Nunca en toda mi vida he hecho fic así, está basado en una historia real de una de mis mejores amigas de su "primer amor", soy loca... Simplemente eso, pero es que como dice el Sr. King "A veces las historias reclaman ser escritas con tal insistencia que acabas escribiéndolas con tal de que se callen" así que ni modo, sé que no será un super best seller, pero es que no me pude resistir de escribir algo cuando escuché la historia de mi amiga.
Disclaimer: Los personajes de Inuyasha solamente le pertenecen a la gran mangaka Rumiko Takahashi, Inuyasha no me pertenece y solamente escribo para proteger la identidad de mi mejor amiga.. n_n
El primer amor
By: Kame
Basado en una historia de la vida real.
Casi era imposible que alguien pudiera decir que el amor pudiera llegar a tan corta edad, pero por muy imposible que sonara aquella teoría si se creía firmemente en ella, todo era posible.
Kagome tenía apenas 5 años, inclusive estaba en pre-escolar, en un colegio mixto pero de muy buena enseñanza y valores, a tan corta edad todos sus compañeros e incluyéndola también, ya sabían hacer las sumas y restas básicas, empezaban a leer y a escribir, no eran ningunos genios pero todo iba bien con aquel curso, tampoco eran expertos en la vida ya que a sus cortos 5 años de edad y quizás con 1 de conciencia no habían experimentados más que dolores como el de perder algún juguete o pelearse por algún crayón, pero aun así los sentimientos estaban a flor de piel.
Era un día en invierno, las lluvias eran torrenciales, todos llegaban siempre con sus capas y tomados de las manos por sus padres, pero no por aquello dejaba de ser peligroso.
Aquel día en especial llegaba un niño nuevo, era completamente diferente a los demás, tenía cabello plateado y largo que le llegaba un poco debajo de sus hombros, sus ojos eran tan amarillos como el sol, y su mirada, sobre todo su mirada, era tan penetrante y atemorizante a su vez ¿Cómo un niño de esa edad podía atraer a los demás por su mirada? Nadie lo entendía, hasta que al día siguiente no era su madre quien lo llevaba sino que era su padre ¡Sus miradas eran iguales!
Todos intentaban separarse de aquel peliplata por miedo, inclusive Kagome (quien era la que siempre empezaba las conversaciones tratando de crear un mejor ambiente entre sus compañeros) no hablaba con él, pero era por otros motivos más que por temor, era algo nuevo que empezaba a experimentar adentro de su ser y que hacía que en su estómago revolotearan 1,000 mariposas, tal y como sentía cada vez que iba enfrente de la profesora para algún examen.
—¡Vamos Kagome! Despierta.
Le gritaba a todo pulmón un niño en su oído, era su primo, Kouga.
—Kouga —mencionó entre dientes el nombre de su pequeño primo con obvia molestia en su sentir—. ¿Qué quieres?
—¿Contigo? ¡NADA! —replicó riéndose a carcajadas, sabía que aquello era un insulto de alguna clase, no tenía idea de qué, pero alguna vez se lo había escuchado a sus padres antes de divorciarse.
Él era un niño rebelde y a su vez consentido; sus padres recién acababan de separarse luego de varias peleas y reclamos, debido a aquello su padre obtenía su custodia de lunes a jueves y su madre lo tenía de viernes a domingo; por lo que siempre que podía se aprovechaba de ambos para que lo consintieran lo más que pudieran y así poder lidiar con su culpa de crearle alguna especie de trauma por su divorcio, su resultado: un niño peleonero y caprichoso.
—¡Ay Kouga! ¡Cómo me caes mal! —reclamaba la chiquilla con lágrimas en sus ojos como si aquello hubiese sido la ofensa más grande de todas, algo parecido a empujarla y haberle roto algún hueso.
—Hoy me iré contigo Kago...
—¿Por qué? —preguntó olvidándose de su pequeña pelea.
—No tengo idea, creo que papá no podrá venir hoy por mí —al decir aquello sus pequeños ojos azules se entristecieron al punto de querer llorar, en realidad la separación de sus padres a tan corta edad le afectaba como era de suponerse, aunque él nunca lo demostrara.
