Duelo de monstruos


N. del A. ¡Hola, hola! Ahora decidí probar escribir una historia corta u one-shot (en este caso, two-shot). ¡Espero que la disfruten…! ¡Saludos!

P.D.: Un sueño que tuve y la canción Ketsuraku Automation, de ONE OK ROCK, me dieron la idea.


Capítulo 1: El Monstruo de Ikebukuro


1


En Ikebukuro, durante una tarde de marzo.

Erguido cuan alto era y con las manos dentro de los bolsillos del pantalón, Shizuo Heiwajima contempló a Vorona, pero su resolución no fue diferente que hacía unos cuantos días atrás. Tan centrado estaba en dar por concluida la reunión, que el hombre no se percató de que algunos citadinos reparaban en él y en su compañera. Tenía que reconocerlo: eran una pareja muy vistosa.

—¿Entiendes que debo hacerlo? Aun con todo lo que te he dicho.

—Estoy convencida de que puedo lograr que esa molestia muera. Si Shizuo-sempai da la orden de matarlo, lo haré a la brevedad —dijo Vorona, con un tono que sonó menos mecánico que otras veces.

Shizuo miró a la mujer directo a los ojos. No encontró más que determinación en ellos, pero decidió que no podía usarla de esa manera. No cuando había perdido a una de las primeras personas que logró durante años que se sintiera parte del mundo humano.

Shizuo rozó los dedos de Vorona con los suyos, pero prefirió poner su mano en el hombro de su kohai. La mujer se mantuvo quieta como una estatua. Únicamente pestañeó.

—Claro que puedes, pero no es tu batalla.

—Lo será cuando Shizuo-sempai decida que puedo involucrarme. Mataré al ser humano que le causa tantos problemas. Si me informa o no de su paradero, el trabajo estará listo antes de que termine el día —Shizuo encontró consuelo en la insistencia de la mujer, pero siguió sin cambiar de opinión.

—Sé que lo harías.

—Es el enemigo de Shizuo-sempai; yo, una asesina. Es lógico que me requiera en esta empresa.

—Sí, lo es. Él lo quiso así —conformé pasaba el tiempo, Shizuo esperó que la conversación se alargara. Al percatarse, apretó el puño izquierdo. No quería flanquear ni un poco.

—Es peligroso actuar por venganza, pero creo entender lo que dice.

Shizuo apoyó su mentón en la cabeza de Vorona.

—Espérame en el Russia Sushi.

—¿Cuál es el motivo?

—Si esto sale "bien", iré a despedirme de ti.

—En mi opinión, podría hacerlo en este momento. Ahorría tiempo.

—Quiero verte más tarde —antes de que Vorona volviera a cuestionarlo, Shizuo se explicó—: no sé qué es matar a una persona, no tengo idea de qué podría sentir. No quería sacar el tema, pero quizá puedas ayudarme. Aunque dije que no pensaba involucrarte de ninguna manera. Lo siento por eso.

—Shizuo-sempai es mi mentor. Sus problemas son de mi interés. Así suelen funcionar las sociedades o asociaciones. No negare que me gusta matar sin más, pero si Shizuo-sempai no lo consiente, está bien. Lo esperaré en el Russia Sushi. Pero he de señalar que no es la mejor operación táctica.

—Gracias, Vorona. Me haces feliz.

—No lo está, ni un poco. Sus gestos lo delatan, lo mismo que su voz.

Shizuo rio con pesar. En vista de la naturaleza de su protegida, se atrevió a besar su frente.

—Confió en ti, pero prométeme que no harás nada que llame la atención. Si algo sale "mal" di la verdad, toda la verdad.

—Sí, como guste. Iré al Russia Sushi —dijo Vorona con aquel acento que Shizuo encontraba agradable o reconfortante, no sabría decir cuál opción era la correcta—, ¿a qué hora se reunirá conmigo?

—No lo sé.

Era cierto, Shizuo podía demorar minutos u horas.

—Entendido.

Tras decir aquello, Vorona hizo un amago de reverencia y se alejó. Unos jóvenes la miraron embobados pero se marcharon al trote cuando notaron a Shizuo. El hombre no se había percatado de su presencia.

El monstruo, la personificación de la violencia, se quedó en la intersección otros veinte minutos. Durante ese tiempo, fumó. Y, cuando pisó las colillas con la punta del zapato, siguió la dirección contraria a la que fue tomada por Vorona. Sin nadie a su lado, se sintió terriblemente solo pero, en igual medida, decidido. Más que cualquier otro día. Izaya le había dado un motivo para odiarlo.

Apenas lo vio aquel día en Raijin, el monstruo se dio cuenta de que Izaya era peligroso. Pero, aun con lo hecho durante años, las riñas y manipulaciones, no lo creyó capaz de ir tan lejos…

Lo tengo muy claro; siento odio. ¡Siento un odio indescriptible por ti!

Se prometió que no alargaría el encuentro con el informante. Lo mataría, probablemente se despediría de Vorona, llamaría a Kasuka, y después se marcharía de Ikebukuro.

—Voy a matarte, Pulga. Voy a matarte por lo que le hiciste a Tom-san.

Debí matarte apenas te conocí.

¡Te odio! ¡Te odio!

[ … ]


2


En Shinjuku, en el interior de un lujoso edificio.

Namie suspiró cuando escuchó a Izaya teclear en más de un ordenador a la vez. Izaya mantenía una enorme sonrisa en el rostro mientras se desenvolvía en el mundo virtual, deseando guiar a los demás y absorber la mayor cantidad de secretos que pudiera. Su secretaria no se molestó en echarle en cara su modo de actuar.

Le daba lo mismo. Y bien sabía que ella era muy capaz de hacer cosas moralmente peores por Seiji.

—Namie-san, ¿sabes de algo que pudiera interesarme?

Namie no se volvió al informante y siguió con la atención puesta en su propio ordenador.

—No. ¿Andas con poco trabajo? —dijo ella con aburrimiento.

—Podría decirse. Desde mi último trabajo no ha sucedido nada que resulte medianamente divertido —dijo Izaya mientras introducía en el campo de búsqueda "Yoshikawa". Después fue depurando la información que se ofrecía en el Internet hasta que llegó a conocer lo que verdaderamente le atañía.

El informante se puso de pie y prendió la televisión.

En la pantalla se mostraron a los conductores habituales de "News 666", Takuma y Tamiya. Pero sobre el tiroteo en el bar no se mencionó nada, salvo por una breve nota informativa que recorrió rápidamente el programa. En cambio se trató, una vez más, el tema del misterioso Jinete sin Cabeza.

Izaya se encogió de hombros con el control remoto en la mano.

—¿Ya te das cuenta? —le dijo a Namie—. No hay nada que pueda considerarse digno de mi atención. A lo que podría serlo, no se le ha dado la importancia que merece —dijo con desaprobación.

—Qué lástima —respondió Namie dándole apenas un vistazo al noticiario.

Izaya cambió rápidamente los canales hasta que se convenció de que tendría que salir a las calles para indagar más allá de la sala de chat.

Buscó su abrigo por el cuarto hasta que escuchó que alguien subía por las escaleras.

Mmm. No pensé que vendría hasta Shinjuku. ¿Por qué nunca piensa antes de actuar?

—¿Eh?

Namie no logró entender las palabras que susurró el informante y no le preguntó al respecto porque la llegada de Shizuo Heiwajima la dejó un tanto perpleja. Luego se dio cuenta de que estaba asustada.

