Título: Fortune
Palabras: 1,397
Summary:
—¡¿Ves?!—chilla—. El horóscopo tenía razón, ¡hoy ibas a encontrar al amor de tu vida!
Disclaimer:
Digimon no me pertenece.


Sora ve a Mimi por dos segundos y luego suspira, no hay manera en que esté hablando en serio. Espera que continúe con su lectura, pero al parecer está esperando una respuesta a su pequeña oración. Decide seguirle la corriente, al fin y al cabo, están aburridas.

—Mira que interesante —dice, con desgano, no creyendo en absoluto todo lo que Mimi le ha dicho.

Pero ésta ignora su obvia apatía y continúa en lo suyo.

—Ajá. Pero lo más importante es que, según la revista, ¡lo conocerás hoy!

Sora bufa.

—No me digas—replica con sarcasmo—. ¿Y también dice el nombre completo, dónde trabaja y número de cuenta bancaria?

—No, no da tantos detalles —responde Mimi y Sora le lanza una mirada significativa—. ¡Ya sé que no es cierto! Pero, ¿al menos podrías seguir el juego? —se baja del mostrador donde está sentada y coge un trapo—. Iré a terminar de limpiar las mesas —es lo único que dice antes de marchar.

Sora vuelve a suspirar.

No es que no quiera jugar a que le creen a las tonterías que dice el horóscopo con Mimi —vamos que han pasado más de dos horas viéndose las uñas y conversando sobre nada en particular—, pero lo cierto es que lo de la fortuna es tonto... muy, muy tonto. Cuando le dijo a Mimi que lo leyera, pensó que iba a hablar cosas sin sentido: «encontrarás un nuevo empleo, te ganaras la lotería, alguien de tu pasado regresará», o cualquier estupidez de esa índole. Claramente no pensó que se fueran a ir tan a lo básico. Según la revista, Sora va a encontrar el amor pronto, en el lugar que menos espera y va a ser instantáneo porque, claro que eso es posible.

¡Cómo si eso no dijera para todos los signos! Además... ella no está buscando el amor. Tiene citas regulares, con personas quizá no tan gratas, pero nadie puede culparla de que no lo esté intentando; que no haya conectado con ninguno es culpa de ella, y sólo de ella. Niega con la cabeza para olvidar el tema, falta poco tiempo para que sean las cuatro y eso significa que habrá más movimiento en la cafetería, ya que es la hora en que los universitarios de la tarde entran, y necesitan su dosis de cafeína diaria.

Coge otro trapo y camina en dirección opuesta a la de su amiga, al fin y al cabo… el día apenas está por comenzar.

.

.

—¡Te dije que era descafeinado, pelirroja! —grita una voz chillona y Sora pone los ojos en blanco, aparentemente los estudiantes están más necesitados de café que otro día.

Bueno, es lunes y obviamente la mayoría está con resaca. La muchedumbre hace que a Sora le cueste identificar un poco a la mujer, pero logra hacerlo después de un rato; alta, morena, con aire de mala actitud que se le sale de los poros. Genial.

—Lo siento —le dice mientras recibe el café—, a la próxima tendremos más cuidado —la mujer hace una mueca y ella finge una sonrisa. Se dirige a tirar el café al lavamanos pero una voz la detiene.

—¡Puedes dármelo a mí, si quieres! —dice la voz—. Seguro que está como lo pedí.

Sora se voltea rápidamente, porque no puede creer que haya un alma tan buena entre tanta gente, si lo votaba se lo hubieran descontado del salario. Busca ver entre los rostros quién tiene la pinta de salvador, pero no hay nadie: sólo un montón de gente desesperada, y un rubio guapo; se reprende mentalmente, no es momento de babear por los clientes. Sigue buscando con la mirada, pero no encuentra nada, aparentemente alucinó. Prosigue a continuar con su proceso de tirar el café no querido, pero es detenida nuevamente.

—¡Te dije que me lo dieras! —esta vez sí logra ver al dueño de la voz, y... santo cielo, ¡es el rubio guapo!—. Café negro sin azúcar, como me gusta.

Sora está estupefacta, pero de igual manera camina hacia él, le da el café y luego cae en la cuenta; el café no es negro, tiene leche y azúcar, mucha azúcar. Se detiene enfrente de él y se muerde el labio inferior, ¡oh buen hombre guapo! Es muy lindo lo que intenta hacer, pero el destino del café es ser tirado.

Se recuesta en el mostrador para que nadie más escuche lo que tiene que decir y lo invita a hacer lo mismo con un pequeño movimiento de cabeza. Él capta el mensaje y se recuesta un poco, tiene la mirada llena de sorpresa.

