Estruendoso ruido, pensamientos impuros. Mala mezcla.

Damon Salvatore se encontraba de pie en frente del antiguo sofá de la gran mansión, con la mano ensangrentada y una mueca de pura rabia en su rostro. Lentamente, el tejido epitelial fue reconstruyéndose. Se llevó a la vista de los ojos para observar solo una leve línea rosada, la cual surcaba toda la palma. La impotencia volvió a inundar sus sentidos, la rabia se adueñó de su espíritu y el odio se instaló en su corazón. Nada era como él creía… Todos le engañaban, todos le mentían, nadie le quería...

Damon Salvatore nunca lloraba. Nunca lloró, ni siquiera de pequeño. Estaba hecho a prueba de fuego y metal, con una coraza blindada capaz de echar hacia atrás cualquier sentimiento o frustración. Pero esa noche era la excepción que confirmaba la regla.

Una lágrima salada le recorrió la mejilla, aún con el semblante imperturbable. Se la quitó con rabia, extinguiéndola y sin dejar rastro de ella. No quería ninguna evidencia de su debilidad, ningún signo de tristeza por su parte.

Se odiaba.

A él y a todos.

Elena… Solo ella abarcaba su mente. Katherine había pasado a un segundo plano en el cual no le parecía tan importante. Pero le dolía que Elena confirmara lo que la otra decía.

Le dolía saber que era solo un plato para pasar el rato, un entremés, mientras que su hermano era el principal, al que todos esperaban, al que todos admiraban y consideraban el héroe. El hermano bueno de los Salvatore.

Cayó de rodillas al suelo, llevándose ambas manos a la cara. No ocultó más sus lágrimas de dolor, no se avergonzó a la hora de gritar y berrear, no le importó que sus ojos cobraran el color rojo de la sangre y que empezara a verlo todo de ese color.

-Damon…

Sin pensarlo, fue hacia el cuello de la víctima. Sin dolor, eficaz y rápido. Succionó y succionó hasta notar como el latir del corazón ajeno se debilitaba hasta extinguirse por completo. Perderse en la oscuridad de la noche.

Apartó la cara de ese cuello, suspirando a la vez que saciado y miró a los ojos de su víctima…

Ojos inertes, marrones, sin vida.

Ojos antes expresivos que ahora no significaban nada. Ojos preciosos…

Los ojos de Elena.

_o_

Triste, pero me gusta mucho el Damon débil. Se ve tan vulnerable...

En fin, como casi todos saben, una historia (o en su defecto, escritora) se alimenta de los comentarios... Sí, es una indirecta muy directa xD

Muuuuack!