—Ah, Shizu-chan, ¿no te bastó una llamada de atención por parte de la policía hace tiempo?

Namie hubiera querido decirle a su jefe que cerrara la boca o que al menos aguardara a que se hubiera retirado. ¿No se daba cuenta de la mirada que tenía el Monstruo de Ikebukuro?

—Izaya —dijo Shizuo sin poder ocultar su odio.

El informante arqueó una ceja.

—¿Qué quieres, monstruo? —preguntó al captar que Shizuo no tenía intenciones de "jugar" como siempre. Nunca antes se había aventurado a mostrarse en su departamento.

—¿Tuviste algo que ver? —gruñó Shizuo, aproximándose al sillón de la sala.

—No sé de qué me hablas…

Izaya no terminó la frase en la cual pensaba incluir un sutil insulto. En su lugar y por instinto se vio dando un salto hacia las escaleras. Namie gritó cuando estuvo a nada de ser aplastada por el sillón que Shizuo arrojó contra los ventanales.

Se dio una ruidosa lluvia de cristales, durante la cual Izaya miró a Shizuo con expresión calculadora.

Namie tenía la mano hecha un puño sobre el pecho.

Y Shizuo se quedó quieto asimilando lo que hizo y lo que pudo haber causado.

—¿Conoces a Minamoto? —insistió el monstruo entre jadeos.

En el rostro de Izaya se formó una mueca indescifrable. Notó que Shizuo lo miraba de manera extraña. Una mirada que parecía pedir por una excusa para que desistiera de su cacería. O puede que sólo estuviera pensándolo demasiado. El monstruo nunca formaría parte de sus adorados humanos.

El informante rio. Rio, rio y rio más fuerte a cada momento que pasaba.

—¡Vamos, Shizu-chan! ¡Necesito saber qué tan horrible eres!

[ … ]


3


Cerca de Rakuei Gym, en Ikebukuro.

Mairu salió del gimnasio después de tener una conversación de temas muy dispares con su maestro de karate, Sharaku Eijirou. Los temas partieron de los movimientos físicos que correspondían a la disciplina y terminaron con el acoso sexual a las estudiantes. Cuando se reunió con su hermana, Mairu estaba resoplando.

—Y una vez más, el maestro me pone en una situación muy difícil, Kuru-nee. No sé qué tanto me agrada ese pervertido —las aletas de su nariz se dilataron—. A bien tuvo Akane-chan marcharse temprano —dijo aunque, por su voz animada, no parecía estar realmente molesta.

Se llevó la bolsa deportiva al hombro.

Kururi asintió.

—Reprochable (Son cuestionables sus intenciones).

Mairu no alargó aquella conversación.

—¡Ah, Kuru-nee! ¿Quieres ver una película? —exclamó con alegría—. Podemos ver nuevamente Vampiro Ninja Saizou Carmilla: el resurgimiento. ¡Sin duda será un clásico!

—Sí —dijo Kururi aunque habían visto la película demasiadas veces. Las suficientes como para ser capaces de quitar el audio y decir ellas los diálogos. O, más impresionante aun, para poder vendarse los ojos y dejar correr la película y acertar que escena estaba mostrándose en la pantalla.

—¡Muy bien! ¡Muy bien! ¡En marcha! —dijo Mairu, a punto de encaminarse a su departamento.

Cuando anduvieron un par de metros, les llegaron una ola de exclamaciones. Se mezclaron entre el gentío y frente a ellas, pasó una figura que corría tan rápido que las gemelas la vieron como un manchón negro. Pisándole los talones al "manchón" venía Shizuo Heiwajima.

—¿Aquel ha sido Iza-nii? —le preguntó Mairu a su hermana.

—Lio (Parece que está en problemas).

—Veamos si la libra, Kuru-nee. ¡Seguro que es divertido! —dijo Mairu dando brinquitos en torno a su gemela—, pero tenemos que darnos prisa si no queremos perdernos el espectáculo.

—Triste (Sería muy lamentable).

Las gemelas no perdieron tiempo. Siguieron a su hermano y a su perseguidor.

—¡Izaaayaaa! —gritó Shizuo inclinándose para recoger algo del suelo.

Izaya abrió mucho los ojos, como si estuviera asustado (quizá lo estuvo aunque fuera durante una fracción de segundo). A la distancia en que se encontraban, Mairu y Kururi no lograron discernir qué expresión puso su hermano mayor cuando Shizuo le arrojó aquello que tomó del suelo. El informante no lo esquivó; seguramente llevaba corriendo desde su departamento en Shinjuku.

—¡Iza-nii! —gritó Mairu cuando la tapa de una coladera impactó en el costado de su hermano, y lo arrastró varios metros del sitio dónde, momentos antes, estaba de pie.

—¿Nii-san está muerto? —susurró Kururi.

Aunque siempre elocuente y bromista, Mairu no supo qué decir. Tomó a Kururi por la muñeca y se acercaron a su hermano que seguía tendido sobre el piso, junto a la tapa de una coladera.

El guardaespaldas también se digirió al informante y las gemelas apresuraron el paso.

Nii-san…

¿Ahora qué hiciste, Iza-nii…?

¡Voy a matarte, Izaya-kun…!

-o-O-o-

Un par de horas antes, en la sala de chat.

.

.

.

No hay nadie en la sala en este momento.

No hay nadie en la sala en este momento.

No hay nadie en la sala en este momento.

Kyo se ha unido al chat.

Mai se ha unido al chat.

Kyo [Desde hace días que no hay mucha actividad en este sitio. ¿Qué sucede? ¿No se supone que hoy en día todos los jóvenes buscamos desahogarnos con los extraños? ¿Acaso esa no es la razón por la cual todo padre considera nefasto el internet?]

Mai [Qué descortés. No todos aquí son jóvenes.]

Kyo [Ah, lo dices por Shoro-san. ¡Cierto, cierto! Tienes razón. Pero eso no soluciona lo que he dicho: ¿dónde está todo mundo? ¿Será que los antiguos miembros de esta sala de chat han decido que ya no les es más entretenida?]

Mai [El día de hoy será de preguntas.]

Kyo [Sí, creo que sí. De preguntas sin respuestas. ¡Yo tenía mucha curiosidad por saber que conocen sobre el incidente del bar "Yoshikawa"! Los rumores apuntan por qué hubo un tiroteo hace una semana o dos. ¡Pero nada! No hay gran cosa en el nefasto internet.]

Mai [¿Cuál es el interés?]

Kyo [¡Pues es evidente que satisfacer mi curiosidad! ¡Pero nadie se aparece para ayudar a esta pobre criatura! Ni siquiera Kanra está conectado. Estoy convencida de que algo sabe. Sabe de todo.]

Mai [Es un entrometido.]

Kyo [Sí, estoy totalmente de acuerdo. Pero si apareciera por aquí, sería un entrometido muy útil. Al parecer habrá que rendirse por este día. Mi corazón permanecerá inquieto y muy, muy curioso.]

Mai [Puedo aliviarte.]

Kyo [¿Pero qué cosas dices? Pervertida.]

Kyo [En fin, ¡buenas noches a todos! Recuerden: por muy terrible y enajenador que sea este medio virtual, hay que divertirse de vez en cuando.]

Kyo [¡Adiós!]

Mai [¡Excelente consejo!]

Kyo ha abandonado la sala de chat.

Mai ha abandonado la sala de chat.

No hay nadie en la sala en este momento.

No hay nadie en la sala en este momento.

No hay nadie en la sala en este momento.

.

.

.

