disclaimer: harry potter © j.k. rowling.

nota:
#1. esta es una traducción de unsphere the stars de cocoartist. tengo el permiso de la autora.
#2. en inglés es bastante fácil hacer que cualquier palabra se vuelva un verbo. agregar el sufijo 'un' a una palabra la invalida. la traducción más literal del título sería 'desesferar las estrellas.' por motivos estilísticos, lo dejaré en inglés.


"No existe ni el bien ni el mal, sólo el poder y los que son demasiado débiles para buscarlo."

— Algún idiota que disfrutaba de la rima interna.


19 de septiembre, 1998. Tarde.

La guerra se había terminado, y el mundo (o por lo menos el 'mundo' según la familia Weasley) se había reconstruido casi por completo. No había tardado mucho. El castillo ya había sido restaurado con el fin de abrir las puertas el primero de septiembre; el Callejón Diagon no tardó demasiado en alcanzar su usual estado de ajetreo bullicioso. Incluso la sospecha y el miedo habían empezado a desvanecerse - después de todo, las memorias de la gente no duraban tanto.

Y así fue que, un día, un año y tres meses después de lo que se conocía como la Batalla de Hogwarts, no parecía existir razón alguna para no celebrar. Hermione Granger, que acababa de cumplir los veinte, estaba sentada en La Madriguera rodeada de pelirrojos y amigos mientras abría sus regalos, libre del miedo que la había consumido por años. La cicatriz de Harry Potter no había ardido por un año y tres meses: todo iba bien.

En efecto, la vida había estado tan tranquila que casi fue un alivio cuando algo sucedió y la vida, por lo menos para Harry, regresó a la normalidad. Ocurrió una crisis.

Todo iba bien, por lo tanto, hasta que Hermione Granger se desvaneció de la sala de estar de La Madriguera frente a sus ojos sin advertencia alguna, dejando envoltorios de regalo color azul y una nota donde sus pies habían estado un segundo atrás. Durante la confusión y el griterío siguiente, Harry recogió la nota pegada al papel, más perplejo que preocupado.

Hermione,

Con mis más sinceras y profundas disculpas—

Y cariño,

AWPBD

El tiempo, debemos recordar, es cualquier cosa - todo - menos linear.

¡Dumbledore! El Director había estado muerto por dos años ya, pero Harry no necesitaba de su firma para reconocerle la letra. Aplastó la esperanza inmediata y errante de que Dumbledore pudiera todavía estar vivo y releyó la nota. No tenía ningún sentido.

¿Dónde rayos estaba ella? ¿Y cariño? De por sí mismo eso volvía las cosas aún más extrañas - ¿quizás era una broma o algo por el estilo? Pero no, no lo parecía y, bueno, esa sí que era la letra del Director. Ex-Director. Había sido la letra, mejor dicho.

—¿Qué sucede, Harry? —preguntó Ginny, después de que se aquietara el zumbido de pánico y confusión.

—No lo entiendo —respondió él, todavía mirando la peculiar nota—. Es de, bueno, de Dumbledore. ¿Alguien vio que era el regalo?

—Se veía como una especie de esfera en mi opinión —dijo Arthur, que había tenido la posición más ventajosa—. Con algo dentro, ¿una casa, quizás? Y um - nieve, tal vez - y después brilló un poco y ella… ya lo saben. Desapareció.

Se sentó con pesadez en la silla, luciendo repentinamente más viejo de lo usual, al menos desde el fin de la guerra.

—¿Dónde está? —preguntó Ron en voz alta. Sin duda alguna acabaría gritando a menos que la desaparición de Hermione fuera explicada pronto, a pesar de que no había manera de que alguien supiera la respuesta.

Sí, las cosas habían vuelto a la normalidad.

—No lo sé, Ron, pero creo que hay alguien a quien le podemos preguntar.

—¿Quién?

—El cuadro de Dumbledore.