—Lo siento —susurra ella—, pero el café no es amargo, es más bien lo contrario a amargo —dice y él sonríe. A Sora le flaquean las piernas.

—No importa, estoy tan desesperado de café que me lo tomaré igual —contesta, con el mismo tono íntimo que ella empleó.

—¿De verdad? —pregunta Sora, totalmente embobada.

—Claro, además... ¿quién toma el café descafeinado?

Ella, ella toma el café descafeinado, pero no es momento de confesar cosas como esas.

—Nadie, nadie toma el café descafeinado —miente y le entrega, por fin el vaso de café—. Ojalá lo disfrute, ¡y vuelva pronto!

—Volveré, eso es seguro —responde él—; el servicio aquí es encantador —Sora se sonroja y él asiente en despedida—. Nos vemos, pelirroja —dice por último.

Ella lo ve salir no creyendo lo que acaba de pasar, ¿acaso ella acaba de coquetear con un cliente? Oh Dios... ¡ella lo hizo! Está a punto de hiperventilar, cuando las habilidades mentales de Mimi la hacen no volar hacia ningún lado.

—Exactamente Takenouchi —le dice con tono burlón—, acabas de coquetear con el rubio guapo mientras el pobre Hida y yo nos las apañábamos con los demás universitarios desesperados.

—¿Fui tan descarada? —pregunta asustada.

—Oh, sí... parecía que no interesaba nadie más, sólo él y su brillante sonrisa —sigue burlándose Mimi.

Ella quiere golpearse el rostro.

—¿Por qué no me detuviste? —la encara—. Me viste haciendo el ridículo con un hombre que posiblemente no volveré a ver nunca y no me detuviste. ¡Vaya amiga eres! —Sora está demasiado concentrada quejándose, por eso tarda en notar la mirada que le está lanzando su amiga—. ¡¿Qué!? —pregunta ya con algo de mal humor pero ésta no dice nada, más bien le hace un gesto con los ojos; que voltee.

Sora voltea rápidamente, porque seguro es un cliente. Y claro que lo es, pero no cualquiera; el rubio.

—Olvidé algo —dice luego de un pequeño silencio, dónde el rostro de Sora muta de enojo a pánico.

—¿Que al fin y al cabo sí quería su café amargo? —pregunta y puede oír la risa mal disimulada de Mimi atrás de ella. Traidora.

—No, el café está perfecto —dice él—, pero... —coge el brazo de Sora y ella se sorprende, ¿qué trata de hacer? Lo ve sacar un marcador de su pantalón y lo abre con la boca; bien, eso es fue un poco erótico. Escribe algo en su brazo y luego lo suelta, vuelve a tapar el marcador —. Ese es mi nombre, doy clases de música aquí cerca, soy el nuevo maestro que frecuentará esta cafetería.

Sora no sabe qué decir pero, ¡gracias Dios por las amigas que sí!

—Oh no se preocupe, aquí lo esperaremos gustosas... —Mimi jala su brazo y lee el nombre—. Señor Ishida.

—Sólo Ishida está bien para empezar —dice él y ve su reloj de muñeca—. Tengo que irme, la clase no tardará en iniciar, ¡nos vemos pronto!

—¡Adiós! —se despide Mimi por las dos, porque Sora aparentemente perdió la capacidad de hablar—. ¡¿Ves?!—chilla—. El horóscopo tenía razón, ¡hoy ibas a encontrar al amor de tu vida!

El rostro de Sora brilla en rojo tomate porque todo es demasiado irreal; ve su brazo y lee el nombre completo: Yamato Ishida, tiene que admitir que fue bastante original a la hora de decirle su nombre, cualquier persona normal sólo se lo hubiera dicho y ya, pero él buscó contacto con ella. Aún le quema el brazo por el suave tacto de su mano.

¿De verdad el horóscopo tenía razón? Nah, esas son puras estupideces; la fortuna, el horóscopo, la suerte, ¡todo es mentira! Lo único real es el destino, y Sora espera —muy en el fondo— que él sea el de ella.


¡Hola! Me tomó mucho tiempo tomar la decisión pero lo hice. Verán... en el topic Sorato he hecho muchos drabbles; prompts, palabras, ¡lo que sea! Y he tenido miedo de subirlos, pero las chicas y yo decidimos que cada una subiría algo en todo el mes para conmemorar que es el aniversario de ésta hermosa pareja y hoy me tocó a mi.

Espero les guste y, ¡gracias por leer!