[ … ]


4


De regreso al momento actual, en alguna calle de Ikebukuro.

Izaya sobrevoló la calle y se golpeó duramente contra el suelo. Gimió y soltó toces. El Monstruo de Ikebukuro siguió su avance, casi impasible. Sabía que Izaya no podía escapar. Se dio cuenta por el apretón que dio el informante con la mano sobre el costado, ejerciendo presión. Quizá para mitigar el dolor.

Aun así, Izaya rio estridentemente.

Shizuo tomó entre sus manos un poste de luz y lo alzó sobre su cabeza. Aunque cegado por la ira, se debatió por el instrumento que le permitiría asestar el golpe final. El hombre concluyó que un poste de luz era más pesado que una señal de tránsito.

De manera instintiva, el informante cerró los ojos y aguardó, expectante. Sin embargo, no tardó en notar que algo había frenado al monstruo. Ninguno de los dos reaccionó por unos momentos al ver que las gemelas Orihara habían llegado al sitio. Mairu se había puesto entre su hermano y Shizuo, con los brazos extendidos hacia los lados, en ademán protector.

En cambio, Kururi se inclinó hasta quedar a la altura de Izaya y le colocó las manos sobre el hombro. A su pesar, Izaya la miró por completo extrañado. Luego soltó una risilla que su hermana pensó era señal de nerviosismo y quizá de cierto alivio. Lo pensó así, aun cuando en general el rostro del informante daba muestras de calma. Kururi esperó que su hermano no estuviera equivocado.

Al cabo de un rato, Shizuo se recuperó de la impresión. No siguió avanzando, pero tampoco soltó el poste de luz. Su expresión no cambió.

—Háganse a un lado, esto no tiene nada que ver con ustedes.

—¡Claro que tiene que ver, monstruo! —Izaya notó que una vena saltaba en la sien del otro. Nunca antes lo había visto tan enojado. Aunque recio a admitirlo en un principio, reconoció que lucía imponente. ¿Sería que de verdad el monstruo había encontrado el valor suficiente para saldar cuentas pendientes?

—Estás buscando matar a su hermano, ¿por qué un asunto así no concerniría a la familia?

—Cállate, Iza-nii —le espetó Mairu con firmeza.

—¡Joder! —rugió Shizuo. Resistió el impulsó de apartar a Mairu de un empujón. Y, aunque evitó mirar a los ojos a la otra hermana, sintió a la cólera bullir en su interior al notar que Izaya Orihara sonreía. Sonreía con una sonrisa gatuna. Era evidente que, muy en el fondo, Izaya no creía que fuera a morir ese día o cualquier otro, o al menos no a manos del monstruo más temido de Ikebukuro.

Mairu debió de haber visto algo en el rostro de Shizuo, porque no tardó en hablar.

—Shizuo-san, déjalo. Iza-nii es una terrible persona. Deberíamos dejar que lo mataras pero, al final del día, es nuestra familia. Si lo matas, es posible que nos sintamos mal por eso, aunque sea pasajero —abogó la joven. Kururi asintió por detrás de ella, pero con un movimiento suave.

Izaya frunció el ceño. Por alguna razón, encontró preocupante aquel discurso. ¿Qué veían sus hermanas que él no? ¿Quién tendría la razón sobre el proceder del monstruo?

—Lo siento. Lo siento, Mairu, Kururi. No pienso dejar ir a ese bastardo de mierda. No les reprochare lo que puedan pensar de mí cuando termine. Oíste, Pulga, el día de hoy te aplastare.

Izaya captó enseguida que hubiera buscado una réplica si Shizuo le hubiera hablado a gritos, pero el tono serio que empleó el monstruo lo había dejado perplejo. Quiso levantarse, pero se vino abajo aun cuando Kururi le ofreció soporte.

—¿Shizuo-san? —dijo Mairu cuando el monstruo la hizo a un lado con rudeza. Mairu se volvió y se preparó para quitar del camino a Kururi—. ¡Kuru-nee!

¡Puedo permitirme perder a Iza-nii, pero nunca a Kuru-nee!

Kururi se forzó a apartarse de su hermano. Izaya le mostró su rostro a Shizuo y éste gritó de manera horrible. Y siguió haciéndolo aun cuando lazos negros envolvieron sus muñecas. El monstruo maldijo más de una vez por no adelantarse a la intervención de sus amigos. En estos momentos, creyó sentir desprecio por ellos. ¿Qué derecho tenían para detenerlo?

—¡Suéltame, Celty! —demandó.

La dullahan tensó los amarres. Estaba segura de que Shizuo lograría librarse.

Izaya aceptó el brazo de Shinra y se puso de pie.

—Me agradan tus tiempos, Shinra. ¿Te avisó Namie-san?

—Ahora no, Orihara-kun —dijo su amigo, que leyó los temores de Celty. El informante calló ante el apremió de los recién llegados. Al parecer todos pensaban que Shizuo estaba decidido a matarlo. A juzgar por los gritos que daba el monstruo, cualquier posible espectador estaría de acuerdo.

—¡MALDITO SEAS! ¡VOY A MATARTE! —dijo Shizuo logrando dar unos cuantos pasos. Sintió al cemento tronar bajo su peso. Por detrás de él, Celty captó que el escándalo que se estaba armando pronto atraería la atención de los citadinos.

—Mairu-chan. Kururi-chan —las gemelas se giraron a Shinra y lo siguieron. Izaya se dejó conducir por el médico, dado que mantuvo sus ojos sobre Shizuo. No encontró nada que decirle, de modo que optó por escuchar los alaridos que seguía dando.

Celty estaba empezando a sentirse extenuada. Se las arregló para que el extremo de los lazos rodeara los edificios circundantes, de tal manera que ella pudiera colocarse frente a Shizuo.

La dullahan no soportaba verlo en ese estado que rayaba en la locura. A su consideración, Shizuo estaba llorando de la mejor manera en la que podía hacerlo. Escribió rápidamente en el PDA y esperó que Shizuo bajara la mirada. Sin embargo, el monstruo continuó forcejeando; ya tenía los pies hundidos en el suelo al menos un par de centímetros y el poste estaba a punto de quebrarse en dos, puesto que lo apretaba entre sus dedos con demasiada rabia.

Ante tal espectáculo, Celty se forzó a rodear el cuello y la cabeza del monstruo para obligarlo a leer lo que decía el PDA.

[Shizuo, cálmate. Hablemos de esto. Solo estamos tú y yo.]

[Puedo ayudarte si acaso Izaya hizo algo. Está con Shinra.]

Celty retrocedió cuando Shizuo logró que un lazo negro se dispersara.

[Por favor, Shizuo.]

—¡ÉL TIENE LA CULPA!

Celty ladeó la cabeza y se atrevió a poner su mano, desprovista del guante, sobre el pecho de Shizuo. Se mantuvo firme aun cuando Shizuo siguió aullando de dolor. Desde el instante en que arribó al lugar, en compañía de Shinra y pudo darle un vistazo a Shizuo, la dullahan entendió que eso era lo que embargaba y deformaba los rasgos de su amigo: mucho dolor.

—ÉL LO MATÓ. ¡ÉL LO MATÓ!

Celty seguiría insistiendo hasta calmar a su amigo. Shizuo no podía herirla. Ella era un monstruo al igual que él. Además, por sobre todas las cosas, Shizuo no sería capaz de causarle ningún daño.

[Te ayudare.]

[Te escucho.]

—Lo odio, Celty… Lo odio ahora más que nunca. ¡LO ODIO!

