlo.

Mitsuki la observó conmovido, contagiándose un poco del optimismo de la mujer.

—Debió ser duro ser compañera del Hokage y de Sasuke-san.

Sakura lo miró gratamente sorprendida al notar la madurez con que ese niño le contestaba. Definitivamente era un chico especial.

—Durísimo, pero estoy contenta con lo que he logrado —explicó orgullosa de sí misma recordando su doloroso pasado. Tras verse sorprendida por el niño de mirada profunda, agregó—: y ahora curo niños inquietos que creen que pueden salvar amigos en ese estado.

Mitsuki le devolvió la sonrisa cómplice, pero esta no le duró mucho porque la preocupación regresó a su rostro en un santiamén.

—Boruto está bien, cariño —comentó Sakura, omitiendo la parte en la que el niño intrépido había seguido a su esposo para rescatar a su padre.

Consciente de que tenía muchos otros pacientes por atender, Sakura colocó una mano sobre la frente pálida y fría del menor e inició su trabajo final.

—No me duerma, por favor —dijo Mitsuki al percatarse del cálido chakra que se posaba sobre su frente e ingresaba disimuladamente en su cabeza.

—Solo te estoy relajando, para que…

Las palabras de Sakura se volvieron inentendibles, su rostro se difuminaba en pinceladas pasteles, y de su figura borrosa, resaltaban sus ojos verdes como dos destellos de luz.

Rosada mentirosa.


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Sakura movía en círculos la cuchara dentro de su taza llena de café distraídamente, cuando escuchó el timbre de la puerta retumbar la casa y sus pensamientos. Se levantó de su asiento con pereza, ajustándose la bata de felpa que arrastraba sin cuidado sobre su piso limpio.

Era domingo y lo único que esperaba era poder descansar en su casa sola porque su marido estaba de viaje y su hija se había quedado a dormir en la casa de su mejor amiga.

Sarada empezaba a independizarse y eso le dolía cada vez que lo recordaba. Sarada siempre iba a ser su bebé, así tuviera cuarenta años y vistiera la capa de Hokage. También había pensado seriamente en tener otro hijo, tema que iba a conversar con Sasuke cuando este retornara a la aldea.

Abrió la puerta sin ninguna expectativa, pero cuando vio al compañero de su hija parado frente a ella, sus ojos se abrieron de más y sus labios se despegaron de la sorpresa.

La última vez que había visto al muchacho había sido en el hospital, una semana atrás, después del incidente con los Otsutsukis.

Mitsuki le sonreía calmadamente, tendiéndole una rosa que había ocultado en la manga de su túnica la cual le quedaba grande.

—Buenos días, Sakura-sama —saludó el pequeño mientras ella tomaba con cuidado la flor de entre sus pálidos dedos —. Vine a pedirle que me acepte como su discípulo.

Sus ojos verdes relucieron como esmeraldas como siempre ocurría cada vez que alguien reconocía sus habilidades. Sentirse útil, reconocida y admirable siempre había sido su deseo más oculto, y que un niño lo hiciera, la conmovía al punto de las lágrimas.

El camino a ser el mejor ninja médico había empezado para Mitsuki.

:_:

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N/A: Al fin pude publicar esto adhjna me siento mejor, un peso menos en mis pendientes.

He de aclarar que como dice el resumen, es One Side (amor unilateral); no quiero escribir shota ni infidelidad. No me apetece. Por ahora :0

Esta mini historia (5 capítulos) vendría a ser un What if?, porque Pierrot es bien puto y no le dará protagonismo a la waifu.

¿A alguien le interesará? ;B