Su prima lo captó de inmediato y a pesar que él la molestaba demasiado, escondiéndole o manchando sus muñecas, era su primo, casi un hermano y nunca podía decirle que no.
La madre de Kagome apareció al terminar la clase, las lluvias aún continuaban, el suelo se encontraba mojado y muy liso al punto que un mal paso podría ocasionar algún tipo de lesión, sin embargo todos tenían cuidado de colocar bien sus pies, excepto por la pequeña distraída llamada Kagome, quien iba inclusive hasta con su boquita abierta observando la distancia, el desamor que había entre el padre del chico peliplata y él ¡Ella le daba más amor a sus muñecas inanimadas! ¿Cómo era posible que un padre fuese así?
O quizás se habían confundido y aquel hombre era en realidad su hermano o algún pariente, sí, eso tenía que ser, sin embargo iba tan distraída en sus pensamientos y admirando aquellos ojos dorados que tanto la embalsamaban que no se percató en la cavidad tan peligrosa que pisaba, por lo que en un abrir y cerrar de ojos ella había dado un espectáculo deslizándose y cayendo de sentón enseñando toda su ropa interior.
Kouga al ver aquello no dudó ni un segundo en tirarse una carcajada con lo cual todos sus compañeros voltearon a ver que era aquello que tanto provocaba la risa del pelinegro, provocando una pequeña rueda alrededor de ella.
—¡Que calzones más graciosos! Creo que ya deberías de dejar los angelitos rosa Kago —gritó de manera burlona señalándola con su dedo—. Y todo por ir viendo al "blanquito". Yo creo que ésta no es la mejor manera de decirle que a ti te gusta Kago —al verla todos se echaron a reír al unísono ¡Cómo odiaba a Kouga con todo su ser!
Se echó a llorar, no le quedó más remedio que eso, sus mejillas estaban rosadas por aquel bochorno experimentado, ser la burla de sus compañeros y especialmente de aquel niño que tanto le llamaba la atención no le agradó en lo absoluto. Aquel peli plata se limitó a ver de reojo que era lo que tanto alboroto que causaba en aquel pre-escolar y se rio para sus adentros, no podía darse el lujo de darle más espectáculo a sus compañeros al ver como lo regañaba su padre enfrente de todos.
La madre de Kagome no dijo nada, sus acciones valían más que mil palabras, con seriedad pero con ternura en su rostro se acercó a su pequeña hija cuando se agachó a recogerla y entregarle un pañuelo para sus lágrimas, en ese mismo instante la maestra salía en defensa de la pequeña pelinegra.
—¡Kouga! ¡El día de mañana estarás castigado! —expresó furiosa para quitarle en ese mismo instante su sonrisa burlona, pero el daño ya estaba hecho ya todos sabían que a Kagome le gustaba aquel peli plata.
Los días subsiguientes fue objeto de bromas por parte de Kouga y algunos amigos más, a aquellas alturas todos sabían que el "blanquito", como Kouga le había apodado, se llamaba Sesshoumaru, al conocer su nombre las bromas empeoraban con canciones como: "Kagome y Sesshoumaru sentados en un árbol...", "Kagome y Sesshoumaru son novios", "Kagome y Sesshoumaru dándose de besos en un árbol", al niño no le tomaba importancia ya que estaba acostumbrado a tan corta edad a no demostrar sus sentimientos a pesar que a él también gustaba de Kagome, sin embargo a ella la avergonzaba a cada instante escuchar aquellas burlas.
Un día Sesshoumaru quiso compartir una galleta de chocolate pero ella lo rechazó, tenía orgullo aunque no supiera exactamente lo que aquello significaba, él lo entendió a la perfección; todo era una confusión.
Los años pasaron y al finalizar el pre-escolar e ingresar a 1er grado todos se dispersaron y aquello quedó en el olvido excepto en la mente de ellos dos, lo cual guardaron como un recuerdo, para ella bochornoso, para él: un lindo recuerdo de su primer amor.
¿Comentarios?
Ja! Nunca había hecho algo así... creo que se me pasó la mano para ser niños.