Celty entendió de qué manera Shizuo ligó al informante con las noticas que recientemente circulaban por todo Ikebukuro, en especial, entre los miembros de los Dollars.

[¡Shizuo! ¡Tu amigo tiene buenas posibilidades!]

[Puede vivir.]

[ … ]


5


En alguna calle de Ikebukuro.

Ante la carrera de cuatro personas que, en conjunto, resultaban muy llamativas, la gente se apartaba para abrirles camino y les miró con detenimiento. Aun en Ikebukuro, no todos los días se veía a un tío con bata blanca acompañado de gemelas además de una cuarta persona de aspecto lúgubre y con cara de estar haciendo demasiado esfuerzo por mantenerse de pie. De todos, era el que respiraba más trabajosamente.

—¿Qué hiciste? —preguntó Shinra, intentando que la gente que abarrotaba las calles no los entretuviera más de la cuenta. Agradeció que éstas tuvieran la misma intención (pues asociaron una pinta rara con intenciones sospechosas). Sin embargo, al doblar en una esquina, Shinra se detuvo y el resto le imitó

—¿Desde cuándo Shizu-chan tiene excusas para querer matarme? El imbécil me odia desde la escuela sin motivo aparente… —empezó a decir Izaya, recuperando el aliento.

Aunque lo admito; puede que hoy haya tenido alguna razón que, de saberla, aprobarían los demás.

Shinra sonrió como siempre lo hacía, pero Mairu y Kururi se quedaron mudas de asombro con las palabras que le dedicó a Izaya.

—Somos amigos. Pero si mi adorada Celty sufre de cualquier forma, yo mismo te matare, Orihara-kun.

Izaya le creyó y se lo hizo saber asintiendo. Kururi notó que su hermano se apoyó casi por completo en ella, pero éste no expresó su malestar de ningún otro modo, salvo por la respiración entrecortada.

Shinra se preguntó por cuál era el mejor sitio para dirigirse y, tan pronto como se decidió por el local de Simon, la camioneta de Kadota y compañía aparcó en una calle cercana.

Éste les habló a través de la ventana del lado de Togusa, quien se vio forzado a bajar el volumen de la radio. En aquellos momentos estaban anunciado la futura gira de la famosa actriz y cantante Ruri Hijiribe.

Shinra y los otros tres se aproximaron.

Kadota recorrió al grupo de pies a cabeza.

—¿Sucede algo? —preguntó.

—¿Podrías llevarnos a lo de Simon? —dijo Shinra, al tiempo que oyó los aullidos de Shizuo—. Te lo explicare todo en el camino.

Si alguien puede proteger a Izaya de Shizuo es Simon.

Izaya hubiera querido protestar pero el costado seguía palpitándole y no dudaba de que terminaría por desmayarse. Empezaba a reconocer que Shizuo había querido matarlo. Y, claro, también a hacerse a la idea de que, durante los próximos minutos, debería soportar el parloteo de Erika y Walker.

El informante suspiró y subió a la camioneta. Para suerte suya, Erika no comentó nada durante el trayecto pues prefirió guardarse su opinión para Walker. En tanto, Izaya llegó a la resolución de que las acciones de Shizuo estaban llevando las cosas a un rumbo interesante y placentero.

Cometió el error de permitir aquel "escenario".

A través del espejo retrovisor, Kadota reparó en la mueca de Izaya.

-o-O-o-

Cuando llegaron al Russia Sushi, y pese a que el local había cerrado hacia un par de horas, fueron recibidos por Simon que no cuestionó la inesperada visita —"inesperada" al menos por toda aquella cuadrilla junta—. Kadota y su banda también entraron, siguiendo a las gemelas quienes a su vez caminaban viendo la espalda de su hermano y de Shinra.

A la par que entraban al centro de la estancia, Simon los saludó repitiendo el nombre de cada uno de sus ocasionales clientes. Ninguno de los cuales esperó encontrarse con Vorona.

La mujer no cambió la expresión de su rostro, pero Izaya entendió que ella había querido ver a Shizuo y no a él. Al reparar en que Vorona lucía su traje de motorista, Izaya aventuró que la joven había querido alistarse para secundar a Shizuo. El informante consideró escabullirse y usar como escudo a la congregación que se había formado en el restaurante, pero fue muy tarde cuando se planteó aquello.

Vorona se adelantó a su intento de escape.

—Voy a procurar el bienestar físico y mental de mi sempai y la mejor manera de hacerlo es matando al ser humano Orihara. Por ese motivo y también porque sé que Shizuo-sempai no es capaz de matar a nadie —mientras Vorona decía aquello, se acercó a la barra dónde descansaban varios cuchillos de cocina. Eligió uno particularmente grande y luego calculó el ángulo con el que debía lanzarlo para acertar en el blanco.

—Mi trabajo es ayudarlo —añadió.

La mujer se arriesgó a decir lo que planeaba porque no pensaba fallar.

Quizá lo que me invade también es tristeza, pensó segundos antes de arrojar el cuchillo.

Una serie de movimientos coordinados evitaron que el arma impactara en el cuerpo del informante (aunque eso no impidió que se diera un severo golpe). Al tiempo que Mairu le propinó un codazo a la asesina, Kadota empujó con brusquedad a Izaya hacia la parte de atrás. Simon tomó el cuchillo al vuelo y no pareció importarle el cortarse profundamente la palma de la mano. Lo volvió a dejar sobre la barra.

Kururi cerró los ojos cuando captó un desagradable sonido, pero no logró identificar el origen. No en ese momento. Mientras Simon empezó a razonar con Vorona, el médico clandestino se acercó adónde había caído Izaya, quien estaba sentado y con la espalda apoyada en la orilla de una mesa.

El informante dio muestras de encontrarse desorientado.

—Eh, Orihara-kun, ¿puedes oírme? ¿Qué tan fuerte te golpeaste?

Izaya se desembarazó de su amigo, pero no tardó en darse de bruces contra el piso.

—Quítate, Shinra. Estoy bien —protestó el informante, apoyándose en sus cuatro miembros. A él llegó la discusión que mantenían Simon y Vorona. También creyó escuchar a Erika susurrar algo y en el mismo tono se dio la respuesta de Walker. Al igual que Togusa (quien más bien parecía luchar por no gritar), las gemelas permanecieron en medio de aquel barullo, sin saber a dónde dirigirse o si debían intervenir.

Izaya vio que Kururi señalaba con el dedo a algún punto por detrás de él, pero no quiso ver de qué se trataba. Lo que hubiera preferido era que el olor del sushi no resultara tan intenso.

—¿Está bien? —dijo Kadota al acercarse. Miró alternadamente a la asesina e Izaya.

—Necesito examinarlo. Creo que Shizuo le dio de lleno un golpe. Quizá tenga una hemorragia.

—Llévalo al cuarto de arriba —intervino Dennis. Después se unió a Simon.

Izaya notó que su visón empezaba a nublarse. A sabiendas de que no tardaría en desplomarse hizo el intento de buscar su teléfono, pero terminó por dejarse caer encima de Shinra. A su lado, Kadota miró anonado la manera en la que Izaya se aferró a los brazos del médico, para luego sumirse en la inconciencia.

Shinra le pasó la mano por los cabellos en un gesto involuntario.

—Ayúdame —le pidió a Kadota con disimulado apremio.

Kadota obedeció. Levantó a Izaya y subió por las escaleras, seguido de Shinra. En el interior del local seguían los compañeros de Kadota y las gemelas. A una señal de Shinra, Mairu y Kururi se aproximaron.