Oh. Ya veo. ¿Hogwarts, entonces? —Ron pareció animarse un poco ante la idea de tener algo que hacer—. Es probable que regrese pronto. Estará bien si tiene que ver con Dumbledore.

—Hogwarts —afirmó Harry con pesadez, sin querer contradecir la declaración de su amigo. Sí que estaría bien si tenía que ver con Dumbledore, pero sólo eventualmente. Era tranquilizador tener una crisis de vuelta, pero no de modo positivo. Había estado disfrutando tener la vida más o menos tranquila que siempre había querido.


Se Aparecieron desde La Madriguera hasta Hogsmeade y caminaron hasta el castillo. Era bastante fácil para Harry, siendo quién era, el atravesar cualquier puerta, y después de tocar la campana un profesor que ni él ni Ron conocían apareció para dejarlos entrar.

—¡Señor Potter! Bienvenido, bienvenido - ah, así está bien. —Las grandes puertas se abrieron mientras el hombre hablaba—. Entre, y el Señor Weasley también, claro. Qué honor, qué honor.

—¿La Directora está en su oficina? —inquirió Harry con brusquedad, todavía sintiendo incomodidad ante la atención.

—No en este momento, pero los acompañaré hacia allá. Soy el nuevo Profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, señor Potter. Hengist Fume. A su servicio.

El hombre prácticamente se inclinó. Fue terriblemente incómodo.

—Gracias, Profesor Fume. ¿Deberíamos…?

—Sí, sí, claro, por aquí, se - er, por aquí, por favor.

De puerta a puerta desde La Madriguera, fue menos de una hora hasta que se encontraron sentados en el despacho de McGonagall, aunque les tomó un poco más de tiempo deshacerse del nuevo profesor, que era un poco cansino y bastante repetitivo. ¿Quizás el puesto todavía estaba maldito?

—Hola, profesor —dijo Harry al retrato de Dumbledore una vez que el hombre se hubo marchado. Dumbledore, que parecía haber estado dormitando serenamente en su silla, se despertó con un sobresalto que Harry no encontró del todo creíble.

—Hola, querido muchacho, y un saludo a usted, señor Weasley. Qué agradable es verlos a ambos luciendo tan bien alimentados. ¿Y cómo van las cosas en el mundo? —les sonrió con aire ambiguo, ya empezando a cerrar los ojos.

—Um, van bien, profesor, pero -

—¡Hermione está desaparecida! —anunció Ron ruidosamente antes de que Harry pudiera continuar—. ¡Ha desaparecido y todo es culpa de su regalo!

—Vaya, vaya. No hace falta gritar, señor Weasley. ¿Cuál es la fecha de hoy? ¿Es que ya es hora? Oh, el tiempo ha pasado rápido… parece como si fuera ayer que ella estuvo aquí, saben. O quizás sí que fue ayer, aunque por supuesto han pasado años. Tiempo, mis queridos muchachos… el tiempo es muy extraño, como han de saber. Se mueve con tanta rapidez cuando lo desea, y cuando no se arrastra con más lentitud que uno puede soportar. La señorita Granger desaparecida. Bueno, aquí estamos. Me atrevo a decir que ella regresará a tiempo, muchachos, y que ustedes no deben preocuparse mientras tanto. Ella está perfectamente a salvo, o tan a salvo como podría estar en cualquier otro lugar.

—¿Pero DÓNDE ESTÁ? —rugió Ron.

—Bueno, puede que esté en Hogwarts ahora. No puedo decirlo con certeza; el tiempo se mueve con un paso tan diferente cuando lo necesita, saben, como ya lo he explicado —Dumbledore cerró los ojos otra vez, y roncó con suavidad.

—¿Aquí? ¿En el castillo? ¿Ahora mismo?

—¿No ha estado escuchando nada de lo que digo, señor Weasley? Usted no la encontrará aquí. En efecto, no será capaz de encontrarla en ningún lugar. Se ha marchado a hacer lo que debe, lo que siempre ha hecho.

