Summary: «Cuando niña, su madre solía decirle que las personas eran como una estación, sin embargo, ella jamás supo relacionar ambas cosas tal como Layla podía hacer. Fue gracias a Natsu, años después, que logró entenderlo.»
Disclaimer: Fairy Tail no es de mi propiedad. Pertenece a Hiro Mashima.
Ranted: K.
Palabras: 1034.
「EL JUEGO DE LAS ESTACIONES」
Capítulo único.
Su madre solía decirle, en su niñez, que las personas eran como una estación. Decía que, estudiando sus características y actitudes, podía denotar cuál estación se le equiparaba a cada quien. Es como un juego, le dijo alguna vez.
«¿Cuál soy yo, madre?» recuerda haberle preguntado en una ocasión, maravillada con la gracia de aquél juego.
«Para mí, eres una primavera; eres risueña y llena de color, como ella. Esperar tu nacimiento, fue como esperar todo un invierno para tu padre y para mí.»
Sin embargo, ella nunca aprendió a clasificar la personas tal como Layla solía hacerlo. Era difícil, a su parecer. Una persona podía tener demasiadas cualidades en sí —algunas opuestas entre ellas mismas a veces, y eran muy pocas estaciones para elegir. ¿Cómo es que su madre lo hacía con tanta facilidad y simpleza? Pensó que sería cosa de su edad; que había cosas, como siempre le decían, que no comprendía. Pensaba que a medida que creciese, comprendería el juego. Y, de igual forma, ella seguía intentando, como una especie de tributo a la memoria de su madre. Con cada persona nueva que conocía, intentaba jugar a modo de práctica.
Pero aun cuando ya había crecido el juego seguía resultándole indescifrable. ¡Era demasiado difícil! Incluso probó encasillar a sus amigos, creyendo que, al ya conocerlos bien —tan bien como se puede llegar a conocer a una persona— se le facilitaría la labor. Mas el resultado fue el mismo. Gray era una mezcla entre otoño e invierno; era ciertamente melancólico, y un tanto frío. Nunca supo como clasificar a Erza, ni a Charle, ni a Happy, ni a Levi —ni a los otros miembros del gremio. Y Wendy era otra primavera, como ella, ¿verdad? No estaba segura.
—Con mi madre teníamos un juego—le confesó a Natsu una noche de insomnio compartido entre las sombras de su departamento—. Bueno. Ni siquiera estoy segura de si era un juego. Es algo que ella me dijo una vez, seguramente para que dejara de preguntar.
No obtuvo ninguna respuesta, pero a su lado, estaba la mirada de Natsu fija en ella. Era un hábito que había adquirido cuando Lucy hablaba de su madre. Sabía lo mucho que le dolía su ausencia y lo mucho que le extrañaba —podía sentirlo en la melancolía que teñía sus voz cuando mencionaba a Layla. Pero también sabía que lo mucho que le gustaba habar de su memoria. (Y a él le gustaba escuchar esa peculiar mezcla de añoranza y amor en la voz de Lucy al contarle sus recuerdos). Ella sabía que él le estaba escuchando, que tenía toda su atención. Con su silencio, sólo le insistía, implícitamente, a continuar sin censuras.
—Ella decía que cada persona era una estación—continuó—. Algunas veces, cuando estábamos solas comenzaba a hablar de eso. Tal persona es ésta estación.
—¿Tú también eras una?— se permitió preguntar, curioso.
—Sí. Primavera—respondió, con una ligera sonrisa al recordar—. Me gustaba jugarlo con ella (o quizá, sólo me gustaba oírla hacerlo), pero jamás aprendí cómo hacerlo yo sola. Es muy difícil.
—A lo mejor no es difícil, si no que tú eres complicada.—Susurró, pero con la intención de ser escuchado.
Sí. Quizás, pensó, más no lo expresó.
Se quedaron en silencio, mirando por la ventana las estrellas desde la cama de ella. Sus respiraciones eran lentas y acompasadas —la de Happy, dormido entres los pies de ambos, también. Sus brazos se rozaban, casi tan juntos que podían volverse uno solo. Tenían poco espacio para sí mismo, pero, aunque era ciertamente incómodo, no les molestaba. Se les había vuelto una especie de costumbre.
Compartir cama por insomnio ya era algo común entre ellos. A veces contaban alguna anécdota de su niñez o inquietud (porque los miedos y el pasado parecían tocar más fuerte sus espaldas durante las madrugadas). Otras, sólo callaban. Esa tenía pinta de ser noche de anécdota.
—¿Cuál sería yo?
—¿Qué?—balbuceó atontada, regresando del sueño en que estaba cayendo—. ¿Cómo dices?
—Que cuál sería yo.—Repitió, mirándola.
—¿Te refieres a las estaciones?—inquirió y sólo recibió una leve afirmación con la cabeza. Le regresó la mirada, y comienzó a pensar—. Bueno. Natsu significa verano. Así que, yo diría que eres verano.
—Eso no es justo—replicó, con las cejas un poco arrugadas—. Dijiste que tu mamá lo hacía por las cualidades de la persona, no por el nombre. De ser así, entonces Gray sólo sería un color.
Tiene razón por ese punto.
—También te dije que es difícil—retrucó.
No obtuvo respuesta y volvieron al silencio. A mirar las estrellas. A repasar un poco el pasado. A pensar en el que se fue, que debió haberse quedado. A…
—Natsu significa verano—repitió, y pareció que lo dijo para sí. Natsu la miró, curioso, con una ceja arqueada a modo de pregunta—. Ese es el significado que tu nombre esconde.
—Creo que el sueño te esta haciendo decir cosas raras, Lucy—soltó con cierta burla, todavía sin comprender sus palabras.
—Tú eres verano. Sí eres verano—continuó, ignorando los comentarios y expresiones de Natsu—. Eres igual que el verano. Hay ocasiones en las que eres abrasivo y fastidioso como suele ser el verano, cuando estás tan acostumbrado a las temperaturas bajas del invierno y primavera, que estás desesperado porque vuelvan otra vez.
» Pero también eres cálido, no caluroso. Cálido. Tienes ese tipo de calidez que pocos veranos tienen. Te hace sentir cómodo. Olvidas lo agradable que es el invierno con su frío. O la primavera con su frescura. Cuando pruebas esa calidez, no quieres que se vaya nunca.
» Es así como eres tú (como lo eres para mí). A veces eres intenso, casi llegando a ser molesto. Pero tu calidez hace que todo eso quede de lado. Esa calidez, te hace ser agradable y anhelado.
» Natsu es verano. Y tú también lo eres. No por tu nombre, ni su significado. Si no por ti. —Finalizó con una sonrisa, y cierto sentimiento de orgullo y satisfacción.
Lo había hecho.
—No es justo—dijo Natsu, con la misma expresión que ella—, dijiste que no sabías cómo jugarlo.
—No lo sé—respondió—. Pero creo que ahora comienzo a entenderlo.
F I N
¡Gracias por leer?
—DanDan—