—Mientras atiendo a Izaya, nos pondremos al tanto.

—¿Qué necesitas saber? Iza-nii es un imbécil.

—Sí, un imbécil en toda la extensión de la palabra, pero, ¿no acaso trataron de evitar que fuera asesinado? Síganme. La noche será larga y Orihara-kun requiere de sus hermanas. Luego pueden reñirlo.

[ … ]


6


En alguna calle de Ikebukuro.

Habiendo mermado la mayor parte de la ira, Shizuo se dejó caer de rodillas. Era la viva imagen del hombre derrotado; con los hombros hundidos y la barbilla a poca distancia del pecho, se quedó quieto.

De alguna manera había sido capaz de verse a sí mismo. Se vio luchando y portándose como un monstruo. La vergüenza de saberse uno fue lo que terminó por hacerlo recuperar la compostura. Además, la presencia o ausencia de Izaya era equivalente a un interruptor de luz. Era el prendido y apagado de su ira, o eso le había dicho alguna vez Tanaka Tom (en el momento oportuno).

Celty se arrodillo frente a él, a sabiendas de que Shizuo no le daría nuevos sustos. Sin que su amigo se diera cuenta, Celty empezó a formar un muro de neblina a sus alrededores. Lo alzó a una altura considerable. A una altura que le brindó la seguridad de que nadie podría verlos y molestar.

—No lo soporto más, Celty —le confió Shizuo—, quizá seamos unos monstruos, pero si yo logro protegerlos de él matándolo, ¿no me volvería humano? —dijo Shizuo con un dejo de esperanza—. Nadie está a salvo con él haciendo lo que su retorcida mente le dice. No puedo dejar que eso siga ocurriendo. Aun sí debo convertirme en un asesino. Ya he permitido que muera alguien importante para mí…

Celty se apresuró a escribir la respuesta en el PDA. Decidió desviar ligeramente la conversación de ese último punto. Era preferible que llegaran a él de manera lenta.

[Cuéntame, Shizuo. ¿Qué sucedió?]

El hombre tuvo que recordarse que sólo Celty estaba con él. Empezó a contar lo que sabía y, a cada frase que daba, bajaba el tono de voz, hasta que resultó difícil distinguir sus palabras.

—Estábamos trabajando los tres: Tom-san, Vorona y yo. Era un día cualquiera. Teníamos asignado cobrar las deudas a todo inquilino de un barrio de mala muerte. Pero no es como si no estuviéramos acostumbrados —dijo Shizuo como si quisiera justificar que ninguno era responsable, o puede que tratara de alejar la culpa. Celty no podía decidirse por una u otra opción pero no interrumpió.

Colocó su mano en el hombro de Shizuo, queriendo darle ánimos para continuar.

—¡No sé cómo pasó! —dijo Shizuo sin poder evitar mostrar un tono desesperado o incrédulo—. Yo fui tras unos tíos que quisieron fugarse. Creo que Vorona me siguió (aunque siempre le digo que se quedé con Tom-san). Cuando regresé, él sólo estaba ahí tendido. Antes creí escuchar cómo se rompían sus huesos. Conozco ese sonido muy bien —Shizuo omitió los detalles del mal recuerdo y lo apartó de sus pensamientos—. Vorona logró saber que no habían sido los tipos a los que íbamos a intimidar, fueron otros. Alguien los contrató. Y creo saber su nombre.

[¿Es miembro de alguna pandilla?]

La dullahan no hubiera encontrado extraño que algún joven pandillero hubiera querido demostrar su valía desafiando a Shizuo, aunque eso atentara contra su vida. También pensó que quizá alguien cobró venganza si acaso se había visto forzado a pagar algún adeudo.

—No. Estuve sonsacando información por ahí —dijo Shizuo con rapidez pues no buscaba que Celty le reprochara aquel comportamiento—, supe el nombre del cabecilla. Pero no he dado con él. No todavía.

[¿Quién?]

Shizuo se mostró contrariado al instante de leer lo escrito en la pantalla del PDA. ¡No permitiría que alguien más se metiera en problemas! Él era un monstruo que podía arreglárselas solo. Y, por otro lado, no consideró justo subestimar a Celty. No supo la razón por la cuál concluyó que no era apropiado ocultar el "nombre" de quien sería su presa. Él e Izaya. Eran dos personas cortadas por la misma tijera.

—Hisame Minamoto —dijo al fin.

Celty ladeó la cabeza. El nombre no le sonaba en lo absoluto, pero decidió no mencionárselo a Shizuo. Siendo honesta consigo misma, la dullahan no se creyó capaz de contener a Shizuo una segunda vez.

—Supe… me dijeron que había conocido a Izaya —aclaró Shizuo—. Y hace rato, cuando fui a Shinjuku, el bastardo no trató de negar su conexión con el sujeto —Shizuo no prosiguió pero Celty adivinó lo mucho que su amigo se estaba reprochando. Shizuo adoptó una expresión extraña al darse cuenta del muro de neblina que los rodeaba. Sin duda, malinterpretó el propósito del mismo.

La dullahan no sacó a Shizuo de su error, sino que optó por reducir la distancia entre ambos.

Shizuo guardó silencio cuando Celty lo estrechó con ambos brazos. No duró mucho el abrazo, pero le bastó para soltar un prolongado suspiró y ceder, temporalmente en cualquier caso.

[No eres ningún monstruo. Y serlo tampoco sería malo.]

Shizuo sonrió con amargura.

Celty le tendió la mano a Shizuo. Aunque la sintió fría, Shizuo encontró agradable aquel tacto. Deseó que el apretón de la dullahan se mantuviera durante más tiempo. Al menos hasta que supiera que no iría a dar caza a la Pulga. Sólo de pensar aquel nombre y visualizar a su dueño hizo que rechinara los dientes.

[Ven, te llevare con tu hermano.]

El guardaespaldas alzó la cabeza ante la oferta. Iba a negarse, pero la dullahan no se lo permitió.

[Te sentirás mejor hablando con él. Ven, usaremos a Shooter.]

—Kasuka no necesita que lo moleste con algo como esto. La Pul… —Shizuo respiró hondamente y se frotó por detrás del cuello—, ese infeliz no vale la pena. Debo… Creo que le debo una disculpa a Mairu y a Kururi —Shizuo permaneció en silencio y luego habló en voz suave—. Perdón, Celty.

Tengo que llamar a Vorona.

Celty negó con la cabeza, restándole importancia a lo ocurrido. Tuvo la certeza de que Shinra podría lidiar con Izaya, aunque ella no pensaba pasar por alto el daño que éste le había causado a Shizuo.

Disipó el muro de neblina que había construido.

Se lo dije alguna vez a Shinra: "lograremos escapar juntos de las garras de Izaya". Ahora yo prometo hacer lo mismo por ti, Shizuo, se dijo Celty una y otra vez.

Si existe realmente Hisame Minamoto, entonces lo encontrare.

La dullahan se repitió aquel mantra hasta que logró calmar su corazón y después Shizuo y ella se alejaron, junto con Shooter. Sin embargo, aunque por esta noche Celty había logrado que Shizuo renunciara a su "objetivo", el guardaespaldas de Tom creyó que no tardaría en decepcionar a todo aquel que lo invitó a formar parte del mundo humano.

Aun así, Shizuo soltó una risilla cuando Celty le planteó la posibilidad de ir a Shinjuku para arrojarle sobre la cabeza un barril de sangre a Orihara Izaya.

[ … ]


7


En el interior del Russia Sushi.