—No entiendo —intercedió Harry antes de que Ron pudiera interrumpir otra vez—. Por favor, Profesor, ¿podría explicar con algo más de - er - claridad?

—¿No es obvio? La pregunta que deben hacer no es 'dónde está', sino 'cuándo está.'

Eso silenció a los dos jóvenes mientras intentaban resolver lo que les habían dicho, y el retrato lució satisfecho. Pronto el momento hubo terminado, sin embargo, y los otros retratos empezaron a despertarse de sus siestas de tarde cuando Ron comenzó a gritar.

Dumbledore se las arregló para despertarse otra vez antes del final de su diatriba. Esperaba no haberse delatado a sí mismo. Si tan sólo tuviera todavía sus sorbetes de limón para animarse. Algo en sentarse todo el día en una oficina tibia lo ponía soñoliento, y reunir la energía para visitar alguno de su sotros retratos parecía menos y menos tentador cuando podría quedarse allí, en aquella habitación que había amado más que a cualquier otra…

Una vez que Ron por fin se sentó, cabeza entre las manos, Harry volvió a tomar el mando.

—Déjeme ver si lo entiendo, señor. ¿Está diciendo que ella ha viajado en el tiempo? No lo entiendo. ¿Va a cambiar algo? La guerra ha terminado.

—Oh, Harry. Me arrepiento de que las teorías del tiempo no hayan sido estudiadas más extensamente. ¿De seguro recuerdas tu propia aventura con tales cosas? Herm - ajem, la señorita Granger ha viajado porque siempre ha viajado, si deseas verlo de esa manera. Prefiero pensar que el tiempo no es linear, sino una cuerda enroscada. Pero nada cambiará a menos que ya lo haya hecho. Recuerdo su llegada muy bien. Era una chica tan lista y valiente. De todos modos es extraño cómo uno puede olvidar las cosas a través de los años, ¿no es así? No había olvidado por completo su extraña aparición, claro, ¿cómo podría? Pero ahora es otra persona para mí. Aunque claro que el tiempo no se parece en nada a una cuerda. Debes recordar eso, Harry.

—Acaba de decir que lo era —dijo el reacio salvador con los dientes apretados. Todos los menos en la vida de Harry en los que se había sentido intelectualmente limitado había tenido lugar en esta oficina.

—Así es, pero era una metáfora —dijo Dumbledore jovialmente—. El tiempo es como un tapiz, o una cuerda, y sin embargo está claro que no es como ninguna de esas cosas. No obstante, puede que te ayude el decir que la señorita Granger ha viajado 'hacia atrás.' Pero divago. No sé cuándo es que ella elegirá, er, regresar a sus vidas. Está muy ocupada. Puede que la encuentren bastante cambiada, Harry, y debes permitirle que comparta su historia como ella desee.

—Por favor, Profesor - por lo menos díganos a qué tiempo se fue —pidió Ron, con más sensatez de la esperada. Se veía en el precipicio entre asesinato y lágrimas.

—Bueno, si están seguros de que desean saber. No hay nada que puedan hacer en este momento excepto esperar a que ella los encuentre.

—Estamos seguros —interrumpió Harry, aplastando un pánico incipiente. Hermione. La única persona que nunca lo había abandonado.

Hermione atrapada en el pasado.

Hermione, sola.

—Ha viajado para aparecer en mi salón de estar, a fines de julio de 1944.

¿1944? ¿Por qué?

—¡Porque en ese entonces es cuando llega, querido muchacho, hace tantos años! ¿No me has estado escuchando en absoluto? Ahora, si me disculpan, es hora de mi siesta…

—Pero ahí es cuando -

No había caso, porque el retrato ya roncaba con gentileza. Harry reconocía una despedida cuando veía una. Quería gritar de frustración. El viejo cobarde. Sabía quién estaba vivo y bien al acecho en el pasado.


