Los médicos de la ambulancia entraron en las urgencias del Hospital Monte Sinaí. El enfermero llevaba una silla de ruedas sobre la que estaba sentado un niño con cara de dolor.

KILLIAN: ¡Emma!

EMMA: ¿Qué tenemos?

RUBY: Varón, 8 años. Posible fractura de tobillo.

DANIEL: ¡Iba a chutar a portería y el idiota de Michael me dio una patada! Me duele mucho...

KILLIAN: Está hecho todo un campeón. ¿A que sí, Daniel?

DANIEL: Zi.

EMMA: ¡Llevadle al box 3! ¡Regina!

Regina se dio la vuelta al escuchar su nombre.

EMMA: ¡Te quiero conmigo ya!

Las dos entraron al box tras los chicos de la ambulancia.

EMMA: ¿Qué tal llevamos el día?

REGINA: Bastante tranquilo. ¿Y tú?

EMMA: Ahora que te he visto, se me ha iluminado la tarde.

Emma le dedicó una sonrisa pícara antes de entrar en el box. Regina echó una carcajada, ya acostumbrada a las continuas insinuaciones de la médico. Los chicos de la ambulancia se despidieron de ellas y salieron de la habitación.

REGINA: ¿Qué te ha pasado?

DANIEL: ¡Me han dado una patada!

EMMA: Iba a meter gol y se le cruzaron.

DANIEL: ¡Eso es! ¡Michael es idiota!

La rubia comenzó a examinar el tobillo del niño mientras reía escuchando su historia. Se sentía satisfecha. Aquel trabajo la maravillaba y en aquellos momentos, se sentía plena: tenía una pareja de la que estaba realmente enamorada, su trabajo la motivaba día tras día y el sueldo la permitía grabar sus pequeños cortometrajes.

EMMA: Daniel, te vamos a hacer unas placas pero creo que tienes un esguince.

DANIEL: ¡Hala, qué guay! ¿Y me vas a vendar tú?

EMMA: No. Yo vendo muy mal. Te lo va a hacer esta enfermera de aquí. Se llama Regina. ¿A que es guapa?

DANIEL: Zi, es muy guapa...

Regina enrojeció y lanzó una mirada fulminante a la médico. No le gustaba que flirteara con gente delante; se sentía insegura. Emma rió a carcajada limpia, sabiendo lo que pasaba por la cabeza de la enfermera. Sin saber por qué, sintió celos de Robin; el prometido de Regina. No sabía qué afortunado era de tener a aquella mujer a su lado.

EMMA: Regina, cuando tengas los resultados, dímelo. Daniel, nos vemos luego.

La médico salió por la puerta y se dirigió a la cafetería para tomar un café junto con sus compañeros. Allí la vio, a la mujer que la enamoró y de la que seguía enamorada desde el primer día: Lily. Se sentó junto a ella y el resto de sus compañeros.

KILLIAN: ¿Qué tal está Daniel?

EMMA: Perfecto. Es sólo un esguince. Regina le vendará en cuanto tengamos los resultados.

MARY MARGARET: Oye, chicos. David y yo hemos estado pensando... ¿os apetecería salir de fiesta esta noche? Nos hemos fijado en los turnos y muchos no trabajáis mañana o estáis de tarde.

AUGUST: ¡Sí! ¡Además es el cumpleaños de Robin! Podríamos hacerles una fiesta sorpresa.

Emma miró a Lily. Tenía muchas ganas de salir de fiesta con sus compañeros pero sabía que a su pareja no le gustaban ese tipo de salidas. Lily le sonrió y afirmó levemente con la cabeza. La médico le respondió con otra sonrisa. Se alegraba muchísimo de que pudieran salir juntas de fiesta como hacía mucho tiempo que no salían.

GRAHAM: Entonces, ¿estamos todos dentro?

MARY MARGARET: Creo que sí. Avisaré luego a Killian y a Ruby. August, ¿te encargas tú de decirles al resto?

AUGUST: ¡Claro que sí!

Regina entró en la cafetería y tocó el hombro de Emma. Todos callaron para que la prometida del cumpleañero no sospechara de la fiesta sorpresa. La morena notó algo distinto en el ambiente pero no le dio mayor importancia.

EMMA: Dime, Regina.

REGINA: Están los resultados.

La enfermera le entregó el sobre con las placas y Emma confirmó lo que sospechaba: tenía un esguince. Se despidió de sus compañeros y junto a Regina, se encaminó hacia el box.

REGINA: La madre ha llegado.

EMMA: Perfecto. ¡Eres genial!

Tenía que reconocerlo, le gustaba trabajar con aquella enfermera y todos sabían que hacían una pareja profesional perfecta. Emma se acercó para darle un beso en la mejilla y guiñarle el ojo. Se sentía pletórica. Se detuvieron unos minutos antes de entrar en el box.

EMMA: Por cierto, esta noche salimos de fiesta Robin, Lily, tú y yo. ¿Qué te parece?

REGINA: Se lo preguntaré a Robin.

EMMA: ¡No aceptamos un "no" por respuesta!

La médico abrió la puerta y dejó pasar a Regina primero.

DANIEL: ¡Mira, mamá! ¡Esa chica me va a vendar!

MADRE: Pórtate bien, Daniel.

EMMA: ¿Usted es Rose Beauman?

MADRE: Sí.

Se estrecharon las manos. A Regina siempre le sorprendía ver esa faceta tan profesional de la rubia. La admiraba muchísimo. Comenzó a vendar el tobillo de Daniel mientras le hacía algunas carantoñas. ¿Cuándo tendría ella un hijo con Robin?

EMMA: Pues como ya le dije a Daniel... tiene un esguince sin importancia. Unas dos semanas con el vendaje puesto y estará como nuevo. Pida cita con el médico de cabecera para que le corten el vendaje y la rehabilitación.

MADRE: Perfecto. Muchísimas gracias, doctora.

EMMA: Para eso estamos. Y para cualquier cosa, no duden en volver a venir. Aquí tiene el alta de Daniel, señorita Beauman.

MADRE: Gracias.

Regina cerró el vendaje pegando unos esparadrapos.

REGINA: Bueno, esto ya está.

EMMA: ¿Te ha tratado bien, Daniel?

DANIEL: ¡Zi! Mamá, ¿podré volver aquí con Regina cuando esté malo de la tripa?

MADRE: Ya veremos. Ahora da las gracias y diles adiós.

DANIEL: Gracias, doctoras. ¡Adiós!

El chico se bajó de la camilla, cogió las muletas y se despidió con la mano. Madre e hijo salieron del box, dejando a una Regina y a una Emma que se miraban sin decir nada.

EMMA: ¿Qué tienes que enamoras a los niños?

Regina rió.

REGINA: ¿Sólo a los niños?

Emma arqueó una ceja y no pudo evitar soltar una carcajada. La tomó del hombro y salieron juntas de la sala.

EMMA: ¡Estás loca!