La calidez de la habitación alertó a Izaya de que el día había llegado. Permaneció sentando en el futón antes de llevarse los dedos al nacimiento del cabello y luego a la nuca. Ahogó un quejido cuando sintió la puntada dada por Shinra, pero la impresión no le duró mucho. Al notar el aplastante silencio, se dio cuenta de que estaba solo. Rozó su costado vendado de tal modo que sería capaz de sobreponerse a las punzadas de dolor.

Se desperezó por completo y luego se preparó para encontrar una salida.

Tras visualizar en su cabeza el Russia Sushi, a tientas alcanzó la ventana y, confiando en que lograría caer con gracia pese al malestar general que sentía, el informante se acomodó en el borde y saltó al callejón.

Cayó limpiamente, pero se detuvo al sentirse mareado, pero enseguida usó de guía la pared y se apresuró a marcharse del restaurante. Pasó junto a la moto de Vorona (o eso creyó) pero su dueña no se hizo presente.

Durante los siguientes minutos, el informante se forzó a reconocer a cualquier conocido pues requería utilizar un móvil que no fuera el suyo. Izaya preguntó por la hora a una joven que llevaba al cuello un cartel de "objetos" perdidos y se dio cuenta de que podría adelantarse a la entrada de los alumnos de la Academia Raira.

Mientras se dirigía al lugar, prestó especial atención a captar todo susurro que concerniera a Shizuo Heiwajima o, incluso, al Jinete sin Cabeza. Pero, al no poder enterarse de gran cosa, decidió que más tarde y con ayuda de Namie, utilizaría sus recursos como informante para conocer cómo había resultado el asunto.

Sonrió cuando alcanzó a distinguir a dos estudiantes que ocasionalmente lograban entretenerlo. Confirmó sus identidades cuando los tuvo enfrente.

Se acercó, al tiempo que confiaba en la baja posibilidad de toparse con el monstruo.

—Ah, Ryuugamine-kun, Anri-chan —saludó Izaya y adoptó una postura de andar muy llamativa. Podría considerarse graciosa. Escondió las manos en los bolsillos de su abrigo y empezó a extender los bajos.

—¿Orihara-san? —preguntó el joven con desconcierto. Anri Sonohara no dijo nada.

—Creo que ha pasado bastante tiempo desde la última vez que nos vimos —al menos en lo que respecta al mundo real.

—S-sí, así es, Orihara-san —dijo Mikado.

—Escucha, Ryuugamine-kun —empezó a decir Izaya, como si disfrutara enormemente de pronunciar semejante nombre—, ¿tendrías la amabilidad de prestarme tu móvil?

Mikado pareció ponerse aún más nervioso por la manera en la que empezó a rebuscar con torpeza en el interior de su mochila. Izaya mantuvo una expresión divertida y no la relajó ni un poco, pese a que Anri lo miraba con detenimiento. Los jóvenes esperaban que, como solía suceder, Izaya se llevara a un rincón a Mikado con el fin de brindarle sanos consejos.

—Ten, Orihara-san —dijo Mikado cuando logró encontrar el móvil. Se lo tendió a Izaya, pero éste negó con la mano.

—No quisiera causarle ningún perjuicio, ¿qué te parece si marcas tú? —dijo, esperando que Mikado aun recordara lo que hizo para hacer rabiar a un trio de jóvenes.

—Seguro. ¿Cuál es el número?

Izaya le cantó el número y luego se apartó para atender la llamada.

¿Será que cometí un error? Conozco muy bien la posición de las diferentes teclas. Estúpido monstruo… Con lo que me gustaría charlar con este par de piezas.

Mikado no se volvió al joven, pero pensó que no resultaba una mala persona como la mayoría en Ikebukuro afirmaba, en especial Kida Masaomi. Algún día le preguntaría por sus razones.

—Gracias, toma —dijo Izaya al cabo de un rato.

—Sí…

—Antes de irme, quisiera preguntar si has escuchado algo sobre Shizuo Heiwajima.

Mikado negó con la cabeza y se giró a su compañera, en caso de que ella supiera sobre el hombre.

Anri imitó a Mikado e Izaya ocultó la decepción con sutileza.

—Ya veo. Pues nos vemos —dijo Izaya antes de encaminarse al lugar acordado para el encuentro.

Cuando el informante se perdió de vista, Mikado se adentró en la academia. Durante las clases se daría a la tarea de preguntar en el sitio de los Dollars sobre el Monstruo de Ikebukuro e indagar a fondo acerca del ataque a Tanaka Tom, el cual aconteció una semana atrás. También sería útil saber si todo eso tiene conexión con Yoshikawa, se dijo cuándo la primera lección estaba llegando a su término.

-o-O-o-

Sin prisa alguna, Namie Yagiri se encontró con el informante. Oculto, éste le esperaba apoyado en una pared de ladrillo y parecía contemplar el desfile de personas que transitaba frente a él.

Namie no se anunció en voz alta pues esperaba que el informante ya la hubiera visto desde que cruzó la calle. Además, consideró que el zapateo que daba era muy notorio. Aun así, Izaya solo la saludó cuando estuvieron separados por un palmo de distancia.

—Namie-san —dijo, sin apartar la vista de algún tercero—, creo que tengo que considerar aumentarte el salario. Fuiste tú quien alertó a Shinra y a la transportista, ¿cierto?

—Eso no es ningún misterio —replicó ella, con un dejo de fastidio—, ¿por qué no regresaste al departamento anoche? Esperaba que al menos me dijeras que no tendría que solicitar trabajo en otro lado. Uno nunca sabe cuándo la vas a contar.

—Oh, tú siempre tan encantadora… —Izaya se detuvo a media frase.

—¿Izaya? —dijo Namie, al ver a su jefe arrodillarse. Izaya no comentó nada hasta que logró sentarse.

—Eh, Namie-san, necesito que realices un encargo.

—Si me dices a que hospital quieres ir, puedo arreglarlo.

—No se trata de algo como eso. Ya te disté cuenta del porqué debí usar el teléfono de Mikado Ryuugamine. Anda, sé la cínica de siempre y concreta un encuentro con el Awakusu. Dentro de tres días me parece excelente. Será tiempo suficiente para saber si el daño es o no permanente.

—Prefiero que me consideres indiferente —dijo Namie poniendo de pie al informante—, me da la impresión de que vas a vomitar —comentó.

—Hare mi mejor esfuerzo por no hacerlo. Eh, ¿tu experiencia laboral no te permite saber de algo que ayude? —Namie no supo que tan despreocupado estaba en verdad Izaya.

—Mi sugerencia es que vayas con Kishitani. Si algo puede hacerse, él te lo dirá.

—Puede que sí. Pero es importante que sepa cómo fluyen los negocios de Hisame Minamoto. Por lo visto no ha permanecido en las sombras. Incluso el bruto de Shizu-chan dio con su nombre. Un nombre que nunca te haría pensar que el sujeto es italiano. Eso inferí debido a su acento marcado.

—¿Y eso qué importancia puede tener? —preguntó Namie aunque la respuesta no le importaba en absoluto. Se miró un mechón de cabello.

Tus prioridades son preocupantes, Izaya.

—Ese hombre es el centro del huracán (si bien el monstruo causa destrozos a un grado equivalente). Lo qué me habría ahorrado de no haber aceptado aquel encargo —se quejó Izaya. Se llevó una mano al rostro y luego volvió a encarar a su secretaria—, no podemos usar el departamento. No ahora que pueden estar tras de mí y, por supuesto, por todo el desastre que causó Shizu-chan —explicó.

