Rapunzel pov.
Maldición, ¿cómo se me ha ocurrido escaparme de casa en un momento como éste? Aunque en el bus se está a gusto, no tardará en llegar a final de trayecto, y afuera está lloviendo a cántaros. Tendré que bajar tarde o temprano. De repente, noto ese punzante dolor en la nuca de nuevo; es la herida que ha hecho Gothel hace apenas una hora, tengo que curarla en cuanto pueda. Me extraña que semejante golpe no me hubiera provocado un derrame cerebral, pero en fin, al menos estoy a salvo y lejos de ella... por ahora.
Sólo quedan tres paradas más hasta la estación de autobuses, atravesando en la periferia de Corona, donde el paisaje deja atrás los altos edificos para dar paso a unos cuantos barrios de chalés, casas rústicas y algún solitario bloque de apartamentos. La vista aquí es sin duda más agradable, pero no puedo perderme en ello; tengo que encontrar un lugar donde pasar la noche. No sé cómo me las arreglaré después, pero ahora me encuentro demasiado cansada para pensar en una solución. Si al menos pudiera llamar a mis amigos, pero Gothel ha roto mi móvil.
¡Un segundo!, pienso de pronto.
¡Eso es! Hook vive por aquí. Tal vez él me pueda ayudar.
Leopold Hook es el dueño del bar donde trabajo los fines de semana, desde hace dos años; a pesar de su aspecto amenazador, es un buen hombre y siempre echa una mano a quien lo necesite. Para mí es casi como un tío, o incluso un segundo padre. No quiero meterlo en problemas, pero no se me ocurre otra alternativa.
Me bajo cuando el bus se detiene en Sun Valley, la parada más cercana al barrio donde vive Hook. En apenas unos segundos estoy empapada de pies a cabeza, tengo que encontrar cuanto antes una cabina telefónica para llamarlo. A los pocos pasos me topo con una, y tengo suficientes céntimos para realizar la llamada (estoy de suerte por una vez). Me acerco rápidamente al aparato y marco el número.
-¿Quién es?-me responde una familiar voz gruñona; es comprensible cuando alguien te llama a la una de la madrugada.
-Señor Hook, soy yo, Rapunzel.
-¿Qué te pasa, chiquilla? ¿Por qué me llamas tan tarde?-su tono se moderó después de reconocer mi nombre.
-Yo... No sé qué hacer. Me he escapado de casa y...
-¡¿Que has hecho qué?! ¿Pero cómo se te ocurre hacer semejante cosa, y además de noche? La calle a estas horas es peligrosa...
-Lo sé, pero no aguantaba más. Mi tutora... Gothel me ha pegado. Se puso muy violenta y no me vi capaz de seguir estando allí, con ella.
Desde la otra línea oigo que Hook suelta una especie de ronco suspiro, antes de seguir preguntando.
-¿Dónde te encuentras?
-En la parada del barrio Sun Valley.
-Bien. No te muevas de ahí, voy a buscarte.
-Muchas gracias, señor.
Cuando cuelgo el teléfono, suspiro aliviada; por fin ocurre algo bueno. No sé cómo podré agradecerle esto a Hook, pero prometo que en cuanto pueda lo haré. Un chillido apagado se hace oír desde dentro de mi mochila: Pascal se ha despertado. Mi amiguito verde asoma la cabeza por la abertura de la solapa y me mira como diciendo "¿Qué hacemos aquí?".
-No pasa nada, Pascal-le tranquilizo mientras le acaricio la escamosa cresta-Todo va ir bien...
Me aguanto las lágrimas, que me llevaba guardando desde que dejé atrás la casa, y mi camaleón vuelve a acomodarse dentro de la bolsa para dormir. No sé si las cosas van a ir bien, últimamente nada va bien.
Cuando llegamos al apartamento de Hook, dejo mi húmeda y pesada mochila en el suelo, con cuidado de no despertar a Pascal, permitiendo así que mis hombros descansen un poco, aunque sigo muy mojada por la lluvia. Mi jefe corre hacia el baño y en un abrir y cerrar de ojos regresa con una toalla.
-Ten, sécate antes de que te resfríes-me dice mientras me tiende la prenda-Vamos a mirar esa herida.
Una vez que me he secado bien el pelo, Hook me examina el corte para después desinfectármelo con alcohol etílico.
-Menos mal, no es profunda-me informó- Pero igualmente te llevaré al médico a que te la cure como es debido. Si quieres puedes darte una ducha antes, te sentará bien.
-Muchas gracias, señor Hook.
-Te tengo dicho que me llames Leopold.
Le sonrío agradecida, aunque respondo a su comentario, y me encamino deprisa hacia el cuarto de baño.
A los pocos minutos, me meto bajo el agua de la ducha y dejo que me quite la humedad de la piel, reconfortándome con su calor. Pero la relajación se acaba desvaneciendo en cuanto las imágenes de la reciente discusión con Gothel me vuelven a la mente:
-¡Estúpida niña, te ordené que no salieras!-me espetó mientras los ojos le brillaban con furia, como si fueran perlas viejas y a punto de romperse.
-Sólo he ido a la academia a recoger mis pinceles, me los había olvidado...
-¡No me mientas!-eso fue lo último que me dijo antes de azotarme en el rostro con la mano.
La paliza fue tal que me hizo caer de espaldas, golpeándome contra la esquina de la mesa de la cocina antes de terminar en el suelo. Estuve aturdida durante unos segundos, pero en seguida noté cómo un fino hilo de sangre empezaba a fluir de mi nuca y a derramarse por la parte de atrás del cuello. Me llevé la mano a la zona lastimada, aún sin creérmelo, y vi el líquido rojo manchando mis dedos; sabía que el corte no era mortal, pero aún así me asusté mucho.
-Oh, lo siento mucho, mi pequeña Rapunzel-las palabras de Gothel parecían suaves, pero su miraba de altanería me revelaba que no estaba arrepentida en absoluto- Ya has visto lo que me obligas a hacer.
Ella me acarició fríamente la cabeza, lo que provocó que me doliese más la herida, para después acercar su rostro al mío, con una horrenda sonrisa.
-No vuelvas a mentirme, y mucho menos a desobedecerme-me sentenció antes de marcharse de la cocina, dejándome allí, sola... como siempre.
Tengo ganas de llorar, pero apenas logro dejar escapar un lamento, tal vez el haberle contado a mi jefe la situación me haya aliviado un poco. Necesitaba contárselo a alguien, y no me equivoqué al pensar en Hook.
No pienso regresar a casa, nunca. Tengo que buscar la manera de buscarme la vida y salir adelante; la cuestión es cómo. Mi madre siempre decía que a la hora de elaborar un plan, hay que priorizar lo más importante; lo cual, en este momento, es ir al médico y superar la primera noche lejos de mi violenta tutora.