Poco antes de medianoche, 24 de julio, 1944

Albus Dumbledore disfrutaba de una tranquila tarde en la biblioteca de su hogar con un aguardiente infernal bastante grande. A pesar del clima templado, llevaba sus pantuflas de terciopelo naranjas, sus favoritas. Otorgaban un fino contraste con la seda verde bosque del puff en el que descansaba los pies, y un encantamiento refrescante lo volvía bastante cómodo. En tales días era agradable tomar un descanso.

Albus estaba escuchando una de sus obras favoritas, escritas por el principal dramaturgo mágico de la época, Mungo Yllamastar. Era una historia espléndida con varios malentendidos entre personajes que se enamoraban de las personas equivocadas tras beber pociones de amor. Ya quedaba poco espacio en el corazón de Dumbledore para el romance.

Tres semanas antes había derrotado al único hombre al que había amado en un sañudo duelo.

De hecho, aquella era la primera oportunidad que había tenido para relajarse en varios años. Era inusual y por lo tanto particularmente placentero tener una tarde para sí mismo. Poder sentarse a solas en su encantador y solitario hogar.

Y entonces una jovencita se materializó en medio de su salón. Un momento estaba solo, el siguiente ella estaba despatarrada boca abajo sobre la alfombra, frente a su chimenea apagada.

Magia que brillaba con un extraño color se arremolinaba alrededor de ella. Un color vetusto. No era de extrañarse que sus protecciones no le hubieran impedido la entrada. La curiosidad evitó la violencia.

—Buenas tardes —dijo con sobriedad, empuñando su nueva varita detrás de los pliegues de su túnica mientras la chica miraba alrededor, sorprendida—. ¿Puedo preguntarte quién eres y cómo es que llegaste aquí?

Su manera de vestirse era extremadamente extraña: las piernas envueltas en alguna clase de toscos pantalones azules, y los brazos desnudos casi por completo gracias a su apretada blusa.

—¡Profesor Dumbledore! —exclamó la chica, poniéndose de pie.

Estaba seguro de que nunca antes había visto a la chica, pero después de todo él era bastante famoso. No era imposible que ella lo conociera.

En especial si ella lo había buscado a propósito.

Miró directamente a los ojos marrones de ella con todo su poder. Pero aquella dirección no ofreció respuesta: sólo una habitación sin puerta y sin ventanas y estantes y estantes de libros, encerrados detrás de paredes transparentes pero impenetrables. Se devolvió por donde había venido.

Se observaron con fijeza el uno al otro por un momento, y tuvo la peculiar sensación de que ella sabía lo que acababa de intentar.

—Puede que esto suene terriblemente improbable, señor, pero creo que usted mismo fue el que me trajo hasta aquí. Hace unos momentos era 1999, y yo estaba celebrando mi cumpleaños. Abrí un regalo - de usted - y lo siguiente supe es que estaba aquí -

Escuchó, fascinado por el hecho de que ella apenas si tomaba un respiro mientras divagaba por su escandalosa historia.

—… no sé cuántos años hacia lo uno podría llamar el pasado, pero claro que no lo es porque no es mi pasado pero sí es su presente, y supongo que ahora también es mi presente…

En ese punto vio que los ojos de ella se tornaron vidriosos.

—Pero no sé cómo más referirme a esto. Ni siquiera sabía que alguien podía viajar tanto en el tiempo, aunque presumo que sólo he sido movida entre la casa de los Weasley y aquí y el tiempo se ha - que - ¿acomodado a mi alrededor? ¿Pero por qué me trajo hasta aquí? El Dumbledore que yo conocí debe haberlo sabido con anterioridad, lo que significa que ya he estado aquí cuando decidió enviarme - quiero decir, que debo haber estado aquí desde el principio… Señor, ¿cuál es la fecha?

No era a menudo que Albus Dumbledore se sentía sorprendido por las respuestas de los que lo rodeaban, pero esta joven parecía tener un manejo aceptable de las teorías del tiempo (por lo menos en cuanto a su entendimiento del tiempo fuera de las calificaciones dimensionales ordinarias y también parecía inusualmente, quizás hasta antinaturalmente serena.