—No es necesario que lo sigas llamando de ese modo. Di lo que quieras, pero está muy claro que deseas un mano a mano. No me creo que dejes pasar "esto" por alto.

La mujer señaló el rostro de su jefe.

—Aunque predecible, Namie-san, pienso reconocer tus agallas.

[ ... ]


8


Sala de chat.

.

.

.

No hay nadie en la sala en este momento.

No hay nadie en la sala en este momento.

No hay nadie en la sala en este momento.

Saika se ha unido al chat.

Saika [Buenas noches.]

Saika [Me disculpo por contestar hasta ahora.]

Saika [Sobre Yoshikawa, creo que no deberían acercarse al lugar.]

Saika [No sé mucho al respecto.]

Saika [Creo que me retiro por hoy.]

Saika [Adiós.]

Saika ha abandonado la sala de chat.

No hay nadie en la sala en este momento.

No hay nadie en la sala en este momento.

No hay nadie en la sala en este momento.

.

.

.

[ … ]


9


Tres días después, en el interior de un edificio abandonado.

Con las piernas cruzadas en actitud relajada, Izaya estaba sentado en un sillón mullido. A un lado y de pie, se encontraba Namie. Al pensar que luciría nerviosa con los brazos enlazados frente al pecho, optó por extenderlos y apoyar las palmas en el respaldo del sillón. Se daba cuenta de que Izaya agradecería el gesto, pues sabría que estaba junto a él, en todo momento. A Shiki, quien igualmente permanecía sentado en un sillón, también le llamó la atención la presencia de la mujer pues el informante nunca acudía acompañado a ningún encuentro, ya fuera que lo planeara el propio Izaya, él o cualquier otro miembro del Awakusu.

Namie escudriñó a Shiki y poco fue lo que supo de sus gestos. Su voz también le sonó demasiado inexpresiva.

—Orihara-san, es una descortesía señalarlo, pero, ¿no le parece innecesario que su secretaria nos honre con su visita? —dijo con tono uniforme—. Le convendría esperar afuera.

—Ella se queda aquí —declaró Izaya.

Esbozó una sonrisa.

Shiki no se desconcertó por la orden, pero no apartó su atención de cada movimiento que hacía el informante. Namie consideró que Izaya había dado a entender más de lo que esperaba.

—Es el consejo de un empleado, pero te sugiero que llames a un notario. Tengo mucho que decir. Cada miembro del Awakusu quedará en deuda conmigo.

—Orihara-san, yo le digo que cuide esa lengua si no quiere perderla —por la voz plana que tenía, sus palabras no resultaron intimidantes.

—Bien, muy bien —dijo Izaya dispuesto a pasar por alto la advertencia—, voy a contarte varios secretos. Algunos los guardé durante años. De hecho, sé que los encontrarás muy valiosos, Shiki-san. Me arriesgaré a ser el que hable primero y luego podemos fijar el precio por la información.

—Este cambio de rutina —dijo Shiki al tiempo que buscaba un cigarro—, ¿se debe a lo hecho por Heiwajima Shizuo? —el ejecutivo no apartó su mirada de Izaya, de modo que pudo apreciar la mueca que éste apenas fue capaz de ocultar.

—Ah, Shiki-san, no sabía si aquel rumor llegaría a tus oídos. Al final aquel evento fue como todas las carreras que el monstruo me obliga a tener.

—Humm. ¿Nada más qué decir? —Shiki soltó una bocanada de humo.

—No —fue categórico. Los empleados de Shiki parecieron sorprendidos por el descaro del informante.

—Muy bien. Pues continúe y perdone el desvío.

Izaya empezó a revelar una gran cantidad de datos que Shiki no había llegado a sospechar siquiera. Como había dicho el informante, tuvo que pedir que alguien empezara a tomar notas de aquel discurso que, sin duda, era lo suficientemente escandaloso como para que los guardaespaldas de Shiki temieran por su propia seguridad. No tenían razones para enterarse de lo que Izaya Orihara sabía de buena mano. Aventuraron porque sus jefes encontrarían creativas maneras de hacerles jurar que no dirían nada.

Pese a su carácter "seco", Shiki no tardó en dar muestras de interés. En cambio, Namie agradeció que, dada su posición en el cuarto, ella no era capaz de observar la manera en la que Izaya avistaba a los demás. Cosa que seguramente le estaba suponiendo un esfuerzo considerable.

Al cabo de tres horas, Izaya dio por terminado lo que todos llamaron un peligroso monólogo.

—Está bien, señor informante. Ha sido muy útil, ahora cuénteme, ¿qué quiere a cambio?

—Una ruta para irme de aquí. Un salvoconducto, entre otras cosas que sabrás dentro de poco. ¿Te resulta extraño? No puedo asegurarlo. Dime, Namie-san, ¿qué mueca tiene Shiki-san? —Namie no contestó. Aunque se mantuvo prudente por el bien propio, no ignoró la risa nerviosa del informante. Ahora no solo debía asumir el papel de niñera sino el trabajo que un perro podría realizar con varios años de entrenamiento.

—Orihara-san, no me gusta ponerlo de esta manera, pero, ¿no está jugando con fuego?

—Yo soy dispensable, pero lo que te he dado puede hundir a más de un grupo competidor. Espero que a mi regreso hayas logrado comértelos. El precio que pongo por esa eventualidad me parece muy justo.

—Cualquiera diría que estas desahuciado.

—Oh, por el contrario, Shiki-san. ¡Nunca antes me había sentido con tanta energía! Tengo la suficiente como para acabar con uno que otro monstruo.

Shiki percibió que los hombres tras de sí deseaban cuchichear entre ellos.

Como si fuera capaz de escuchar las mudas advertencias de Namie, el informante decidió dar por concluida la reunión. Por orden de su jefe, Namie le extendió una hoja de papel con los "requerimientos a cumplir" por la ayuda ofrecida, además del número telefónico que debían usar para comunicarse.

Shiki asintió con la cabeza y, por atención a Izaya, se despidió:

—Considérelo hecho, Orihara-san. Me comunicare con usted más tarde. Quizá sea posible que continúe trabajando para nosotros.

Namie pensó que Izaya había logrado impresionar al hombre.

—Shiki-san no suele dedicar cumplidos a nadie. Debería sentirme nostálgico.

Con un movimiento de su mano, Shiki excusó a Namie. Tan pronto como lo hizo, la mujer colocó su brazo en torno al de Izaya y luego dejaron atrás a Shiki y a sus hombres.

—Eh, jefe, acerca d-de hoy…

—A callar. Comuníquenme con Akabayashi. Hay trabajo que hacer —antes de levantarse de su asiento, Shiki se giró a sus guardaespaldas como si evaluara la posibilidad de encargarse de ellos.

Mientras desalojaban el edificio con discreción, Shiki se recordó que debía mandar que investigaran por el papel que, seguramente, jugó el informante en el atentado de cierto grupo competidor. Bien sabía que trabajar con Izaya Orihara siempre le suponía más de un inconveniente.

El informante era incapaz de jugar para sólo un bando. El saber que Izaya conoció sobre el origen del evento en Yoshikawa no hacía más que poner en duda su "lealtad".

[ … ]


10


Horas más tarde, en alguna cafetería desconocida.

—¿Qué necesitas, Namie-san? —preguntó Mairu, mientras se deslizaba por el gabinete. Kururi se acomodó junto a ella—. ¿Quieres que espiemos a Seiji otra vez? —la idea se le antojaba divertida. Prometedora.

