Infidelidad al corazón

Y te encontrabas otra vez hay.

Te encontrabas en la cama de otro que no era tu novio, en la cama de otro que no es Regulus.

La pasión te envolvía de forma fiera.

Las mordidas y caricias, que dabas y recibías, se marcaban candentes en tu piel.

Tu boca ansiosa devoraba todo el placer que su cuerpo te proporcionaba de manera delirante. Lo sentías tan intensamente que cuando por fin entro en ti, creías que podías morir del placer que te regalaba.

Una, dos, tres, diez, veinte, no sabías cuantas envestidas y cambios de posición después, el culmen les llego a ambos en una espiral de fantasía tan real que sentías tu cerebro derretirse como un helado expuesto al más caliente de los veranos.

Al terminar con tu cabeza recargada en las almohadas y tu cuerpo bajo una delgada sabana, te invadía una sensación de bienestar que te era perturbadora al no poder obtenerla cuando te encontrabas en los brazos de Reg.

Entre el sopor post orgásmico y la conciencia que te quemaba como un acero al rojo vivo disfrutabas de sus caricias en tu espalda baja. El hacía figuras imposibles con un tacto tan suave que cualquiera que le conociera y se lo contases, no sería capaz de creer lo.

Pero tú sabías que tan capaz podía ser para tratar a alguien con la dulzura del azúcar puro, y lo delicado que podría ser su tacto.

Sentiste sus caricias hasta casi quedar inconsciente. Y en la espesura del sueño le sentiste besar tus hombros y susurrarte un te amo que sabías correspondías pero no podías decir.

Se colocó de costado abrazándote por la cintura y luchando contra el sueño esperaste a que estuviese profundamente dormido para volver a besar sus labios, acariciar su rostro y vestirte para salir e irte a casa.

Ya en la puerta a unos pasos de salir, tu teléfono sonó con ese timbre cuya melodía era la que menos querías escuchar en ese momento, ya que sabias de forma inconfundible pertenecía a Regulus.

-hola Reg- con un sabor amargo contestaste.

-hola mi querido Severus- su tono duro pero cariñoso te hizo sentir más culpable que al contestar- quería saber si quieres ir al cine más al rato-

-lo siento, estoy realmente cansado- las mentiras ya no te costaban y la sensación de la culpa por la infidelidad ya no te molestaba al ver su sonrisa cuando se encontraban –tal vez mañana-

-está bien, mañana pasare por ti, te veo a las 5-

-estupendo, mañana nos vemos-

-te amo mi Severus- un silencio y un nudo en la garganta.

-también te quiero Regulus- colgaste y giraste la vista hacia la puerta cerrada a tu espalda.

Caminaste hacia la calle con dirección a tu hogar rememorando las caricias de Sirius en tu piel y todo lo que tu interior sentía a su lado.

Sabías que debías terminar con Regulus y ofrecerle todo de ti a Sirius, pero no tenías el valor de romper el corazón de Reg y tampoco podías dejar a Sirius; porque eras un cobarde y seguirías siéndole infiel a tu corazón.