Disclaimer: Los personajes del universo Shugo Chara! le pertenecen a Peach-Pit.
No sabía cómo sentirse con respecto a ella.
Se supone que la había olvidado, ¿no? O eso es al menos lo que se dijo a sí mismo por los últimos dos años… Pero volver a verla de nuevo definitivamente no entraba en sus planes.
¿Qué se supone que haría ahora? ¿Le hablaba? ¿La ignoraba? Ojalá pudiera ser lo último, pero para él ya era un poco (por no decir mucho) obvio que eso era completamente imposible. Sólo con verla ya era consciente de que no podría irse sin más, sin saludarla.
Hasta que ella lo miró.
¿Cómo pudo haberlo olvidado? No, nunca lo había hecho. Al parecer su mente quiso jugarle una mala pasada olvidándolo justo ahora, y la vida haciéndoselo recordar de golpe. Jodiéndolo en el proceso más de lo que ya está.
Pero ella, en cambio, nunca lo recordaría a él, por mucha vida y cerebro que hubiera de por medio. Ella misma se lo había hecho saber con su mirada. Esos ojos ámbar como la miel, mirándolos intrigados, confundidos, interesados por sus propias miradas dirigidas a ella, no son los de alguien que te reconoce, o que siquiera lo hará.
Sí, ahora ya sabía que era capaz de irse sin dirigirle la palabra.
Era lo mejor para él. Era tiempo de regresar de nuevo a su vida.
Se da media vuelta y se apresura a retirarse del lugar angustiado, haciendo una nota mental de regresar de nuevo para hacer lo que sea que fue a hacer a ese lugar.
— ¡Ey!, ¿cómo te llamas?—le llamó agarrándole el borde de su camisa.
Se volteó sobresaltado, mirándola con los ojos abiertos. El sonrojo se acentuó en su hermoso rostro siendo acompañado por la preocupación.
— ¿Te encuentras bien?
—… Sí, sí, claro, perfectamente. Sólo me tomaste de improvisto. Disculpa mi reacción—le sonreí tranquilizador, aunque para nada era como se sentía por dentro.
— ¡Oh, lo siento!—dijo un poco arrepentida.
Él sonrió divertido.
— Ikuto, Tsukiyomi Ikuto—dolió, decirle de nuevo su nombre a ella dolió más de lo esperado.
— Hinamori Amu—sonrió.
— ¿Vienes acompañada, Srta. Hinamori?
— Sí, vine con una amiga. Más bien, fue ella la que me insistió venir—dijo un poco avergonzada, y señalando con su cabeza a una chica unos metro más atrás de ellos, esperando en la fila.
Su sorpresa fue grande al reconocerla. Y la chica le guiñó un ojo cómplice.
Sonrió. Al parecer… no todo estaba perdido. Además, sería gratificante volver a ver de nuevo a su mejor amigo y a todos después de alejarse de esa manera todo despechado y derrotado por el accidente, y mejor sería si esos dos al fin están juntos después de tantos años matándose.
Regresó su atención a su adorable peli-rosa.
— Al parecer, le estaré eternamente agradecido—rió.
— Podrías recompensárselo acompañándonos—insinuó un poco insegura y sonrojada.
Él negó con la cabeza sonriendo. — No sería muy bueno para mí interrumpir en una salida de amigas—ella rió—. Pero… me gustaría volver a charlar contigo algún día, ¿gustas?
— Me encantaría.
Se despidieron, con la promesa de llamarse pronto. Y en cuanto a él, con una agradable sensación en el pecho. Comprobado, no la había olvidado. Ahora las preguntas son: ¿Lo recordará algún día?, ¿se lo contará él algún día? Sea lo que sea, no dejará que la vida o las circunstancias se la arrebaten de nuevo, no señor. Y sus amigos estarán ahí con él para impedirlo, de eso estaba seguro.