Namie pareció perderse en sus ensoñaciones durante unos instantes. Kururi vio que se formó rubor en las mejillas de la mujer. Con incomodidad, apartó la mirada y, al hacerlo, se percató de que varios clientes también encontraban a la mujer intimidante a la par de curiosa.

—No, pero puede suceder que las requiera en algún momento. Seiji…

—Entonces, ¿qué quieres, Namie-san? —insistió Mairu con amabilidad.

—He venido en nombre de su hermano.

Kururi recobró el interés, pero Mairu se mostró poco confiada. Empezó a jugar con el tenedor.

—Cuando nos enteramos de que Iza-nii logró escaparse, no apostamos porque iría a verte de inmediato. Era mejor que se marchara de Ikebukuro, en caso de que Shizuo-san vaya tras él.

Las gemelas habían cavilado los tres días anteriores sobre el motivo que impulsó a Shizuo a comportarse como lo hizo, pero no llegaron a dar con algo en concreto. Sólo tenían conjeturas y nada más.

—Precisamente —dijo Namie dándole un sorbo a su café—, justo hará lo que dices. Se irá de Ikebukuro, pero al parecer requiere que lo acompañen ustedes dos.

—Intriga (¿Nii-san en verdad dijo algo como eso?)

—Sí, me dijo que era mejor que yo tratara de convencerlas. Aunque presiento que es inútil —dijo Namie dándose cuenta de la expresión contrariada de Mairu.

—Iza-nii nunca permite que sepamos de sus asuntos —apuntó la gemela—, ¿qué cambió?

—Quizá puedas saberlo si te reúnes con él. De momento yo sólo soy la mensajera.

—Namie-san, ¿qué harás tú?

—Izaya sigue siendo mi jefe. Si el lugar de trabajo cambia, no tengo razones por las cuales quejarme. Además, mi salario se ha incrementado considerablemente —confió la mujer, como si revelar aquel detalle pudiera hacer entender a las gemelas que algo importante se traía entre manos el informante.

—Supongamos que nos interesa, ¿qué más tienes que decir? —preguntó Mairu aun afable.

—No me dijo gran cosa. Me dijo "busca a ese par y plantéales la posibilidad de trabajar para mí" o algo por el estilo.

—Mmm —la gemela menor dejó el cubierto sobre la mesa—, sospecho que sabes más de lo que dices, Namie-san. ¿O qué piensas tú, Kuru-nee?

—Igual (Pienso lo mismo).

—No voy a esforzarme en convencerlas. No creo que Izaya merezca su ayuda o la de cualquier otro. Pasar el mensaje es una de mis tareas. Entonces, la respuesta es "no". ¿O quieren hablar ustedes con él? Si ese fuera el caso, tendría que darles el número telefónico que usa recientemente.

—Poniéndolo en otras palabras, Iza-nii está huyendo.

—No le gustó cuando lo señalé, pero sí. Sería correcto. Pero considerando que el plan es regresar puede que se trate de otra cosa. Creo que mencionó algo como preparación, sí, así lo llamó.

—Vaya, al parecer Iza-nii está resentido. En cualquier caso, no se ha portado de un modo que haga querer ayudarlo. Claro, sí "ayudar" es acertado —Mairu chasqueó la lengua—, pero, si regresas a Ikebukuro, Namie-san, no dudes en buscarnos. Seguramente podremos averiguar mucho sobre Seiji o también de cualquier otro interés que pudieras tener.

—Gracias, no olvidare eso —dijo Namie, terminándose el café—, pero mi único interés siempre ha sido y será Seiji. El resto es poco interesante y sin valor alguno si se le compara con mi Seiji.

Namie no pareció darle mucha importancia al hecho de no poder reprimir aquella fijación por su hermano. En tanto, Mairu y Kururi se hicieron a la idea de que Namie e Izaya eran ciertamente compatibles, y no por contadas razones. De otro modo, resultaría imposible que hubieran logrado convivir durante el tiempo en que lo hicieron. Además, les daba curiosidad el trato que seguramente pactaron entre ellos.

¿Qué pudo Izaya haberle ofrecido a la mujer para que ella accediera a poner una mayor distancia entre su persona y su amado hermano menor?

-o-O-o-

Cuando las gemelas Orihara se alejaron de la cafería un par de cuadras, el móvil de Mairu timbró y la gemela contestó sin detenerse a reconocer el número. Cuando supo quién lo marcó, le pidió a Kururi que se detuviera. Activó el altavoz.

No estoy equivocado al pensar que Namie-san no puso el menor esfuerzo, ¿cierto?

—No te escuchas muy bien, Iza-nii. ¿Vas a morirte?

Eres cruel, Mairu. No, todavía pienso seguir activo.

—Oh, entiendo. Y, por otro lado, eso de ser cruel ¿me lo espetas tú? No seas hipócrita, Iza-nii —dijo Mairu en tono juguetón.

¡Ah, Mairu! ¡Pero si tú lo eres aún más! Nadie se arriesga a que un monstruo pueda aplastarlo y luego abandona a su familia como si nada hubiera pasado.

—Andas dándole mayor peso del que tiene. Fue una imprudencia de nuestra parte. No volverá a suceder, es una promesa.

Una promesa como tantas que me han hecho. Vale, quizá me ha llegado el turno de hacer lo mismo. Necesito su ayuda. ¿No te sientes mejor sabiéndolo? ¿No te sientes más importante al saberte útil? Como sea, te prometo que si vienen conmigo no lo lamentaran. En realidad puede que disfruten con lo que llamarían el "desquite".

—Iza-nii, ¿soy yo o suenas desesperado? —Mairu sonrió y con el gesto resultó muy parecida a su hermano.

—Cierto (Nii-san no se oye calmado).

No hace falta que te dé la razón. Ven a verlo por ti misma. Vengan las dos. Si les agrada lo que verán, pueden elegir. Les pondré todas las cartas sobre la mesa.

Mairu titubeó y se giró a Kururi para encontrar una confirmación de su parte.

—Muy bien. ¿Dónde quieres que nos reunamos, Iza-nii?

Del otro lado de la línea, Izaya no contuvo una mueca, ligeramente desagradable.

—Regresen donde Namie-san y pregúntenle. ¡No vayan a contarlo por ahí!

—Iza-nii, mejor acostúmbrate a confiar en nosotras.

—Puntual (Ya llegó el momento de hacerlo).

Izaya colgó y permaneció sentado. No pensó que sus hermanas accederían y quiso ahondar en las razones que tuvieron para haber aceptado su oferta (la cual no les explicó de manera especifica). A su pesar, las gemelas eran más complejas que Namie Yagiri. ¿Sería que, aun con los años, albergaban la ilusión de poder captar el interés de su hermano mayor? Descartó la idea casi al instante de pensarla. Mairu y Kururi eran de una naturaleza distinta. Supuso que estarían muy dispuestas a gozar de las dolencias o, dicho de otro modo, del castigo divino que había recibido. Puede que lo consideraran como justicia.

Cuando Izaya se hartó de permanecer en la silla, evocó la imagen de un iracundo Shizuo.

—Todo será diferente a partir de hoy. Ahora, Shizuo tendrá que preocuparse de mí y no al revés. Ahora, yo tratare de matarlo y no estoy dispuesto a fallar.

¡Odio a ese monstruo! ¡Lo odio!

¡Lo odio por lo que me ha hecho!

[ … ]


¡Continuará!

¡Hasta la próxima…! ¡Besos!