Qué interesante. Si ella decía la verdad entonces más tarde en su vida él poseería tal poder y entendimiento. Sería emocionante de ser verdad.

Pero era algo que todos los teoristas del viaje por el tiempo mágico consideraban imposible.

—¿De verdad debo creer que yo mismo te traje aquí? ¿De 1999 a 1944? ¿Puedo preguntar si tienes alguna evidencia?

—La única prueba que puedo ofrecer es el objeto que usted me dio, y que creo me trajo aquí. Había una nota que decía —y aquí ella adquirió un tono de estar recitando, lo que lo llevó a sospechar que estaba citando palabra por palabra— Hermione, con mis más sinceras y profundas disculpas, y cariño, APWBD. Y después escribió: El tiempo, debemos recordar, es cualquier cosa, todo, excepto linear.

Su remarcable compostura se mantuvo al entregarle una esfera. Gesticuló hacia la mesa junto a su silla. Uno no maneja objetos de tal poder con ligereza hasta que sus orígenes sean certificados.

—Lo examinaré más tarde, señorita - Hermione… ¿Hermione qué, si puedo preguntar?

—Granger, aunque supongo que si he de quedarme aquí por un largo tiempo no debería usar ese nombre. Ya he roto una de las leyes fundamentales del tiempo al hablar con usted y decirle que soy del futuro. Pero usted fue el que me trajo hasta acá, ¿cree que eso está bien? —preguntó ella con ansiedad, y sin darle tiempo de responder—. ¿O he cambiado las cosas? Pero desde luego que he estado aquí todo el tiempo. Siempre he estado aquí. Quizás todo lo que he hecho ya ha tenido su efecto cuando yo nazca y yo sólo no lo sabía. Esto es muy extraño. Creo que estoy entrando en pánico.

Albus Dumbledore rió entre dientes, por primera vez en semanas. Ella era muy, muy, muy interesante. Anhelaba pedirle que hablara sobre el futuro, asumiendo que ella decía la verdad, ¿pero podría lidiar con el conocimiento? ¿El poder que le daría?

No. Debía contenerse a sí mismo. Merlín sabía que la tentación de usar su conocimiento sería arrolladora.

Sacudió una mano y una botella de aguardiente infernal flotó y se derramó en un vaso, que tan sólo un par de segundos antes era un lápiz. Ella no lució sorprendida ante este descuidado espectáculo de magia sin varita.

Otro aspecto de la nota que según ella él le había enviado lo desconcertó. Aparentemente le había dado su amor. Para que él le expresara amor a una joven de veinte años indicaba una conexión familiar o una amistad muy larga.

—¿Cuál es nuestra conexión en mi futuro y su pasado, señorita Granger?

—Usted fue mi Director. Y, bueno, no puedo decir mucho pero había un mago oscuro. Usted se enfrentó con él y yo también. Así que tuvimos una limitada interacción fuera de Hogwarts. —Pausó y pareció considerar sus palabras cuidadosamente antes de continuar—. Si se está preguntando por qué me envió su amor, no es algo que haya dicho antes. En realidad yo quedé un poco sorprendida, pero quizás hemos pasado más tiempo juntos en este periodo. Pasaremos. Usted le explicó a un amigo mío el gran poder del amor, que usted creía que nos ayudaría en la guerra.

De creerle, habría otro mago oscuro contra el que se tendría que enfrentar. ¿Nunca iba a terminar?

—Me encuentro inclinado a creer su historia por ahora, señorita Granger, pero ya es tarde. Creo que debería irse a dormir y hablaremos de esto cuando he tenido algo más de tiempo de absorber esta situación. ¿Tiene hambre?

—Un poco. Siento que he estado viajando un largo rato. ¿Dónde debería dormir? ¿Hay alguna posada cercana en la que pueda quedarme?

—Puede quedarse aquí por esta noche. Si fuí yo el que la trajo hasta aquí debo tener una buena razón. Hasta que entienda cuál es se quedará conmigo. Mi elfo doméstico le enseñará su habitación y le traerá comida. Jingo.

—Gracias, eso es muy amable.

—Apreciaría si tuviera la gentileza de dejar su varita conmigo. Una pequeña precaución, usted entiende.

Ella dudó sólo un momento antes de dejar su varita en la mesa junto a él.


Una vez más a solas, Dumbledore miró la esfera, que yacía reluciente en la mesa de caoba. La nieve mágica dentro se había asentado y se dio cuenta de que la casa dentro de la esfera era su casa. Esa casa.

Ahora que la chica se había marchado parecía más probable que fuera alguna clase de arma. No respondió a ninguno de los diagnósticos para magia negra, así que al final la recogió.

Una vez más la esfera empezó a brillar un extraño color, y en un pestañeo estaba sentado en la oficina del Director en Hogwarts. Estaba repleta de muebles y posesiones que reconoció como suyos y no de Armando Dippet.

Frente a él, detrás de un enorme escritorio, había una versión mayor de él mismo.

—Hola —se saludó con educación—. ¿Dónde estamos?

—En tu mente. No me he lanzado a mí mismo a través del tiempo y el espacio. He dejado… una huella en la esfera, algo así como un retrato. No durará mucho y se desvanecerá cuando regreses, así que debemos ser breves. Recuerdo lo sorprendido que me sentí ante la presencia de la señorita Granger, por lo que permíteme explicarte. Ella es importante, y debes tener una confianza implícita en ella. Puede que en ocasiones se vea… tentada, pero ten fe en ella. En mi propia memoria del tiempo que ahora vives, adopté a la señorita Granger como prima para otorgarle un alibi. Ella se convirtió en la hija de Cerdic Dearbon, que aceptó la mentira con amabilidad. Debes ayudarla a alcanzar su potencial de grandeza.

—¿Por qué esta chica?

—Sólo porque siempre ha sido ella. Una de las grandes paradojas del Tiempo. Ella vino hacia mí, enviada por mí mismo, y por lo tanto yo te la envío a ti. Irá contigo a Hogwarts, y le aceptarás como tu aprendiz personal. Será la hija que nunca tendrás. Necesitas la compañía ahora más que nunca.

—No darle un vistazo a su mente, no ver el futuro - la tentación es demasiada. No podré.

—Si te asomas a mirar, sabrás de cosas que no deseas saber ahora. Serás tu propia Cassandra. Su mente siempre ha sido organizada pero el hechizo que la envió de vuelta la ha cerrado bajo llave. Tendrías que causar mucho daño para poder ver lo que hay dentro. Llévala a Hogwarts y ella será tus ojos y oídos entre los estudiantes, además de la digna recibidora de tu conocimiento. Hazla tu legado para mantener el mundo a salvo incluso cuando nos hayamos marchado a la próxima gran aventura. Y, claro está, ella puede ayudarte con el más grande y secreto de tus descubrimientos: como la enviaste aquí.

El Dumbledore mayor pausó y sus ojos brillaron con aire travieso.

—Puede que también necesites, er, alterar algunos registros de nacimiento. Después de todo, va a necesitar familia. Hay ciertas personas, un estudiante en particular, que sentirá curiosidad sobre sus antecedentes si ella aparece de la nada. Sentirá curiosidad de todas maneras, por el favor con que la tratas. Déjalo que esté interesado pero él no puede saber la verdad. Ahora que te he dicho todo lo que es importante, mi querido ser, es hora de decirte adiós y buena suerte.

Abruptamente, la habitación se desvaneció en niebla, y Albus se encontró sentado junto al fuego una vez más, observando la esfera vacía con mucho en lo que pensar, varios favores que pedirles a viejos amigos, y un estudiante al que tendría que observar aún más de cerca.


Nota de la autora: una disculpa para todos los que prefieren apegarse al canon como yo. He movido el duelo de Dumbledore y Grindelwald un año atrás. Este fic es en su mayor parte canónico (hasta 1998) pero flexible.